Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 7. Confesiones de corazón.

    Joey bloqueaba la puerta para salir y no parecía tener intenciones de apartarse.

     — ¿Qué? —pregunté exasperado.

     — ¿Por qué quieres retirarte, As? Tienes el mando de todos aquí.

     Fruncí las cejas ante su intromisión. No me gustaba darle explicaciones a nadie, ni hablar de mi vida privada. Eso era algo que me irritaba con facilidad.

     —Tú sabes más que nadie porque quiero retirarme. Ahora apártate —gruñí al tiempo que avancé para salir pero Joey me tomó de mi playera, estampándome contra la pared.

     Le clavé una mirada punzante pero él no se inmutó.

     —Tienes dos segundos para quitarme las putas manos de encima antes de que te arranque un brazo —advertí.

     Su mirada compungida me tomó por sorpresa. Expresaba dolor que había ido acumulando y ya estaba estallando.

     — ¿Esa chica es tan especial?  —preguntó, su voz trémula me hizo bajar la guardia y aflojar mi tensión.

     —Estoy enamorado de ella y eso no cambiará.

     Joey aferró sus puños a mi playera y después me soltó con brusquedad.

     — ¿Estás seguro de que quieres dejar todo esto?

     Durante mis años aquí había ahorrado buen dinero, y mi libertad era lo que más deseaba para estar con Aurora.

     —Sí —respondí—. Quiero estar con ella.

     Joey se rompió. Me quedé un poco confundido pero no me moví, acomodé mis manos detrás de mi espalda baja mientras me recargaba en la pared. Joey se aferraba a no seguir derramando más lágrimas y me miró, sus ojos negros me atravesaron con mucho dolor en ellos.

     Sorbió su nariz y ambos nos sostuvimos la mirada.

     —No te has dado cuenta, ¿Verdad?

     Seguí callando, sin hacer ningún movimiento facial. Él esperó.

     — ¿De qué tengo que darme cuenta?

     Mordió su labio inferior y apartó la mirada hacia arriba como rogándole al Dios del que no creía. Resopló con frustración.

     —Sobre... —hizo una pausa y tragó con fuerza—. Sobre mis sentimientos... —me miró—, hacia ti.

     Sí lo sabía. Joey era bisexual. Bajé la mirada porque recuerdo que yo fui de los pocos junto con Chad que estuvimos con él cuando perdió a la protegida que amó hace unos años. Fue cuando nos hicimos más unidos y pude notar como me miraba en ocasiones.

     No dije nada por respeto y porque yo jamás iba a corresponderle de la manera que él deseaba.

     —No sientes nada, lo sé. Ella... ella siempre fue tu prioridad desde que te asignaron a protegerla y yo... no pude evitar sentir rabia —dijo entre dientes.

     Fruncí el ceño. Joey caminó para apoyarse en la pared y deslizarse hasta llegar al suelo. Estaba a unos centímetros de mí y me acerqué para sentarme junto a él.

     —Yo siempre seré tu amigo —dije.

     —Amigo —repitió la palabra como si le estuviese carcomiendo una herida.

     —Lo lamento, Joey. Es lo que puedo ofrecerte.

     — ¿Nunca sentiste algo? Necesito saberlo.

     Torcí mis labios porque no quería ser más frío respecto a ese tema. Apreciaba a Joey.

     —No. Tú y Chad conocen muy bien mi historial sexual.

     —Siempre con mujeres.

     —Respétame, como yo lo hago contigo. No pienso juzgarte ni mucho menos voy a menospreciarte —me levanté y aclaré mi voz—. Si quieres seguir en mi grupo y bajo mi cargo haremos como si nada de esto pasó. Si no puedes continuar así, entonces te reubicaré para que puedas estar más tranquilo.

     Me miró desde abajo muy sorprendido.

     — ¿Te estorbo?

    Exhalé fuerte.

     —No, Joey. Carajo, mírate. Esto te está jodiendo y puede que no te vayas a concentrar para lo que se viene. No quiero más bajas.

     Seguía sollozando y se levantó para quedar frente a mí.

     —Has sido mi imposible, Ronald.

     No aparté la vista pero si di un paso hacia atrás.

     —Lamento eso, Joey.

     — ¿Eres feliz con ella?

     —Muy feliz.

     Fue como haberle disparado en el pecho porque pareció haberse derrumbado aún más. Me recargué en la mesa y me crucé de brazos, esperé a que se calmara y al final me miró.

     —Me quedo. Soy... bueno en lo que hago y mi condición no me afectará para responder como protector.

     Tardé un momento en creerle y después asentí.

     —Bien. Sigue cuidando a tu protegido y encárgate de los rastreadores.

     —Ellos se fueron de Baltimore, han desaparecido.

     —Prefiero confirmarlo. Busca alguna señal y si no encuentras nada lo daremos por terminado. Espero tu informe el domingo.

     Asintió.

════════⚔️════════

     Los días transcurrieron de manera tranquila y sin movimientos extraños en la ciudad. En lugar de quedarme descansando como capitán decidí unirme a mis compañeros para buscar más nidos. Dividía mí tiempo en: Aurora, Best Buy y mi vida como protector.

     No hubo más señales de ataques. Los nidos eran difíciles de encontrar pero cada madrugada íbamos en busca de ellos.

     Me presenté con los superiores como nuevo capitán, me aceptaron y me felicitaron por mi nuevo rango, dándome acceso a muchas cosas que jamás creí. Mi favorita era tener el derecho de retirarme cuando quisiera, con la condición de haber hecho una contribución notable como protector. Pero mi promesa a Solomon me detenía.

     Yo sería quien acabaría para siempre con las bestias.

     Eran las nueve de la noche cuando salía de Best Buy. Era sábado y decidí hacerle una llamada a papá como había prometido.

     Sonaba y cuando atendió mi llamada me di cuenta de inmediato que algo no andaba bien. Tosía y carraspeaba, tenía dificultad para hablar con claridad.

     —Papá ¿Puedes oírme? ¿Qué pasa?

     —R-Ronald... ven... p-por —tosió con descontrol—. Ayúdame.

     Colgué y corrí a mi auto para salir a toda prisa directo a aquel lugar donde los malos recuerdos llegaron para invadirme.

     Cada golpe, cada palabra hiriente, cada maltrato, cada mirada asesina y de odio. Todo eso llegó a mi mente pero decidí hacerlo a un lado para llegar al edificio donde alguna vez fue mi hogar.

Mi corazón estaba a punto de salirse de mi pecho y mis pulmones se quedaban sin oxígeno. De pronto sentí esa opresión en el estómago como cuando era niño... miedo. Angustia. Ansiedad. Todo mezclándose al ver llegar a mi padre con ganas de acabar con todo a su paso.

     La torre era enorme tal y como la recordaba. Vivía en el Penthouse y subí de inmediato. Cada segundo que transcurría me provocaba un malestar que comprimía todo mi cuerpo. Recordé que me había mandado el código de su puerta, oprimí los números y las letras para que me diera acceso a la casa.

     Al entrar me encontré un lugar en penumbras, era lúgubre y localicé un bulto desplomado en el suelo de la sala.

     Encendí las luces.

     —Mierda, papá.

     Brinqué un sofá y me puse de cuchillas. Presioné su cuello para encontrar el pulso, estaba débil. Lo cargué con cuidado hasta recostarlo sobre el sillón largo. Estaba demasiado pálido, sus labios habían perdido color, era como ver algún muerto por ahogamiento. Frío.

     —Papá, papá, despierta por favor.

No sabía si llamar a urgencias o esperar que recobrara la consciencia. Decidí actuar, saqué mi móvil de mi chaqueta para marcar a novecientos once.

Pero una mano tibia sujetó una de las mías y yo me detuve. Papá tenía abiertos sus ojos y me miró inexpresivo, sin nada de oscuridad en su mirada. Se miraba cansado y demasiado demacrado.

—Viniste... —susurró en un hilo de voz.

Guardé el celular y me senté junto a él.

— ¿Qué te ocurre?

Volvió a toser con movimientos muy torpes para sentarse. Lo ayudé y con lentitud se acomodó para verme de frente.

—Cáncer.

Por más triste que esto pudiese ser, no me removió.

— ¿Desde cuándo?

—Dos años... —tosió levemente—. Empeoré de golpe hace unos días porque dejé de tratarme. Estoy cansado, Ronald, el cáncer ha sido muy agresivo conmigo y... solo estoy esperando.

Me encogí de hombros.

— ¿Por qué no me habías dicho nada?

Me miró con expresión funesta.

—Quería... quería que estuvieras conmigo por tu propia voluntad, no por lastima.

Chité y aparté la mirada para apoyar mis codos en mis rodillas.

—Que estupidez. Debiste decirme para...

No pude ser capaz de terminar esa frase porque ni yo sabía bien lo que hubiese hecho al enterarme de esto con más tiempo.

— ¿Cuánto?

Pregunté para cambiar el rumbo de la conversación.

—Cuatro meses.

Cerré mis ojos y agaché la cabeza. En cuatro meses sería oficialmente huérfano. Carajo, esto no lo vi venir.

Me tragué el nudo de mi garganta, no me moví, seguí con la mirada en el suelo, el sonido de las manecillas de un reloj se escuchaban combinadas con una respiración pesada por parte de mi padre.

— ¿Qué puedo hacer? —inquirí.

Su mano llegó a mi pierna y apretó con suavidad, su fuerza dominante ya no estaba.

—Por favor... quédate. Quiero... quiero a mi hijo conmigo.

Lo miré, su expresión cansina era notoria, sus parpados estaban más caídos de lo normal y sus ojeras eran prominentes. En tan poco tiempo se había convertido en otra persona, en alguien a quien no reconocía. De repente lo vi más viejo.

Asentí.

—Lo haré.

Aquí se descubrió la hostilidad que le tenía Joey a Aurora.🫣

Y la razón por la que Matt se acercó a su Ronald.😱

Se vienen más cosas. Estamos a la mitad de la historia y esto terminará en un mar de lágrimas.

Pero no se preocupen. Hay una cuarta y última parte.

Muchas gracias por su apoyo, son los mejores.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro