Capítulo 16. Un mal presentimiento.
La feria de cada año estaba de regreso en Baltimore. Decidimos salir con Vince para que disfrutara de los juegos un rato. A pesar de ver al niño tan divertido en los juegos, no podía ignorar una terrible sensación en el pecho.
Miraba hacia todos rumbos con intención de encontrar el origen de mi perturbación. Lena, Rachel, Adam y Trevor nos hacían compañía. Vince disfrutaba de su paseo en un caballito mientras Aurora y yo lo esperábamos hasta que terminara la atracción.
Mis ojos no dejaban de oscilar de un lado a otro. No me sentía tranquilo y eso no era bueno.
—Ronald.
Bajé la mirada hacia Aurora.
—Dime, princesa.
—Te pregunté si quieres ir a los carritos chocones, los demás van a subir.
Carritos chocones, esto tenía que ser una maldita broma, pero a Aurora le gustaba y me hacía feliz complacerla con lo que fuera. No podía decirle que no.
Cuando Vince salió del juego casi de un salto para caer en mis brazos otra sensación oscura me atravesó. Miré de nuevo sobre mis hombros, pero no encontraba nada que estuviera fuera de lo normal.
Nos dirigimos a los carritos chocones e hicimos fila hasta entrar a nuestro carrito junto con nuestros demás amigos. Vince venía con nosotros, se sentó en las piernas de Aurora mientras yo estaba al volante.
—Es la primera vez que subo a uno de estos —confesé un tanto perdido. Los pedales estaban en su lugar y tomé el volante con las dos manos.
—El objetivo es chocar lo más que puedas —dijo Aurora muy sonriente.
—Cuánta diversión —ironicé. Eché otro vistazo a mi alrededor pero de nuevo no encontraba nada que me pareciera extraño.
Mierda ¿Por qué me sentía así? El juego empezó y esta cosa arrancó. Trevor y Rachel venían a la izquierda, Adam y Lena por la derecha. Aceleré y ambos chocaron y giré para impactarme con los dos carros.
Adam me señaló con el dedo del medio, Lena lo quitó y Aurora tapó los ojos de Vince. Al mismo tiempo.
Las luces de los juegos mecánicos iluminaban todo alrededor. El aroma a comida rápida estaba en el aire y la música a un volumen que a mi gusto estaba demasiado alto.
Aurora y yo íbamos caminando con Vince en medio de nosotros, tanto mi novia como yo íbamos agarrando cada mano del pequeño mientras pasábamos un puente hasta más juegos para niños.
Vince estaba encantado pero le prohibí subir a juegos veloces por el momento ya que había comido toda una bandeja de nachos.
Y de nuevo me invadió esa sensación, algo no andaba bien, algo iba a suceder y mi instinto me lo decía.
Estaba alerta por cualquier cosa y mi frustración se acrecentaba al no encontrar nada fuera de lo común. Vince se detuvo y su mirada somnolienta se clavó en mí, rozaba uno de sus ojos con el dorso de su manita y después extendió sus brazos a mí. Quería que lo cargara.
No pude negarme y lo hice. Acomodó su cabecita en mi hombro y de inmediato cerró sus ojos.
—Es tarde —comentó Aurora mirando el reloj de su muñeca—. Se ha quedado sin energía.
—Yo aún tengo ¿Alguna sugerencia para descargarla? —arqueé mis cejas y las mejillas de Aurora se incendiaron. No pude evitar reírme.
—Tenemos un niño aquí con nosotros.
—Dormido —aclaré.
Aurora estaba atónita y terminó por reírse.
—Pervertido.
Intenté no reírme tan fuerte, me encantaba descolocar a Aurora de la nada porque sus reacciones eran únicas. Sujeté la mano de mi novia y nos regresamos sobre nuestros pasos.
Abrí la puerta de mi habitación para colocar con cuidado a Vince en la cama y me fui a dar un baño. De regreso me puse una playera de algodón y miré al niño en mi cama.
Fruncí las cejas y me acerqué para cubrir su pequeño cuerpo con la colcha. Me dejé caer al suelo, cerca de la orilla de la cama para quedar a espaldas de él.
Esto no debería ser así, joder...
Miré sobre mis hombros a Vince y en eso mi móvil vibró. Me levanté y fui hasta la mesita para encontrarme con un mensaje de Chad:
Encontramos otro nido de bestias, ya nos encargamos de ellas.
Al menos una buena jodida noticia. Busqué en los diarios locales de la ciudad y las desapariciones tanto de Sophie como de Michael ya no estaban en boca de todos. Eso era bueno, creo.
Las familias tenían que resignarse a no verlos nunca más.
Me limité a descansar, pero de nuevo una amarga sensación atravesó mi pecho. De nuevo esta mierda. Resoplé y giré mi cabeza hacia el pequeño bulto a mi lado.
—Por favor no, por favor no...
Entrecerré los ojos y estiré mi brazo hacia la diminuta nariz de Vince hasta llegar a los orificios nasales. No respiraba.
Me alarmé de inmediato por no haberme dado cuenta antes, no lo revisé, no le puse la suficiente atención.
Mierda, mierda. Me levanté de un salto y traté de encontrar pulso, pero no había nada, su corazón había dejado de latir.
No pude protegerlo.
Tuve mucho cuidado de no llamar la atención cuando salí del edificio en la madrugada. Me deshice del cadáver del pobre pequeño. No tuve corazón para quemarlo, pero me alejé lo suficiente para evitar el radar de las bestias.
Llegué a una zona deshabitada y empecé a cavar una fosa lo suficientemente profunda para enterrar el cuerpo de Vince.
Intenté no soltar ninguna lágrima, sin embargo, mi mente no dejaba de taladrarme en que ese niño no merecía morir así. No merecía este destino. Malditas bestias, maldita sea la hora en la que ese animal mordió a Dagger hace años. Maldita sea todo ¡Joder!
Presioné la tierra una y otra vez para evitar que se notara que alguien escavó.
Me sentí frustrado, derrotado y completamente abatido que no pude soportarlo más. Dejé escapar un grito desgarrador y lo más increíble es que mi grito lo acompañó el retumbar de un trueno.
La feroz lluvia me atacó de inmediato y apreté la agarradera de la pala con fuerza. Descendí la mirada hacia la tumba de Vince y me puse de cuclillas.
—Tu vida estaba contada, no pude hacer nada por ti... pero te vengaré. Juro que te vengaré. Descansa en paz, pequeño.
Notita: los siguientes capítulos los subiré más temprano. En las tardes estaré ocupada por mi trabajo:( y no quiero que el cansancio me obligue a no actualizar.
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