CAP 1 - Sarah y Alex.
Austin, Texas.
USA, 1984.
La luz del sol entra a través de las cortinas de la habitación, mismas que ondulan y bailan de un lado a otro . Sarah abre los ojos, se sienta en la cama y bosteza mientras estira los brazos. De pronto nota que a su lado falta algo, voltea hacia su izquierda y en efecto, Alex no está. Se levanta de la cama, vuelve a bostezar y camina fuera de la habitación.
Va al baño, se da una ducha y posteriormente va a la habitación. Seca su cuerpo con mucha delicadeza, mientras se observa en el espejo en medio de la habitación. Se sonríe con picardía, mientras sus ojos azules detallan todo su cuerpo siguiendo el camino de sus manos sujetando la toalla que recorre su blanca piel. Mientras se viste, disfruta de su feminidad, de cómo sus prendas se amoldan a su figura femenina y luego, tras vestirse por completo, con una falda de color azul celeste, una camisa blanca, medias largas y zapatillas de tacón bajo, procede a peinar su largo cabello rubio.
Finalmente, y tras pintarse los labios con su lipstick rojo y acicalarse con perfume, sale de la habitación y se dirige hacia las escaleras. Baja lentamente, sujetándose del pasamanos, a pesar de ducharse y arreglarse, aún tiene algo de pereza, se nota mucho en su lento andar.
—¿Alex?
No recibe respuesta alguna y continua bajando, escucha que la radio está encendida y reproduciendo música Jazz. Llega al último escalón y dobla hacia la derecha, dirigiéndose a la sala, de repente observa la puerta abrirse y a Alex entrar con total calma.
No se mueve, sólo lo observa y le sonríe tiernamente. Alex deja unos sobres en la mesita del centro y alza la vista hacia ella, sonriéndole de vuelta. No necesitan decirse muchas palabras para demostrarse que se aman y que están muy unidos el uno al otro.
—Pensé que te despertarías aún más tarde, te ves preciosa —expresa Alex, caminando hacia ella y abrazándola.
—Gracias, quería dormir más, pero te extrañé un poco —responde mimosa, correspondiendo el abrazo.
—Desperté temprano y quise revisar el buzón. Hace días no nos llega nada, hasta hoy.
Alex se separa y camina hacia la cocina. Sarah lo sigue, él prepara una silla para ella, Sarah agarra unos platos, dos cuchillos y dos tenedores, los coloca en la mesa y luego se dirige hacia la nevera, saca una jarra con jugo y empieza a servir los vasos. A su vez, Alex se dirige a la misma con una bandeja tapada. La coloca en el centro, destapa y empieza a servir panquecas, con dos huevos. Luego se sientan a desayunar.
—Alex, no me dijiste de qué eran los sobres —comenta la joven, antes de empezar a comer.
—Bueno, dos son noticias, el otro sobre es una solicitud para resolver un caso, pero no me interesa en lo absoluto, es sobre un robo y hay otros tres que no revisé aún. Hablando de eso, ¿supiste que el vecino al otro lado de la calle fue detenido ayer en la tarde? Dicen que por poseer sustancias ilícitas. .
Sarah abre los ojos un poco más de lo normal, y sigue comiendo. Luego de tragar, bebe un poco de jugo, y procede a hablar.
—Siempre me pareció muy extraña su manera de ser, desde que llegamos a este vecindario él ha sido el único que ha tomado actitudes muy raras de un día para otro, de eso hace ya casi un año o más.
—Bueno, qué se le va a hacer.
—Ya todo el vecindario sospechaba de él, pero bueno.
—Amor, ¿quedó bien lo que preparé? Intenté darte una sorpresa —pregunta con entusiasmo.
Sarah sonríe, no responde y le quita la mirada mientras sigue comiendo con tranquilidad. Alex exhala y ladea la cara, observando el rostro de su novia. Termina de comer . Ella vuelve a fijar la mirada en él y se sorprende por lo rápido que acabó su plato.
—Nunca entenderé cómo es que puedes comer tanto y tan rápido —ríe y continúa comiendo con aquella calma tan característica en su personalidad.
Alex se levanta, lleva todo lo que está sucio al fregadero, cuándo empieza a fregar todo, Sarah lleva lo suyo, le da un beso en la mejilla y se va a la sala. Coge los sobres y sigue leyéndolos con total calma, continúa leyendo los otros tres sobres, y de pronto, se percata que el último también proviene de la comisaría.
—Oye amor, este sobre dice aquí "confidencial", y es de la comisaría.
—¡Voy! —exclama.
Alex sale de la cocina de inmediato, se acerca a Sarah y coge el sobre tras ella extender el brazo hacia él. El joven exhala y se dispone a abrirlo, sin embargo, es interrumpido por Sarah quién se da cuenta de la hora ya que el reloj en la pared marca las 9:30. Alex entonces guarda el sobre en el bolsillo de su pantalón y procede a tomar por el brazo a Sarah justo antes de que suba las escaleras. La acerca hacia él y le da un beso. Sarah se ver sorprendida ante aquello y luego de que se separan empieza a reírse con cierta timidez, su rostro está ruborizado.
—Amo cuándo tus mejillas se ponen como un tomate —expresa pícaramente.
—¡Alex, eres un tonto! Sabes bien que algunas cosas me dan pena. Y ya, suéltame, debo subir a buscar mi bolso, vamos tarde.
Alex la suelta, y sube tras ella.
Recogen las cosas que necesitan, y bajan. El primero en salir es Alex, quién se dirige al auto que está estacionado justo frente a la casa, lo enciende. Se trata de un Mustang año 67' de color negro mate con una línea blanca en medio del capó. Sarah sale detrás de él, su amado abre la puerta del lado del copiloto y le permite el paso. Tras subirse ambos, el joven se dirige hacia el centro de la ciudad.
Durante todo el camino conversan sobre lo que les va a tocar ese día en sus trabajos. Alex es detective policial, se especializa en investigar casos de asesinato, recopilar los hechos y evidencias del delito, así como también conducir la investigación hacia el o los sospechosos en los diferentes casos que ha resuelto en los últimos tres años. Por otro lado, Sarah es periodista en el área del periodismo criminal, lleva cinco años en el campo y su experiencia le ha servido de mucha ayuda a Alex con algunos casos.
De hecho, ellos se conocieron en medio de un caso, específicamente en el asesinato de John Cassidy, un empresario, el cual tenía acciones en una pequeña fábrica de zapatos de cueros en las afueras de la ciudad. Durante el caso, ambos jóvenes se vieron muy involucrados, ya que en su momento fue una noticia impactante, puesto que el asesinato de aquel hombre implicaba una fuerte caída para aquella fábrica que apenas estaba saliendo de la quiebra.
Finalmente, tras varios días de investigación, horas de interrogatorio para con el personal obrero de la fábrica, inclusive familiares del empresario, descubrieron que el hombre fue asesinado por su socio, Julius Montgomery, tras sentir envidia del buen rumbo que llevaba el proyecto individual del Sr. Cassidy, lo que llevó a un fuerte intercambio de palabras entre ambos sujetos, ya que Julius tomó esto como una traición a la sociedad de ambos. El Sr. Cassidy hizo caso omiso y rompió sociedad con Julius. Con el tiempo, llegaron a discutir en constantes ocasiones y amenazas peligrosas salieron de la boca del Sr. Julius, y finalmente culminó con asesinato del empresario Cassidy.
Tras finalizar el caso con el arresto del Sr. Montgomery, ambos jóvenes decidieron mantenerse en contacto para resolver así casos más seguidos. Debido a esto, Sarah y Alex tuvieron mucha química profesional y, aunque ambos en un principio se negaran a aceptarlo, también sintieron atracción el uno por el otro, tras varias citas y paseos, empezaron una relación.
Para la fecha actual, ya son dos años y tres meses de eso.
Alex Rogers tiene veintisiete años de edad, es un hombre de aspecto normal, mide alrededor de 1,75 cm de alto. Sus ojos son de color café, su cabello es castaño y su color de piel es de tez blanca. Es muy espontáneo, temerario, arriesgado y extrovertido. Tiene una facilidad enorme para no solo entablar una conversación con desconocidos, si no que también tiene ese carisma para agradar de buenas a primera, aunque también es algo vanidoso. Suele ser muy expresivo y tiende a emocionarse cuándo logra concluir un caso de manera exitosa, o cuándo sus suposiciones e hipótesis resultan ser correctas.
Sarah Barnes, por otro lado, es una mujer de veintinueve años de edad. Mide 1,60 cm de alto, cuerpo delgado y estilizado, con buen glúteo y buen pecho. Tiende a ser recatada y calmada, aun así, es temeraria y muy arriesgada, cosa que comparte con Alex. Muy curiosa también, puesto que en muchas ocasiones ha estado en medio del peligro simplemente por investigar un caso. Suele observar mucho a las personas antes de hablar con ellas, lo que la hace ser más precavida que Alex.
Lo que más llama la atención de ella, son sus ojos de color azul eléctrico y su mirada alegre a pesar de actuar de manera calmada.
Luego de treinta minutos de viaje, Alex la deja en el "Daily Local News" , edificio donde ella trabaja, siendo la periodista y escritora del periódico homónimo. Antes de bajarse, ambos se sonríen mutuamente, no se dicen palabra alguna, simplemente se miran a los ojos y luego se dan un beso. Ella baja y se despide de él con la mano. Alex la observa pasar por delante de su auto, llegar hasta la entrada del edificio y ver cómo ella se saluda amablemente con una compañera que, tras verla, le saluda con cierta euforia.
Continúa su camino hasta la estación de policía, ubicada a diez minutos del diario. Al llegar, baja del auto y entra a la comisaría, saluda a sus compañeros y se dirige hacia su despacho. Si bien, tras llegar a su despacho ni siquiera termina de sentarse cuándo de pronto, la puerta es abierta y entra el comisario Condery, un hombre de mediana edad, de estatura media, algo regordete y calvo. También posee un bigote canoso pero muy bien arreglado.
—¡Buen día, Comisario Condery! —exclama Alex, caminando hacia él y extendiéndole la mano.
—Detective Rogers, buen día. ¿Le llegó la carta confidencial sobre los resultados del caso "Miller"?
—Sí. De hecho iba a revisarlo en este momento.
—Abra el sobre, le sorprenderá lo que leerá...
Inmediatamente, Alex saca el sobre del bolsillo y procede a abrirlo. Lee el contenido de la carta. Conforme avanza en la lectura, su rostro más que satisfacción, muestra sorpresa.
—¿Es en serio? ¿Quiere decir que entonces todo lo que yo especulé fue cierto? —expresa Alex, dejando la carta sobre el escritorio.
—Efectivamente, detective, si se trató de un suicidio. Usted no deja de sorprenderme.
Alex sonríe con satisfacción, y procede a cerrar el sobre, cuándo de pronto se percata que el comisario no se ha retirado de ahí, si no que se mantiene de pie aún, observándolo.
Acto seguido, procede a tomar una postura erguida.
—¿Señor? —pregunta, algo confundido.
El comisario esboza una sonrisa relajada, muy típica de él, y se toca el bigote. Sus ojos, color café, se posan sobre Alex.
—¿Puedo pedirle un favor?
—Claro que sí, comisario, le escucho.
—Pues resulta que mi esposa tiene un compromiso el día de hoy y no puedo ir con ella por que tengo algunos asuntos que resolver aquí... ¿Será que puedes ir por mí a recogerla y a parte llevarla a dónde ella quiera? Prometo compensarle.
Alex se queda perplejo, y no puede evitar ante lo que pide el comisario, quién también se ríe. El comisario es una persona de carácter firme, pero con un buen sentido del humor, y una personalidad muy viva y juvenil a pesar de tener casi sesenta años de edad.
Sin embargo, a pesar de todo, suele ser severo a la hora de resolver casos o mantener el orden de la comisaría y dirigir con firmeza a todos los oficiales allí presente. También, es un buen esposo y padre de familia.
Alex asiente con la cabeza, y entonces el comisario procede a tomar el teléfono de la oficina y marcar el número de su casa.
Espera... espera y... espera, de pronto, contestan.
Le informa a su esposa que no podrá ir por ella y que en su lugar, irá el detective Rogers, cosa que al principio disgusta a la dama, pero después lo toma con calma.
Inmediatamente, Alex sale de la oficina seguido del comisario, se despiden y el pelicastaño se retira de la comisaría. Sube a su auto y se dirige a la casa del comisario, en la 6th. Street, ubicada a 30 minutos de la comisaría.
Mientras conduce, se mentaliza en todas las cosas que dirá la Sra. Condery apenas suba al asiento del copiloto. De repente, a su mente llegan recuerdos de la vez en que le tocó ser piloto de la pareja en una reunión de importante, y durante todo el camino, la Sra. Condery se estuvo quejando de todo lo que vería en aquella reunión y criticó a todas las personas que irían allá, mientras su esposo, simplemente leía el periódico ignorándola.
También recuerda cuando el comisario celebró su cumpleaños nro. 57, la mujer no paró de criticar junto con sus amigas a varios de los invitados, ya fuera por su vestimenta o por su manera de ser, incluso llegó a criticar a Sarah, llamándola a parte y diciéndole que era demasiado blanca y linda para ser pareja de Alex, cosa que a él le incomodó.
Finalmente, llega a la casa de los Condery y suspira pesadamente, para luego sonar el claxon.
—A veces creo que soy muy servicial, o que realmente aprecio al comisario —se dice a sí mismo, mientras apoya la frente en volante.
—¡Detective Rogers! —exclama la dama al salir de la casa, con mucha efusividad.
Alex solo responde desde el auto, saludándola con la mano, forzando una sonrisa cuándo realmente no quiere estar allí.
La mujer sube al vehículo, y lo saluda con un beso en la mejilla, para luego indicarle a dónde ir.
Por otra parte.
Sarah, ya en su escritorio escribe en la imprenta unas líneas sobre el robo del banco ocurrido el día anterior. Ella entrevistó a los testigosn sin embargo, dos horas después, la policía arrestó a los ladrones.
Entonces, alguien coloca una taza de café en su escritorio, ella levanta la vista y sonríe, más por compromiso que por amabilidad. Sus ojos azules observan a un hombre algo mayor que ella, sonriéndole muy entusiasmado.
—¡Buenos días, Sarah!
—Hola, Jonathan—le saluda ella, volviendo a escribir.
—¿Es en serio? ¿Sólo un "Hola, Jonathan"? —pregunta él a modo de queja, algo descolocado por como ella le saludó.
—Te estoy saludando, y gracias, pero ya tomé café.
La respuesta de Sarah es seria, pero serena, cosa que causa cierto desespero en aquel hombre de cabello negro y ojos oscuros.
—¿Hasta cuándo seguirás tratándome así? Ya han pasado tres años de lo nuestro.
—Agradece que desde hace un año te vuelvo a dirigir la palabra, los idiotas como tú merecen menos que eso —expresa muy calmada sin dejar de escribir.
—No puedo creer que aún tengas eso en mente, y eso que ya hiciste mucho con haber terminado lo que tuvimos.
—Por favor, si vienes a hablar del pasado, puedes retirarte, sólo te permito hablarme por cuestiones de trabajo, sé prudente ¿Si? —dice ella, volviendo a mirarlo fijamente, pero con un semblante muy serio.
Jonathan toma la taza de café y se da la media vuelta, retirándose de allí. Sarah exhala, relajándose y continua con su trabajo.
Ella y Jonathan tuvieron una relación hace cuatro años, no obstante, Sarah rompió aquel noviazgo debido a las infidelidades descaradas de Jonathan y al hecho de que una vez casi intentó pegarle una bofetada tras ella evidenciar frente a su familia todo lo que él hizo a sus espaldas.
Le tomó mucho tiempo superar todo aquello, más que todo por verlo diariamente en el trabajo. Pero conforme más casos y más trabajo le tocaba a Sarah, más distraía la mente hasta el punto de lograr olvidar lo que una vez tuvo con él. Y un año después, conoció a Alex, quién ha sido una maravillosa persona con ella, cosa que terminó por sanar sus heridas y le permitió darse una nueva oportunidad con él.
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