Nervous (11)
Una bofetada a cada uno de ellos por su mal comportamiento y los destrozos que habían hecho por su rabieta y/o pelea infantil por quien tenía más poder que nadie.
La única diferencia que podía tener era la fuerza que recibía esa misma bofetada al tratarse de un humano o un vampiro, un acto de injustificada violencia para algunos, pero que era una forma de disciplinar para otros. En ese aspecto su madre era igual, dispuesta a lo que sea porque su hijo no fuera una deshonra para la familia. No sabía porque ese pensamiento le había venido a la mente al castaño claro, pero se sentía nostálgico dentro del miedo que tenía por dentro al haber presenciado lo que sus ojos habían sido testigos.
Cuando el vampiro se giró y rehízo el camino de vuelta, su vista se centró en él, un escalofrío recorrió su columna al completo y fue una sensación verdaderamente horripilante al ver que esa mirada no se desviaba en ningún momento, tuvo que bajar los ojos intimidado, no era capaz de aguantar la vista en aquellos ojos Hazel, no era capaz de mirarlo, se detuvo junto en frente de él, lo supo al ver sus zapatos a escasos centímetros de él, notaba su presencia, era intimidante, tanto como su mirada.
- A partir de la semana que viene, te trasladarás a la sede.- dicho esto, sus pasos se retiraron de su cercanía y desapareció de su campo de visión, incapaz de negarse, incapaz de decir nada, incapaz de reaccionar, incapaz de quejarse, solo ser consciente de su respiración y no dejar de tomar aire para poder continuar con vida.
Nathan perdió su rigidez cuando todos los vampiros desaparecieron tan rápido como se habían ido, pero él no era capaz de moverse.
- Yael... Ya se f. . .
Su voz quedó interrumpida al escuchar su llanto silencioso.
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Llegó a casa sin expresión en su rostro y el primer pensamiento que tuvieron sus padres al verlo llegar con aquella cara y los ojos sin vida fue preguntarle si estaba bien o si le había pasado algo como preguntas inocentes que asumían que tal vez el gerente le había dicho algo o le había ido mal por alguna cosa.
- No... No estoy bien...- respondió disparando las alarmas en sus padres al escuchar el tono decaído y como si no tuviera vida se dejaba caer en el sofá cabizbajo.
- Yael... ¿Qué ha pasado? ¿Estás bien?- su madre se acercó y tomó su mano con sobreprotección, incluso había acercado el sillón al sofá para verlo más de cerca y darle más apoyo del que le estaba dando al tomar su mano.
- ¿No te habrán...?
- ... Me van a cambiar el puesto...
- ¿Qué tiene de malo eso...?- preguntó Aarón sentándose en el sofá a su lado, apoyó una mano en su hombro.- Los cambios son buenos de vez en cuando...
- Este no... Definitivamente no lo es...- negó con la cabeza, seguía cabizbajo.
Jacob se agachó apoyando una rodilla en el suelo para verlo cara a cara. Su reacción le dejó claro que tenía un rostro masacrado por el miedo, la culpa, la inseguridad y la frustración.
- Si tienes esa cara, nada bueno te ha pasado.- fue el comentario que hizo antes de que ambos adultos se dieran cuenta de ese detalle.
Keera tomó sus mejillas y se levantó del sillón para abrazarlo, la desesperación con la que aceptó ese abrazo solo confirmó las sospechas de que nada bueno le había pasado ni le iba a pasar por ese cambio de puesto que se había sentido como una patada en el estómago después de comer hasta reventar. La sorpresa más grande que se llevaron fue el llanto que vino después del abrazo reconfortante y la confesión de que lo llevarían a la sede la semana siguiente y que no volvería a casa.
Los tres adultos acabaron masacrados como si hubieran sido atravesados por una ráfaga de balas, los tres estaban en el sofá, en silencio, cabizbajos, procesando la información.
- He intentado negarme...- susurró después de casi media hora en silencio.- El mismo Troy Toynnie me dio la orden de traslado, no puedo negarme.
Los padres siguieron sin decir nada, pero los tres habían girado la mirada hacia él cuando empezó a hablar.
- ¿Qué se supone que harás en la sede?- preguntó Jacob consternado, su tono estaba lleno de miedo, su voz era un hilo que intentaba verse seguro y grueso.
- Con un poco de suerte, simplemente servir a los vampiros...- intentó pintarlo como algo bueno, no era posible.- La idea principal es crear híbridos de calidad selecta.- los tres adultos reaccionaron al mismo tiempo y lo miraron con los ojos desencajados en sus órbitas, casi parecía que se les iban a salir de la impresión.- El heredero del banco me quería como sirviente.- hizo un breve silencio para tomar aire.- No sé en qué me quedaré al final del todo, no sé qué decisión tomarán al final...- su tono sonó decaído y desvió la mirada hacia el suelo.
- En el hipotético caso de que simplemente tengas híbridos, ¿Por qué no te dejan regresar a casa? ¿Acaso te van a hacer quedarte allí hasta que no puedas procrear más?
- Si me dijeron que me iría allí para siempre y no volvería a casa, debe ser eso...- su tono sonó decaído.
- ¿Y cómo se supone que vas a preñar a una vampiresa de élite o cualquier otra vampiresa si necesitan la luna para tener hijos? ¿No se supone que deberían ser las humanas las que tengan a los bebés...?- la voz de Keera sonó con completa injusticia en su voz.
- Tiene que haber una manera...- la voz de Aarón se hizo hueco en el silencio consternado de Keera.- Tiene que haber alguna forma de impedir que te lleven.
- El trabajador o trabajadora más mencionado, aclamado o elogiado por los vampiros es el elegido y "premiado" por los vampiros para ser escogido y crear híbridos para la burguesía vampírica. Supuestamente deberíamos estar contentos, agradecidos y debería ser un honor que nos escogieran para ello.
- Parece más un castigo...
- Eso dije yo...- respondió soltando un suspiro.
Fue incapaz de dormir aquella noche, solamente daba vueltas en la cama, sus párpados abiertos de par en par y sin poder descansar, cuando vio el sol salir por el horizonte y empezar a ver las luces a través de la ventana cerrada fue cuando dejó ir un suspiro perezoso por no haber sido capaz de pegar ojo en toda la noche. Tenía ojeras.
Lo malo de no querer que llegue una fecha concreta es que el tiempo pasa exageradamente rápido y en poco más de tres segundos ya era domingo por la noche. Había notado como cada día que pasaba sus padres estaban más destrozados moralmente al darse cuenta de que el mismo lunes sería el último día que vieran a su hijo antes de que se fuera para siempre a la sede vampírica de Troy Toynnie y jamás regresase. Ser el mejor trabajador parecía ser un castigo, un castigo cruel. Un castigo que no parecía nada más que una bofetada cruel por haber sido un buen trabajador... Una trampa... Cuando despertó el lunes, un repentino ataque nervioso prosiguió con un ataque de ansiedad grave en el que apenas era capaz de respirar, el cuello hecho un nudo, el estómago revuelto, ganas de vomitar, acidez en la garganta, cuerpo asqueado, temblores y sudores fríos o tibios que recorrían su nuca y columna. Durante esa crisis, sus padres estuvieron allí, dándole apoyo, tranquilizándolo, acompañándolo. Simplemente estaban allí.
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En realidad, tienen razón... Ser el mejor trabajador se paga con un castigo... Pero para los vampiros, que un humano esté en la sede, es una consideración del mejor premio del mundo, es decir, no cualquier humano tiene el derecho o la suerte de estar en la sede, tal vez ahí esté la doble moral de ese premio / castigo...
El truco está en la percepción de quien determina o experimenta la acción...
Aquí las opiniones ---------------->
Espero que os haya gustado, hacédmelo saber con un voto y nos vemos en el próximo capítulo
Bye~
By Silvia Line
[1353 Palabras]
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