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♡Capitulo 3♡

Al día siguiente.

Taehyung sale al jardín después de ser llamado por un guardaespaldas, se acerca a Jungkook y ambos se besan sintiendo a sus lobos aullar felices.

— Te quiero regalar algo — me dice Jungkook mirándolo con una sonrisa cálida.

Y sostiene la pequeña caja entre sus manos.

Taehyung observa con curiosidad mientras Jungkook abre la caja con cuidado. Dentro, brilla un hermoso collar de plata en forma de luna. Sus ojos se iluminan al reconocer el significado detrás de esa joya.

— Es muy hermoso — dice Taehyung, sonriendo sinceramente

Y Jungkook se acerca para colocarle el collar.

Jungkook toma delicadamente el collar y lo pasa suavemente alrededor del cuello de Taehyung. La plata fría contra su piel contrasta con el cálido gesto de Jungkook, quien ahora lo mira con una mezcla de ternura y gratitud.

— Era el collar de mi madre y quiero que tú lo uses — explica Jungkook, sus ojos brillando con emoción contenida.

Taehyung se gira para enfrentarlo, sus miradas se encuentran en un momento lleno de significado. La luna plateada reposa ahora sobre su pecho, un símbolo de conexión y cuidado que une sus historias personales de pérdida y amor.

Taehyung no puede evitar sentirse abrumado por la emoción. Su corazón late con fuerza mientras sus dedos rozan suavemente el colgante.

— Gracias, Jungkook. — susurra Taehyung con la voz cargada de sentimiento-. Significa mucho para mí.

Jungkook le acaricia la mejilla con ternura, sus ojos reflejan una promesa silenciosa de amor eterno. Se inclina hacia adelante y le da un beso suave en la frente, un gesto de protección y devoción.

— Quiero que siempre recuerdes que estaré aquí para ti, pase lo que pase -dice Jungkook, su voz baja y reconfortante-. Eres mi luna, mi luz en la oscuridad.

Taehyung cierra los ojos por un momento, dejándose llevar por la calidez de las palabras de Jungkook. Cuando los abre nuevamente, ve en los ojos de su amado un reflejo de su propio amor y esperanza.

— Y tú eres mi sol, el que ilumina mi camino -responde Taehyung con una sonrisa.

Jungkook le toma la mano y lo guía hacia una mesa en el jardín, donde los espera un desayuno cuidadosamente preparado. Se sientan juntos, disfrutando de la comida y de la compañía del otro, sin necesidad de palabras.

El día transcurre con una paz que ambos necesitan. Pasean por el jardín, riendo y compartiendo anécdotas, fortaleciendo el vínculo que los une. Sus lobos interiores se sienten en armonía, reflejando la conexión profunda entre ellos.

Cuando el sol comienza a ponerse, los colores del atardecer tiñen el cielo de tonos dorados y rosados. Taehyung y Jungkook se detienen junto a un viejo roble, observando el horizonte. Taehyung se recuesta en el pecho de Jungkook, sintiendo el ritmo constante de su corazón y ambos siente a sus lobos acurrucados felices.

El cielo se oscurece lentamente, y las primeras estrellas comienzan a brillar tímidamente. Taehyung levanta la vista para admirar las constelaciones que empiezan a aparecer, sintiéndose protegido y amado en los brazos de Jungkook.

-¿Sabes? Siempre me han fascinado las estrellas -dice Taehyung con voz suave, sin apartar la mirada del cielo-. Me hacen sentir que hay algo más grande allá afuera, algo que nos cuida y guía.

Jungkook asiente, siguiendo la dirección de su mirada.

-Sí, las estrellas siempre han sido un símbolo de esperanza para mí -responde Jungkook-. Cuando era niño, mi madre me decía que cada estrella representaba un deseo de alguien en la tierra. Y creo que nosotros somos una de esas estrellas, brillando juntos en el cielo nocturno.

Taehyung sonríe ante las palabras de Jungkook, sintiendo una cálida conexión entre ellos.

-Nunca me habías contado eso -dice Taehyung, girándose para mirarlo-. Es hermoso.

Jungkook le devuelve la sonrisa, sus ojos llenos de amor y promesas.

-Hay muchas cosas que aún no te he contado, pero quiero compartirlas contigo, Taehyung. Quiero que conozcas todos los rincones de mi corazón.

Taehyung se acerca más, sintiendo la calidez del cuerpo de Jungkook contra el suyo.

-Y yo quiero conocerlos, Jungkook. Quiero estar contigo en cada momento, en cada historia, en cada sueño.

Jungkook inclina su cabeza y deposita un beso suave en los labios de Taehyung, sellando sus palabras con un gesto de amor eterno.

-Entonces, estaremos juntos -murmura Jungkook, con una firmeza que no admite dudas.

La noche continúa, envolviéndolos en un manto de serenidad y amor. Los grillos empiezan a cantar su melodía nocturna, y el suave susurro del viento entre las hojas del viejo roble crea una sinfonía natural que acompaña su momento de intimidad.

-¿Te gustaría pasear un poco más? -pregunta Jungkook, acariciando la mejilla de Taehyung.

Taehyung asiente, sus ojos brillando con la luz de las estrellas.

-Sí, me encantaría.

Juntos, se levantan y comienzan a caminar de la mano por el sendero del jardín, disfrutando de la tranquilidad de la noche. Cada paso que dan fortalece su vínculo, y sus lobos interiores, en perfecta sintonía, los guían en un baile armonioso de almas gemelas y destinados.

🐾

Al día siguiente

Taehyung salió de la mansión esa mañana, acompañado por sus guardaespaldas. Había decidido ir de compras para despejar su mente y disfrutar un poco de la ciudad. Al llegar al almacén, todo parecía tranquilo. Taehyung paseaba entre los estantes, observando las mercancías con interés mientras sus guardaespaldas se mantenían atentos a su alrededor.

-¿Necesita ayuda, señor? -preguntó uno de los empleados, sonriendo cortésmente.

-No, gracias. Solo estoy mirando -respondió Taehyung mirándolo con una sonrisa.

De repente, sintió un leve empujón en la espalda. Antes de que pudiera girarse para ver quién era, sintió el frío metal de un arma presionándose contra su piel.

-No te muevas ni hagas ruido -murmuró una voz grave y amenazante-. Si haces algo, te disparo aquí mismo.

El corazón de Taehyung empezó a latir con fuerza, y su lobo interior comenzó a aullar desesperadamente por ayuda. Intentó mantener la calma, pero el miedo lo paralizaba.

-¿Qué quieres? -preguntó Taehyung con voz temblorosa, tratando de no mostrar su pánico.

-Camina hacia la puerta trasera -ordenó el hombre, empujándolo ligeramente.

Los guardaespaldas de Taehyung estaban distraídos momentáneamente, lo suficiente para que el hombre lograra llevarlo hacia la salida sin ser visto. Al llegar a la puerta trasera, otro hombre estaba esperando con una camioneta negra.

-¡Rápido! Mételo adentro -dijo el hombre con el arma.

Taehyung intentó resistirse, pero la fuerza del hombre era abrumadora. Lo empujaron dentro de la camioneta y cerraron la puerta con fuerza. Uno de los hombres se subió al volante mientras el otro se sentó a su lado, manteniendo el arma apuntada hacia él.

-¿Por qué están haciendo esto? -preguntó Taehyung, su voz cargada de miedo y desesperación.

-Cállate y no te pasará nada -respondió el hombre, sin dejar de apuntarle con el arma-. Solo sigue nuestras instrucciones y todo saldrá bien.

La camioneta arrancó rápidamente, alejándose del almacén. Taehyung podía sentir el pánico creciendo dentro de él, mientras su lobo interior seguía aullando por ayuda.

-¿A dónde me llevan? -insistió Taehyung, tratando de mantener la calma.

-Eso no es de tu incumbencia -dijo el conductor, mirando a Taehyung a través del espejo retrovisor-. Solo relájate y mantente en silencio.

Taehyung se recostó en el asiento, tratando de controlar su respiración. No sabía qué le esperaba, pero sabía que tenía que encontrar una manera de escapar. Su mente trabajaba rápidamente, buscando cualquier oportunidad para liberarse de sus captores.

La camioneta finalmente se detuvo frente a una cabaña aislada a las afueras de la ciudad. Taehyung fue sacado a rastras, y con el arma aún apuntada hacia él, lo llevaron adentro. El ambiente era frío y lúgubre, con un aire de abandono que aumentaba su ansiedad.

-Siéntate ahí -ordenó uno de los hombres, señalando una silla en el centro de la habitación.

Taehyung obedeció, tratando de mantener la calma a pesar del miedo que lo invadía. Lo amarraron con fuerza a la silla, asegurándose de que no pudiera moverse.

-¿Por qué están haciendo esto? -preguntó Taehyung, su voz temblorosa pero firme-. ¿Qué quieren de mí?

-No es asunto tuyo -respondió el hombre con el arma-. Solo espera aquí y no intentes nada estúpido.

Mientras tanto, en el almacén, los guardaespaldas de Taehyung se movían frenéticamente, buscando alguna señal de su paradero. La ausencia de Taehyung los llenaba de pánico y culpa.

-¡No lo encuentro! -exclamó uno de los guardaespaldas, revisando cada rincón del lugar-. ¿Cómo pudo desaparecer así?

Jackson, el jefe de seguridad, sacó su teléfono y llamó a Jungkook con manos temblorosas. Sabía que esta llamada desataría una tormenta.

-¿Qué sucede, Jackson? -respondió Jungkook al otro lado de la línea.

-Jungkook... -dijo Jackson, tragando saliva-. Es Taehyung... Lo han secuestrado.

Hubo un silencio mortal al otro lado de la línea antes de que la rabia de Jungkook se hiciera evidente.

-¿Qué dijiste? -gruñó Jungkook, su voz llena de furia contenida.

-Hemos buscado por todo el almacén, pero no lo encontramos. Lo llevaron por la puerta trasera. Nos descuidamos solo un momento... -explicó Jackson, su voz quebrada por el miedo.

-¡Encuéntrenlo! -rugió Jungkook, su lobo interior aullando de furia-. No importa qué tengan que hacer, tráiganlo de vuelta a salvo. ¡Ahora!

Jungkook colgó el teléfono, su pecho subiendo y bajando con respiraciones pesadas mientras intentaba controlar su ira. Su lobo interior estaba desatado, rugiendo por la pérdida de su compañero.

-Taehyung... -murmuró Jungkook para sí mismo, sus ojos llenos de una mezcla de furia y desesperación-. No dejaré que te hagan daño. Iré por ti, y haré que paguen.

En la cabaña, Taehyung trataba de mantener la calma mientras sus captores conversaban en voz baja a unos metros de distancia. Su lobo interior seguía aullando fuerte, resonando en su mente y corazón.

-Esto no puede estar pasando -pensó Taehyung, tratando de encontrar una forma de liberarse de las cuerdas-. Jungkook vendrá por mí, lo sé.

Los hombres regresaron a la habitación, uno de ellos acercándose a Taehyung con una mirada siniestra.

-Parece que tu noviecito Jungkook está bastante molesto -dijo el hombre, una sonrisa cruel en sus labios-. Será interesante ver cuánto está dispuesto a hacer para recuperarte.

Taehyung los miró con determinación, tratando de no mostrar su miedo.

-No saben con quién se están metiendo -dijo Taehyung, su voz firme a pesar de su situación-. Jungkook vendrá, y cuando lo haga, desearán no haberme tocado.

Los hombres rieron, pero Taehyung mantuvo su mirada fija en ellos, sabiendo que Jungkook no tardaría en encontrarlo y que, cuando lo hiciera, no habría piedad para aquellos que osaron separarlos.

En la mansión, Jungkook no podía estar más furioso. Se había encerrado en su oficina, buscando respuestas y planeando cada movimiento con precisión letal. Sabía que no podía permitirse perder la calma; Taehyung dependía de él.

-Jackson, quiero que reúnas a todos los hombres disponibles -ordenó Jungkook mientras ajustaba el auricular de su teléfono-. No dejaremos ni una piedra sin levantar. Quiero a Taehyung de vuelta antes del anochecer.

-Sí, Padrino -respondió Jackson, la determinación en su voz clara.

Mientras tanto, en la cabaña, Taehyung se esforzaba por no sucumbir al miedo. Sabía que Jungkook estaba haciendo todo lo posible para encontrarlo, pero la incertidumbre y el terror de estar en manos de desconocidos lo mantenían en vilo.

Uno de los hombres se acercó, su rostro iluminado por una sonrisa siniestra.

-Tu novio debe estar desquiciado ahora mismo -se burló, sacando un cuchillo y jugueteando con él-. Será interesante ver qué tan desesperado está por tenerte de vuelta.

Taehyung mantuvo su mirada desafiante, aunque por dentro temblaba de miedo. Sabía que cualquier muestra de debilidad solo les daría más poder sobre él.

-No tienes idea de lo que acabas de desencadenar -respondió Taehyung con firmeza-. Jungkook no se detendrá ante nada para encontrarme.

El hombre rió, pero en sus ojos había una chispa de duda. Taehyung lo notó y se aferró a esa pequeña victoria.

De vuelta en la mansión, Jungkook estaba organizando a sus hombres, trazando rutas y puntos de búsqueda. Su lobo interior estaba furioso, rugiendo por venganza y justicia.

-Jimin, necesito que te encargues de la parte norte de la ciudad -dijo Jungkook, mirando a su amigo con seriedad-. Tienes más contactos en esa zona.

-Entendido, Kook -respondió Jimin, su expresión sombría-. No dejaré piedra sin mover.

Con todos movilizados, Jungkook se preparó para salir. Su corazón latía con una mezcla de furia y desesperación, pero sabía que tenía que mantenerse enfocado. Taehyung lo necesitaba.

En la cabaña, los hombres discutían entre ellos, sus voces bajas pero tensas. Taehyung aprovechó el momento de distracción para intentar desatar las cuerdas que lo ataban. Sus dedos trabajaban con urgencia, intentando soltar el nudo que mantenía sus manos atrapadas.

Finalmente, después de lo que pareció una eternidad, las cuerdas cedieron ligeramente. Taehyung contuvo el aliento, sabiendo que tenía una oportunidad.

-¿Qué estás haciendo? -gruñó uno de los hombres, notando su movimiento.

Taehyung no perdió un segundo. Con un rápido movimiento, se liberó y se lanzó hacia la puerta, empujando a uno de los hombres y corriendo hacia la salida. Su corazón latía con fuerza mientras corría hacia el bosque, escuchando los gritos de sus captores detrás de él.

-¡Deténganlo! -gritó uno de ellos.

Y Taehyung no se detuvo. Corrió con todas sus fuerzas, sintiendo el viento en su rostro y la adrenalina en sus venas.

En ese momento, escuchó el sonido de un motor acercándose. Su corazón saltó al darse cuenta de que podía ser su única esperanza de escape.

Un coche negro apareció a toda velocidad, y antes de que Taehyung pudiera reaccionar, las puertas se abrieron y varios hombres salieron, armados y listos para la acción.

-¡Taehyung! -gritó una voz familiar.

Taehyung giró la cabeza y vio a Jungkook corriendo hacia él, sus ojos llenos de determinación y furia. Sintió una ola de alivio al ver a su amado acercándose.

Jungkook no perdió tiempo. Con una precisión letal, derribó a uno de los captores que intentaba alcanzar a Taehyung, mientras sus hombres se encargaban de los otros.

Jungkook corrió hacia Taehyung, su lobo interior rugiendo con fuerza al ver que su compañero estaba a salvo, aunque visiblemente alterado. Taehyung, que había estado corriendo por su vida momentos antes, sintió sus piernas flaquear cuando finalmente llegó a los brazos de Jungkook. Se lanzó a su pecho, sintiendo el calor y la seguridad que solo él podía proporcionarle.

-Te tengo -susurró Jungkook, abrazándolo con fuerza, como si temiera que se desvaneciera si lo soltaba-. Ya pasó, Tae. Estoy aquí.

Taehyung respiró hondo, intentando calmarse mientras sus manos se aferraban desesperadamente a la chaqueta de Jungkook. Las lágrimas que había estado conteniendo comenzaron a brotar, deslizando su cara mientras buscaba consuelo en los brazos de Jungkook.

-Tenía tanto miedo, Kook -murmuró Taehyung, su voz entrecortada por el llanto-. Pensé que no iba a verte de nuevo.

Jungkook apretó más el abrazo, su corazón sintiendo el dolor y la angustia de Taehyung. Sin embargo, la rabia que bullía dentro de él aún no había desaparecido. Levantó la vista, sus ojos oscuros y peligrosos, buscando a los hombres que habían osado tocar a su pareja.

-Nadie... absolutamente nadie, te lastima y se sale con la suya -murmuró Jungkook, más para sí mismo que para Taehyung.

Los captores de Taehyung estaban siendo reducidos rápidamente por los hombres de Jungkook, que trabajaban con precisión y sin piedad. Uno de ellos intentó escapar, pero fue interceptado por Jackson, quien lo derribó con un golpe certero.

-¿Qué quieres que hagamos con ellos, Padrino? -preguntó Jackson, sin aliento pero con la determinación reflejada en su voz.

Jungkook miró a los hombres capturados con frialdad. Sabía que su mundo no permitía la misericordia, no cuando se trataba de la seguridad de Taehyung. Sus ojos centellearon con una intensidad peligrosa.

-Llévenselos -ordenó Jungkook-. Quiero respuestas, y las quiero ahora. Asegúrense de que sufran por cada segundo que Taehyung estuvo en sus manos.

Jackson asintió y comenzó a coordinar a los demás para llevarse a los captores. Jungkook se volvió hacia Taehyung, que seguía aferrado a él, y lo levantó con cuidado en sus brazos.

-Te llevaré a casa -le dijo suavemente-. Estás a salvo, Taehyung. Nadie volverá a tocarte.

Taehyung, exhausto tanto física como emocionalmente, asintió débilmente, permitiendo que Jungkook lo llevara de regreso al coche. Los hombres de Jungkook aseguraron la zona mientras el resto se llevaban a los secuestradores para interrogarlos. El coche arrancó, alejándose de la cabaña y dirigiéndose a la mansión.

De vuelta en la mansión, Jungkook llevó a Taehyung directamente a su habitación, depositándolo con cuidado en la cama. Taehyung se acurrucó en las sábanas, todavía temblando, pero sintiéndose más seguro ahora que estaba en casa.

Jungkook se sentó a su lado, tomando su mano y acariciándola suavemente, sus ojos nunca apartándose de él. Aunque estaba furioso, sabía que lo más importante en ese momento era tranquilizar a Taehyung.

-Descansa, mi amor -dijo Jungkook, inclinándose para besar su frente-. Estoy aquí. No voy a dejar que nadie más te haga daño.

Taehyung cerró los ojos, dejando que la voz suave y calmante de Jungkook lo arrullara. A pesar del terror que había vivido, sabía que estaba a salvo ahora, en los brazos de la persona que más amaba.

Mientras Taehyung se quedaba dormido, Jungkook se quedó a su lado, su mente ya trabajando en cómo asegurarse de que algo así nunca volviera a suceder. Sabía que debía tomar medidas drásticas para proteger a Taehyung, pero estaba dispuesto a hacer cualquier cosa para mantenerlo a salvo.

Y en el fondo, una promesa silenciosa resonaba en su interior: aquellos que osaron ponerle una mano encima a Taehyung pagarían con creces.

Mientras tanto, los hombres de Jungkook no perdieron tiempo. Inmediatamente se lanzaron sobre los secuestradores, derribándolos al suelo con una fuerza implacable. Uno de los guardaespaldas levantó al hombre que había empuñado el arma contra la pareja de su jefe, sujetándolo por el cuello de la camisa.

-¿Quién te envió? -gruñó el guardaespaldas, su voz llena de ira contenida-. ¡Habla!

El hombre secuestrado escupió sangre y rió con una sonrisa torcida, pero sus ojos reflejaban miedo.

-No sabes en lo que te estás metiendo -dijo el hombre, intentando mantener la compostura.

-Tal vez no, pero tú no sabes con quién te metiste -replicó el guardaespaldas, apretando su agarre-. Será mejor que hables antes de que lo lamentes.

Otro de los hombres de Jungkook sacó una navaja y la pasó lentamente por la mejilla del segundo secuestrador, que estaba siendo sostenido contra la pared.

-Voy a preguntártelo una vez más -dijo el hombre de Jungkook con voz helada-. ¿Quién te envió? ¿Qué quieren de la pareja del Padrino?

El secuestrador tragó saliva, sintiendo el filo de la navaja contra su piel.

-¡Fue una orden! ¡No sabemos mucho más! -respondió, su voz temblorosa-. Nos contrataron para capturarlo y mantenerlo aquí. No nos dieron detalles, solo instrucciones de esperar aquí hasta recibir nuevas órdenes.

Jungkook, que había estado escuchando todo mientras mantenía a Taehyung a salvo, se acercó con una mirada letal en sus ojos.

-¿Quién te contrató? -preguntó Jungkook, su tono bajo pero cargado de peligro.

El secuestrador vaciló, pero ante la mirada asesina de Jungkook, su resistencia se desmoronó.

-¡No lo sabemos! -soltó el hombre, desesperado-. ¡Era un tipo enmascarado! Solo nos entregó el dinero y las instrucciones. No vimos su rostro.

Jungkook apretó los dientes, controlando la ira que amenazaba con desbordarse.

-Eso no es suficiente -dijo con frialdad-. Necesito un nombre, una pista. Algo.

El primer secuestrador, que había estado observando con terror creciente, finalmente habló.

-¡Espera! ¡Hay algo más! -exclamó, intentando salvarse-. El tipo mencionó a alguien... Dijo que todo esto era por culpa de "El Alacrán". ¡No sabemos quién es, pero parece que es alguien importante!

Jungkook entrecerró los ojos, grabando el nombre en su memoria.

-El Alacrán... -murmuró, antes de dirigir su mirada hacia sus hombres-. Asegúrense de que estos dos nunca vuelvan a intentar algo como esto y nunca mas vean la luz.

-Con gusto, Padrino -respondió uno de los hombres de Jungkook con una sonrisa siniestra.

Los secuestradores palidecieron al escuchar la orden, sabiendo que el castigo sería implacable.

-Por favor, no... -suplicó uno de los hombres, pero su ruego cayó en oídos sordos.

-Ya tuvieron su oportunidad -dijo uno de los guardaespaldas.

Y le da un puñetazo certero al rostro del secuestrador, dejándolo inconsciente.

El segundo secuestrador no corrió con mejor suerte. Con un movimiento rápido, fue derribado al suelo, donde los hombres de Jungkook comenzaron a golpearlo sin piedad, arrancándole gritos de dolor.

Jungkook, mientras tanto, volvió a su habitación, se acerco a la cama y se agachó junto a Taehyung, suavizando su expresión mientras acariciaba su rostro.

-No volverán a hacerte daño -le aseguró-. Y encontraremos a este "Alacrán". Nadie se mete contigo y sale impune.

Taehyung, aún temblando por la experiencia, asintió con los ojos llenos de gratitud y confianza en Jungkook.

-Sabía que vendrías por mí -susurró, aferrándose a él-. Sabía que no me dejarías solo.

-Nunca, Tae -dijo Jungkook, su voz firme-. Siempre te protegeré, cueste lo que cueste.

Jungkook se sentó en su oficina, observando el tablero lleno de mapas, fotos y anotaciones que había estado armando durante días. A pesar de sus esfuerzos, no había encontrado ninguna pista sólida sobre "El Alacrán". La frustración comenzaba a hacer mella en su paciencia, pero no estaba dispuesto a rendirse.

Uno de sus hombres de confianza, Minho, entró en la habitación con una expresión preocupada.

-Padrino, hemos perdido otro cargamento en el puerto esta mañana -informó Minho, su voz tensa-. Es el tercero en esta semana.

Jungkook apretó los puños, conteniendo la ira que burbujeaba dentro de él.

-¿Otra vez? -preguntó con una voz fría-. ¿Y nadie vio nada?

Minho negó con la cabeza, claramente molesto.

-Nuestros hombres estaban vigilando, pero desapareció sin dejar rastro, al igual que los otros. Es como si supieran exactamente cuándo y dónde atacar.

Jungkook golpeó la mesa con el puño, haciendo que los papeles se sacudieran.

-¡Esto no puede seguir así! -exclamó, su voz resonando en la habitación-. Estamos perdiendo demasiado. ¡Y todavía no hemos descubierto nada sobre ese maldito "Alacrán"!

Minho se acercó, hablando en un tono más bajo.

-He hablado con nuestros contactos, pero nadie parece saber quién es en realidad. Algunos dicen que es un fantasma, otros que es solo un mito para asustar a la competencia... Pero alguien está detrás de esto, y ese alguien está golpeando nuestros negocios donde más duele.

Jungkook frunció el ceño, su mente trabajando a toda velocidad.

-Quien sea, está jugando con fuego -dijo en voz baja, casi para sí mismo-. Nadie desafía a Jeon Jungkook y se sale con la suya.

En ese momento, la puerta de la oficina se abrió lentamente y Taehyung entró, su expresión preocupada al ver la tensión en la cara de Jungkook.

-¿Jungkook? -llamó suavemente-. ¿Todo está bien?

Jungkook relajó su expresión al ver a Taehyung, pero la preocupación seguía en sus ojos.

-Estamos enfrentando problemas, Tae -admitió-. No he podido encontrar a "El Alacrán", y nuestros cargamentos siguen desapareciendo. Es como si estuviéramos luchando contra un enemigo invisible.

Taehyung se acercó y tomó la mano de Jungkook, tratando de ofrecerle algo de consuelo.

-Sé que esto es difícil, pero confío en ti, Jungkook. Sé que encontrarás una forma de resolverlo -dijo con determinación en su voz-. Nadie es mejor en esto que tú.

Jungkook apretó suavemente la mano de Taehyung, agradecido por su apoyo, pero la frustración seguía latente.

-No me gusta sentirme impotente, Tae -confesó, sus ojos oscuros-. Este "Alacrán" ha estado un paso por delante de nosotros en cada movimiento. Pero no por mucho tiempo. Voy a encontrarlo, y cuando lo haga, pagará caro por todo esto.

Minho, que había estado observando en silencio, dio un paso adelante.

-Padrino, tengo una idea -dijo, captando la atención de ambos-. Podríamos tender una trampa. Hacer que parezca que estamos moviendo un cargamento muy valioso. Si "El Alacrán" está tan bien informado como parece, morderá el anzuelo. Y entonces, lo atraparemos.

Jungkook consideró la propuesta por un momento, evaluando los riesgos y las posibilidades.

-Es peligroso, pero podría funcionar -respondió finalmente-. Preparen todo. Quiero que esta operación esté lista para mañana.

Minho asintió, decidido.

-No te preocupes, Padrino. Nos encargaremos de todo.

Cuando Minho salió para organizar la trampa, Jungkook se volvió hacia Taehyung.

-Esto tiene que funcionar, Tae. No puedo permitir que sigan atacando nuestras operaciones -dijo, la determinación ardiendo en sus ojos.

Taehyung asintió, su confianza en Jungkook inquebrantable.

-Lo hará. Y cuando atrapes a ese "Alacrán", todo esto terminará. No estás solo en esto, Jungkook. Tienes a tus hombres, y me tienes a mí.

Jungkook sonrió, aunque su sonrisa no alcanzó sus ojos.

-Gracias, Tae. Por ahora, necesito que estés seguro. No quiero que te involucres en esto más de lo necesario.

-Lo sé -respondió Taehyung con suavidad-. Solo quiero que sepas que estoy aquí para ti, en lo que necesites.

Jungkook asintió, sintiendo un poco de paz en medio del caos.

-Y yo siempre estaré aquí para protegerte -dijo con firmeza-. Esto terminará pronto, te lo prometo.

Unos días después, mientras Jungkook revisaba los preparativos para la trampa, su teléfono vibró sobre la mesa. Lo tomó y vio un mensaje de un número desconocido. Frunció el ceño y lo abrió con cautela.

"Jeon Jungkook," decía el mensaje, "sé que estás buscando respuestas. Si realmente quieres encontrarlas, quiero hablar. Pero no contigo. Quiero hablar con tu omega, Kim Taehyung."

Jungkook sintió que la sangre se le helaba al leer esas palabras. El simple hecho de que "El Alacrán" mencionara a Taehyung lo llenó de ira. Apoyó el teléfono con fuerza sobre la mesa, sus ojos llenos de furia. La idea de que ese maldito criminal quisiera acercarse a Taehyung lo enfurecía más allá de lo que podía soportar.

En ese momento, Minho entró a la oficina con un informe, pero se detuvo al ver la expresión de Jungkook.

-¿Qué pasó, Padrino? -preguntó, preocupado.

Jungkook le lanzó el teléfono con desprecio. Minho lo atrapó y leyó el mensaje, su rostro endureciéndose.

-Ese hijo de puta -murmuró Minho-. ¿Cómo se atreve?

-¿Cómo se atreve? -repitió Jungkook, levantándose de golpe-. ¡Ni en un millón de años permitiría que ese bastardo se acerque a Taehyung!

Minho asintió, sabiendo que cualquier sugerencia de lo contrario sería inútil.

-¿Qué quieres que hagamos, Padrino? -preguntó, esperando instrucciones.

Jungkook tomó una respiración profunda, intentando calmar el enojo que lo consumía.

-Responde al mensaje -dijo con voz controlada, aunque sus manos temblaban ligeramente-. Dile que si quiere hablar, tendrá que hacerlo conmigo. Taehyung no se involucrará en esto de ninguna manera.

Minho asintió de inmediato y comenzó a escribir la respuesta mientras Jungkook se pasaba una mano por el cabello, tratando de pensar con claridad.

-Y refuercen la seguridad alrededor de Taehyung -añadió Jungkook, sus ojos brillando con una determinación peligrosa-. Quiero que lo vigilen las 24 horas del día. No quiero que ese maldito Alacrán se acerque ni un centímetro a él.

Minho envió el mensaje y guardó el teléfono.

-No te preocupes, Padrino. Nos aseguraremos de que Taehyung esté a salvo -prometió Minho con seriedad.

Jungkook asintió, agradecido por la lealtad de su hombre de confianza, pero la ira seguía ardiendo en su pecho. No solo por la amenaza implícita hacia Taehyung, sino también por el descaro de "El Alacrán" al intentar manipularlo de esa manera.

-Este juego acaba de volverse personal -murmuró Jungkook para sí mismo, su voz apenas un susurro-. Y cuando lo encuentre, no habrá misericordia.

Minho salió de la oficina para cumplir las órdenes de Jungkook, dejando al padrino solo con sus pensamientos oscuros. El reloj en la pared hacía tictac, marcando el tiempo que quedaba antes de que todo esto llegara a un desenlace. Un desenlace que, Jungkook juró, no sería favorable para "El Alacrán".

Jungkook seguía inmerso en sus pensamientos, tratando de encontrar una forma de acabar con "El Alacrán" sin involucrar a Taehyung. Su mente estaba llena de furia y preocupación, sus manos apretadas en puños sobre el escritorio.

La puerta de su oficina se abrió silenciosamente, pero Jungkook no levantó la vista. Estaba demasiado absorto en su frustración como para notar la suave presencia que entraba en la habitación. Fue solo cuando sintió un cambio en el ambiente que su lobo interior, siempre alerta, levantó la cabeza, calmándose inmediatamente.

Taehyung estaba allí, dejando que sus feromonas inundaran la oficina con una sensación de paz y calma. Jungkook sintió que la tensión en sus hombros se desvanecía, su corazón acelerado volviendo a un ritmo normal. Era como si todo el enojo y la oscuridad dentro de él se desvanecieran en presencia de Taehyung.

Levantó la vista para encontrar a Taehyung caminando hacia él con una expresión suave, sus ojos llenos de preocupación y ternura. Sin decir una palabra, Taehyung se acercó, sus feromonas envolviendo a Jungkook en una cálida bruma de serenidad.

-Jungkook -dijo Taehyung en un susurro, sus manos delicadas acariciando el rostro de su alfa, calmando no solo a Jungkook, sino también a su lobo interior, que ahora estaba completamente tranquilo bajo el toque de su omega.

Jungkook cerró los ojos por un momento, disfrutando del contacto, permitiendo que la presencia de Taehyung lo llenara de paz. Cuando volvió a abrir los ojos, su mirada estaba mucho más suave, aunque aún había una chispa de preocupación.

-Taehyung... -murmuró Jungkook, levantándose de su asiento para acercarse más a su omega.

-Estoy aquí -respondió Taehyung, sin apartar la vista de él, acercándose lo suficiente como para que sus cuerpos casi se tocaran-. Todo va a estar bien, Jungkook.

Jungkook no pudo evitarlo. La ternura en la voz de Taehyung, la forma en que sus feromonas lo calmaban, lo llevó a inclinarse hacia adelante, tomando el rostro de Taehyung entre sus manos. Los labios de Jungkook buscaron los de Taehyung en un beso que comenzó suave, casi reverente, pero que rápidamente se volvió más profundo y necesitado.

Taehyung correspondió con la misma intensidad, sus brazos rodeando el cuello de Jungkook mientras sus labios se movían juntos, en perfecta sincronía. El beso no solo era un acto de amor, sino también una promesa silenciosa de que estarían juntos, sin importar lo que "El Alacrán" intentara.

Cuando finalmente se separaron, sus respiraciones eran pesadas, pero sus corazones latían en un ritmo compartido. Jungkook apoyó su frente contra la de Taehyung, sus manos aun sosteniendo suavemente el rostro de su omega.

-No voy a dejar que nada ni nadie te haga daño -susurró Jungkook, su voz firme, aunque llena de emoción-. Eres mi todo, Taehyung.

Taehyung sonrió, sus ojos brillando con amor.

-Lo sé, Jungkook. Y yo estoy aquí para ti, siempre. No importa lo que pase, lo enfrentaremos juntos.

Jungkook asintió, sintiendo que su determinación se renovaba. Con Taehyung a su lado, sabía que podía enfrentarse a cualquier cosa, incluso al peligroso juego que "El Alacrán" había comenzado.

Jungkook se apartó de Taehyung, su mirada volviendo a endurecerse al recordar la propuesta de "El Alacrán". Tomó aire, listo para volver a sus cavilaciones, pero Taehyung, que notó el cambio en su expresión, le tomó la mano con firmeza.

-Jungkook, déjame ir -dijo Taehyung, su voz decidida.

-¿Qué? -Jungkook frunció el ceño, como si no hubiera oído bien-. No, Taehyung. No voy a dejar que te acerques a ese maldito.

-Es la única forma de terminar con esto -insistió Taehyung-. Si voy, podré conseguir la información que necesitas. Puedo manejarlo.

-No tienes idea de lo que estás diciendo, Tae -replicó Jungkook, soltando su mano y dando un paso atrás-. Ese tipo es peligroso. No puedo permitir que te expongas de esa manera.

-Confía en mí, Jungkook -dijo Taehyung con firmeza, acercándose de nuevo-. No estaré solo. Sé que tus hombres estarán allí, vigilando. Y además, sabes que puedo defenderme.

Jungkook lo miró fijamente, su expresión una mezcla de preocupación y furia contenida.

-No es solo eso, Taehyung. No es solo por tu seguridad. No puedo soportar la idea de que te uses como carnada para ese maldito.

-Pero lo haré -respondió Taehyung con una convicción que sorprendió a Jungkook-. Haré lo que sea necesario para terminar con esto. No voy a quedarme atrás mientras tú te enfrentas a todo el peligro solo.

Jungkook apretó los puños, luchando contra el instinto de proteger a Taehyung a toda costa. Sabía que su omega era fuerte, más de lo que muchos se imaginaban, pero la idea de verlo caminar directamente hacia el peligro lo consumía de rabia.

-Maldita sea, Taehyung -murmuró Jungkook, finalmente cediendo a la presión de su lobo interior que también entendía la determinación de su omega-. De acuerdo. Pero quiero a mis hombres en cada esquina, en cada sombra. No vas a estar solo ni por un segundo. ¿Entendido?

Taehyung asintió, sabiendo que esa era la única forma de que Jungkook aceptara.

-Entendido -dijo, su voz más suave ahora que había logrado convencer a su alfa.

Esa noche, el bar de mafiosos estaba más sombrío que de costumbre. Taehyung entró con la cabeza alta, su rostro mostrando una tranquilidad que no sentía completamente. Sabía que "El Alacrán" estaba en alguna parte del lugar, esperándolo, pero también sabía que los hombres de Jungkook lo rodeaban, escondidos en las sombras, atentos a cualquier movimiento sospechoso.

El ambiente en el bar era pesado, con una mezcla de miradas curiosas y peligrosas posadas sobre él. Taehyung ignoró todas ellas mientras se dirigía hacia la mesa donde El Alacrán lo esperaba, su postura firme y segura, pero su mente alerta.

En cuanto lo vio, El Alacrán sonrió, una sonrisa que no alcanzó sus ojos, llenos de astucia. Taehyung sintió un escalofrío recorrer su espalda, pero lo ocultó bajo una máscara de indiferencia.

-Así que finalmente decidiste venir, Taehyung-ssi -dijo El Alacrán, su voz tan afilada como una navaja-. No esperaba menos de alguien tan valiente.

-No me llames así -respondió Taehyung fríamente, tomando asiento frente a él-. Dime qué es lo que quieres.

-Directo al grano, me gusta eso -dijo El Alacrán, sus ojos evaluando cada movimiento de Taehyung-. Pero antes de eso, quiero saber... ¿Qué tan lejos estás dispuesto a llegar por Jungkook?

-Eso no te incumbe -contestó Taehyung, sin perder la calma-. Habla de lo que viniste a hablar, o me voy.

Los ojos de El Alacrán brillaron con una emoción oscura, pero antes de que pudiera continuar, Taehyung sintió una vibración en su bolsillo. Sabía que era uno de los hombres de Jungkook, confirmándole que todo estaba bajo control. Eso le dio un poco más de confianza.

-Bien, no perdamos tiempo entonces -dijo "El Alacrán", inclinándose hacia adelante-. Hay algo que quiero de Jungkook, y sé que tú eres la clave para obtenerlo.

-No soy la clave de nada -respondió Taehyung, sus ojos encontrándose con los de "El Alacrán" sin vacilar-. Y si crees que puedes usarme para llegar a él, estás muy equivocado.

En ese momento, en las sombras del bar, los hombres de Jungkook tensaron los músculos, listos para actuar al menor indicio de peligro. Taehyung lo sabía, y eso le daba la fuerza para enfrentar cualquier cosa que "El Alacrán" tuviera en mente. Sabía que no estaba solo, y que cualquier cosa que sucediera, Jungkook y sus hombres lo sacarían de allí sano y salvo.

"El Alacrán" miró a Taehyung con una sonrisa astuta antes de recostarse en su silla, su voz bajando un tono mientras comenzaba a hablar de negocios.

-Necesito la ayuda de Jungkook para robar el banco de la ciudad en Brasil -dijo, como si hablara de algo tan casual como una partida de cartas.

Taehyung arqueó una ceja, manteniendo su expresión neutral. Sabía que Jungkook estaba escuchando, no muy lejos de donde ellos estaban sentados. La mención de un banco y un robo seguramente había captado su atención.

-¿Por qué deberíamos ayudarte? -preguntó Taehyung, manteniendo la conversación fría y calculada.

Antes de que "El Alacrán" pudiera responder, Jungkook se acercó a la mesa, colocando una mano en el hombro de Taehyung, sus dedos entrelazándose suavemente con los de su omega. El contacto inmediato calmó la tensión en el cuerpo de Taehyung, y su lobo interior se apaciguó.

-Estoy escuchando -dijo Jungkook, su tono más severo que el de Taehyung-. Explícate.

"El Alacrán" asintió, complacido de tener la atención de Jungkook. Sacó una carpeta gruesa que había dejado a un lado y la abrió sobre la mesa. Dentro, había papeles, mapas detallados, horarios de los trabajadores del banco, y notas sobre la seguridad del lugar.

-Este banco es la joya de la corona en Brasil -comenzó "El Alacrán"-. Tiene las reservas más grandes de oro y efectivo del país, y su seguridad es prácticamente impenetrable... para la mayoría. -Su sonrisa se ensanchó al ver la chispa de interés en los ojos de Jungkook.

-Y tú crees que podemos penetrar esa seguridad -intervino Taehyung, sus dedos aún entrelazados con los de Jungkook.

-No sólo creo que pueden, sé que pueden -respondió "El Alacrán"-. He investigado cada detalle. Aquí tienes los horarios de los trabajadores -señaló un documento con columnas y filas llenas de nombres y turnos-. Estos son los de los guardias, las señoras del aseo, incluso los tiempos en que los camiones de valores entran y salen del banco. He encontrado una brecha, un punto débil, pero necesito a alguien con los recursos y la habilidad para aprovecharlo.

Jungkook revisó los documentos, su mirada intensa mientras evaluaba cada punto que "El Alacrán" había marcado. Los mapas mostraban cada entrada y salida, las cámaras de seguridad, y las rutas de escape. Incluso había un análisis detallado de los días en que el banco estaba menos vigilado, debido a la rotación del personal.

-¿Y cuándo propones que llevemos a cabo esto? -preguntó Jungkook, sintiendo la adrenalina comenzar a correr por sus venas. El riesgo, la precisión requerida... todo encajaba en su habilidad como líder del clan.

El Alacrán señaló una fecha en el calendario del banco.

-Este es el día. Es cuando hay una reducción en el personal debido a una festividad local. La seguridad estará más relajada, y el turno de noche estará formado por los guardias más novatos. Será nuestra mejor oportunidad.

Jungkook soltó un leve suspiro, entrelazando aún más sus dedos con los de Taehyung, buscando y encontrando la calma que siempre le ofrecía su omega. Luego, miró a El Alacrán con una mezcla de desconfianza y aceptación.

-Será arriesgado, pero tiene potencial -dijo finalmente-. Si todo lo que dices es cierto, podríamos lograrlo. Pero te advierto, si algo sale mal o si intentas jugarnos, no habrá lugar en la tierra donde puedas esconderte.

El Alacrán alzó las manos en un gesto pacificador.

-No tengo intenciones de traicionarlos. Esto es un trato que beneficia a ambos lados. Yo obtengo lo que quiero, y ustedes también.

Jungkook asintió lentamente, saboreando la chispa de emoción que sentía al enfrentar un desafío de este calibre.

-De acuerdo -dijo con firmeza-. Estamos dentro. Pero recuerda, Taehyung estará bajo mi protección en todo momento. Si algo le sucede, se acabó para ti.

"El Alacrán" inclinó la cabeza en señal de respeto, reconociendo la advertencia.

-Por supuesto, Jungkook-ssi. No me atrevería a poner en riesgo a tu omega.

Con la conversación concluida y el plan comenzando a tomar forma, Jungkook apretó suavemente la mano de Taehyung, transmitiéndole tranquilidad. A pesar del peligro que se avecinaba, ambos sabían que mientras estuvieran juntos, podrían enfrentar cualquier cosa.

Dos días después, Jungkook y Taehyung, acompañados por una gran manada de hombres leales, abordaron un avión privado rumbo a Brasil. El viaje fue largo, lleno de silencios tensos y miradas cautelosas. Sabían que cada movimiento debía ser calculado para no alertar a la policía local de su llegada.

A pesar de las medidas de precaución, Jungkook no podía evitar sentirse en guardia. Brasil no era territorio familiar, y cualquier error podía costarles caro. Taehyung, a su lado, permanecía calmado, pero su lobo interior sentía la tensión en el aire, sus feromonas ayudaban a mantener el equilibrio emocional en el grupo.

Al aterrizar en Brasil, una comitiva los esperaba en la pista del aeropuerto privado. Los hombres de Jungkook se dispersaron con discreción, asegurando el área y manteniéndose alerta a cualquier movimiento sospechoso.

-Manténganse cerca, pero no llamen la atención -ordenó Jungkook a sus hombres, su voz baja y autoritaria-. No quiero que nadie sospeche de nuestra presencia.

-Entendido, jefe -respondió uno de los hombres antes de moverse hacia el vehículo que los esperaba.

Una vez instalados en un hotel lujoso, pero discreto, en una zona alejada del centro de la ciudad, Jungkook y Taehyung se retiraron a su suite. La noche anterior al golpe, el ambiente estaba cargado de anticipación.

Esa noche, volvieron a encontrarse con "El Alacrán" en un lugar que habían elegido cuidadosamente para no levantar sospechas: una bodega en las afueras de la ciudad. Los hombres de Jungkook vigilaban desde las sombras, invisibles pero presentes, listos para intervenir si era necesario.

-Todo está listo -anunció "El Alacrán", extendiendo un mapa detallado sobre una mesa de madera vieja-. Los horarios coinciden, y he confirmado que la seguridad será mínima mañana por la noche.

Jungkook se inclinó sobre el mapa, sus ojos recorriendo cada detalle con meticulosidad. Taehyung, a su lado, mantenía su mano cerca de la de Jungkook, listo para calmar cualquier tensión.

-Tenemos tres minutos para neutralizar a los guardias en la entrada principal -dijo "El Alacrán", señalando las posiciones-. Después, accederemos a la bóveda por aquí, a través de un túnel de mantenimiento que he asegurado.

-¿Y el sistema de seguridad? -preguntó Taehyung, su voz suave pero firme.

-Ya está comprometido. Mi equipo lo desactivará por un lapso de diez minutos, lo suficiente para que entremos y salgamos sin activar las alarmas.

Jungkook asintió, pero no sin una advertencia final.

-Recuerda, si algo sale mal, no dudaré en tomar medidas drásticas -dijo con frialdad-. Mi omega está involucrado en esto, y no permitiré que le suceda nada.

"El Alacrán" levantó las manos en señal de paz, sus ojos reflejando el respeto que le tenía a Jungkook.

-No habrá problemas, Jungkook-ssi. Este golpe será limpio y rápido.

Jungkook intercambió una mirada con Taehyung, sus ojos encontrando la tranquilidad que siempre buscaba en su omega. A pesar del peligro que enfrentaban, sabía que mientras tuvieran cada detalle cubierto, tendrían éxito.

-Mañana será el día -dijo finalmente, apretando la mano de Taehyung-. Nos encontramos aquí una hora antes del golpe para el último repaso.

-Estaremos listos -respondió "El Alacrán", su voz cargada de confianza.

Con los planes finalizados, se despidieron y regresaron al hotel, donde Taehyung y Jungkook se prepararon mentalmente para lo que les esperaba. Sabían que la próxima noche marcaría un antes y un después, no solo en su vida, sino en el control que Jungkook ejercía sobre el mundo que ambos dominaban juntos.

🐾

Al día siguiente.

La ciudad de Brasil se llenó de vida con el inicio de un vibrante festival. Las calles estaban abarrotadas de personas celebrando, y la música resonaba en cada rincón. Los brasileños, con sus trajes coloridos y sonrisas contagiosas, se entregaban al júbilo del evento. El aire estaba impregnado de aromas deliciosos de comida callejera, y el ambiente era una mezcla de risas, música y pura alegría.

Jungkook y Taehyung, acompañados por sus hombres, se encontraban en una de las terrazas del hotel, observando el festival desde una distancia segura. Aunque estaban allí por negocios, no pudieron evitar sentirse contagiados por la atmósfera festiva.

-Es impresionante cómo la gente puede encontrar tanta felicidad en un solo día -comentó Taehyung, observando con una sonrisa cómo la multitud danzaba al ritmo de la samba.

-Es algo diferente, eso seguro -respondió Jungkook, su mirada recorriendo la escena con interés-. Pero no debemos distraernos demasiado. Sabes lo que está en juego.

-Lo sé, pero un poco de celebración no nos hará daño -Taehyung se acercó a él, tomando su mano y entrelazando sus dedos-. Además, este tipo de ambiente también puede ser útil para nuestro propósito. La multitud nos proporciona la cobertura perfecta.

Jungkook esbozó una sonrisa, dejando que la tensión en sus hombros se relajara momentáneamente.

-Tal vez tienes razón. -Sus ojos se suavizaron mientras miraba a su omega-. Pero mantente alerta. El asistente del Alacrán debería contactarnos pronto.

Mientras sus hombres se relajaban y se mezclaban con la multitud para no levantar sospechas, Taehyung y Jungkook se permitieron disfrutar un poco del espectáculo desde su terraza privada. El sonido de los tambores y las trompetas llenaba el aire, y la vista de las carrozas decoradas moviéndose por las calles era hipnotizante.

-¿Sabes? Este lugar me recuerda un poco a los festivales de nuestra infancia, pero a una escala mucho mayor -dijo Taehyung, recordando viejos tiempos.

-Es cierto, aunque en esos festivales no estábamos planeando un asalto al banco más grande de la ciudad -bromeó Jungkook, levantando una ceja con una ligera sonrisa.

Justo en ese momento, el teléfono de Jungkook vibró. Era un mensaje del asistente del Alacrán. Jungkook lo leyó rápidamente, sus ojos volviendo a endurecerse.

-Es hora -dijo Jungkook con seriedad, levantándose-. Nos esperan en el punto de encuentro.

Taehyung asintió, su expresión cambiando de relajada a concentrada en un instante.

-Entonces, será mejor que vayamos -respondió, soltando la mano de Jungkook para ajustarse la chaqueta.

Jungkook se dirigió a sus hombres, que también recibieron la señal para prepararse.

-Nos movemos en cinco minutos. Mantengan sus posiciones hasta que lleguemos a la bóveda. No quiero errores -ordenó con firmeza.

-Entendido, jefe -respondieron al unísono, preparándose para la misión.

Mientras descendían en el ascensor, Taehyung miró a Jungkook con determinación.

-Lo lograremos, Jungkook. Estoy contigo en esto -dijo, su voz baja pero cargada de convicción.

Jungkook le devolvió la mirada, apretando brevemente su mano antes de que se abrieran las puertas del ascensor.

-Siempre lo hacemos, Taehyung. Siempre lo hacemos.

El momento que Jungkook y Taehyung habían estado esperando había llegado. Ambos se montaron en sus carros, listos para ejecutar el ataque. Los motores rugieron mientras los vehículos se alineaban frente al banco, el bullicio del festival de fondo creando una atmósfera aún más caótica.

Taehyung, con una mirada decidida, se volvió hacia Jungkook.

-Estamos listos -dijo Taehyung, ajustando su chaleco-. ¡Vamos a hacer esto!

Jungkook le devolvió la mirada, sus ojos firmes y concentrados.

-No hay vuelta atrás ahora. Confía en el plan y mantén la calma. Nos vemos en el punto de extracción.

Ambos asintieron, sabiendo que este momento era crucial. Con un último intercambio de miradas, se separaron para llevar a cabo sus respectivas tareas.

Mientras tanto, en el banco, el caos comenzaba a desatarse. La alarma sonó estridentemente, llenando el aire con un sonido agudo y penetrante. Los empleados y clientes del banco, asustados y confundidos, corrían en todas direcciones, contribuyendo al desorden que reinaba en las calles.

Jackson, con una furia controlada, se acercó al banco en su camioneta. El sonido de las balas impactando contra la carrocería era constante, pero él estaba decidido a cumplir su misión. Con una habilidad experta, esquivó los disparos mientras maniobraba su camioneta hacia la entrada del banco. Con un rugido de motor, impactó contra la pared, derribándola y creando una abertura por la que podía pasar.

-¡Ahora! -gritó Jackson a través del intercomunicador, justo antes de hacer el impacto.

El sonido del colapso de la pared fue seguido por el estruendo de metal crujiente. Jungkook y el Alacrán llegaron en sus autos, la tensión palpable mientras se dirigían hacia el banco. Jungkook se inclinó hacia adelante, observando la escena con una determinación implacable.

-¡Prepárense para enganchar la bóveda! -ordenó Jungkook a sus hombres a través del intercomunicador.

Los hombres se movieron rápidamente, acoplándose al sistema de agarre y enganchando la bóveda a los vehículos. Jungkook y el Alacrán se colocaron al volante de sus autos, listos para llevar la operación al siguiente nivel.

-¡Vamos, ahora! -exclamó el Alacrán, girando la llave de encendido mientras se preparaba para avanzar.

Los autos rugieron mientras se movían en sincronía. La bóveda, firmemente sujeta a los vehículos, comenzó a arrancarse de la pared del banco. El sonido del metal siendo desgarrado resonaba en las calles, y una ola de adrenalina invadió a todos los involucrados.

Con una velocidad frenética, Jungkook y el Alacrán comenzaron a alejarse del banco, la bóveda arrastrándose detrás de ellos. La ciudad, ahora completamente en alerta, estaba llena de sirenas y luces intermitentes. Miles de policías se movilizaban, persiguiendo a los vehículos a través del caos que había invadido las calles.

-¡La bóveda está asegurada! -gritó uno de los hombres de Jungkook a través del intercomunicador, su voz llena de entusiasmo y preocupación.

-¡Mantén la velocidad! -ordenó Jungkook, mirando por el espejo retrovisor y observando cómo los policías se acercaban-. ¡No podemos permitirnos fallar ahora!

El Alacrán, con una sonrisa calculadora, miró a Jungkook a través de la ventana del auto.

-Esto va a ser una carrera emocionante, ¿verdad? -dijo, ajustando el volante mientras maniobraba entre los obstáculos.

Jungkook asintió, su mente trabajando a toda velocidad para mantener la situación bajo control.

-Sí, pero recuerda, tenemos que asegurarnos de que todo salga bien. No podemos permitirnos ningún error.

Los dos autos, con la bóveda a cuestas, se adentraron en las calles sinuosas de la ciudad, esquivando a los policías y dejando atrás una estela de caos y confusión. Mientras se alejaban, el sonido de las sirenas se desvanecía lentamente, y el desorden de la ciudad seguía en aumento. La misión estaba en marcha, y tanto Jungkook como el Alacrán estaban decididos a llevarla a cabo hasta el final.

La fuga estaba en pleno apogeo, y el caos en la ciudad alcanzaba su punto máximo. Los hombres de Jungkook y el Alacrán estaban completamente inmersos en la misión, manejando sus autos con una destreza letal. Desde los vehículos, arrojaban a los policías al suelo, abriendo el camino para la bóveda y asegurando que la ruta estuviera despejada.

-¡Despejen el camino! -gritó uno de los hombres de Jungkook a través del intercomunicador.

Y lanza a un oficial por el aire con un giro rápido del volante haciéndolo tener un fuerte accidente.

-¡Aquí vamos! -respondió Minho.

Y maneja con firmeza mientras su auto derribaba una barricada de la policía.

El sonido de metal crujiente y neumáticos chirriantes llenaba el aire mientras se abrían paso entre los vehículos de la ley. Los policías, desorientados y furiosos, trataban de reagruparse, pero los hombres de Jungkook y el Alacrán no daban tregua.

Taehyung, en su carro, se unió a la carrera con un aire decidido. Sabía que tenía una misión crucial. Con el motor rugiendo, se adentró en la carretera principal, llamando la atención de varios policías que inmediatamente comenzaron a seguirlo.

-¡Aquí voy! -dijo Taehyung al intercomunicador, mientras aceleraba hacia el desierto-. ¡Voy a dirigirlos hacia el desierto!

A medida que avanzaba hacia el desierto, Taehyung pudo ver cómo los policías se agrupaban detrás de él, atrapados en su estela. En el desierto, se movió rápidamente, dando vueltas y creando una nube de polvo que dificultaba la visibilidad.

-¡Tienen que seguirme! -Taehyung gritó al intercomunicador, con el viento soplando en su rostro-. ¡Voy a despistarlos!

Los policías, cegados por la nube de humo y polvo, perdieron el rastro de Taehyung, que aprovechó el caos para dar un giro brusco y regresar a toda velocidad hacia la ciudad. En el momento en que salió del desierto, podía ver a lo lejos la bóveda en movimiento, seguida de cerca por los autos de Jungkook y el Alacrán.

-¡Estoy de vuelta en la ciudad! -anunció Taehyung con alivio a través del intercomunicador-. ¡Voy detrás de la bóveda!

Acelerando a fondo, Taehyung se alineó con los otros vehículos. La bóveda seguía avanzando a toda velocidad, y los hombres de Jungkook y el Alacrán se mantenían en guardia, defendiendo la carga y asegurando su escape.

-¡Buena maniobra, Taehyung! -gritó Jungkook a través del intercomunicador, admirando la habilidad de su omega para mantener a los policías a raya.

-¡Gracias! -respondió Taehyung, mientras se mantenía cerca de la bóveda-. ¡Vamos a asegurarnos de que esta misión sea un éxito!

Con la bóveda y sus guardianes ya en el camino hacia el destino final, la operación parecía estar bajo control. Sin embargo, la adrenalina y la tensión seguían al máximo, y tanto Jungkook como el Alacrán sabían que el desenlace de esta misión estaba cada vez más cerca.

Mientras la bóveda avanzaba a toda velocidad y los vehículos de Jungkook y el Alacrán se movían en perfecta sincronía, el plan parecía estar saliendo a la perfección. Sin embargo, de repente, el Alacrán tomó una decisión inesperada que cambiaría el rumbo de la operación.

-¡Suelta el gancho! -ordenó el Alacrán por el intercomunicador, su voz llena de una frialdad inesperada.

Jungkook, que estaba concentrado en mantener la bóveda en movimiento, sintió un tirón repentino y vio con horror cómo el gancho que mantenía la bóveda enganchada a su auto se soltaba. El vehículo de Jungkook empezó a tambalear mientras la bóveda se liberaba de su agarre.

-¡¿Qué demonios estás haciendo?! -gritó Jungkook, furioso, mirando a través del espejo retrovisor.

El Alacrán se dio la vuelta, con una sonrisa cruel en su rostro.

-Lo siento, Jungkook. Pero el negocio es el negocio. No me gusta compartir mi botín.

-¡Te voy a matar! -rugió Jungkook, su lobo interior aullando de furia mientras el odio se apoderaba de él.

Los hombres de Jungkook, sorprendidos por la traición, se reagruparon rápidamente para enfrentar la situación. La bóveda, ahora sin el soporte del gancho, se deslizó fuera de control y comenzó a moverse erráticamente por la carretera.

-¡Todos a la acción! -ordenó Jungkook, su voz cortante y autoritaria-. ¡No dejen que se escape!

Los vehículos de Jungkook se lanzaron hacia la bóveda en un intento desesperado por recuperarla, mientras el Alacrán se alejaba en su propio auto, riendo con satisfacción mientras se marchaba. La ciudad estaba en caos absoluto, y los policías, que habían sido parcialmente despistados por Taehyung, ahora se reagruparon para enfrentar la nueva amenaza.

-¡Maldito sea! -maldijo Jungkook, acelerando hacia la bóveda-. ¡Voy a hacer que pagues por esto, Alacrán!

La bóveda, tambaleándose, se acercó peligrosamente al borde de la carretera. Los hombres de Jungkook estaban en constante movimiento, tratando de evitar que la situación se saliera de control. Taehyung, aún en su vehículo, se lanzó al rescate.

-¡Jungkook, necesitamos asegurarnos de que la bóveda no caiga de la carretera! -gritó Taehyung, dirigiéndose hacia el caos con determinación.

-¡Vamos a detener a ese maldito Alacrán y a recuperar lo que es nuestro! -respondió Jungkook, su rostro enrojecido por la furia.

Los hombres de Jungkook, con una mezcla de rabia y determinación, se lanzaron a la persecución. La carretera se llenaba de una cacofonía de sirenas y motores rugientes mientras la bóveda seguía avanzando sin control. La traición del Alacrán había complicado las cosas, pero Jungkook y su equipo estaban decididos a no dejar que todo su esfuerzo fuera en vano.

Mientras el caos se desataba en las calles de Brasil, la situación se volvía aún más desesperada para Jungkook y su equipo. La bóveda, sin el control del gancho, se movía erráticamente, y los hombres de Jungkook intentaban desesperadamente recuperarla. Sin embargo, la traición del Alacrán no fue la única complicación.

Taehyung, decidido a ayudar a Jungkook y asegurarse de que la bóveda no se perdiera, se unió a la persecución. Pero en medio del frenesí, algo salió terriblemente mal.

-¡Cuidado, Taehyung! -gritó Jungkook a través del intercomunicador, viendo cómo el auto de Taehyung se acercaba peligrosamente a la bóveda en movimiento.

Taehyung maniobraba su vehículo con habilidad, esquivando a los policías y tratando de mantenerse cerca de la bóveda. Sin embargo, la carretera estaba llena de obstáculos y la situación era caótica. Un coche patrulla se cruzó en su camino, y Taehyung tuvo que hacer una maniobra brusca para evitar la colisión.

-¡Mierda! -maldijo Taehyung, luchando por mantener el control de su vehículo.

Pero el desvío brusco hizo que Taehyung perdiera el control. El auto derrapó y se estrelló contra un muro de concreto cercano, lanzando escombros y humo por los aires. El impacto fue violento, y el vehículo de Taehyung quedó inmovilizado en medio de la carretera, con el parabrisas roto y el auto dañado.

-¡No, Taehyung! -gritó Jungkook, viendo el accidente en tiempo real y sintiendo que su corazón se detenía.

Con el rostro palidecido por la preocupación y la furia, Jungkook aceleró hacia el lugar del accidente, su lobo interior rugiendo con furia y desesperación. El caos a su alrededor se desvaneció en comparación con la preocupación por su omega.

-¡Taehyung! -llamó Jungkook, su voz temblando mientras se acercaba al vehículo dañado.

Cuando Jungkook llegó al lugar, vio a Taehyung tratando de salir del auto, visiblemente aturdido pero aparentemente consciente. Los hombres de Jungkook rápidamente rodearon el vehículo y comenzaron a evaluar la situación, asegurándose de que Taehyung estuviera bien.

-¡Dime que estás bien! -demandó Jungkook, acercándose a Taehyung con una mezcla de rabia y preocupación.

-Estoy bien, solo un poco mareado -respondió Taehyung, su voz débil pero calmada a pesar del accidente.

Jungkook soltó un rugido de frustración y furia, su lobo interior completamente descontrolado. La traición del Alacrán, la pérdida de la bóveda y ahora el accidente de Taehyung habían acumulado una ira insoportable dentro de él.

-¡Esto no puede estar pasando! -gritó Jungkook, golpeando el costado del auto con fuerza-. ¡No voy a dejar que esto termine así!

Taehyung intentó calmar a Jungkook, pero el pánico y la preocupación por su propio bienestar lo hacían difícil. Los hombres de Jungkook estaban trabajando rápidamente para asegurar la escena y tratar de recuperar la situación, mientras algunos se dirigían hacia el Alacrán, que estaba avanzando con la bóveda.

-¡Encuentra al Alacrán y asegúrate de que pague por esto! -ordenó Jungkook a sus hombres-. ¡Y no dejen que nadie se interponga en el camino!

La furia y el dolor de Jungkook estaban en su punto máximo. La preocupación por Taehyung y la traición del Alacrán lo habían dejado en un estado de furia ciega, decidido a recuperar el control de la situación y hacer justicia.

Mientras Jungkook lidiaba con la devastación del accidente de Taehyung, el Alacrán se encontraba en la carretera, tratando de alejarse con la bóveda. Sin embargo, la furia de Jungkook no se limitó solo a su propio equipo. Los hombres de Jungkook, motivados por el deseo de venganza y justicia, estaban decididos a recuperar la bóveda y asegurarse de que el Alacrán pagara por su traición.

-¡No lo dejen escapar! -ordenó Jungkook a través de su intercomunicador, su voz cargada de furia y determinación.

Sus hombres, conduciendo vehículos blindados y motos rápidas, se lanzaron en una frenética persecución del Alacrán. La carretera se llenó de vehículos de lujo y motorizados que seguían el rastro del traidor.

-¡Ahí está, a la vista! -gritó uno de los hombres de Jungkook, señalando el auto del Alacrán a lo lejos.

El Alacrán, consciente de que estaba siendo seguido, comenzó a maniobrar de manera errática, tratando de despistar a sus perseguidores. Pero la experiencia y la habilidad de los hombres de Jungkook eran insuperables. Cada movimiento del Alacrán era respondido con una maniobra precisa por parte de Jungkook y su equipo.

-¡No va a escapar! -gritó uno de los hombres mientras se acercaban al vehículo del Alacrán-. ¡Estamos casi allí!

Con una sincronización impecable, los hombres de Jungkook lograron rodear al Alacrán. La persecución se volvió más intensa a medida que intentaban cerrar el cerco alrededor del traidor. Finalmente, uno de los vehículos blindados hizo una maniobra arriesgada, bloqueando el camino del Alacrán y forzándolo a detenerse.

El Alacrán, atrapado y sin escapatoria, salió del auto con una expresión de desesperación. Sus hombres, al ver que la situación se volvía desesperada, intentaron defenderlo, pero se encontraron con la feroz resistencia del grupo de Jungkook.

-¡Deténganlo! -ordenó Jungkook, saliendo de su auto con una furia contenida-. ¡El Alacrán no se va a salir con la suya!

Los hombres de Jungkook se abalanzaron sobre el Alacrán y sus secuaces. La pelea fue brutal, con golpes y gritos llenando el aire. El Alacrán, acorralado y superado en número, no pudo evitar el destino que le esperaba.

-¡Esto es por Taehyung! -rugió Jungkook, enfrentándose al Alacrán con una mirada de furia y venganza.

El Alacrán, viendo que su traición había llevado a su caída, intentó defenderse, pero era evidente que su tiempo se había agotado. Jungkook, con un último acto de furia, se lanzó hacia el Alacrán, asegurándose de que pagara por lo que había hecho.

Finalmente, el Alacrán fue capturado y asegurado. La bóveda, que había sido arrastrada con la ayuda de los hombres de Jungkook, estaba nuevamente bajo control. Aunque la operación había sido un caos, Jungkook no iba a permitir que el Alacrán se saliera con la suya.

Mientras la ciudad se calmaba después del caos, Jungkook regresó a donde Taehyung había tenido el accidente. Aunque el daño era considerable, el hecho de que Taehyung estuviera a salvo y la bóveda recuperada era un consuelo para Jungkook.

-Lo siento por lo que pasó -dijo Jungkook, mirando a Taehyung con una mezcla de alivio y preocupación-. Vamos a asegurarnos de que estés bien.

Taehyung, aún un poco aturdido pero con una sonrisa débil, asintió.

-Lo importante es que estamos juntos y que lo que importaba se recuperó -respondió Taehyung-. Lo haremos bien, Jungkook.

Jungkook abrazó a Taehyung con fuerza, sintiendo una oleada de alivio y gratitud. La traición y el caos habían sido devastadores, pero el hecho de que estaban juntos y a salvo era lo que más importaba.

Esa noche, la tranquilidad de la mansión en Italia contrastaba con la intensidad de los eventos recientes. Taehyung había sido llevado a su habitación para recibir atención médica, mientras Jungkook se encargaba de asuntos más oscuros en un complejo privado de la mansión.

En un cuarto oscuro y siniestrado del complejo, el Alacrán estaba atado a una silla con un lazo fuerte, su rostro ensangrentado y adolorido. Jungkook, con una expresión implacable en el rostro, se encontraba frente a él, sus puños envueltos en vendajes para proteger sus manos de los golpes.

-¿Sabes por qué estás aquí? -preguntó Jungkook, su voz fría y calculadora.

El Alacrán, con dificultad, levantó la mirada. Sus labios estaban hinchados y su rostro mostraba el rastro de una paliza. Su mirada estaba llena de odio y desesperación.

-Vas a pagar por lo que hiciste, Alacrán -dijo Jungkook, su voz cargada de furia-. Traicionaste a mi manada, pusiste en peligro a Taehyung. Nadie se sale con la suya.

El Alacrán intentó responder, pero sus palabras eran apenas un murmullo incoherente. Jungkook, sin mostrar piedad, le propinó otro golpe.

-¡Habla! -exigió Jungkook-. ¿Por qué querías la bóveda? ¿Quién más está detrás de esto?

El Alacrán gimió de dolor, pero su determinación no se quebró del todo. Su rostro estaba marcado por la desesperación y el miedo, pero también por un rastro de desafío.

-Nunca... te diré nada -murmuró el Alacrán, tratando de mantener su dignidad a pesar de la paliza.

-Entonces, tal vez prefieras que te muestres más cooperativo -dijo Jungkook, levantando un palo de metal con el que parecía dispuesto a continuar-. La decisión es tuya.

Mientras tanto, en otra parte de la mansión, la bóveda estaba guardada en una sala privada y protegida, alejada de cualquier acceso no autorizado. Los hombres de Jungkook habían tomado precauciones extremas para asegurar el valioso botín y evitar cualquier intento de robo o sabotaje.

-¿Todo bien con la bóveda? -preguntó uno de los hombres de Jungkook, revisando las cerraduras y los sistemas de seguridad.

-Sí, está completamente segura -respondió otro, asegurándose de que todos los sistemas de alarma y monitoreo estaban activos-Nadie va a entrar aquí sin que lo sepamos.

De regreso en el complejo privado, Jungkook continuaba con su interrogatorio brutal. Su furia era evidente, pero también lo era su preocupación por Taehyung. Cada golpe que daba al Alacrán estaba impulsado por la necesidad de proteger a su pareja y asegurar que el traidor pagara por sus crímenes.

-¿Lo harás más fácil si hablas? -preguntó Jungkook, acercándose al Alacrán con una mirada de resolución-. O podemos seguir con esto hasta que no puedas más.

El Alacrán, ya incapaz de resistir, finalmente comenzó a hablar entre gemidos de dolor.

-Está... está en Brasil -susurró-. No era solo el botín. Hay más gente involucrada, y planeaban usarlo para... para un gran golpe...

Jungkook escuchó atentamente, sus manos aún temblando por la furia contenida.

-¿Quién está detrás de esto? -preguntó Jungkook, su voz cargada de tensión.

El Alacrán, a punto de desmayarse, reveló lo que sabía con dificultad, dando pistas cruciales que podrían llevar a Jungkook a la red de conspiración más amplia detrás de la traición. La noche en la mansión, aunque marcada por la violencia, comenzaba a desvelar las claves de la trama que había puesto en peligro todo lo que Jungkook y Taehyung valoraban.

En el complejo privado, Jungkook continuó interrogando al Alacrán con una intensidad inhumana, cada golpe meticulosamente calculado para extraer la información necesaria. La noche se hacía más oscura mientras el Alacrán, debilitado y a punto de perder el conocimiento, seguía dando retazos de información.

-Había un grupo detrás del golpe... -murmuró el Alacrán, sus palabras apenas audibles-. Quieren... controlar el mercado negro... y el botín era solo el principio.

Jungkook se inclinó hacia adelante, su rostro a centímetros del de su enemigo.

-¿Quiénes son? ¿Cómo puedo encontrarlos? -exigió Jungkook, su voz un susurro amenazante.

El Alacrán, tambaleándose entre la conciencia y la inconsciencia, finalmente soltó el nombre de un contacto clave en Brasil y un posible lugar de encuentro, su voz quebrada por el dolor.

-Finca... en las afueras de São Paulo... -dijo el Alacrán con dificultad-. Allí... se reúnen.

Jungkook, furioso y frustrado, le dio un último golpe al Alacrán antes de ordenar a sus hombres que lo cuidaran. Luego, salió del cuarto, decidido a actuar rápidamente. Su mente estaba en ebullición, calculando el siguiente movimiento.

Mientras tanto, en la habitación de Taehyung, el doctor había terminado de examinarlo. Aunque las heridas de Taehyung no eran mortales, necesitaba tiempo para recuperarse. Los médicos y enfermeros habían trabajado con rapidez para estabilizarlo y asegurar su bienestar.

-¿Cómo está? -preguntó Jungkook, entrando en la habitación con una expresión de preocupación y agotamiento.

El doctor se volvió hacia él, quitándose los guantes.

-Está estable, pero necesita descansar -dijo el doctor-. Las heridas no son graves, pero el estrés y el cansancio han afectado su recuperación.

Jungkook asintió, su mirada suavizándose al ver a Taehyung recostado en la cama, su rostro pálido pero tranquilo. Se acercó a él, tomando su mano suavemente.

-Voy a arreglar esto -le prometió Jungkook, su voz cargada de determinación-. Te prometo que todo va a estar bien.

Al salir de la habitación, Jungkook se reunió con su manada y sus hombres en el área de seguridad de la mansión. La bóveda estaba protegida, pero la amenaza aún no había desaparecido. La información obtenida del Alacrán era crucial y debían actuar con rapidez.

-Tenemos una pista sobre la ubicación de los responsables -anunció Jungkook, dirigiéndose a su equipo-. Hay una finca en las afueras de São Paulo. Nos dirigiremos allí al amanecer para asegurar la situación y capturar a los implicados.

Uno de los hombres de Jungkook asintió, revisando los detalles de la operación.

-Nos aseguraremos de que todo esté listo para la mañana -dijo-También hemos reforzado la seguridad alrededor de la bóveda para evitar cualquier otro intento de robo.

Jungkook asintió con firmeza, su mente ya enfocada en el próximo paso. La traición del Alacrán había sido un golpe duro, pero también una oportunidad para cerrar el círculo y asegurar que su manada y su omega estuvieran a salvo.

En la finca de São Paulo, los involucrados en la conspiración aún estaban ajenos al inminente ataque. La noche en Italia había sido una etapa crucial, y el amanecer traería consigo una nueva fase en la lucha contra aquellos que habían intentado destruir lo que Jungkook y Taehyung habían construido.

Con el primer rayo de sol, Jungkook y su equipo se prepararon para partir hacia Brasil. La misión era clara: desmantelar la operación del enemigo, capturar a los responsables y asegurarse de que nadie volviera a amenazar a su familia o a su imperio.

El amanecer en São Paulo trajo consigo un aire de tensión palpable. Jungkook y su equipo se prepararon meticulosamente para lo que prometía ser un enfrentamiento decisivo. En el cuartel general de la mansión, las luces de la sala de estrategias brillaban intensamente, reflejando la determinación en los rostros de los hombres de Jungkook. La finca en las afueras de la ciudad era el objetivo.

-Recuerden, nuestro objetivo es neutralizar a los líderes de la operación, tomar control de la finca y asegurar toda evidencia relevante -dijo Jungkook, su voz firme y autoritaria-. No dejaremos cabos sueltos.

Con una precisión militar, Jungkook y su equipo se dirigieron hacia la finca. Los vehículos avanzaban con rapidez, atravesando el paisaje rural hasta llegar a su destino. La finca, una vasta propiedad rodeada por altos muros y alambre de espino, estaba fuertemente custodiada. Sin embargo, Jungkook había planeado cada detalle con cuidado.

-Jackson, asegúrate de que todas las entradas estén bloqueadas -ordenó Jungkook a uno de sus hombres-. No queremos que nadie escape.

Jackson asintió, coordinando con los demás para asegurar cada posible punto de fuga. Mientras tanto, Jungkook se dirigió hacia el interior de la finca, donde el grupo de mafiosos involucrados en la conspiración se estaba preparando para una reunión.

Dentro de la finca, los líderes de la operación se encontraban en una sala de conferencias, discutiendo sus planes y riendo sobre la aparente victoria que habían conseguido. La sorpresa llegó cuando los hombres de Jungkook, en perfecto orden, irrumpieron en la sala.

-¡Al suelo! -gritó uno de los hombres de Jungkook mientras otros aseguraban el área.

Los líderes, sorprendidos por la intrusión, intentaron reaccionar, pero Jungkook se adelantó, su presencia imponente calmando la confusión que se desató. Con una autoridad natural, se dirigió hacia el líder principal de la operación.

-No hay escape para ustedes -declaró Jungkook, su mirada fría y calculadora-. Hemos venido a poner fin a su pequeño imperio.

El líder de la operación, un hombre corpulento con una actitud desafiante, se levantó de su silla con un gesto despectivo.

-¿Quién te crees para venir aquí y amenazarnos? -preguntó con desdén-. ¡Esto es Brasil!

Jungkook no se inmutó, su postura firme mientras sus hombres mantenían el control de la sala.

-Hoy, me proclamo el nuevo líder de Brasil -dijo Jungkook con voz decidida-. Y si no quieren cumplir las órdenes, tendrán que enfrentarse a mi manada.

Una ola de sorpresa y respeto recorrió la sala. Los mafiosos presentes, al darse cuenta de la seriedad y la fuerza de Jungkook, comenzaron a mostrar señales de respeto y sometimiento. Sabían que su poder era innegable y que enfrentarse a él sería un acto de locura.

-Ustedes pueden unirse a mi causa o enfrentar las consecuencias -continuó Jungkook-. Elijan sabiamente.

El líder de la operación, comprendiendo la gravedad de la situación, finalmente asintió con resignación. La actitud desafiante se desvaneció, dando paso a un respeto evidente hacia Jungkook.

-Está bien -dijo el líder, su tono mucho más sumiso-. ¿Qué quieres que hagamos?

Jungkook se acercó al hombre, sus palabras cargadas de autoridad.

-Quiero que todos ustedes se sometan a mi liderazgo. Les garantizo seguridad si aceptan y trabajan bajo mis términos. Si no, serán eliminados.

Los hombres presentes, al darse cuenta de la fuerza y la determinación de Jungkook, comenzaron a asentir y a mostrar su sumisión. Uno a uno, comenzaron a someterse a su autoridad, reconociendo a Jungkook como el nuevo líder de Brasil.

Con el control de la finca en sus manos, Jungkook se volvió hacia sus hombres, una expresión de triunfo en su rostro. La operación había sido un éxito y la bóveda asegurada. Ahora, con la lealtad de los mafiosos brasileños bajo su mando, Jungkook había consolidado su poder y reafirmado su dominio.

De regreso en Italia, la noticia de la victoria y el nuevo estatus de Jungkook como líder de Brasil llegó rápidamente. Taehyung, aún recuperándose de sus heridas, recibió la noticia con alivio, sabiendo que la amenaza había sido neutralizada.

Jungkook se reunió con Taehyung en su habitación, su rostro reflejando el cansancio, pero también la satisfacción de la victoria.

-Todo está bajo control -le aseguró Jungkook, tomando la mano de Taehyung con ternura-. Ahora podemos descansar y enfocarnos en lo que viene.

Taehyung sonrió débilmente, su confianza en Jungkook renovada por la victoria.

-Estoy orgulloso de ti -dijo Taehyung-. Has demostrado ser el líder que necesitamos.

Jungkook, con una expresión de gratitud, besó la mano de Taehyung antes de rodearlo con un abrazo reconfortante. El futuro ahora parecía más seguro y prometedor, con el poder de Jungkook consolidado y la amenaza del Alacrán neutralizada.

Mientras Taehyung se recuperaba por completo, notó que la mansión, que solía ser un refugio tranquilo, ahora estaba en constante movimiento. El ajetreo de los nuevos miembros de la organización y el personal adicional que Jungkook había traído para asegurar la propiedad estaba comenzando a incomodarlo. La mansión, que solía ser su santuario, ahora se sentía más como un cuartel militar.

Una tarde, después de una sesión de fisioterapia, Taehyung se acercó a Jungkook en la oficina, con una expresión preocupada.

-Jungkook, necesitamos hablar -dijo Taehyung, tratando de mantener la calma.

Jungkook levantó la vista de sus papeles, notando la seriedad en el rostro de Taehyung.

-Claro, ¿qué pasa? -preguntó, gesticulando para que Taehyung tomara asiento.

Taehyung se acomodó en una silla frente a Jungkook, respirando profundamente antes de hablar.

-He estado notando que la mansión está llena de movimiento constante. No solo son los nuevos hombres, sino también el personal de seguridad y todos los cambios que has hecho. Me siento incómodo con todo esto.

Jungkook asintió, comprendiendo la preocupación de Taehyung. Su mirada se suavizó mientras pensaba en cómo abordar la situación.

-Entiendo cómo te sientes. La seguridad es crucial, pero también lo es tu bienestar y tu comodidad. -Jungkook se inclinó hacia adelante, con una expresión resoluta-. Si esto te está afectando, haremos ajustes.

Taehyung lo miró con gratitud, aliviado de que Jungkook entendiera su punto de vista.

-Quiero que los hombres dejen la mansión, al menos durante el tiempo que estemos aquí. Necesito que este lugar vuelva a sentirse como nuestro hogar.

Jungkook frunció el ceño, pero luego asintió lentamente. Sabía que era importante para Taehyung mantener un ambiente en el que pudiera sentirse cómodo y seguro.

-Está bien. Lo haré. -Jungkook se levantó, tomando la mano de Taehyung con ternura-. Me aseguraré de que se reubiquen temporalmente y que el nivel de seguridad se mantenga al mínimo necesario.

Taehyung sonrió, aliviado por la comprensión de Jungkook.

-Gracias, Jungkook. Realmente significa mucho para mí.

Jungkook le devolvió la sonrisa, apretando suavemente la mano de Taehyung.

-Lo haré todo por ti. Quiero que te sientas bien y que este lugar vuelva a ser un refugio para nosotros.

Esa misma tarde, Jungkook reunió a sus hombres y comunicó su decisión. Mientras algunos se mostraron reacios, la mayoría entendió la necesidad de respetar el espacio personal de Taehyung y aceptaron reubicarse temporalmente.

En los días siguientes, la mansión recuperó su tranquilidad habitual. Aunque el personal de seguridad seguía presente en niveles discretos, el bullicio constante se redujo significativamente. Taehyung comenzó a sentirse más en casa, apreciando el retorno a una rutina más pacífica.

Jungkook, por su parte, se mostró aún más atento a las necesidades de Taehyung, asegurándose de que su bienestar fuera una prioridad mientras manejaba las operaciones desde un espacio separado dentro de la mansión.

🐞

Esa noche.

Taehyung decidió relajarse leyendo un buen libro en un rincón tranquilo de la mansión. La suavidad de la brisa nocturna y el ambiente calmado creaban el escenario perfecto para una velada de lectura. Miró alrededor, notando la falta de movimiento en la mansión ahora que los hombres de Jungkook habían sido reubicados. Decidió que esta era la ocasión perfecta para invitar a Jungkook a compartir un momento tranquilo.

-Jungkook, ¿Quieres acompañarme a leer un rato? -preguntó Taehyung con una sonrisa, mientras se acomodaba en una hamaca grande y cómoda en el jardín.

Jungkook, que estaba en la oficina trabajando en algunos informes, miró su reloj y luego a Taehyung. Sabía que era importante para él pasar tiempo juntos, pero la tentación de continuar con su trabajo era fuerte.

-¿Ahora? -preguntó Jungkook, tratando de parecer indiferente pero con un brillo en los ojos que traicionaba su interés.

Taehyung asintió, con una mirada de súplica juguetona.

-Sí, ahora. Solo unos minutos. No quiero leer solo esta noche.

Jungkook suspiró, sabiendo que no podría negarse a la petición de Taehyung. Se levantó de su silla y se dirigió hacia el jardín, encontrándose con Taehyung en la hamaca.

-Está bien, está bien. -Jungkook se sentó al lado de Taehyung en la hamaca, un poco a regañadientes pero dispuesto a disfrutar del momento-. ¿Qué libro vas a leer?

Taehyung mostró el libro que había escogido: una edición especial de cuentos clásicos.

-Esta noche, quiero leer algo ligero. Este libro tiene una colección de cuentos de hadas. Empezaré con "Cenicienta". ¿Te gustaría leerlo conmigo?

Jungkook miró el libro con una mezcla de curiosidad y resignación. Finalmente, tomó el libro con una sonrisa.

-Claro, leeré Cenicienta entonces.

Taehyung se acomodó en la hamaca, dejando que Jungkook abriera el libro y empezara a leer en voz alta. La voz de Jungkook se mezclaba con el suave murmullo de las hojas y el canto de los grillos, creando un ambiente encantador.

-"Había una vez una joven llamada Cenicienta..." -comenzó Jungkook, sumergiéndose en la historia con un tono de voz suave y melodioso.

Taehyung escuchaba atentamente, con una sonrisa en su rostro mientras disfrutaba del relato. La historia clásica de la joven maltratada que encuentra la felicidad a través de la magia y el amor estaba llena de nostalgia y esperanza.

-¿Sabes, Jungkook? -dijo Taehyung mientras Jungkook leía-. Nunca me había dado cuenta de lo hermoso que puede ser un cuento de hadas cuando se lee en compañía.

Jungkook miró a Taehyung con ternura y continuó leyendo con más pasión.

-Me alegra que pienses así. A veces, los momentos simples son los más especiales.

La hamaca se mecía lentamente mientras ambos se dejaban llevar por la magia de la historia. La noche continuó, con Jungkook narrando las aventuras de Cenicienta y Taehyung disfrutando del cálido abrazo de su presencia. A medida que avanzaban en el libro, la conexión entre ellos se sentía más fuerte, como si los cuentos de hadas y la realidad se entrelazaran en una historia propia de amor y complicidad.

Cuando terminaron el cuento, Jungkook cerró el libro y lo dejó a un lado. Miró a Taehyung con una sonrisa, sabiendo que había valido la pena cada minuto.

-Gracias por invitarme a leer contigo. Este ha sido un momento agradable.

Taehyung se inclinó hacia Jungkook, abrazándolo con cariño.

-Gracias a ti por estar aquí. Me siento más cerca de ti en momentos como este.

La noche siguió tranquila, con ambos disfrutando de la compañía mutua bajo las estrellas, sintiendo que, aunque los desafíos y las tensiones seguían existiendo, esos pequeños momentos de paz y conexión eran lo que realmente importaba.

A partir de esa noche, una nueva tradición se estableció entre Jungkook y Taehyung. Cada vez que Jungkook regresaba de una misión, exhausto y cargado de tensión, encontraba consuelo en regresar a la tranquilidad de su hogar y compartir momentos especiales con Taehyung. La lectura se convirtió en su ritual de bienvenida, un espacio íntimo donde podían desconectar de la dureza de su mundo y reconectar con lo que realmente importaba.

Cada misión, sin importar cuán difícil o peligrosa hubiera sido, concluía con la misma escena: Jungkook regresaba a la mansión, cansado pero con el corazón aliviado por la perspectiva de estar junto a Taehyung. Apenas cruzaba la puerta, Taehyung ya sabía que era hora de preparar el rincón especial para su ritual.

Una tarde, después de una misión particularmente ardua en la que Jungkook había estado en el centro de una operación de alto riesgo, regresó a la mansión. La noche había caído y el aire estaba lleno de una calma anticipada. Taehyung lo esperaba en la sala de lectura, un rincón acogedor con una gran hamaca y una pequeña mesa al lado cargada con tazas de té y una selección de libros.

-Jungkookie, ¡Estás de vuelta! -exclamó Taehyung, corriendo hacia él y abrazándolo con fuerza.

Jungkook, aunque cansado, sonrió al sentir el calor y la ternura de Taehyung. La tensión de la misión parecía desvanecerse con el abrazo.

-Sí, he vuelto. -Jungkook lo abrazó de vuelta, sintiendo el alivio de estar en casa-. ¿Qué libro vamos a leer esta vez?

Taehyung lo condujo hacia la hamaca, donde ya había dispuesto el libro del día: una novela romántica que prometía una historia encantadora.

-Hoy tenemos una novela romántica. Pensé que te haría bien una historia más ligera después de todo lo que has pasado.

Jungkook se acomodó en la hamaca al lado de Taehyung, y este último se acurrucó a su lado. Taehyung tomó el libro y comenzó a leer en voz alta mientras Jungkook se dejaba llevar por el sonido de su voz, una melodía calmante que aliviaba el peso de la misión.

A medida que avanzaban en la historia, Jungkook pasaba su brazo alrededor de Taehyung, abrazándolo con ternura. El calor de su cuerpo y la cercanía creaban una atmósfera íntima que contrastaba con la frialdad y el peligro que Jungkook había enfrentado fuera de casa.

-Gracias por siempre estar aquí para mí, Taehyung. -dijo Jungkook, mirando a Taehyung con una expresión de profunda gratitud.

Taehyung levantó la vista del libro, sus ojos llenos de amor.

-No hay de qué. Estos momentos contigo son los que más valoro. Me gusta saber que, sin importar lo que pase, siempre podemos encontrar nuestro refugio aquí.

La noche continuaba con las páginas del libro pasando lentamente, el sonido de la lectura era casi como un canto de cuna que ayudaba a Jungkook a relajarse. Con cada palabra leída, ambos se sumergían más en el confort de su compañía, encontrando paz y conexión en esos momentos de simple tranquilidad.

A medida que el libro llegaba a su fin, Jungkook y Taehyung se quedaron en silencio, disfrutando del abrazo mutuo. Taehyung se apoyó en el pecho de Jungkook, escuchando el ritmo tranquilo de su respiración.

-Siempre que regreses, esto será nuestra forma de reconectar. -dijo Jungkook, acariciando el cabello de Taehyung con ternura.

Taehyung sonrió, sabiendo que cada misión traía consigo el desafío de enfrentarse a lo desconocido, pero también la promesa de regresar a su rincón especial con Jungkook. Juntos, creaban un equilibrio entre el mundo caótico y el refugio de su amor, manteniendo viva la llama de su conexión a través de cada libro leído y cada abrazo compartido.

Además de sus noches de lectura, Jungkook y Taehyung también compartían momentos especiales viendo películas en la intimidad de su habitación. Cada vez que Jungkook regresaba de una misión, Taehyung preparaba una pequeña proyección en su habitación, creando un ambiente acogedor con mantas y almohadas esparcidas por el suelo.

Una noche después de una misión particularmente dura, Jungkook llegó a la mansión exhausto pero aliviado de estar de vuelta con Taehyung. Al entrar en la habitación, encontró a Taehyung ya listo con una selección de películas preparadas y una caja de palomitas de maíz.

-¿Qué tenemos para hoy? -preguntó Jungkook, su cansancio atenuado por la cálida bienvenida de Taehyung.

Taehyung le lanzó una sonrisa brillante mientras encendía la televisión y ajustaba el proyector portátil.

-He preparado una maratón de comedias románticas. Pensé que te vendría bien algo ligero y divertido después de todo lo que has pasado. -dijo Taehyung, acomodando las mantas sobre el sofá.

Jungkook se dejó caer en el sofá con un suspiro de alivio, estirando sus piernas y acomodándose en el cómodo entorno que Taehyung había creado para él.

-Perfecto. -dijo Jungkook, tomando un puñado de palomitas-. Sabes cómo hacer que el día termine bien.

Taehyung se sentó a su lado, y juntos comenzaron a ver la primera película de la noche. Las risas y los momentos tiernos en pantalla contrastaban con el mundo que Jungkook había dejado atrás en su misión, ofreciendo un respiro necesario y una oportunidad para relajarse.

A medida que la película avanzaba, Jungkook pasó su brazo alrededor de Taehyung, disfrutando de la cercanía y el confort que le ofrecía. Taehyung, acurrucado contra él, se reía con sinceridad de las escenas cómicas, y Jungkook no podía evitar sonreír al ver la alegría en el rostro de su omega.

-Esto es justo lo que necesitaba. -dijo Jungkook, acariciando el brazo de Taehyung.

-Me alegra escuchar eso. -respondió Taehyung, apoyando su cabeza en el hombro de Jungkook-. Estos momentos contigo me recuerdan por qué todo lo que hacemos vale la pena.

Entre cada película, Taehyung se encargaba de reabastecer las palomitas y rellenar las tazas de té, asegurándose de que el ambiente siguiera siendo perfecto. Los dos pasaban horas viendo películas, compartiendo historias y creando recuerdos que contrastaban con las tensiones del mundo exterior.

Las noches de cine se convirtieron en una parte esencial de su rutina, un refugio donde podían desconectar del estrés y encontrar consuelo en la compañía del otro. La sala se llenaba de risas, susurros y el suave sonido de la película, creando un espacio íntimo que ambos apreciaban profundamente.

Así, cada misión culminaba con estos momentos compartidos, donde el mundo se reducía a la calidez de su habitación y la compañía mutua. Estas noches se convertían en un recordatorio constante de su conexión, una forma de equilibrar el caos con la tranquilidad que solo encontraban en su amor compartido.

Cocinar juntos era otra de las actividades favoritas de Jungkook y Taehyung. Aunque ambos eran ocupados por sus respectivas responsabilidades y misiones, siempre encontraban tiempo para disfrutar de esta sencilla pero significativa rutina. La cocina se transformaba en un espacio de colaboración y complicidad, donde podían relajarse y disfrutar del tiempo juntos.

Una noche, después de una semana ajetreada llena de misiones y problemas, Jungkook regresó a casa con una gran sonrisa al ver a Taehyung en la cocina, preparando algo especial.

-¿Qué estás cocinando hoy? -preguntó Jungkook, abrazando a Taehyung desde atrás mientras miraba el trabajo en la estufa.

Taehyung se giró, con una sonrisa traviesa en el rostro.

-Hoy estamos haciendo pasta casera. Pensé que podríamos disfrutar de una cena italiana. ¿Te parece bien?

Jungkook asintió con entusiasmo, desatendiendo su cansancio al ver el entusiasmo de Taehyung. Se puso un delantal y comenzó a ayudar a su pareja con los preparativos. Mientras Taehyung estaba ocupado amasando la masa, Jungkook se encargaba de picar los ingredientes para la salsa.

-Siempre he admirado cómo haces que cocinar parezca tan fácil. -dijo Jungkook, mientras cortaba tomates con precisión.

-Solo me aseguro de que todo esté en su lugar. -respondió Taehyung-. Además, me encanta tenerte aquí conmigo. Cocinar es mucho más divertido cuando estás a mi lado.

Jungkook sonrió y se acercó para darle un beso en la mejilla.

-¿Qué más puedo hacer para ayudarte? -preguntó, mientras continuaba con su tarea.

Taehyung le pasó una batidora para mezclar la salsa, mientras él se encargaba de estirar la masa. La cocina se llenaba de aromas deliciosos y el sonido de risas compartidas. Taehyung disfrutaba de la oportunidad de ser creativo con los ingredientes, mientras Jungkook mostraba su habilidad para seguir instrucciones y aportar su toque especial.

-Me alegra que estemos haciendo esto juntos. -dijo Jungkook, mientras mezclaba la salsa con esmero-. Es un buen cambio de ritmo después de todo el caos.

-Yo también lo creo. -respondió Taehyung-. A veces, estos pequeños momentos son los que más significan.

Después de un rato, la pasta estaba lista para servirse. Jungkook y Taehyung se sentaron en la mesa, disfrutando de la comida que habían preparado con tanto esfuerzo. Las conversaciones fluían fácilmente, y las carcajadas llenaban el ambiente, creando una atmósfera de paz y felicidad.

-Este es definitivamente uno de mis momentos favoritos. -dijo Jungkook, mirando a Taehyung con cariño mientras tomaba un bocado de su plato.

-El mío también. -respondió Taehyung-. No importa lo que pase, siempre quiero que estemos haciendo cosas juntos, como esto.

Así, en cada oportunidad que tenían, cocinaban juntos, creando no solo deliciosas comidas, sino también recuerdos valiosos y fortaleciendo su vínculo. La cocina se convertía en un lugar donde el estrés del mundo exterior se desvanecía, y solo existían ellos dos, disfrutando de la simplicidad y la compañía mutua.

En una noche tranquila y serena en la mansión, la atmósfera estaba cargada de una intimidad profunda. La luna brillaba a través de las cortinas, y el suave murmullo del viento se filtraba en la habitación. Taehyung estaba sentado en la cama, con una expresión de calma y expectativa en su rostro, mientras Jungkook se preparaba para expresar su amor de una manera muy especial.

Jungkook se arrodilló frente a Taehyung, su mirada fija en él con una intensidad que demostraba lo profundo de sus sentimientos. Taehyung observó a Jungkook con ternura y una leve sonrisa en los labios.

-¿Estás seguro de esto? -preguntó Taehyung con voz suave, tratando de asegurar que ambos estuvieran completamente cómodos con el momento.

Jungkook asintió, sus ojos nunca se apartaron de los de Taehyung.

-Lo estoy. -dijo Jungkook con sinceridad-. Quiero mostrarte cuánto significas para mí, cada parte de ti, y cómo te amo de una manera que va más allá de las palabras.

Taehyung sintió una oleada de emoción al escuchar esas palabras. La conexión entre ellos era palpable, y sentía el mismo deseo y amor que Jungkook le ofrecía.

-Entonces, hazlo. -susurró Taehyung, extendiendo su mano para acariciar la mejilla de Jungkook-. Estoy listo.

Jungkook tomó la mano de Taehyung y la besó con ternura antes de volver a mirarlo a los ojos. Su amor y devoción eran evidentes mientras se movía con suavidad y cuidado, queriendo hacer que el momento fuera lo más especial posible para ambos.

Con delicadeza, Jungkook comenzó a desnudarse, dejando que la atmósfera íntima se llenara de una sensualidad suave y respetuosa. Se inclinó hacia adelante, besando el abdomen de Taehyung mientras lo desnudaba con cuidado, su piel tocando la de su pareja de manera cálida y amorosa.

-Te amo más de lo que las palabras pueden expresar, Taehyung. -dijo Jungkook, su voz cargada de emoción mientras se posicionaba entre las piernas de Taehyung.

Taehyung cerró los ojos, sintiendo el cariño y la pasión en cada gesto de Jungkook. La forma en que Jungkook lo miraba y lo tocaba era la manifestación perfecta de su amor, y se entregó al momento con total confianza y deseo.

La noche transcurrió en una serie de susurros y caricias, con Jungkook guiando el encuentro con ternura y consideración. Cada movimiento, cada beso, cada caricia estaba lleno de significado, una forma de expresar el amor profundo que ambos sentían el uno por el otro.

Cuando finalmente el momento alcanzó su clímax, ambos se abrazaron, respirando profundamente y disfrutando de la cercanía y la conexión que compartían. Jungkook se recostó junto a Taehyung, acariciando suavemente su piel mientras lo miraba con una mezcla de adoración y satisfacción.

-Te quiero, Taehyung. -dijo Jungkook, con una voz llena de gratitud y afecto-. Eres mi todo.

-Yo también te quiero, Jungkook. -respondió Taehyung, besándolo suavemente en los labios-. Gracias por hacerme sentir tan especial.

En esa noche, la intimidad y el amor entre ellos alcanzaron una profundidad que solo se podía expresar a través de sus acciones y palabras, consolidando aún más el vínculo especial que compartían.

🎶

Esa noche

Jimin salió del club de mafiosos con el corazón pesado, cada paso que daba parecía resonar en su mente como una dolorosa confirmación de su fracaso. La noche había comenzado con esperanzas elevadas, pero había terminado en una humillación amarga que lo dejaba con el lobo interior herido y desconsolado.

El club estaba abarrotado, con música a todo volumen y luces de neón parpadeantes que iluminaban las caras de los asistentes. Jimin se había dirigido hacia la zona VIP, donde Yoongi solía estar. Había preparado un pequeño discurso, lleno de sentimientos que había guardado durante tanto tiempo.

-Yoongi, podemos hablar un momento? -dijo Jimin, acercándose a él con una mezcla de nerviosismo y determinación.

Yoongi, sentado en un lujoso sofá con varios miembros de su grupo, lo miró con una expresión de desdén. Se levantó lentamente, sus movimientos calculados y elegantes.

-¿Qué haces aquí, Jimin? -preguntó Yoongi con frialdad-. No es el mejor lugar para tus... sentimientos.

Jimin sintió una punzada de dolor al escuchar el tono despreciativo en la voz de Yoongi. Tragó saliva y intentó mantener la compostura.

-Solo quería decirte lo que siento. -dijo Jimin, tratando de ocultar su inseguridad-. He estado esperando el momento adecuado para decirte que... te amo. No quiero que todo esto termine sin que sepas lo que realmente siento por ti.

Yoongi lo miró con una mezcla de sorpresa y desdén. Sus ojos se entrecerraron mientras evaluaba las palabras de Jimin.

-¿En serio? -dijo Yoongi con una sonrisa amarga-. ¿Después de todo lo que ha pasado, crees que me importa cómo te sientes? Ya te he dejado claro que no estoy interesado en ti. ¿No lo entiendes?

Jimin sintió cómo su corazón se rompía en pedazos. Las palabras de Yoongi eran como cuchillos afilados, desgarrando sus esperanzas y sueños. Intentó hablar, pero su voz temblaba.

-Pero, Yoongi, ¿por qué? -preguntó Jimin, su voz apenas un susurro-. Siempre he estado aquí para ti, ¿por qué no puedes...

Yoongi lo interrumpió con una risa seca y cruel.

-Porque no eres lo que busco. -dijo Yoongi-. Solo me has causado problemas. No necesito tu amor ni tu lealtad. Esto es lo que hay, Jimin. No hay espacio para ti en mi vida.

Jimin sintió que sus piernas flaqueaban y se aferró al borde de la mesa cercana para mantener el equilibrio. La humillación y el rechazo lo envolvieron como una ola fría. Su lobo interior estaba herido, gimiendo en dolor, mientras la realidad se hundía en él.

-Yoongi, por favor... -imploró Jimin, sus ojos llenos de lágrimas-. Solo quería ser parte de tu vida, ser alguien importante para ti.

Yoongi lo miró con desdén y se dio la vuelta, volviendo a sus compañeros de grupo como si Jimin no existiera. La indiferencia de Yoongi era como una bofetada en el rostro de Jimin, dejándolo solo y herido en medio de la opulencia del club.

Jimin salió del club tambaleándose, sintiendo el peso de la humillación en cada paso. Las lágrimas comenzaron a rodar por sus mejillas mientras luchaba por mantener el control. La noche se sentía interminable, y la herida en su lobo interior parecía no tener fin. El rechazo de Yoongi había sido un golpe devastador, y ahora, mientras caminaba solo por las calles oscuras, sentía que su corazón se rompía en pedazos, la tristeza envolviéndolo en una fría soledad.

Jimin se adentró en la noche oscura de la ciudad, el eco de sus pasos resonando en las calles desiertas. Cada latido de su corazón parecía sincronizado con el dolor y la humillación que sentía. La fría brisa le golpeaba la cara, pero ni siquiera el aire helado podía enfriar la aguda herida en su interior.

Mientras caminaba sin rumbo fijo, sus pensamientos giraban en torno a la conversación que acababa de tener con Yoongi. La burla y el desprecio del hombre al que había entregado su corazón lo atormentaban. Su lobo interior gemía, sintiendo el rechazo y la soledad en su esencia más profunda.

Se detuvo en una esquina, apoyándose en una pared, sintiendo el peso de su angustia abrumador. Cerró los ojos con fuerza, tratando de contener las lágrimas que seguían brotando sin cesar.

-¿Por qué? -susurró Jimin al vacío, su voz rota-. ¿Por qué no puedo tener lo que quiero? ¿Por qué siempre tengo que ser el que queda atrás?

La noche continuó avanzando mientras Jimin se esforzaba por mantener el control. Sus pensamientos eran un torbellino de tristeza y desesperación. Se le ocurrió la idea de buscar refugio en un lugar familiar, algo que pudiera ofrecerle un pequeño consuelo en medio de su dolor.

Finalmente, llegó a un pequeño parque al que solía ir cuando era más joven, un lugar donde solía sentarse y soñar con un futuro mejor. Ahora, el parque se sentía desolado y silencioso, reflejando su estado interior. Se sentó en un banco, su cuerpo encorvado, y miró el horizonte vacío.

Unos minutos después, escuchó un sonido a sus espaldas. Se giró y vio a un viejo amigo, Hanbin, acercándose a él con una expresión preocupada.

-Jimin, ¿estás bien? -preguntó Hanbin, con la voz llena de inquietud-. Te he estado buscando.

Jimin levantó la vista, sus ojos aún llenos de lágrimas.

-No, Hanbin, no estoy bien -admitió con voz temblorosa-. Yoongi... me rechazó. Me humilló en frente de todos.

Hanbin se sentó junto a Jimin, colocando una mano reconfortante sobre su hombro.

-Lo siento, amigo -dijo Hanbin-. No mereces eso. Sabes que siempre estaré aquí para ti, pase lo que pase.

Jimin suspiró profundamente, sintiendo una mezcla de gratitud y dolor. No había muchas personas que comprendieran el peso de su situación, pero Hanbin siempre había sido uno de ellos.

-Gracias, Hanbin -dijo Jimin, tratando de controlar sus lágrimas-. Me siento tan perdido ahora mismo.

Hanbin asintió con comprensión.

-Es normal sentirte así -dijo Hanbin-. El rechazo duele, y a veces parece que el mundo se derrumba. Pero recuerda que hay personas que se preocupan por ti, que te aprecian por lo que eres. No dejes que el rechazo de alguien te defina.

Jimin asintió lentamente, tomando un respiro profundo. La compañía de Hanbin, aunque no podía borrar el dolor, al menos le proporcionaba un poco de consuelo en medio de la tormenta emocional.

-Haré lo que pueda para seguir adelante -dijo Jimin, con una determinación renovada en su voz-. Gracias por estar aquí.

Hanbin le sonrió, dándole un leve apretón en el hombro.

-Siempre estaré aquí, Jimin. Ahora vamos a casa. Te llevaré a un lugar donde puedas estar en paz.

Jimin se levantó, sintiéndose ligeramente más ligero gracias al apoyo de su amigo. Mientras caminaban juntos, el lobo interior de Jimin, aunque aún herido, comenzaba a encontrar un pequeño rayo de esperanza en la amistad y el consuelo que le ofrecía Hanbin. La noche aún era larga, pero por primera vez en mucho tiempo, Jimin sintió que podría superar el dolor, al menos con el tiempo y el apoyo adecuado.

Al amanecer del día siguiente, el sol comenzaba a iluminar las calles de la ciudad mientras Jimin y Hanbin regresaban a la mansión de Jimin. La noche anterior había sido una montaña rusa de emociones, pero ahora, con el apoyo de su amigo, Jimin sentía un renovado sentido de propósito.

Cuando llegaron a la mansión, Hanbin se detuvo en medio del vestíbulo, mirando a Jimin con una expresión seria pero cálida.

-Jimin, antes de que continúes con tu día, hay algo que necesito decirte -dijo Hanbin, tomando las manos de Jimin entre las suyas.

Jimin lo miró con curiosidad, sintiendo una mezcla de ansiedad y esperanza.

-¿Qué pasa, Hanbin? -preguntó Jimin.

Hanbin respiró hondo y se arrodilló frente a Jimin, sacando un pequeño anillo de su bolsillo. Su rostro estaba lleno de determinación y ternura.

-Jimin, sé que no ha sido fácil para ti, y que has pasado por mucho dolor. Pero, quiero pedirte que me des la oportunidad de ser tu apoyo constante, de compartir una vida contigo, y de construir un futuro juntos. ¿Te casarías conmigo?

Jimin quedó sin palabras, los ojos abiertamente sorprendidos. La propuesta de Hanbin era inesperada, pero a medida que absorbía el significado de sus palabras, una oleada de emoción lo envolvía.

-¿Estás hablando en serio? -preguntó Jimin, su voz temblorosa-. No puedo creer que me estés pidiendo esto después de todo lo que ha pasado.

Hanbin asintió con una sonrisa afectuosa.

-Estoy hablando en serio. He estado pensando en esto durante mucho tiempo, y sé que quiero estar a tu lado, no solo como amigo, sino como algo más. Quiero formar una familia contigo y apoyarte en todo momento.

Jimin sintió que las lágrimas comenzaban a llenar sus ojos, pero esta vez no era por tristeza. Era una mezcla de alivio, gratitud y un profundo amor.

-Sí, Hanbin -dijo Jimin, con una sonrisa entre lágrimas-. Sí, me casaré contigo.

Hanbin se levantó rápidamente, deslizándole el anillo en el dedo de Jimin. Ambos se abrazaron, sintiendo el calor y el amor que compartían.

La noticia del compromiso entre Jimin y Hanbin se extendió rápidamente, causando una gran conmoción entre los miembros del clan mafioso y en la sociedad en general. La mansión de Jimin fue escenario de una gran sorpresa cuando, durante una reunión inesperada, Jimin y Hanbin anunciaron su compromiso.

-¡No puedo creerlo! -exclamó uno de los asociados, mirando el anillo en el dedo de Jimin con asombro-. ¡El hermano de Jeon Jungkook se casa con Hanbin!

-Es algo completamente inesperado -dijo otro, sacudiendo la cabeza-. Nadie habría imaginado una unión así.

Jungkook, que había sido informado de la noticia mientras gestionaba algunos asuntos en la mansión, estaba igualmente sorprendido. Entró en la sala donde Jimin y Hanbin estaban siendo felicitados por sus amigos y colegas.

-¿Qué significa todo esto? -preguntó Jungkook, su voz llena de sorpresa-. ¿Están comprometidos de verdad?

Jimin se acercó a su hermano, sonriendo con nerviosismo.

-Sí, Jungkook. Hanbin me propuso matrimonio anoche, y acepté. Queremos construir una vida juntos.

Jungkook observó a Hanbin, quien estaba de pie junto a Jimin con una expresión de orgullo y afecto. A pesar de su sorpresa, Jungkook sintió una mezcla de admiración y apoyo hacia su hermano y su nuevo prometido.

-Entonces, felicitaciones a ambos -dijo Jungkook, extendiendo su mano para estrechar la de Hanbin-. Espero que encuentren felicidad y éxito en esta nueva etapa de sus vidas.

Hanbin tomó la mano de Jungkook con respeto.

-Gracias, Jungkook. Aprecio tu apoyo.

El ambiente en la mansión era de celebración, con la noticia del compromiso trayendo una nueva dinámica a las relaciones y al clan. La gente discutía y brindaba por el futuro matrimonio, mientras Jimin y Hanbin se abrazaban, sintiendo el comienzo de una nueva y prometedora aventura juntos.

La vida continuaba para todos, pero el inesperado compromiso entre Jimin y Hanbin era un recordatorio de cómo incluso en el mundo de las mafias, el amor y la lealtad podían superar las pruebas más difíciles.

Hanbin, con una sonrisa de satisfacción, se mantenía cerca de Jimin en medio de la celebración. Miraba a su alrededor, disfrutando de la admiración y el respeto que su compromiso con Jimin le estaba ganando entre los asistentes. La ocasión era una victoria tanto personal como estratégica para Hanbin, pues había logrado asegurarse un lugar en el círculo de influencia de los Jeon, uno de los clanes más poderosos.

Mientras tanto, en un rincón más apartado de la mansión, Yoongi llegó con una expresión tensa. Había escuchado sobre el compromiso de Jimin con Hanbin y no pudo evitar sentirse herido y frustrado. La noticia lo había golpeado duramente, y no podía soportar la idea de haber perdido a Jimin de manera tan definitiva. Avanzó decidido hacia Jimin, que estaba conversando con algunos invitados.

-Jimin -llamó Yoongi, su voz cargada de emoción contenida-. Necesito hablar contigo.

Jimin, al reconocer la voz de Yoongi, se giró lentamente. Su rostro mostró una mezcla de tristeza y determinación. Sabía que este enfrentamiento era inevitable, pero estaba preparado para enfrentarlo.

-¿Qué quieres, Yoongi? -preguntó Jimin, con calma.

Yoongi se acercó, sus ojos fijos en Jimin con intensidad.

-No puedo creer que estés haciendo esto, Jimin. ¿Cómo pudiste hacerlo? Pensé que había algo entre nosotros, que había una posibilidad para nosotros.

Jimin se cruzó de brazos, su mirada firme y su tono de voz implacable.

-Perdiste tu oportunidad, Yoongi -dijo Jimin con frialdad-. No puedes venir aquí ahora y reclamar algo que no quisiste cuando lo tenías. Rechazaste lo que te ofrecí, y ahora estás viendo las consecuencias de tus decisiones.

Yoongi frunció el ceño, visiblemente afectado por las palabras de Jimin.

-No es tan simple. No sabía que las cosas se pondrían así. Solo... no sabía qué hacer.

Jimin sacudió la cabeza, decepcionado.

-No es excusa suficiente, Yoongi. Mi vida no puede esperar mientras tú decides qué hacer. Hanbin está aquí ahora, y él ha mostrado que está dispuesto a comprometerse y a formar una vida conmigo. Si realmente te importaba algo de lo que teníamos, deberías haber tomado una decisión antes.

Yoongi bajó la mirada, sintiendo el peso de la culpa y la tristeza. Se dio cuenta de que Jimin había tomado una decisión y estaba avanzando hacia un futuro que él había perdido por su indecisión.

-No quería que esto terminara así -murmuró Yoongi-. Solo quería que supieras que aún me importas.

Jimin suspiró, su tono suavizándose un poco.

-Lo que me importa ahora es seguir adelante. Acepté la propuesta de Hanbin y estoy comprometido a construir algo con él. Espero que encuentres tu camino también, Yoongi.

Yoongi asintió, entendiendo que la conversación había terminado. Se dio media vuelta y se alejó, dejando a Jimin con una sensación de resolución y tristeza. Mientras Yoongi se marchaba, Jimin volvió a unirse a la celebración, tratando de enfocarse en el nuevo capítulo que estaba comenzando junto a Hanbin.

La velada continuó, con la noticia del compromiso y el drama personal aún resonando en los corazones de aquellos involucrados. Hanbin, satisfecho con la dirección que estaba tomando su vida, se mantenía cerca de Jimin, disfrutando del éxito de su plan y del lugar que ahora ocupaba en la familia Jeon.

La celebración continuó en la mansión, con Hanbin y Jimin en el centro de la atención. La noticia del compromiso se había esparcido rápidamente, y la sorpresa y el asombro eran evidentes en los rostros de los invitados. Mientras tanto, el ambiente estaba cargado de una mezcla de emociones, desde la euforia de Hanbin hasta la melancolía de Jimin y la frustración no resuelta de Yoongi.

Jimin, aunque intentaba mantener una actitud positiva, no podía evitar sentir la presión de estar en el centro de un torbellino emocional. Hanbin, a su lado, mostraba una satisfacción palpable, sabiendo que su plan había tenido éxito y que ahora formaba parte de una de las familias más influyentes en el mundo del crimen.

-Jimin, ¿te encuentras bien? -preguntó Hanbin, notando que Jimin estaba un poco distante.

-Sí, estoy bien -respondió Jimin, tratando de sonreír-. Solo un poco cansado.

Hanbin asintió, apretando suavemente la mano de Jimin.

-Lo entiendo. No te preocupes, esta noche es para celebrar. Vamos a disfrutar y a hacer de este momento algo especial.

Jimin asentó, aunque su mente seguía centrada en la conversación con Yoongi. Mientras la fiesta continuaba, Yoongi salió de la mansión, su corazón pesado con el dolor de la pérdida y la humillación. Se dirigió a su coche, sintiendo el peso de la decisión que había tomado.

En un rincón apartado, Hanbin se acercó a Jimin con una expresión de satisfacción en el rostro.

-Creo que todo ha salido como lo planeamos -dijo Hanbin-. Con esto, he asegurado mi lugar en la familia Jeon y, por lo tanto, mi futuro. Estoy contento de tenerte a mi lado, Jimin.

Jimin miró a Hanbin con una mezcla de determinación y resignación.

-Yo también estoy comprometido a hacer que esto funcione -dijo Jimin-. No puedo cambiar el pasado, pero puedo controlar mi futuro.

Hanbin sonrió y colocó una mano en el hombro de Jimin.

-Así es. Ahora, disfrutemos de la celebración y miremos hacia el futuro.

Mientras tanto, Yoongi, en su coche, llamaba a su socio, tratando de buscar alguna distracción para aliviar su dolor. La llamada se atendió rápidamente.

-¿Sí? -dijo la voz en el teléfono.

-Es Yoongi -respondió-. ¿Podemos hablar? Necesito distraerme y enfocarme en algo más.

La voz en el teléfono mostró comprensión.

-Claro, ¿qué te preocupa?

-He tenido un día difícil -dijo Yoongi-. Creo que necesito algo de compañía y una distracción.

A medida que avanzaba la noche, Hanbin y Jimin compartían un momento íntimo en una terraza privada, disfrutando de la vista de la ciudad iluminada. La celebración había llegado a su clímax, y Hanbin aprovechó para hacer algunos anuncios importantes a su círculo cercano.

-Ahora que estamos oficialmente comprometidos, quiero asegurarme de que todos entiendan la importancia de nuestra unión -dijo Hanbin-. Este compromiso no solo fortalece nuestra posición, sino que también nos permite trabajar juntos de una manera más efectiva.

Los invitados asintieron, comprendiendo la magnitud del evento. Mientras tanto, Jimin trataba de concentrarse en el presente y en lo que significaba para él este nuevo capítulo. Aunque estaba rodeado de lujo y celebraciones, no podía evitar sentir la tristeza por lo que había perdido y el cambio que había aceptado.

Al final de la noche, Jimin y Hanbin se retiraron a su habitación, buscando consuelo en la compañía del otro. Aunque el compromiso era una señal de un nuevo comienzo para ambos, el dolor de las decisiones pasadas seguía presente en la mente de Jimin, que trataba de hacer las paces con su nuevo papel y con las emociones que aún lo perseguían.

Los días siguientes a su compromiso, Jimin se sumergió en los preparativos para la boda, buscando apoyo en su cuñado Taehyung y su hermana Rose. La mansión de los Jeon se convirtió en un hervidero de actividad, con la planificación de la boda ocupando gran parte del tiempo de Jimin. Taehyung y Rose estaban más que dispuestos a ayudar, aunque la situación era algo complicada debido a las circunstancias.

En una sala de estar privada, Jimin se encontraba revisando una lista de tareas mientras Taehyung y Rose se sentaban a su lado, intercambiando miradas de comprensión y apoyo.

-Bueno, parece que tenemos bastante que hacer -dijo Jimin, mirando a Taehyung y Rose-. Necesito que nos centremos en los detalles de la ceremonia y la recepción. Quiero que todo esté perfecto, especialmente dado el contexto.

Rose asintió, echando un vistazo a las notas que Jimin había preparado.

-Entiendo. ¿Qué te parece si empezamos con la lista de invitados? -sugirió Rose-. ¿Cuántas personas esperas invitar?

-Estamos pensando en algo grande, pero también queremos que sea íntimo -respondió Jimin-. Así que debemos equilibrar eso. Tal vez unas 200 personas.

Taehyung asintió, sacando su teléfono para tomar nota.

-Perfecto. Entonces necesitamos pensar en el lugar de la ceremonia y la recepción. ¿Tienes alguna idea en mente?

-Sí, estaba pensando en un lugar elegante pero con un toque personal -dijo Jimin-. Algo que represente la unión de nuestras familias y la importancia de este momento.

Rose sonrió, mirando a Jimin con aprecio.

-Te ayudaré a buscar opciones. ¿Qué hay del vestido y el traje? ¿Ya tienes alguna idea de lo que quieres?

Jimin se encogió de hombros, luciendo un poco pensativo.

-Aún no estoy seguro del diseño exacto, pero quiero algo que sea clásico y a la vez moderno. Quiero que refleje tanto mi estilo como el de Hanbin.

Taehyung se inclinó hacia adelante, mirando a Jimin con una mezcla de simpatía y determinación.

-No te preocupes, Jimin. Vamos a hacer que todo salga bien. Este es un momento importante para ti, y nos aseguraremos de que sea perfecto.

-Gracias, Taehyung. Aprecio mucho tu apoyo -dijo Jimin, su voz cargada de gratitud.

En la tarde, el trío se dirigió a varias boutiques y lugares de recepción. Mientras recorrían las opciones, la conversación se mantenía ligera, con Taehyung y Rose haciendo todo lo posible por aliviar la tensión que Jimin sentía.

-Mira este lugar -dijo Rose, señalando una elegante sala de recepción-. Tiene el ambiente sofisticado que estás buscando.

Jimin observó con atención, asintiendo lentamente.

-Es precioso. Creo que podría funcionar muy bien para lo que tengo en mente.

-Perfecto -dijo Taehyung-. Ahora, vamos a concentrarnos en los detalles del vestido y el traje.

Después de un día de búsqueda y planificación, Jimin y sus dos aliados regresaron a la mansión exhaustos pero satisfechos con el progreso.

-Ha sido un día largo, pero creo que hemos avanzado bastante -dijo Jimin-. Gracias por estar aquí y por todo lo que están haciendo.

Rose le dio una sonrisa cálida.

-No tienes que agradecer. Estamos aquí para ti, Jimin. Haremos todo lo posible para que tu boda sea especial.

-Así es -añadió Taehyung-. Ahora, vamos a descansar y a seguir con los preparativos mañana.

Jimin asintió, sintiéndose aliviado por el apoyo de su familia. Aunque el proceso de planificación no estaba exento de complicaciones, saber que tenía a Taehyung y Rose a su lado le brindaba una sensación de seguridad y esperanza en medio del tumulto emocional que atravesaba.

En una de las salas privadas de la mansión, Jungkook se reunió con Hanbin para una conversación seria. La atmósfera estaba cargada de tensión mientras Jungkook, con una expresión de determinación en el rostro, se sentaba frente a Hanbin, quien había llegado para discutir algunos detalles finales sobre la boda y la relación con Jimin.

-Hanbin, quiero hablar contigo sobre algo importante -comenzó Jungkook, su tono grave y autoritario-. Esto es sobre mi hermano, Jimin.

Hanbin, aún adaptándose a la nueva dinámica con los Jeon, se acomodó en su silla, intentando mostrar una actitud calmada a pesar de la seriedad de la conversación.

-Claro, Jungkook. Estoy escuchando. ¿Qué te preocupa?

Jungkook lo miró fijamente, dejando claro que no había lugar para vacilaciones en esta conversación.

-Jimin es muy importante para mí. Y aunque estoy dispuesto a aceptar tu compromiso con él, quiero que entiendas una cosa muy clara -dijo Jungkook-. Si veo una sola lágrima en la cara de Jimin, si le haces un solo daño, no habrá duda de cuál será tu destino.

Hanbin frunció el ceño, dándose cuenta de la gravedad de las palabras de Jungkook. Sabía que Jungkook no estaba bromeando y que su mensaje era serio.

-Lo entiendo, Jungkook -respondió Hanbin con calma, aunque su voz tenía un leve temblor-. Quiero que sepas que mi intención no es herir a Jimin de ninguna manera. Estoy comprometido con él y con nuestra relación. No tengo planes de causarle dolor.

Jungkook asintió lentamente, su mirada aún fija en Hanbin.

-Espero que así sea. Mi hermano ha pasado por mucho, y lo último que necesita es más sufrimiento. Si veo que te desvías de ese camino, no dudaré en actuar. Mi prioridad es su bienestar.

Hanbin asintió, comprendiendo el peso de las palabras de Jungkook.

-Lo entiendo completamente. Haré todo lo posible para que Jimin sea feliz y para cumplir con las expectativas que tienes. No tienes que preocuparte.

Jungkook se levantó de su silla, mostrando un gesto de aprobación.

-Eso es lo que quería escuchar. Asegúrate de que Jimin esté bien cuidado y amado. No quiero tener que volver a tener esta conversación.

Hanbin se levantó también, asintiendo con una mezcla de respeto y determinación.

-Lo haré, Jungkook. Haré todo lo que esté en mis manos para cumplir con lo que has dicho.

Jungkook le dirigió una última mirada severa antes de dirigirse hacia la puerta.

-Entonces estamos claros. Espero que todo salga bien en la boda, y que no haya motivos para que tengamos que discutir de nuevo.

Con esas palabras, Jungkook salió de la sala, dejando a Hanbin con una clara impresión de la seriedad del asunto. Hanbin se quedó en la sala, reflexionando sobre la conversación y la importancia de cumplir con sus promesas para evitar futuros conflictos con Jungkook.

La noche del matrimonio llegó con un aire de elegancia y sofisticación. La mansión Jeon estaba transformada en un lugar mágico, adornada con flores blancas y doradas, y las luces suaves creaban un ambiente romántico. El jardín se había convertido en un escenario de ensueño para la ceremonia, con una alfombra de pétalos de rosa que conducía al altar decorado con drapeados de seda y luces parpadeantes.

Taehyung, Rose y el resto del personal estaban ocupados ultimando los detalles, asegurándose de que todo estuviera perfecto para la ocasión. La emoción estaba en el aire mientras los invitados comenzaban a llegar, elegantemente vestidos para el evento. La ceremonia se llevaría a cabo bajo las estrellas, y el sonido de la música clásica de fondo añadía un toque de sofisticación.

Jimin, con un elegante traje de gala y un rostro radiante, se encontraba en el vestidor, ajustando los detalles finales de su atuendo. Su hermana Rose estaba a su lado, ayudándolo a preparar todo para la ceremonia.

-Estás deslumbrante, Jimin -dijo Rose, sonriendo con orgullo-. No puedo creer que este día haya llegado. Todo va a salir perfecto.

Jimin sonrió, aunque un destello de nerviosismo cruzó por sus ojos.

-Gracias, Rose. Estoy emocionado, pero también un poco nervioso. Espero que todo salga bien.

En ese momento, Hanbin entró en el vestidor, con una mirada decidida y confiada. Se acercó a Jimin y le ofreció una sonrisa tranquilizadora.

-No te preocupes, Jimin. Todo está en orden y todo saldrá como lo hemos planeado. Esta es nuestra noche.

Jimin asintió, tomando una respiración profunda para calmar sus nervios.

-Sí, tienes razón. Vamos a hacerlo.

Mientras tanto, Jungkook y sus hombres observaban desde una esquina del jardín, asegurándose de que todo estuviera bajo control. La presencia de Jungkook era imponente, y su actitud mostraba que estaba listo para cualquier eventualidad, aunque también se notaba su apoyo y felicidad por el matrimonio de su hermano.

-Todo está en su lugar -dijo Jungkook a sus hombres-. Mantengan los ojos abiertos, pero recuerden que hoy es un día para celebrar.

Finalmente, la ceremonia comenzó. Jimin y Hanbin caminaron hacia el altar, con todos los ojos puestos en ellos. La música envolvía el ambiente mientras la ceremonia avanzaba, y el oficiante recitaba las palabras que unirían a los dos en matrimonio.

Jungkook se encontraba en un lugar destacado, observando con una expresión que mezclaba orgullo y satisfacción. La ceremonia fue emotiva, con momentos de lágrimas y risas, y la unión de Jimin y Hanbin fue sellada con un beso bajo las luces de la noche.

Después de la ceremonia, la celebración continuó con un elegante banquete en el jardín, donde los invitados disfrutaron de una deliciosa cena y bailaron al ritmo de la música en vivo. La atmósfera estaba llena de alegría y camaradería, y la noche se desarrolló en un ambiente de festiva celebración.

A medida que avanzaba la noche, Jungkook y Taehyung se acercaron al centro del jardín, donde la luna brillaba sobre ellos. Tomados de la mano, disfrutaron de un momento de tranquilidad y reflexión, alejados del bullicio de la fiesta.

-¿Te gusta cómo está saliendo todo? -preguntó Jungkook, mirando a Taehyung con una sonrisa.

Taehyung asintió, su rostro iluminado por la luz de la luna.

-Sí, está todo perfecto. Me alegra ver a Jimin tan feliz. Ha sido un día increíble.

Jungkook apretó la mano de Taehyung, con una expresión de satisfacción y amor.

-Lo ha sido. Y me alegra que estemos aquí juntos, celebrando este momento.

La noche continuó con celebraciones y alegría, mientras Jimin y Hanbin comenzaban su nueva vida juntos, rodeados de amigos y familiares que compartieron su felicidad. La boda fue un éxito rotundo, marcando un nuevo capítulo en la vida de todos los involucrados, y dejando una impresión duradera en la familia Jeon y sus asociados.

La noche de la boda, Jimin y Hanbin se embarcaron en su luna de miel hacia París, la ciudad del amor. El vuelo transcurrió en un ambiente de tranquilidad, y al aterrizar en el aeropuerto Charles de Gaulle, fueron recibidos por un elegante coche que los llevó a su lujosa suite en un hotel boutique en el corazón de la ciudad.

La habitación estaba decorada con flores frescas y velas aromáticas, creando una atmósfera romántica y acogedora. Hanbin, con una sonrisa de satisfacción, ayudó a Jimin a deshacer el equipaje mientras compartían miradas cómplices y sonrisas tímidas.

-París es increíble -dijo Hanbin, mientras colocaba las maletas en el armario-. Espero que disfrutes cada momento aquí.

Jimin, aunque sonreía, no podía evitar sentirse incómodo. Mientras deshacía su maleta, sus pensamientos se desvían a la noche anterior y al rechazo doloroso que había sentido por parte de Yoongi. Aunque intentaba centrarse en su nueva vida, la sensación de estar con alguien que no era su destinado le resultaba inquietante.

La noche continuó con una cena romántica en el hotel. La comida era exquisita, pero Jimin luchaba por disfrutarla. Cada toque de Hanbin, cada caricia, le resultaba incómodo y extraño, como si algo estuviera mal en la conexión. Aunque trataba de disimular, la incomodidad era evidente en su rostro.

-¿Te pasa algo? -preguntó Hanbin, con una mirada preocupada-. Pareces distraído.

Jimin forzó una sonrisa, tratando de ocultar su malestar.

-No, no es nada. Solo estoy cansado. El día ha sido largo.

Hanbin asintió, sin sospechar que algo más estaba en juego. Después de la cena, se retiraron a su suite, y la atmósfera se tornó más íntima. Mientras Hanbin intentaba acercarse a Jimin de una manera más personal, Jimin sintió un creciente desagrado.

Cuando Hanbin intentó abrazarlo y mostrarle afecto, Jimin se tensó visiblemente. Sus manos, su piel, todo le resultaba ajeno. La sensación de estar con alguien que no era su destinado le provocaba una repulsión que no podía controlar.

-Hanbin, no sé si puedo... -dijo Jimin, apartándose suavemente-Siento que no es el momento adecuado para esto.

Hanbin, aunque sorprendido, respetó el deseo de Jimin y se alejó un poco, dándole espacio. La situación creó una atmósfera incómoda, y ambos se acomodaron en la cama sin hablar mucho. La distancia entre ellos era palpable, y Jimin se dio cuenta de que su mente estaba llena de pensamientos sobre Yoongi, a quien aún sentía como su verdadero destinado.

Esa noche, mientras el suave resplandor de las luces de la ciudad iluminaba la habitación, Jimin se dio cuenta de que, a pesar del esplendor y el glamour de su luna de miel en París, la sensación de estar con alguien que no era su destinado lo afectaba profundamente. Se quedó despierto durante gran parte de la noche, sintiendo el peso de su decisión y la tristeza por el camino que había tomado.

A pesar de la incomodidad y el desasosiego que Jimin sentía, la noche avanzó con una mezcla de formalidad y tensión. Hanbin, percibiendo la distancia emocional pero deseando mantener el respeto y el cuidado, optó por un enfoque más reservado. Mientras Jimin se mantenía en silencio, Hanbin se esforzaba por crear un ambiente relajado y cómodo.

Después de cenar, ambos se retiraron a la cama. Jimin se tumbó de un lado, mirando el techo, mientras Hanbin, con una actitud comprensiva, intentó no presionarlo. La suave iluminación de la habitación y el suave sonido del viento fuera del hotel creaban una atmósfera que, aunque romántica, no lograba aliviar la incomodidad de Jimin.

Hanbin se acomodó a su lado, extendiendo una mano cautelosa hacia Jimin.

-Jimin, sé que esto es nuevo para ti -dijo Hanbin con voz suave-. Quiero que te sientas a gusto. Si necesitas espacio, dímelo.

Jimin, con una mezcla de sentimientos encontrados, miró a Hanbin. Agradecía su paciencia, pero la distancia emocional seguía presente. Con un suspiro, Jimin intentó dejar de lado sus pensamientos sobre Yoongi y centrarse en el momento presente.

-Lo siento, Hanbin -murmuró Jimin-. Solo estoy un poco confundido.

Hanbin le dio una sonrisa comprensiva y le pasó un brazo por encima del hombro, intentando ofrecer consuelo.

-No tienes que disculparte. Estoy aquí para ti, sin importar lo que pase. Si necesitas hablar o simplemente estar en silencio, lo respeto.

La conversación se desvaneció en un silencio cómodo, mientras ambos se acomodaban en la cama. Jimin, a pesar de sus sentimientos de desagrado, trató de concentrarse en la presencia de Hanbin a su lado, intentando adaptarse a la nueva realidad de su vida.

Finalmente, la noche avanzó y, con el paso de las horas, Jimin se permitió cerrar los ojos, aunque su mente seguía agitada. Hanbin, con su atención y cuidado, intentó brindar consuelo a Jimin mientras pasaban la noche juntos. La presencia de Hanbin, a pesar de la falta de conexión emocional profunda, ofrecía un tipo de compañía que, aunque no era la ideal, ayudaba a calmar la inquietud de Jimin.

La luna de miel, a pesar de su aparente esplendor, se convirtió en un período de ajuste para Jimin, un recordatorio de que las decisiones tomadas no siempre traen la felicidad esperada. La noche pasó, y mientras Jimin se acurrucaba en la cama, Hanbin permanecía a su lado, intentando hacer de este momento el mejor posible dadas las circunstancias.

El sol se levantó sobre París, bañando la habitación con una luz dorada. Hanbin despertó antes que Jimin y decidió prepararle un desayuno especial para intentar aligerar el ambiente. Con cuidado, salió de la habitación y se dirigió a la cocina del hotel para preparar algo que pudiera animar a Jimin.

Mientras tanto, Jimin se desperezaba en la cama, sintiendo la sensación de desconcierto del día anterior. La noche había sido un torbellino de emociones, y aunque había pasado tiempo junto a Hanbin, sentía que la conexión que deseaba estaba aún fuera de alcance.

Cuando Hanbin regresó con el desayuno, se encontró con Jimin ya despierto, sentado en la cama con un semblante cansado pero más sereno. La mesa estaba llena de croissants, frutas frescas, y una taza de café humeante.

-Buenos días, Jimin -dijo Hanbin, tratando de sonar alegre-. Espero que esto te anime un poco.

Jimin levantó una ceja, mirando la comida con una ligera sonrisa.

-Buenos días. Gracias, Hanbin. Esto se ve bien.

Hanbin se sentó a su lado, sirviendo a Jimin una porción de croissant y un poco de café. Ambos comenzaron a comer en silencio, el ambiente en la habitación era menos tenso que la noche anterior.

-Quiero que sepas que entiendo que esto no es fácil para ti -dijo Hanbin con voz suave-. A veces las cosas no salen como planeamos, pero estoy aquí para ti. Si hay algo que pueda hacer para mejorar las cosas, por favor, dímelo.

Jimin lo miró con una mezcla de gratitud y tristeza.

-Lo aprecio, Hanbin. No es tu culpa. Simplemente estoy intentando adaptarme a todo esto. A veces, la mente no coopera.

Hanbin asintió, tomando una profunda respiración para mantener la calma y la positividad.

-Lo entiendo. No hay prisa. Estamos aquí para construir algo juntos, y eso lleva tiempo. Quiero que te sientas cómodo y que podamos encontrar un equilibrio en esto.

El resto de la mañana pasó con ambos tratando de disfrutar el ambiente de la ciudad. Hanbin propuso visitar algunos de los lugares más famosos de París, pero Jimin, aunque apreció el gesto, no podía evitar sentir que el viaje era más una obligación que una celebración.

Mientras paseaban por los encantadores bulevares y admiraban los monumentos emblemáticos, Jimin trataba de apreciar el esplendor de la ciudad. Sin embargo, sus pensamientos seguían volviendo a Yoongi, a sus propios sentimientos de rechazo, y al conflicto interno que lo consumía.

Hanbin, consciente de la lucha interna de Jimin, mantenía una actitud comprensiva y paciente. A medida que avanzaba el día, trató de enfocar la atención de Jimin en las pequeñas maravillas que París ofrecía, esperando que el entorno pudiera ofrecer algo de consuelo.

Finalmente, al atardecer, regresaron al hotel. La noche se presentaba como una nueva oportunidad para intentar reconectar, y Hanbin esperó que el tiempo juntos en un entorno tan romántico pudiera ayudar a Jimin a encontrar algo de paz y aceptación.

La luna brillaba sobre la ciudad mientras Hanbin y Jimin se preparaban para la noche, con la esperanza de que, con el tiempo, la relación pudiera florecer, incluso si el inicio había sido complicado. A pesar de las dificultades y los sentimientos encontrados, ambos estaban decididos a hacer que su unión funcionara, enfrentando los desafíos con un sentido de compromiso y paciencia.

Esa noche, el aire en el hotel de lujo en París estaba impregnado de una mezcla de elegancia y tensión. Jimin se preparaba para una noche más con Hanbin, la cual esperaba con sentimientos encontrados. La habitación estaba iluminada por la luz suave de las lámparas, y la cama estaba adornada con pétalos de rosa, creando un ambiente romántico que contrastaba con los sentimientos internos de Jimin.

Hanbin, vestido con un elegante traje de noche, se acercó a Jimin con una copa de champán. Intentaba mostrar una actitud relajada y confiada, pero en su interior estaba consciente de la lucha emocional de Jimin.

-¿Te gustaría brindar? -preguntó Hanbin, extendiendo la copa hacia Jimin.

Jimin miró la copa con una ligera sonrisa forzada, tomándola y chocando los dos vasos.

-Claro, Hanbin. Brindemos por un nuevo comienzo.

Ambos bebieron un sorbo del champán, y Hanbin, con un intento de alivianar el ambiente, tomó la mano de Jimin y lo guió hacia el balcón de la habitación. Desde allí, podían ver las luces de París brillando en la distancia, un espectáculo que era innegablemente hermoso.

-¿Sabes? -dijo Hanbin-. París siempre ha sido un lugar especial para mí. Cada vez que vengo aquí, me recuerda que la vida tiene muchas sorpresas y que a veces, las cosas que parecen complicadas pueden convertirse en algo maravilloso.

Jimin miró las luces con un suspiro.

-Es un lugar hermoso. Y aunque las cosas no han sido fáciles, es agradable estar aquí.

Hanbin asintió, notando el tono melancólico en la voz de Jimin.

-Entiendo que esto no ha sido lo que esperabas. Pero estoy aquí para ti. Quiero que seas feliz, y haré todo lo que pueda para que esto funcione.

Jimin lo miró, sus ojos mostrando una mezcla de gratitud y tristeza.

-Lo aprecio, Hanbin. La verdad es que estoy tratando de adaptarme a esta nueva realidad. Es difícil aceptar que no estoy con la persona que pensé que estaría.

Hanbin tomó una respiración profunda, queriendo ofrecer consuelo.

-Lo sé. Pero juntos, podemos construir algo sólido. No tienes que hacerlo solo. Estoy aquí para apoyarte en cada paso.

Después de un rato en el balcón, Hanbin sugirió pasar a la cena. Había organizado una cena especial en el restaurante del hotel, esperando que el ambiente tranquilo y la comida deliciosa pudieran aliviar un poco la tensión.

Durante la cena, Hanbin continuó esforzándose por mantener una conversación ligera y agradable. Mientras hablaban sobre la vida en París y los planes futuros, Jimin intentaba dejarse llevar por el momento, aunque sus pensamientos seguían regresando a Yoongi y a la confusión que sentía.

Después de la cena, ambos regresaron a su habitación. Hanbin, sintiendo la tensión acumulada de la noche, trató de crear un ambiente relajante. Encendió unas velas y puso música suave para intentar relajar a Jimin.

Jimin, aún con una sensación de incomodidad, aceptó la invitación de Hanbin de pasar un tiempo juntos en la cama. Aunque no estaba completamente a gusto, entendía la importancia de intentar hacer que la noche fuera especial para ambos.

Hanbin se acercó a Jimin con ternura, y mientras intentaba acercarse más, Jimin, con un esfuerzo visible, se permitió ser abrazado. Hanbin comenzó a besar a Jimin suavemente, tratando de hacerle sentir que estaba seguro y querido. Aunque Jimin luchaba con sus emociones, intentó dejarse llevar por el momento, buscando encontrar algo de consuelo en la cercanía.

La noche transcurrió lentamente, con ambos esforzándose por encontrar un equilibrio entre sus emociones y la realidad de su nueva relación. Aunque el rechazo de Yoongi seguía pesando en el corazón de Jimin, Hanbin estaba decidido a ofrecerle el apoyo y la comprensión que necesitaba.

A la mañana siguiente, Jimin despertó con una sensación de agotamiento, pero también con una ligera esperanza de que, con el tiempo, podría encontrar algo de paz en su nuevo camino junto a Hanbin. Aunque la noche anterior no había sido perfecta, la intención y el esfuerzo de Hanbin le dieron una chispa de esperanza en medio de su confusión.

Ambos se prepararon para continuar su viaje en París, con la esperanza de que, con el tiempo, la conexión entre ellos podría fortalecerse y que el viaje, aunque complicado, podría llevarlos hacia un futuro más claro.

Mientras tanto, en Seúl, Yoongi estaba en su apartamento, rodeado de una atmósfera cargada de desolación. La noche anterior, tras su encuentro con Jimin, había sido uno de los momentos más difíciles para él. Aunque trató de mantener una apariencia tranquila, sus emociones estaban a flor de piel. No podía dejar de pensar en la conversación que había tenido con Jimin y en cómo sus decisiones habían llevado a una serie de eventos que no podía controlar.

Yoongi se encontraba en su estudio, donde solía pasar largas horas trabajando en su música. Sin embargo, esa noche, las notas y los acordes parecían no llegar. Sus pensamientos estaban centrados en Jimin y el dolor que sintió al verlo rechazarlo. La imagen de Jimin, herido y decepcionado, seguía repitiéndose en su mente.

Se dejó caer en la silla de su escritorio, mirando los papeles esparcidos y el teclado del ordenador, sin ganas de trabajar. La luz de la lámpara proyectaba sombras alargadas en las paredes, creando un ambiente sombrío que reflejaba su estado emocional.

-¿Qué he hecho? -murmuró Yoongi, con voz baja y quebrada.

El sonido de su teléfono rompió el silencio. Era un mensaje de uno de sus amigos, preguntando cómo estaba. Yoongi suspiró y escribió una respuesta breve, sin entrar en detalles sobre lo que realmente sentía.

La noticia del compromiso de Jimin con Hanbin había llegado a sus oídos a través de los rumores. Aunque no quería admitirlo, la noticia lo había golpeado con una mezcla de dolor y resentimiento. No entendía por qué había tomado la decisión de rechazar a Jimin, ni cómo sus sentimientos se habían vuelto tan complicados. La duda y la culpa lo atormentaban.

Con una sensación de desesperanza, Yoongi se levantó y caminó hacia la ventana de su apartamento, observando las luces de la ciudad de Seúl. La noche estaba clara y fría, y las luces de la ciudad parpadeaban como estrellas distantes. Mientras miraba el horizonte, pensó en el futuro de Jimin y en cómo sus caminos se habían separado.

-¿Y si he cometido un error? -se preguntó a sí mismo, sintiendo una punzada de arrepentimiento.

Pasaron los días, y Yoongi intentó sumergirse en su trabajo para distraerse. Componía música con una intensidad que no sentía antes, como si estuviera tratando de canalizar sus emociones a través de sus composiciones. Sin embargo, a pesar de su esfuerzo, la tristeza persistía.

Un día, mientras Yoongi trabajaba en una pista nueva, recibió una llamada inesperada de un contacto de la mafia. El mensaje era breve pero claro: había una reunión importante en la ciudad con implicaciones para el futuro de la organización. La noticia le recordó que, a pesar de su dolor personal, su vida seguía adelante con responsabilidades que no podía ignorar.

Yoongi se preparó para la reunión, tratando de poner su dolor y confusión en un rincón de su mente. Sabía que tenía que concentrarse en el presente y en los problemas que enfrentaba la mafia. Aunque el rechazo de Jimin seguía pesando en su corazón, entendía que debía cumplir con sus deberes y mantener la estabilidad en el mundo que conocía.

Al llegar a la reunión, Yoongi se encontró con figuras importantes del mundo de la mafia. La conversación giró en torno a alianzas estratégicas y futuros acuerdos, temas que requerían su atención y habilidades. Aunque estaba presente físicamente, su mente a menudo volvía a Jimin y al dolor de su rechazo.

La noche que siguió a la reunión, Yoongi se encontró nuevamente en su apartamento, enfrentando la soledad. Mientras contemplaba las luces de la ciudad, se preguntaba si alguna vez podría encontrar la paz con sus sentimientos. La aceptación de la realidad de que Jimin estaba con Hanbin fue un proceso doloroso, pero Yoongi sabía que debía avanzar, a pesar de la tristeza que lo acompañaba.

La vida continuaba en su curso, y aunque el camino estaba lleno de incertidumbres y heridas, Yoongi estaba decidido a seguir adelante, enfrentando sus emociones y buscando un propósito en medio del caos.

Mientras Yoongi se preparaba para su traslado a Rusia, tratando de dejar atrás su dolor y comenzar una nueva vida, una inesperada reunión en París lo detuvo en seco. Después de una noche de trabajo en una de las reuniones más importantes con mafiosos y aliados, Yoongi se dirigía a su habitación de hotel, agotado pero esperanzado por el cambio que se avecinaba en su vida.

En medio del bullicio de la ciudad, en el bar del hotel, sus ojos se encontraron con los de Jimin. El encuentro fue inesperado y cargado de emociones no resueltas. Jimin estaba allí, rodeado de la atmósfera lujosa del bar, con una mezcla de determinación y vulnerabilidad en su mirada.

Yoongi se quedó paralizado por un momento, sin saber si debía acercarse o seguir su camino. Jimin, al notar su presencia, se levantó y caminó hacia él con pasos decididos.

-Yoongi -dijo Jimin, su voz cargada de una mezcla de tristeza y esperanza.

Yoongi no pudo evitar acercarse, su corazón latiendo con fuerza. Las palabras parecían innecesarias en ese momento, ya que ambos sabían que había una carga emocional entre ellos que no se podía ignorar.

Jimin se detuvo frente a él, y en un impulso inesperado, se inclinó hacia adelante y lo besó. Fue un beso lleno de pasión y añoranza, un intento de expresar todo lo que habían sentido y perdido. La conexión entre ellos se sintió intensa y palpable, como si el tiempo se hubiera detenido y todos los sentimientos reprimidos finalmente salieran a la superficie.

Yoongi respondió al beso con la misma intensidad, abrazando a Jimin con fuerza. En ese momento, las preocupaciones y el dolor del pasado parecían desvanecerse. Ambos se entregaron a la sensación de estar juntos, como si intentaran recuperar el tiempo perdido y sanar las heridas que los habían separado.

Esa noche, se retiraron a la habitación de hotel de Yoongi, donde la atmósfera estaba cargada de una mezcla de tensión y deseo. La habitación estaba iluminada por la suave luz de las lámparas y las cortinas moviéndose con la brisa de la noche. El ambiente era íntimo, reflejando el estado emocional de ambos.

Mientras la noche avanzaba, Jimin y Yoongi permanecieron juntos, compartiendo momentos de cercanía y ternura. Se acurrucaron en la cama, intercambiando caricias y susurros que expresaban la profundidad de sus sentimientos. Era una forma de reconectar y encontrar consuelo en medio del caos de sus vidas.

A pesar de la intensidad del encuentro, la realidad estaba presente en sus mentes. Sabían que su relación estaba llena de complicaciones y decisiones difíciles. Sin embargo, esa noche fue una forma de recordar lo que habían compartido y de tratar de encontrar un cierre a su historia, al menos por un momento.

A la mañana siguiente, mientras el sol comenzaba a asomar por el horizonte, Yoongi y Jimin se despertaron enredados en las sábanas, con una sensación de paz mezclada con incertidumbre. Aunque el futuro seguía siendo incierto, ese encuentro en París había ofrecido un breve respiro a sus corazones heridos y una oportunidad para recordar el amor que una vez compartieron.

Yoongi miró a Jimin con una mezcla de tristeza y gratitud, sabiendo que ese momento era un capítulo final en su historia juntos. Aunque sus caminos se separarían nuevamente, ambos sabían que la noche en París había sido un recordatorio de la conexión profunda que habían tenido.

Con un último beso y un abrazo, se despidieron, cada uno preparándose para enfrentar el futuro y continuar con sus vidas, llevando consigo el recuerdo de esa noche como un testimonio del amor que una vez compartieron.

Mientras Jimin salía del hotel, una mezcla de emociones lo envolvía. El aire fresco de París lo golpeó con fuerza, y las luces de la ciudad parecían brillar con un nuevo significado. Había sido un encuentro breve, pero intensamente significativo. Aunque sabía que su relación con Hanbin continuaba y que había decisiones que tomar, el beso con Yoongi resonaba en su mente, recordándole lo que había perdido.

Se dirigió hacia el café de la esquina, donde planeaba reflexionar sobre la noche anterior. Mientras se acomodaba en una mesa junto a la ventana, no podía evitar sentir un tirón en su corazón al recordar la forma en que Yoongi lo había mirado, la desesperación y la pasión en sus ojos. Era una conexión que había desafiado el tiempo y las circunstancias.

Mientras tanto, en el hotel, Yoongi se sentó en el borde de la cama, observando cómo la luz del día se filtraba por las cortinas. La sensación de paz que había experimentado la noche anterior se desvanecía lentamente, dejándole con un profundo vacío. Sabía que había regresado a un mundo de responsabilidades y decisiones que no podían ignorarse, pero la imagen de Jimin seguía viva en su mente, como una llama que no podía apagar.

Decidió que necesitaba aclarar sus pensamientos, así que se duchó y se vistió con la intención de salir a caminar por las calles de París. Al salir, el bullicio de la ciudad lo recibió, un recordatorio de que la vida continuaba a su alrededor. Paseó por las calles, observando a las parejas riendo y disfrutando de la vida, mientras su mente luchaba entre la nostalgia y la realidad.

Jimin, después de un café y un croissant, sintió la necesidad de hablar con Hanbin. Tenía que ser honesto sobre lo que había ocurrido. La sinceridad siempre había sido una de sus prioridades, y no quería que la sombra de su pasado se interpusiera en su futuro.

Cuando Jimin regresó al hotel, encontró a Hanbin revisando unos papeles en la mesa. Su rostro iluminado por la luz natural que entraba por la ventana le ofreció una sonrisa cálida al verlo.

-Hola, Jimin. Te estaba esperando. ¿Cómo te sientes? -preguntó Hanbin, dejando a un lado los documentos.

Jimin dudó por un momento, sintiendo un nudo en el estómago. Era el momento de ser sincero.

-Hanbin, hay algo de lo que necesito hablar contigo. Anoche... anoche vi a Yoongi. Y... tuvimos un momento.

El rostro de Hanbin se tornó serio, y Jimin pudo ver cómo la preocupación se reflejaba en sus ojos.

-¿Un momento? ¿A qué te refieres? -su voz era suave, pero había una tensión palpable en el aire.

Jimin respiró hondo, sintiendo cómo las palabras se atascaban en su garganta.

-Nos besamos. Fue un momento inesperado y confuso, pero sentí que era importante que lo supieras. No quiero que nada se interponga entre nosotros, y creo que necesitas saber la verdad.

Hanbin asintió lentamente, su expresión revelando una mezcla de comprensión y dolor.

-Gracias por ser honesto conmigo, Jimin. Es difícil, pero aprecio que lo hayas compartido. Debo admitir que me duele, pero entiendo que tus sentimientos por él son complejos.

Jimin sintió un alivio al ver que Hanbin estaba dispuesto a escuchar, aunque el aire se sentía pesado entre ellos.

-No sé cómo manejar esto. Hanbin, realmente quiero que funcione entre nosotros, pero mi corazón sigue atado a cosas del pasado.

Hanbin se acercó, tomando la mano de Jimin con ternura.

-Lo entiendo. Este viaje ha sido complicado para ambos, y solo quiero que encuentres lo que te haga feliz. Quizás necesitemos un poco de tiempo para aclarar nuestras emociones y ver hacia dónde nos dirigimos.

Jimin sintió una mezcla de tristeza y gratitud. Sabía que, aunque era doloroso, estaban dando un paso importante hacia la honestidad.

-Sí, creo que eso sería lo mejor. Necesito tiempo para procesar todo esto.

Mientras tanto, Yoongi caminaba por las calles, dejando que los sonidos de la ciudad lo envolviesen. Se encontraba perdido en sus pensamientos cuando su teléfono sonó. Era un mensaje de un contacto de la mafia, informándole de una reunión urgente. Sin pensarlo, decidió dirigirse a la reunión. Tal vez, sumergirse en el trabajo era la mejor forma de lidiar con su dolor.

Durante la reunión, Yoongi se centró en los temas que discutían: alianzas, acuerdos y estrategias. Sin embargo, en su mente, cada palabra que pronunciaba parecía resonar con la tristeza de su reciente encuentro con Jimin. A medida que las horas avanzaban, su corazón se sentía cada vez más pesado.

Después de la reunión, al salir del edificio, un sentimiento de angustia lo invadió. La conexión con Jimin había dejado una marca indeleble en su corazón, y aunque sabía que debía avanzar, era difícil ignorar el dolor que lo seguía.

Decidió caminar por un parque cercano, donde las hojas caían suavemente y el aire fresco le ofrecía un momento de paz. Allí, se sentó en un banco, observando a las personas pasar y las risas de los niños jugando. La vida continuaba a su alrededor, pero él se sentía atrapado en un torbellino emocional.

-¿Qué estoy haciendo? -se preguntó, sintiendo la soledad envolverlo como una manta pesada.

Mientras tanto, Jimin y Hanbin estaban sentados en el balcón del hotel, con una copa de vino en la mano, contemplando las luces de París. Aunque las cosas estaban inciertas, ambos sabían que su conexión era un nuevo comienzo, uno que requería tiempo y esfuerzo para florecer.

La noche avanzó, y aunque había desafíos por delante, también había un destello de esperanza. Jimin sabía que debía encontrar su camino, ya fuera con Hanbin o enfrentando su historia con Yoongi. Lo único que podía hacer era avanzar, paso a paso, en busca de su propia verdad.

Ambos, en diferentes lugares, reflexionaron sobre lo que el futuro les deparaba, enfrentando sus miedos y la posibilidad de un nuevo capítulo en sus vidas. Aunque las sombras del pasado seguían acechando, había luz en el horizonte, y ambos estaban decididos a encontrar su camino, sin importar cuán difícil fuera la travesía.

Después de su emotiva despedida en París, Jimin y Hanbin regresaron a Sicilia, listos para comenzar su nueva vida como pareja casada. La isla, con sus paisajes deslumbrantes y su rica historia, se convirtió en el telón de fondo de su aventura juntos.

Al llegar, Jimin sintió una mezcla de emociones. La nostalgia de su encuentro con Yoongi aún resonaba en su corazón, pero sabía que debía enfocarse en su futuro con Hanbin. La calidez del sol siciliano y la belleza del mar Mediterráneo ofrecían una nueva oportunidad para empezar de nuevo, y Jimin estaba decidido a aprovecharla al máximo.

Hanbin, consciente de la lucha interna de Jimin, se esforzaba por hacerle sentir que estaba en el lugar correcto. Habían alquilado una acogedora villa en la costa, con vistas panorámicas al mar, donde podían disfrutar de la tranquilidad y la belleza que la isla tenía para ofrecer. La villa, decorada con colores cálidos y detalles mediterráneos, era un refugio perfecto para dos almas que comenzaban a construir una vida juntas.

El primer día en Sicilia, Hanbin decidió llevar a Jimin a explorar los alrededores. Pasearon por las calles empedradas de un pintoresco pueblo cercano, disfrutando de los aromas de la comida local que salía de las pequeñas trattorias. La risa de Jimin resonaba con la alegría de descubrir nuevos sabores y experiencias, y Hanbin se sintió aliviado al ver cómo la luz regresaba lentamente a los ojos de su esposo.

-¿Te gusta? -preguntó Hanbin, observando cómo Jimin se dejaba llevar por la belleza del lugar.

-Es hermoso -respondió Jimin, con una sonrisa genuina-. Nunca pensé que podría sentirme tan libre y feliz en un lugar como este.

Mientras exploraban, Jimin se dio cuenta de que estaba comenzando a dejar atrás sus recuerdos dolorosos. La calidez de Hanbin, su apoyo constante y la serenidad de Sicilia parecían ayudarlo a sanar. A medida que los días pasaban, Jimin se sumergía más en su nueva vida, ayudando a Hanbin con los preparativos para la apertura de su propio negocio en la isla, un pequeño café que se convertiría en un punto de encuentro para los lugareños y turistas.

Sin embargo, aunque Jimin estaba decidido a avanzar, la sombra de su amor pasado seguía presente en su mente. Durante una noche tranquila, mientras contemplaban las estrellas en el patio de su villa, Jimin se volvió hacia Hanbin, sintiendo la necesidad de compartir lo que había estado guardando.

-Hanbin, quiero que sepas que aunque estoy feliz aquí contigo, a veces pienso en Yoongi. Lo que tuvimos fue especial y siempre ocupará un lugar en mi corazón.

Hanbin asintió, comprendiendo que el camino hacia adelante no sería fácil ni lineal. -Lo entiendo, Jimin. Y no espero que lo olvides. Pero quiero que sepas que estoy aquí para ti. Juntos podemos crear nuevos recuerdos, y espero que con el tiempo, eso te ayude a sanar.

Jimin sonrió con gratitud, apreciando la comprensión de Hanbin. La conexión que estaban forjando en Sicilia era única, y aunque el pasado seguía ahí, él estaba decidido a construir un futuro lleno de amor y esperanza.

Los días se convirtieron en semanas, y la apertura del café fue un éxito rotundo. La comunidad local abrazó la nueva adición con entusiasmo, y Jimin encontró alegría en interactuar con los clientes, compartiendo historias y risas mientras servía café y pasteles frescos. La risa y la alegría comenzaron a llenar su vida de nuevo, y aunque Yoongi siempre tendría un lugar en su corazón, Jimin empezó a comprender que su amor por Hanbin también podía ser profundo y significativo.

Una noche, mientras se preparaban para cerrar el café, Jimin y Hanbin se sentaron en una de las mesas, disfrutando de un merecido descanso. La música suave llenaba el aire, y las luces del lugar parpadeaban con un brillo acogedor.

-¿Sabes? -dijo Jimin, mirando a Hanbin-. Nunca pensé que podría sentirme tan en casa aquí.

-Me alegra escuchar eso -respondió Hanbin, tomando la mano de Jimin-. Esta es solo la primera etapa de nuestra vida juntos. Hay muchas más aventuras por venir.

Con una sonrisa, Jimin se dio cuenta de que estaba empezando a ver un futuro lleno de posibilidades. En ese momento, mientras compartían una conexión tan profunda y sincera, Jimin supo que había tomado la decisión correcta al seguir su corazón.

Así, bajo el cielo estrellado de Sicilia, comenzaron a construir un nuevo capítulo en su vida juntos, abrazando lo que vendría, mientras aprendían a encontrar el equilibrio entre el amor del pasado y el del presente. La vida les había dado otra oportunidad, y estaban decididos a aprovecharla al máximo, viviendo cada día como un regalo.

Con el paso de las semanas, la vida de Jimin y Hanbin en Sicilia floreció. La alegría del nuevo comienzo que habían construido juntos llenaba cada rincón de su hogar, y la calidez de la isla les daba la energía que necesitaban para seguir adelante. Sin embargo, una emocionante noticia les esperaba: Jungkook, el hermano mayor de Jimin, había decidido visitarlos con su pareja, Taehyung.

El día de su llegada, Jimin se encontraba en la cocina del café, preparando algunos de sus postres favoritos para sorprender a su hermano y a Taehyung. Mientras mezclaba los ingredientes, su corazón latía con entusiasmo ante la perspectiva de volver a ver a Jungkook. Habían pasado meses desde la última vez que se vieron, y la idea de compartir su nuevo hogar con su familia lo llenaba de felicidad.

Cuando Jungkook y Taehyung finalmente llegaron, Jimin los recibió con los brazos abiertos. La emoción llenó el aire mientras se abrazaban fuertemente.

-¡Jungkook! -exclamó Jimin, con lágrimas de alegría en los ojos-. ¡Te he extrañado tanto!

-Yo también, pequeño -respondió Jungkook, sonriendo-. Sicilia te sienta bien. ¡Mira qué brillante estás!

-Gracias, hyung. Me alegra que hayas venido. ¡Te presento a Hanbin!

Hanbin se acercó, sonriendo tímidamente, y saludó a Jungkook y Taehyung.

-Es un placer conocerte, Hanbin -dijo Taehyung, su voz suave y cálida-. Jimin ha hablado mucho de ti.

-Todo bueno, espero -bromeó Hanbin, aliviado al ver que la química entre ellos era instantánea.

Con el ambiente lleno de risas y charlas animadas, Jimin llevó a sus invitados al café, que había sido decorado con luces suaves y una atmósfera acogedora.

-¿Qué opinan? -preguntó Jimin, señalando el lugar.

-Es encantador, Jimin. Has hecho un trabajo increíble -dijo Jungkook, admirando el espacio.

Taehyung asintió, su mirada curiosa explorando cada detalle.

- Se siente muy acogedor. Me encantaría quedarme aquí por siempre.

Después de compartir una deliciosa comida, Jimin decidió llevarlos a un recorrido por la villa. Caminando por los senderos, el aire salado del mar y las flores silvestres llenaban el ambiente.

-Sicilia es aún más hermosa de lo que imaginaba - comentó Jungkook, respirando hondo-. Me alegra que hayas encontrado tu lugar aquí, Jimin.

A medida que se adentraban en la naturaleza, Jimin se sintió agradecido por el apoyo incondicional de su hermano. Sabía que el camino no había sido fácil, pero tener a su familia a su lado le daba fuerzas para seguir adelante.

Durante una pausa en el recorrido, se sentaron en una roca que ofrecía una vista espectacular del mar. La brisa suave acariciaba sus rostros mientras contemplaban el horizonte.

-Hablemos de cosas emocionantes -sugirió Taehyung, con una sonrisa traviesa-. ¿Qué planes tienen para el futuro?

Jimin miró a Hanbin, quien le devolvió una mirada significativa. -Estamos pensando en expandir el café y hacer algunas noches temáticas. También queremos organizar eventos para la comunidad.

-¡Eso suena genial! -exclamó Jungkook, apoyando la idea-. Sería una gran manera de conectar con la gente aquí.

- Además, ¡podríamos hacer una noche de karaoke! -sugirió Taehyung con entusiasmo-. Estoy seguro de que todos querrían participar.

Rieron juntos, la alegría y la camaradería fluyendo naturalmente entre ellos. A medida que compartían ideas y sueños, Jimin sintió que la familia se estaba uniendo aún más.

La tarde se convirtió en noche, y decidieron regresar al café para cenar. Mientras disfrutaban de una comida deliciosa, la conversación se tornó más profunda, tocando temas de amor, lucha y el significado de la familia.

-A veces me pregunto cómo sería la vida si no hubiera tomado la decisión de mudarme aquí - dijo Jimin, mientras su mirada se perdía en el plato-. Pero cada día que paso aquí, siento que estoy en el lugar correcto.

-Es normal tener esas dudas - respondió Jungkook-. Pero lo importante es que estás creciendo y encontrando tu propia felicidad.

Taehyung sonrió, poniendo su mano sobre la de Jimin.

- Y siempre estaremos aquí para apoyarte, sin importar lo que decidas. La familia es lo más importante.

Con sus palabras resonando en su corazón, Jimin sintió una oleada de gratitud. Rodeado de su hermano y su amado, comprendió que había encontrado su hogar no solo en Sicilia, sino también en el amor y el apoyo incondicional de su familia.

La noche continuó con risas, historias compartidas y la promesa de un futuro lleno de aventuras juntos. Jimin sabía que, sin importar lo que el destino les deparara, siempre tendrían el uno al otro, y eso era todo lo que realmente importaba.

Mientras la noche avanzaba, la atmósfera en el café se llenó de risas y anécdotas. Jimin, Hanbin, Jungkook y Taehyung estaban tan absortos en su conversación que el tiempo parecía desvanecerse. El suave murmullo del mar de fondo creaba un ambiente sereno, ideal para momentos de conexión familiar.

-Hablemos de las travesuras de la infancia -sugirió Jungkook con una sonrisa traviesa-. Siempre quise saber qué hacías con los amigos cuando yo no estaba.

Jimin se rió, recordando aquellos días. -Oh, había un montón de cosas. Recuerdo que una vez intentamos construir una fortaleza en el jardín, pero terminó siendo una montaña de tierra y hojas.

-¿Y qué pasó con eso? -preguntó Taehyung, con los ojos brillantes de curiosidad.

-Bueno, mis amigos se fueron a casa antes de que termináramos, y acabé cubierto de barro. Cuando mamá llegó, pensé que me iba a matar. Pero ella solo se rió y me llevó a la bañera -dijo Jimin, riendo al recordar el momento.

Hanbin se unió a la conversación, añadiendo su propia historia. -Eso me recuerda a la vez que Jungkook intentó enseñarme a andar en bicicleta. Terminé chocando contra un árbol.

-¿Eso fue antes o después de que te empujara de la bicicleta? -interrumpió Jungkook, riendo de nuevo.

-¡Hey! Solo quería ayudarte a aprender rápido -se defendió Jungkook, con una sonrisa amplia.

La risa resonó en el café mientras se compartían historias de infancia y anécdotas graciosas. Jimin se dio cuenta de lo mucho que había extrañado momentos como estos, rodeado de amor y felicidad.

Después de la cena, decidieron salir a dar un paseo por la playa. La luna brillaba intensamente, iluminando el camino mientras caminaban junto al mar. Las olas rompían suavemente en la orilla, creando un sonido relajante.

-Es hermoso aquí por la noche -dijo Taehyung, dejando escapar un suspiro de felicidad-. Me alegra que hayamos venido.

-Sí, es perfecto -respondió Hanbin, tomando la mano de Jimin mientras avanzaban-. No hay mejor manera de celebrar este nuevo comienzo.

Jungkook, siempre el protector, se adelantó un poco, asegurándose de que todos estuvieran bien. -A veces, lo que más necesitamos es un cambio de escenario para apreciar lo que realmente tenemos.

El grupo continuó hablando sobre sus sueños y aspiraciones, compartiendo planes para el futuro y cómo podrían apoyarse mutuamente en sus metas.

-Quiero seguir explorando la cocina y probar nuevas recetas en el café -confesó Jimin-. Tal vez incluso hacer un libro de recetas con las tradiciones que he aprendido aquí.

-Esa sería una gran idea, Jimin. La gente adoraría eso -dijo Taehyung, emocionado-. Podríamos organizar una firma de libros en el café cuando lo termines.

La idea iluminó los ojos de Jimin, y sonrió ante la perspectiva. -¡Eso sería increíble! Tendremos que planearlo.

Al llegar a un pequeño mirador sobre la playa, se detuvieron para admirar la vista. La brisa marina les acariciaba el rostro y el murmullo del mar parecía contar historias antiguas.

-Prometamos nunca perdernos de vista, sin importar lo que pase -sugirió Jungkook, mirando a su alrededor-. La familia es todo lo que tenemos.

Todos asintieron, cada uno sintiendo el peso de sus palabras.

-Siempre estaremos aquí, sin importar la distancia -afirmó Hanbin, abrazando a Jimin con cariño.

-Sí, siempre estaremos juntos -agregó Taehyung, apretando la mano de Jimin-. No importa lo que pase en el futuro, siempre seremos una familia.

La conexión entre ellos se sentía más fuerte que nunca. Mientras el mar continuaba su danza suave y constante, Jimin supo que este era solo el principio de un nuevo capítulo en sus vidas. Tenían el apoyo y el amor incondicional de cada uno, y eso les daría fuerzas para enfrentar cualquier desafío que la vida les presentara.

La noche avanzó, llenándolos de nuevas memorias. Mientras regresaban al café, Jimin no podía dejar de sonreír al pensar en lo afortunado que era por tener a su hermano y a su pareja a su lado. Su corazón estaba lleno de amor, y sabía que, juntos, podrían conquistar el mundo.

Con el paso de los meses, la atmósfera en el hogar de Jimin y Hanbin se tornó tensa. Lo que había comenzado como una nueva vida llena de amor y esperanza se transformó en una pesadilla para Jimin. Hanbin, que una vez fue su refugio, había cambiado drásticamente. Su risa había desaparecido, reemplazada por miradas frías y palabras hirientes.

Una tarde, mientras Jimin estaba en la cocina preparando la cena, Hanbin entró de forma brusca. Su expresión era de desdén.

-¿Qué demonios estás haciendo? -preguntó Hanbin con voz cortante, cruzándose de brazos.

Jimin se sobresaltó. -Estoy preparando tu cena, Hanbin. Solo quería hacer algo especial para nosotros.

-¿Algo especial? ¿Qué eres, mi sirviente? No necesito que me trates como un niño -replicó él, desdén evidente en su tono.

El lobo interior de Jimin aullaba, desgarrado por la angustia. Sabía que algo no estaba bien, pero la manipulación y la grosería de Hanbin lo mantenían atado.

-No quise ofenderte. Solo... quiero hacerte feliz -respondió Jimin, intentando mantener la calma.

-¿Feliz? No te confundas. No estoy aquí para que me hagas feliz. Deberías saber tu lugar -dijo Hanbin, acercándose a Jimin con una mirada intimidante.

La tensión en la habitación creció. Jimin sintió el miedo apoderarse de él. -Hanbin, por favor. Hablemos de esto. No tienes que ser así.

-¿Hablar? -rió con desdén-. ¿Qué parte de "no me importa" no entiendes? ¡Eres un inútil!

Jimin bajó la cabeza, sintiendo las lágrimas arder en sus ojos. En ese momento, la puerta sonó y Jungkook entró, notando de inmediato el ambiente pesado.

-¿Todo bien, Jimin? -preguntó, preocupado.

-No es asunto tuyo -interrumpió Hanbin con desdén.

-Lo es, porque es mi hermano -respondió Jungkook, desafiando a Hanbin con la mirada-. ¿Por qué le hablas así?

-Porque le estoy diciendo la verdad -respondió Hanbin, su voz subiendo de tono-. Él necesita aprender a no ser un estorbo.

-¡Eso no es verdad! -exclamó Jimin, su voz temblando-. Solo trato de hacer lo mejor que puedo.

Hanbin se acercó aún más, su furia palpable.

- ¿Y lo haces tan mal? A veces me pregunto por qué no te dejo de lado.

Jungkook se interpuso entre ellos, su mirada desafiante.

- No te toleraré que le hables así. Si hay algo que te molesta, deberías ser un hombre y hablarlo, no atacarlo.

La tensión se intensificó, pero antes de que Hanbin pudiera responder, Jimin sintió un golpe en su pecho. Algo dentro de él se rebeló. En su pecho, el aullido de su lobo interior resonaba con desesperación, llamando a su verdadero alfa.

-¿Qué te pasó, Hanbin? -preguntó Jimin, sintiéndose derrotado-. ¿Dónde está el hombre que amaba?

-Ese hombre se fue cuando decidiste ser un fracaso - replicó Hanbin, su voz gélida.

Las palabras de Hanbin le atravesaron como dagas. Jimin dio un paso atrás, sintiendo que el suelo se desvanecía bajo sus pies. Pero, en su interior, algo empezaba a despertar.

-No puedo seguir así. No eres el hombre que pensé que eras -dijo Jimin, con la voz temblorosa pero firme.

Hanbin se rió, su voz llena de desprecio.

- ¿Qué harás al respecto? ¿Dejarme? No puedes, porque eres débil.

Fue en ese momento que el lobo interior de Jimin aulló con tal intensidad que casi lo ahoga. Recordó a Min Yoongi, su verdadero destinado, el alfa que había estado esperando en la sombra. La sensación de anhelo se intensificó, llenándolo de determinación.

-No soy débil, y estoy cansado de tu abuso -dijo Jimin, levantando la cabeza-. Merecemos ser felices, pero no aquí, no así.

-¿Vas a irte con ese estúpido? -dijo Hanbin, burla evidente en su tono-. No te olvides de que eres mío.

-No soy de nadie -replicó Jimin con firmeza-. Estoy eligiendo mi felicidad, aunque signifique alejarme de ti.

Hanbin se quedó paralizado por un instante, antes de que la ira se apoderara de él.

- Te arrepentirás, Jimin. Siempre lo harás.

Sin decir más, Jimin se giró y salió de la habitación, dejando atrás el peso de la manipulación y el abuso. Su corazón latía con fuerza, sintiendo el aullido de su lobo interior más fuerte que nunca. Sabía que encontraría su camino hacia Min Yoongi, su verdadero alfa, y que no se detendría hasta estar a salvo.

Mientras salía a la noche, el aire fresco le dio la claridad que necesitaba. Jimin estaba listo para reclamar su vida, su amor, y todo lo que merecía.

Esa noche, Jimin se encontró con Min Yoongi en un rincón tranquilo de la ciudad, donde las luces de los edificios iluminaban el cielo estrellado. Al verlo, un torrente de emociones lo invadió; el alivio y la felicidad de estar cerca de su verdadero alfa lo hicieron sentir que finalmente podía respirar de nuevo.

-¿Estás bien? -preguntó Yoongi, con preocupación en sus ojos oscuros.

-No... pero creo que puedo estarlo ahora -respondió Jimin, sintiendo su corazón latir con fuerza mientras se acercaba a él.

Yoongi extendió una mano, y Jimin sintió el calor de su toque recorrer su piel. Sin pensarlo dos veces, Jimin lo llevó a su mansión temporal, un refugio donde podían estar a solas.

Una vez dentro, la atmósfera cambió. La mansión, iluminada suavemente, tenía un aire acogedor, y Jimin sintió que su ansiedad comenzaba a desvanecerse.

-Déjame ver tus heridas -dijo Yoongi, su voz suave pero firme, mientras guiaba a Jimin hacia un sofá.

Jimin se acomodó, y mientras Yoongi le examinaba las marcas en su piel, no pudo evitar sentir que sus lobos interiores empezaban a calmarse, aullar de alegría al estar juntos.

-Esto es inaceptable -murmuró Yoongi, viendo las señales de maltrato-. Nadie debería tratarte así.

Jimin bajó la mirada, recordando las palabras crueles de Hanbin. Pero la presencia de Yoongi lo hizo sentir seguro. -No me dejaré tratar así otra vez -dijo, su voz firme.

-Tienes que saber que estoy aquí para ti. No tienes que soportar eso solo -respondió Yoongi.

Y aplica un ungüento en una de las heridas. Sus dedos eran delicados, y la ternura de su toque hizo que Jimin se sintiera amado.

Cuando terminó, Jimin se recostó en el sofá, y Yoongi se sentó a su lado. En ese momento, sus lobos interiores comenzaron a sentir la conexión palpable entre ellos, un hilo dorado que parecía entrelazarlos más allá de lo físico.

-No puedo creer lo feliz que me haces -dijo Jimin, mirando a Yoongi a los ojos, sintiendo que su corazón se llenaba de calidez.

-Siempre quise protegerte -respondió Yoongi, sus ojos resplandeciendo con un brillo intenso-. Y siempre lo haré.

Sin decir más, Jimin se inclinó hacia adelante y besó a Yoongi, sintiendo que su mundo se encajaba en su lugar. Era un beso lleno de anhelos, de promesas silenciosas. Sus lobos interiores aullaban de felicidad, sintiendo que finalmente estaban donde debían estar.

Esa noche, pasaron horas compartiendo historias, riendo y consolándose mutuamente. Las preocupaciones de Jimin se desvanecieron poco a poco, mientras el amor y la aceptación de Yoongi llenaban el vacío que había dejado Hanbin.

-No hay prisa. Tómate tu tiempo - dijo Yoongi suavemente, mientras acariciaba el cabello de Jimin, quien se acurrucó contra él.

Y en ese momento, rodeados por la calidez de su conexión, Jimin supo que había tomado la decisión correcta. Su lobo interior estaba en paz, y por primera vez en mucho tiempo, se sintió completo.

A medida que la noche avanzaba, se dejaron llevar por la intimidad de su nuevo vínculo, dejando atrás el dolor y la confusión, abrazando un futuro lleno de amor y esperanza juntos.

Mientras la noche avanzaba, la atmósfera en la mansión se volvía cada vez más intensa. Jimin y Yoongi se miraban, sus corazones latiendo al unísono. La conexión que compartían era palpable, y Jimin sintió que la ansiedad se desvanecía, reemplazada por un deseo profundo y sincero.

-¿Estás seguro? -preguntó Yoongi, su voz grave llena de ternura mientras miraba a Jimin a los ojos.

-Sí... -respondió Jimin, sintiendo cómo su lobo interior aulla de anhelo, deseando a su verdadero alfa.

Su corazón palpitaba con fuerza, una mezcla de nervios y emoción.

Sin más palabras, se acercaron el uno al otro, sus labios encontrándose en un beso suave que rápidamente se volvió más intenso. Jimin sintió el fuego recorrer su cuerpo mientras se entregaba al momento, cada caricia de Yoongi lo hacía sentir más vivo.

Yoongi, sintiendo la respuesta de Jimin, comenzó a desabrochar su camisa lentamente, revelando su piel suave y pálida. Sus dedos exploraban cada centímetro de su torso, dibujando caminos de deseo y ternura. Jimin cerró los ojos, disfrutando de la calidez de las manos de Yoongi en su piel.

-Eres tan hermoso... - susurró Yoongi, admirando la figura de Jimin.

Con un movimiento decidido, Jimin tomó la iniciativa y empujó suavemente a Yoongi hacia atrás, llevándolo a la cama. La sensación de poder y deseo lo envolvió mientras se inclinaba sobre él, besando su cuello y su mandíbula, sintiendo cómo el alfa respondía a cada toque.

Yoongi arqueó la espalda, dejando escapar un suave suspiro que hizo vibrar a Jimin. Cada roce, cada caricia, los acercaba más, sumergiéndolos en un mar de sensaciones y emociones.

La ropa pronto fue un obstáculo, y ambos se deshicieron de ella con rapidez. Cuando finalmente sus cuerpos quedaron al descubierto, Jimin se detuvo un momento, admirando a Yoongi. La luz suave de la habitación realzaba cada línea de su cuerpo, y el deseo se apoderó de él nuevamente.

-Eres perfecto -dijo Jimin, sintiendo una mezcla de adoración y necesidad.

-Y tú eres mi todo - respondió Yoongi, atrayendo a Jimin hacia él y fundiendo sus cuerpos en uno solo.

Los besos se volvieron más urgentes, más apasionados. Jimin sintió cómo el deseo se transformaba en algo más profundo, una conexión espiritual que trascendía lo físico. Sus cuerpos se movían en perfecta armonía, cada toque, cada susurro, era una declaración de amor.

Cuando finalmente se unieron, fue como si el mundo se detuviera. Jimin sintió que sus almas se entrelazaban, una sensación de pertenencia que nunca había experimentado antes. La conexión entre ellos era poderosa, y sus lobos interiores aullaban de felicidad, reconociendo al otro como su verdadero compañero.

Las horas pasaron en una mezcla de pasión y ternura, mientras exploraban cada rincón del placer juntos. Las risas y los susurros se mezclaban con los gemidos, creando una sinfonía de amor que llenaba la habitación.

Finalmente, cuando el clímax llegó, ambos se sintieron elevados a un nuevo plano de existencia, como si el universo entero se alineara en ese instante. Jimin sintió que el amor que compartían lo envolvía por completo, y supo que había encontrado su lugar.

En el momento de la calma que siguió, se acurrucaron juntos, sus corazones latiendo al unísono. Jimin se sintió completo por primera vez, abrazado por el amor de Yoongi, sabiendo que había tomado la decisión correcta al elegirlo como su alfa. Esa noche, mientras se fundían en un abrazo cálido, ambos comprendieron que, sin importar lo que el futuro les deparara, siempre estarían juntos.

🐾

Mientras el sol comenzaba a ponerse, llenando la habitación de tonos cálidos, Taehyung estaba cómodamente sentado en un sillón, sumido en un libro. Las páginas pasaban lentamente entre sus dedos, pero su mente a menudo se distraía, mirándose hacia el lado donde Jungkook estaba recostado sobre su barriguita, con los ojos cerrados.

Jungkook había encontrado su lugar preferido, disfrutando del calor de la tarde. Su lobo interior aullaba suavemente de alegría, llenándolo de una sensación de anhelo y esperanza. La imagen de su futuro hijo danzaba en su mente, un pequeño ser que compartiría su vida con Taehyung. Jungkook sonrió al imaginar cómo sería, sus rasgos combinando los de ambos, y la idea de formar una familia lo emocionaba.

-¿Te imaginas cómo será nuestro hijo? -preguntó Jungkook sin abrir los ojos, su voz suave y soñadora.

Taehyung sonrió, dejando su libro a un lado y mirando a Jungkook. -Sí, a veces lo pienso. -Sus ojos brillaban con ternura-. ¿Te imaginas cómo jugaría?

Jungkook giró su cabeza hacia Taehyung, dejando que su lobo interior se apoderara del momento. -Tendría tu sonrisa y mis ojos -dijo, con un toque de orgullo en su voz.

-O viceversa -Taehyung se rió, imaginando la escena. -Y estoy seguro de que sería muy travieso.

Jungkook se levantó un poco, apoyando la cabeza en la mano y observando a Taehyung con una mezcla de adoración y deseo. -Podría enseñarle a jugar al fútbol.

-Y yo podría enseñarle a pintar -respondió Taehyung, su voz llena de entusiasmo. -Podría ser un gran artista, igual que tú.

-No tan bueno como tú -replicó Jungkook, sintiendo que su corazón latía más rápido al pensar en un futuro compartido. Aún tenía claro que llevaban apenas un mes juntos, desde aquel día fatídico en su cumpleaños, cuando todo había cambiado.

-No importa el tiempo que llevemos -dijo Taehyung, acercándose a Jungkook, tomándole la mano. -Lo que importa es cómo nos sentimos ahora.

Jungkook asintió, dejando que el contacto de Taehyung lo envolviera. Su lobo interior aullaba de felicidad, deseando lo mismo que él: una vida juntos. -Lo sé, pero a veces me asusta pensar en todo lo que hemos pasado.

-A veces, la vida puede ser dura -dijo Taehyung, su mirada intensa-, pero no tenemos que enfrentarlo solos. Siempre estaremos juntos.

Jungkook sintió una oleada de calidez en su pecho. -Siempre -repitió, convencido.

Taehyung se inclinó y besó suavemente a Jungkook, y en ese instante, ambos supieron que estaban dispuestos a enfrentar cualquier desafío que se presentara en su camino. La idea de formar una familia, de criar a un hijo juntos, se convertía en un sueño más tangible con cada día que pasaba. Su amor se fortalecía, y juntos, estaban listos para construir un futuro lleno de esperanza y felicidad.

Los días pasaron, y con ellos, la vida de Jungkook y Taehyung se llenó de momentos de alegría y amor. Cada mañana, el sol se asomaba a través de las cortinas, iluminando la habitación donde compartían su pequeño refugio. Se despertaban abrazados, con la calidez de sus cuerpos entrelazados, y cada día era una nueva oportunidad para construir recuerdos juntos.

Un día en particular, Taehyung decidió sorprender a Jungkook con un desayuno especial. Se levantó temprano, preparó panqueques esponjosos, frutas frescas y un delicioso café. Cuando Jungkook despertó, el aroma llenó el aire, y una sonrisa se dibujó en su rostro.

-¿Qué es este festín? -preguntó Jungkook, frotándose los ojos mientras se sentaba en la cama.

-Solo algo para hacerte feliz -respondió Taehyung con una sonrisa traviesa, llevándole el desayuno a la cama.

-¡Eres el mejor! -exclamó Jungkook, tomando un bocado de los panqueques. -Esto es delicioso.

Taehyung se sentó a su lado, disfrutando de su comida mientras miraban el paisaje juntos, riendo y compartiendo anécdotas de su infancia. En esos momentos, cada bocado se sentía como una celebración de su amor.

Otro día, decidieron ir a un mercado local. Pasearon entre los coloridos puestos, disfrutando de la variedad de frutas, verduras y artesanías. Taehyung se detuvo a mirar un pequeño cuadro de un paisaje marino, y Jungkook lo observó con ternura.

-Deberíamos comprarlo -dijo Jungkook, señalando el cuadro.

-¿Para qué? -preguntó Taehyung, su mirada curiosa.

-Para recordarnos este día, este momento -respondió Jungkook, sonriendo. -Podríamos colgarlo en nuestra casa.

Taehyung sintió que su corazón se derretía ante la idea de crear un hogar juntos. -Tienes razón. Es perfecto.

Jungkook compró el cuadro, y juntos continuaron explorando el mercado, llenándose de alegría al probar diferentes comidas y riendo al ver a los artistas callejeros. Cada rayo de sol que caía sobre ellos parecía reafirmar su conexión, como si el universo celebrara su amor.

En las noches, a menudo se acomodaban en el sofá, viendo películas y compartiendo palomitas. Taehyung se apoyaba en el hombro de Jungkook, quien acariciaba suavemente su cabello mientras disfrutaban de la compañía mutua.

-A veces me siento como si estuviera en un sueño -confesó Taehyung, mirando a Jungkook con ojos brillantes.

-¿Un sueño? -preguntó Jungkook, divertido.

-Sí, un sueño del que no quiero despertar -dijo Taehyung, sonriendo.

Jungkook se inclinó y le dio un tierno beso. -Yo tampoco.

Así, los días se convirtieron en semanas, y cada momento compartido reforzaba su vínculo. Pasaban tiempo al aire libre, explorando la naturaleza y disfrutando de pequeñas aventuras, como caminatas por el bosque y picnics en el parque.

Un día, mientras caminaban, Taehyung se detuvo en un claro lleno de flores silvestres. -Mira lo hermosas que son -dijo, arrodillándose para tocar una de las flores.

Jungkook se acercó y, de repente, comenzó a recoger algunas. -Deberíamos hacer un ramo -dijo con entusiasmo.

-¿Y por qué no hacemos dos? -sugirió Taehyung, riendo mientras recogía más flores.

-Perfecto -respondió Jungkook, disfrutando del momento ligero y divertido.

Mientras atardecía, ambos se sentaron en la hierba, rodeados de flores recién cortadas, disfrutando de la compañía del otro y de la belleza de la naturaleza que los rodeaba. En esos momentos, todo lo que habían vivido se desvanecía, y solo quedaba el amor que compartían.

Con cada día que pasaba, Jungkook y Taehyung se acercaban más, construyendo su futuro juntos, uno lleno de amor, risas y promesas de un mañana brillante.

Los días continuaron fluyendo suavemente, como un río tranquilo que acaricia la orilla. La relación entre Jungkook y Taehyung se fortalecía con cada experiencia compartida, y juntos comenzaron a soñar con un futuro que parecía cada vez más tangible.

Un fin de semana, decidieron hacer una escapada a la playa. Empacaron una cesta con bocadillos, toallas y protector solar, y se subieron a su auto, llenos de emoción por la aventura. Mientras conducían, la música sonaba alegremente, y Jungkook se permitió soñar en voz alta.

-Imagínate, Taehyung, un día podríamos tener nuestra propia casa cerca de la playa. Un lugar donde siempre podamos volver -dijo Jungkook, su voz llena de entusiasmo.

-Eso suena perfecto -respondió Taehyung, sonriendo. -Podríamos construir castillos de arena con nuestros hijos.

El corazón de Jungkook latió más rápido al escuchar esas palabras. La idea de una familia, de compartir esos momentos con Taehyung y sus futuros hijos, era un deseo que crecía en su interior como un fuego ardiente.

-¿Crees que seríamos buenos padres? -preguntó Jungkook, sintiéndose un poco vulnerable al plantear la pregunta.

Taehyung lo miró, con una sonrisa serena. -Claro que sí. Ya eres un gran hermano para Jeon Rose. No tengo dudas de que serías un excelente padre.

Esa afirmación llenó a Jungkook de confianza y esperanza. Cuando llegaron a la playa, el sol brillaba intensamente, y el sonido de las olas resonaba en sus oídos. Corrieron hacia la arena, riendo y disfrutando de la brisa marina.

Mientras jugaban en la orilla, Taehyung se lanzó al agua, y Jungkook lo siguió de inmediato. Se zambulleron, salpicando el agua y disfrutando del contacto refrescante. Después de un rato, emergieron riendo, sus rostros iluminados por la felicidad.

-¡Esto es increíble! -exclamó Jungkook, secándose el cabello.

Al caer la tarde, se sentaron en la arena, contemplando el horizonte mientras el sol se ponía. Las olas rompían suavemente a sus pies, y el cielo se pintaba de colores vibrantes.

-¿Sabes? -dijo Taehyung en un tono más serio-, siempre he soñado con tener una vida así, llena de amor y aventuras.

-Yo también -respondió Jungkook, entrelazando sus dedos con los de Taehyung. -Y quiero que cada día sea especial contigo a mi lado.

El momento se llenó de intimidad, y Jungkook se acercó a Taehyung, sus corazones latiendo al unísono. Mirándose a los ojos, el mundo a su alrededor desapareció. Jungkook inclinó su cabeza y presionó sus labios contra los de Taehyung, sintiendo cómo su amor lo envolvía como una manta cálida.

-No puedo imaginar mi vida sin ti -susurró Jungkook después de un rato, su voz cargada de emoción.

-Tampoco yo -respondió Taehyung, su mirada profunda reflejando la misma devoción.

A medida que el sol se ocultaba, se recostaron en la arena, observando las estrellas que comenzaban a brillar en el cielo nocturno. La brisa marina acariciaba sus rostros, y Jungkook se dio cuenta de que cada momento con Taehyung se convertía en un recuerdo precioso, uno que atesoraría para siempre.

Pasaron semanas así, llenas de risas, conversaciones profundas y la promesa de un futuro compartido. Se apoyaban el uno al otro en cada paso, navegando juntos por los desafíos que la vida les presentaba. El amor que compartían era un refugio en el que ambos podían encontrar consuelo y fortaleza.

Un día, mientras estaban en casa, Taehyung se sentó en el sofá con su cuaderno de bocetos, dibujando mientras Jungkook preparaba la cena. La risa y el aroma de la comida llenaban el ambiente, creando un hogar que era su santuario.

-¿Qué dibujas? -preguntó Jungkook, asomándose para ver.

-Es una idea para un mural que quiero pintar en nuestra habitación -respondió Taehyung, emocionado. -Quiero que sea algo que represente todo lo que hemos vivido juntos.

-Eso suena increíble -dijo Jungkook, sonriendo al ver la pasión en los ojos de Taehyung-. Estoy seguro de que será hermoso.

Mientras continuaban con sus actividades, la conversación fluyó de manera natural, compartiendo sus sueños y anhelos. Jungkook se dio cuenta de cuánto lo amaba, y una idea empezó a formarse en su mente, algo que quería hacer para fortalecer aún más su conexión.

-Taehyung, ¿Qué te parecería si hiciéramos una ceremonia, solo tú y yo? -sugirió Jungkook, sintiendo cómo sus nervios se intensificaban.

Taehyung lo miró, sorprendido. -¿Una ceremonia? ¿Como una especie de promesa?

-Sí, una promesa de que siempre estaremos juntos, sin importar lo que pase. Quiero que sea especial, algo solo para nosotros.

Los ojos de Taehyung se llenaron de emoción. -Me encantaría. Nunca había pensado en eso, pero suena perfecto.

Jungkook sonrió, aliviado y feliz. Sabía que estaban en el camino correcto y que juntos podrían enfrentar cualquier cosa que la vida les arrojara.

Una noche.

Jungkook decidió llevar a Taehyung a un bar mafioso, un lugar conocido por su ambiente oscuro y misterioso. La música resonaba en el aire mientras entraban, y las luces tenues creaban un ambiente casi mágico. Jungkook, siempre a la vanguardia de su mundo, saludó a algunos de sus compañeros mafiosos, mientras Taehyung lo seguía con un poco de nerviosismo, consciente del ambiente peligroso que los rodeaba.

-¿Te sientes bien? -preguntó Jungkook, notando la leve tensión en los hombros de Taehyung.

-Sí, solo... es un poco diferente aquí - respondió Taehyung, tratando de sonar casual mientras observaba a su alrededor.

Una vez que se acercaron a una mesa donde varios hombres estaban conversando y riendo, Jungkook se unió a ellos, dejando a Taehyung a un lado. Aunque no era su entorno habitual, Taehyung se sintió curioso al ver a Jungkook en su elemento, rodeado de personas que lo respetaban y admiraban.

Mientras tanto, Taehyung decidió buscar a su mejor amigo, Namjoon, quien también estaba presente en el bar. Se acercó a una esquina donde Namjoon estaba conversando con otro mafioso.

-¡Namjoon! - exclamó Taehyung al acercarse, sonriendo al verlo.

Namjoon se volvió, su rostro iluminándose al ver a Taehyung.

-¡Hey! ¿Qué haces aquí? ¿Viniste a divertirte con Jungkook?

-Sí, un poco. Solo espero que no me metan en problemas -bromeó Taehyung, aunque no podía evitar sentir un leve nerviosismo en el aire.

Namjoon rió.

- No te preocupes. Mientras Jungkook esté aquí, estarás a salvo. Pero cuéntame, ¿cómo te va? ¿Estás bien con todo esto?

Taehyung se quedó pensando un momento.

- La verdad, estoy adaptándome. A veces es un poco abrumador, pero me siento afortunado de tener a Jungkook a mi lado.

-Eso es bueno de escuchar - dijo Namjoon, apoyando una mano en el hombro de Taehyung-. Siempre lo he admirado por su lealtad. Es un buen tipo.

Mientras tanto.

Jungkook estaba en una conversación animada con otros mafiosos, discutiendo sobre un nuevo negocio que estaban considerando. Su risa resonaba en el aire, y su aura de confianza era evidente. Sin embargo, su mente no podía dejar de pensar en Taehyung y en cómo se sentía en ese lugar.

-Oye, Jungkook - interrumpió uno de los hombres-, ¿cuándo presentas a tu Omega a la familia?

Jungkook sonrió, sin dudar.

- Lo haré cuando esté listo. Taehyung es especial para mí. No quiero apresurar las cosas.

-Entendido - respondió el hombre, asentando con la cabeza-. Pero ten cuidado, hermano. Este mundo no es fácil, y protegerlo debería ser tu prioridad.

Regresando con Taehyung.

Namjoon observaba a su amigo con preocupación.

- ¿Y qué tal la relación con Jungkook? Sabes que siempre estoy aquí para apoyarte.

-Es increíble -dijo Taehyung, sintiendo cómo la calidez llenaba su corazón-. No puedo imaginar mi vida sin él. Pero no puedo evitar sentirme un poco inseguro a veces. Este mundo es tan diferente al que conozco.

Namjoon asintió, comprendiendo la lucha interna de Taehyung. -Es normal tener dudas, pero confía en Jungkook. Él te protegerá. Recuerda que su amor por ti es genuino.

En ese momento, Jungkook se acercó a ellos, con una sonrisa amplia en su rostro. -¿De qué están hablando, chicos?

-De lo afortunado que eres de tener a Taehyung a tu lado -bromeó Namjoon, sonriendo.

-Eso es cierto -dijo Jungkook, mirándolos con cariño-. Me siento increíblemente afortunado.

La noche continuó, llena de risas y conversaciones. A medida que avanzaba, Jungkook y Taehyung se dieron cuenta de que, a pesar de la oscuridad del lugar, su amor brillaba más que nunca. Compartieron miradas y risas, y cada vez que Jungkook tocaba la mano de Taehyung, un escalofrío de emoción recorría su cuerpo.

A medida que la velada llegaba a su fin, Jungkook se inclinó hacia Taehyung y le susurró al oído: -¿Te gustaría salir de aquí? Hay algo que quiero mostrarte.

Los ojos de Taehyung brillaron con curiosidad. -¿Qué es?

-Solo confía en mí -respondió Jungkook, sonriendo con picardía.

Tomados de la mano, salieron del bar, sintiendo cómo la fresca brisa nocturna los envolvía. Jungkook sabía que la vida era complicada, pero junto a Taehyung, todo parecía posible.

A medida que Jungkook y Taehyung salían del bar, la atmósfera se volvía más íntima. La noche era tranquila, y el sonido de la ciudad se desvanecía a su alrededor. Jungkook, con una mirada intensa y decidida, condujo a Taehyung a un lugar alejado, donde las luces de la ciudad no podían interrumpir su momento.

-¿Dónde estamos yendo? -preguntó Taehyung, sintiendo que la anticipación crecía en su interior.

Jungkook se detuvo y se giró hacia él, una sonrisa en su rostro que tenía un aire de misterio.

- Quiero mostrarte algo especial. Un lugar solo para nosotros.

Con esa declaración, Taehyung no pudo evitar sentir que el corazón le latía más rápido. La actitud de Jungkook en ese momento era diferente, casi dominante, como si estuviera canalizando una energía que recordaba a la de un personaje de una novela apasionante y peligrosa.

-¿No tienes miedo de que alguien nos vea? -Taehyung murmuró, aunque la emoción lo invadía.

Jungkook se acercó, dejando que sus cuerpos casi se tocaran. -No me importa lo que piensen los demás. Esta noche, eres solo mío -dijo, su voz suave, pero con una firmeza que hizo que Taehyung sintiera un escalofrío.

Mientras caminaban, Taehyung no podía evitar pensar en cómo Jungkook se había transformado en el hombre que siempre había deseado. Había un aire de seguridad y poder en él, y esa mezcla de ternura y control despertaba algo dentro de Taehyung, un deseo profundo que lo impulsaba a acercarse más.

Finalmente, llegaron a un pequeño mirador que ofrecía una vista impresionante de la ciudad. Las luces titilaban a lo lejos, creando un panorama romántico y envolvente.

-Es hermoso -dijo Taehyung, maravillado por la vista. Pero antes de que pudiera disfrutarlo, Jungkook se giró hacia él con una intensidad que le quitó el aliento.

-No tanto como tú - dijo Jungkook, acercándose más, su mirada fija en los ojos de Taehyung.

La forma en que lo miraba, con deseo y devoción, hizo que Taehyung se sonrojara.

-Jungkook... - susurró Taehyung, sintiendo el calor en su rostro.

Sin romper el contacto visual, Jungkook se inclinó y, con una mano en la cintura de Taehyung, lo atrajo hacia él. La cercanía era electrizante.

- Esta noche quiero que me pertenezcas. Quiero que sientas lo que yo siento - dijo Jungkook, su voz baja y persuasiva.

Taehyung tragó saliva, sintiendo cómo su lobo interior aullaba de emoción. La mezcla de amor y deseo era abrumadora.

- ¿Qué quieres decir? -preguntó, su voz un susurro.

-Quiero que me entregues tu corazón, y en esta noche, quiero que seas mío de una manera que nunca has experimentado antes. Quiero que sepas lo que significa estar completamente unido -respondió Jungkook, su mirada ardiente.

Con una fuerza que Taehyung no sabía que tenía, Jungkook lo besó. Era un beso profundo y lleno de pasión, como si cada latido de sus corazones se sincronizara en ese instante. Taehyung se perdió en el momento, dejándose llevar por la necesidad que lo consumía.

La noche se convirtió en su refugio, y mientras se abrazaban, Jungkook comenzó a hablar entre besos, compartiendo sus pensamientos más íntimos, sus deseos y sueños. Sus palabras eran un hechizo que ataba a Taehyung a él, haciéndolo sentir que realmente pertenecía a ese mundo, a esa vida llena de peligros y pasión.

-Nunca quiero que esto termine -dijo Taehyung, su voz temblorosa.

-No lo hará -prometió Jungkook, sus labios apenas separados de los de Taehyung-. Esta noche es solo el comienzo.

En ese instante, en medio de la oscuridad, Jungkook y Taehyung se sumergieron en su propia burbuja de amor y deseo, donde las preocupaciones del mundo exterior se desvanecieron. Jungkook, con su actitud posesiva y apasionada, había despertado en Taehyung un deseo ardiente de entregarse por completo, de experimentar lo que significaba ser amado y protegido por un verdadero alfa.

La conexión que compartían era más fuerte que cualquier otra cosa, y mientras sus labios se encontraban nuevamente, sabían que no había vuelta atrás. La noche era joven, y ellos estaban listos para descubrir juntos todo lo que el destino les tenía reservado.

La brisa suave de la noche acariciaba sus rostros mientras Jungkook continuaba besando a Taehyung con una intensidad que hacía que el mundo exterior desapareciera. Cada roce de sus labios era como una promesa, una declaración silenciosa de lo que estaban a punto de compartir.

-Quiero que te sientas libre -dijo Jungkook, separándose ligeramente para mirarlo a los ojos-. Libre para ser tú mismo, para sentir todo lo que desees. Eres mío, y yo soy tuyo.

Taehyung sintió un cosquilleo recorrer su cuerpo al escuchar esas palabras. Era la validación que siempre había anhelado. Con una sonrisa nerviosa, asintió, sintiendo su lobo interior responder con un aullido de alegría.

-Quiero experimentar todo contigo, Jungkook. -Sus palabras eran sinceras, llenas de emoción.

Con una sonrisa, Jungkook tomó la mano de Taehyung y lo guió hacia un pequeño claro rodeado de árboles. La luna brillaba con fuerza, iluminando el lugar de manera mágica. Era un refugio perfecto, un rincón privado donde podrían dejarse llevar sin preocupaciones.

-Aquí es perfecto -dijo Jungkook, mirándolo con adoración mientras lo conducía al centro del claro.

Jungkook se acercó a Taehyung, su mirada profunda y cargada de deseo. Lo rodeó con sus brazos, atrayéndolo hacia él. La conexión entre ellos era palpable, una energía que vibraba en el aire. Taehyung sintió su corazón latir más rápido mientras Jungkook lo miraba intensamente.

-¿Estás listo? -preguntó Jungkook, su voz suave pero firme.

-Sí... -respondió Taehyung, sintiendo que el nerviosismo se mezclaba con la anticipación.

Jungkook se inclinó, besando a Taehyung nuevamente, esta vez con una dulzura que hizo que su piel ardiera. Era un beso que prometía todo lo que venía. Las manos de Jungkook se deslizaron por la cintura de Taehyung, mientras él se aferraba a su cuello, dejándose llevar por el momento.

Mientras se entregaban a la pasión, el mundo a su alrededor se desvanecía. Jungkook levantó a Taehyung con facilidad, colocándolo suavemente contra el tronco de un árbol. La naturaleza parecía ser testigo de su unión, el suave susurro del viento y el canto de los grillos creando la banda sonora perfecta para su encuentro.

Jungkook exploró cada rincón del cuerpo de Taehyung, sus manos firmes pero delicadas, asegurándose de que él se sintiera amado y deseado. Cada caricia, cada beso era un nuevo descubrimiento, una celebración de lo que eran el uno para el otro.

-Eres increíble -murmuró Jungkook, su voz llena de admiración.

-Tú también lo eres -respondió Taehyung, sintiendo que su lobo interior danzaba de alegría.

Las estrellas brillaban en el cielo mientras se perdían en el calor de su conexión. Era un momento que deseaban congelar en el tiempo, un instante de pura felicidad. Jungkook, con su aura dominante y su esencia protectora, había logrado abrir las puertas del corazón de Taehyung, y él se sentía más vivo que nunca.

Las horas pasaron, y lo que comenzó como un encuentro lleno de pasión se transformó en una entrega total. Jungkook y Taehyung se unieron en un baile de amor, cada movimiento fluido y lleno de ternura. Era una experiencia intensa, donde el tiempo se detuvo y todo lo demás se desvaneció.

Después de lo que pareció una eternidad, ambos se encontraron recostados en el suelo, respirando entrecortadamente, sus cuerpos entrelazados bajo la luz de la luna. La sensación de plenitud y felicidad los envolvía, y sus corazones latían al unísono.

-No puedo creer que esto sea real -dijo Taehyung, mirando a Jungkook con una mezcla de asombro y amor.

-Es real, y siempre será nuestro - respondió Jungkook, acariciando suavemente el rostro de Taehyung.

La conexión entre ellos había crecido más fuerte, y ambos sabían que lo que compartían era especial, algo que trascendía cualquier otra cosa.

Con esa certeza, se dejaron llevar por la magia de la noche, sabiendo que cada día que pasaban juntos solo los acercaba más. Jungkook había cumplido su promesa de cuidar y proteger a Taehyung, y en ese momento, ambos sintieron que eran verdaderamente uno, listos para enfrentar cualquier desafío que la vida les presentara, juntos.

Los días pasaron, y las camionetas continuaron su recorrido, entregando mercadería a los diferentes grupos mafiosos de la región. Cada llegada estaba marcada por la expectativa y la adrenalina, creando una atmósfera tensa pero electrizante en el aire. Jungkook, ahora conocido como el Padrino Jeon, se había ganado el respeto y la admiración de sus colegas.

Con cada entrega, los mafiosos expresaban su gratitud, algunos incluso inclinándose ante Jungkook en señal de respeto.

-Gracias, Padrino Jeon -dijo un hombre corpulento de cabello oscuro, con una mirada feroz-. Sin tu ayuda, no podríamos haber expandido nuestro territorio. Sabes cómo hacer negocios.

-Eso es lo que hacemos -respondió Jungkook con una sonrisa segura-. Y espero que cumplan con su parte del trato. No toleraré fallas.

El resto de los mafiosos asintió con seriedad, comprendiendo que Jungkook no solo era un hombre de negocios, sino también un líder temido. Taehyung observaba desde un lado, sintiendo una mezcla de admiración y temor. Sabía que Jungkook estaba caminando por una cuerda floja entre el poder y el peligro.

Una noche, después de una larga jornada de entregas, Jungkook llevó a Taehyung a un bar clandestino donde se celebraba una reunión de mafiosos. El ambiente era oscuro y cargado de humo, y la música resonaba en el fondo, creando una atmósfera vibrante. Jungkook, con una postura dominante y confianza, se convirtió en el centro de atención.

-Escuchen, amigos -comenzó, levantando su copa-. Esto es solo el principio. Juntos, seremos imbatibles.

Los mafiosos aplaudieron, brindando con entusiasmo. Jungkook estaba en su elemento, y Taehyung no podía evitar sonreír al verlo tan seguro. Pero al mismo tiempo, sentía un leve temor por el futuro.

Durante la reunión, varios mafiosos se acercaron a Jungkook, discutiendo planes de expansión y estrategias de negocio. Taehyung se sentó en un rincón, hablando con Namjoon, su mejor amigo.

-No puedo creer lo lejos que ha llegado Jungkook -dijo Namjoon, admirando a su amigo-. Es impresionante, pero también... da miedo.

-Lo sé -respondió Taehyung, sintiendo que su lobo interior aullaba ante el poder de Jungkook-. A veces me pregunto hasta dónde está dispuesto a llegar.

Namjoon frunció el ceño, mirando a Jungkook con preocupación.

-Con todo este poder viene un alto riesgo. Debemos asegurarnos de que esté a salvo, Taehyung. La mafia no es un juego.

Taehyung asintió, sintiendo una mezcla de orgullo y ansiedad. Jungkook se había convertido en algo más que un simple mafioso; era un hombre poderoso, pero esa misma ambición podía ser su perdición.

La noche continuó, y los mafiosos celebraron el éxito de las entregas, compartiendo historias y riendo a carcajadas. Jungkook, en medio de todo, sonreía, disfrutando del reconocimiento que había buscado durante tanto tiempo. Pero en su corazón, había un pequeño rincón de duda, un eco de advertencia que no podía ignorar.

Al final de la noche, mientras se retiraban, Taehyung tomó la mano de Jungkook y lo miró a los ojos.

-Te admiro, Jungkook. Pero prométeme que no te perderás en esto.

Jungkook sonrió, su mirada llena de determinación.

-No te preocupes, Taehyung. Siempre estaré contigo. Solo tengo que mantener el control y asegurarme de que este imperio crezca.

Pero en el fondo de su mente, una voz susurraba, recordándole que el camino del poder siempre estaba lleno de peligros. Y aunque Taehyung era su luz, sabía que también había sombras acechando, listas para devorarlo todo si se descuidaba.

Una noche, Taehyung decidió entrar al despacho de Jungkook, sintiendo que su alfa necesitaba un respiro de la presión que lo rodeaba. La habitación estaba a media luz, con documentos esparcidos por la mesa y el ambiente cargado de tensión. Jungkook estaba sentado en su silla, mirando fijamente una carpeta con el ceño fruncido.

Sin decir una palabra, Taehyung se acercó y se sentó en las piernas de Jungkook, rodeándolo con sus brazos.

-¿Qué pasa, Jungkook? -preguntó Taehyung suavemente, notando la frustración que emanaba de su pareja.

Jungkook suspiró profundamente, cerrando los ojos por un momento antes de abrirlos de nuevo, revelando la batalla interna que estaba librando.

-No pude cerrar el negocio con la mafia china -respondió, su voz grave y llena de desánimo-. Era una oportunidad increíble, y ahora... ahora tengo que enfrentar las consecuencias.

-¿Qué fue lo que falló? -preguntó Taehyung, preocupándose por el peso que llevaba Jungkook.

-Ellos no están dispuestos a colaborar. Quieren condiciones que no puedo aceptar. No puedo mostrar debilidad, especialmente con ellos -dijo Jungkook, pasándose la mano por el cabello, frustrado.

Taehyung sintió un nudo en el estómago al ver a su alfa tan abrumado. Consciente de su posición, se acercó más, buscando consolarlo.

-No puedes cargar todo esto solo -dijo Taehyung, mirándolo a los ojos-. Estoy aquí para ayudarte, para apoyarte en lo que necesites.

Jungkook sonrió débilmente, apreciando el gesto, pero su frustración era palpable.

-A veces me siento como si estuviera jugando con fuego, Taehyung. Hay tantas expectativas, y no quiero decepcionarte.

-No me decepcionas. Lo que más me importa es que estés bien -dijo Taehyung, inclinándose para besar suavemente los labios de Jungkook, buscando calmar su agitación. -Recuerda que somos un equipo. Siempre.

Jungkook lo miró intensamente, la conexión entre ellos haciendo que su frustración se desvaneciera, aunque solo un poco. La presencia de Taehyung era como un bálsamo para su alma cansada.

-A veces olvido eso -admitió Jungkook, sintiendo cómo su lobo interior aullaba de satisfacción al tener a Taehyung tan cerca-. Me preocupan las repercusiones. Si no puedo mantener a raya a la mafia china, podría haber problemas.

-Podemos enfrentar cualquier problema juntos -insistió Taehyung, apretando sus brazos alrededor del cuello de Jungkook-. Así que relájate un poco. Cuéntame sobre tu plan. ¿Hay algo que podamos hacer para que esta negociación funcione?

Jungkook asintió lentamente, sintiéndose un poco más ligero al hablar sobre el asunto. Compartieron ideas y estrategias, con Taehyung ayudándole a encontrar nuevas perspectivas. La frustración de Jungkook comenzó a disiparse, reemplazada por la calidez de la conexión entre ellos.

Al final, la conversación se tornó más ligera, y Taehyung, en su habitual forma juguetona, se puso de pie sobre las piernas de Jungkook y empezó a hacer muecas para hacerlo reír.

-¿Ves? A veces solo necesitas un poco de diversión en tu vida -dijo Taehyung, haciendo una pequeña danza ridícula que provocó una risa genuina de Jungkook.

-Eres un verdadero alivio -respondió Jungkook, sintiéndose afortunado de tener a Taehyung a su lado.

Y así, a pesar de los problemas que los rodeaban, la noche se convirtió en un momento de alegría y amor. Ambos sabían que enfrentarían desafíos, pero mientras estuvieran juntos, podrían superar cualquier adversidad.

Los días siguieron avanzando, y con cada nuevo amanecer, Jungkook y Taehyung se encontraban más conectados, formando un lazo más fuerte. Las conversaciones en el despacho se tornaban cada vez más productivas, mientras el plan para cerrar el negocio con la mafia china se desarrollaba lentamente. Jungkook se sentía más confiado sabiendo que Taehyung estaba a su lado, aportando su perspectiva única.

Una tarde, mientras Jungkook revisaba documentos, recibió un mensaje de un contacto importante sobre la negociación. Sin embargo, antes de que pudiera profundizar en el asunto, su mente se desvió hacia Taehyung, quien estaba en la cocina preparando un pequeño refrigerio. La idea de pasar tiempo con él le trajo una sonrisa.

-¿Qué estás cocinando? -preguntó Jungkook, acercándose con curiosidad.

-Solo un bocadillo para nosotros -respondió Taehyung, girándose con una bandeja llena de frutas y quesos. Su rostro brillaba con alegría, y Jungkook no pudo evitar admirar la forma en que la luz iluminaba su cabello.

-¿Sabías que te ves increíble cuando te concentras en algo? -dijo Jungkook, haciéndole un guiño.

Taehyung sonrojó y trató de ocultar su rostro detrás de la bandeja, pero la sonrisa en sus labios no podía ser contenida.

-Deja de hacerme sonrojar, Jungkook. Solo quiero que disfrutes esto -dijo, sirviendo los bocadillos en la mesa.

-No puedo evitarlo. Siempre estás adorable, ya sea cocinando o solo sentado leyendo -replicó Jungkook, tomando un trozo de fruta y acercándose a Taehyung-. Además, no puedo evitar lo afortunado que soy de tenerte aquí.

Mientras disfrutaban de su merienda, la conversación se desvió hacia la vida diaria, los sueños y los planes para el futuro. Jungkook compartió su anhelo de formar una familia, y Taehyung, con una mirada soñadora, habló sobre la idea de tener un hogar lleno de risas y amor.

-Me gustaría tener hijos algún día, ya sabes -dijo Jungkook, su voz suave pero llena de deseo-. Imagina a nuestros pequeños corriendo por la casa, llenándola de alegría.

Taehyung asintió, sintiendo cómo su corazón latía más rápido ante la idea. La imagen de un futuro junto a Jungkook lo llenaba de emoción.

-Sí, sería hermoso. Pero primero, debemos asegurarnos de que tengamos una vida estable, ¿no? -respondió Taehyung, apoyando su cabeza en la mano mientras miraba a Jungkook con ternura.

-Tienes razón -admitió Jungkook, sonriendo-. Pero, en lo profundo de mi ser, sé que todo esto valdrá la pena. Solo quiero que estés a mi lado mientras lo construimos.

Después de disfrutar de la merienda, Jungkook regresó al despacho para continuar con su trabajo. Mientras tanto, Taehyung decidió hacer un recorrido por la casa, observando cada rincón y admirando la vida que estaban construyendo juntos.

Esa noche, después de una jornada larga y productiva, Jungkook y Taehyung se encontraron de nuevo en el sofá. Jungkook, cansado pero feliz, se recostó y se acomodó contra el pecho de Taehyung.

-Dime, ¿qué piensas sobre todo esto? -preguntó Jungkook, acariciando suavemente la mano de Taehyung.

-Pienso que estamos haciendo grandes avances, pero también que debemos tener cuidado con lo que se avecina -respondió Taehyung, pensativo-. La mafia china no se quedará de brazos cruzados por mucho tiempo.

-Lo sé, pero juntos somos fuertes -aseguró Jungkook, tomando el rostro de Taehyung entre sus manos-. Prometo protegerte, pase lo que pase.

Taehyung sonrió, sintiéndose seguro y amado. En ese momento, supo que su amor era un refugio en medio de la tormenta que se avecinaba.

Los días siguieron pasando, y cada uno traía nuevas emociones y experiencias. Con la llegada de camiones llenos de mercancías y armas, la presión aumentaba en el mundo criminal. Pero Jungkook se sentía fuerte, con la seguridad de que tenía a Taehyung a su lado.

Una noche, Jungkook decidió llevar a Taehyung al bar mafioso donde solían reunirse. Sabía que, aunque la atmósfera podía ser peligrosa, quería que Taehyung sintiera el poder que emanaba de su mundo.

-¿Estás listo? -preguntó Jungkook mientras se vestía, asegurándose de que su atuendo fuera impecable.

-Listo, pero espero que no se pongan muy intensos -dijo Taehyung con una risa nerviosa.

-No te preocupes. Solo sigue mi ejemplo -respondió Jungkook, sonriendo confiado.

Cuando llegaron al bar, la atmósfera estaba cargada de energía. Jungkook saludó a varios mafiosos, mostrándose seguro y dominante, mientras Taehyung observaba, un poco abrumado por la intensidad del lugar.

Mientras Jungkook se reunía con otros mafiosos, Taehyung se dirigió hacia Namjoon, quien estaba apoyado en la barra con una copa en la mano.

-¿Qué tal, Namjoon? -preguntó Taehyung, sintiendo un aire de familiaridad en medio del bullicio.

-Hola, Taehyung. Veo que estás disfrutando de la vida con Jungkook -dijo Namjoon, asintiendo hacia donde Jungkook estaba hablando con otros mafiosos.

-Sí, ha sido interesante. Pero a veces me preocupa lo que esto significa para nosotros -confesó Taehyung, mirando a Jungkook con una mezcla de admiración y preocupación.

-Es natural preocuparse, pero confía en él. Jungkook tiene un buen corazón, aunque su mundo sea complicado. Solo asegúrate de que estés seguro -respondió Namjoon, siempre perceptivo.

Mientras tanto, Jungkook se volvió hacia Taehyung, mostrando un aire de posesividad y control que reflejaba su papel de líder.

-¿Todo bien? -preguntó Jungkook, acercándose a Taehyung con una mirada protectora.

-Sí, solo hablando con Namjoon -respondió Taehyung, sintiéndose orgulloso de tener a alguien como Jungkook a su lado.

Jungkook sonrió y tomó la mano de Taehyung, llevándolo a la pista de baile improvisada donde algunos mafiosos estaban disfrutando de la música. La atmósfera vibrante y el ambiente eufórico parecían envolverlos, y Taehyung se sintió más seguro al estar al lado de su alfa.

Mientras bailaban, Taehyung no pudo evitar sentir la energía que emanaba de Jungkook. Era como si estuviera en el centro de su propio reino, y su lobo interior aullaba de felicidad al estar junto a su verdadero compañero.

Los días pasaron y el ambiente en el despacho de Jungkook se tornó cada vez más tenso. A pesar de los esfuerzos realizados, el importante negocio con la mafia china había fracasado, y recientemente se había encontrado con otro revés: el trato con la mafia japonesa tampoco se había concretado. Cada pequeño fracaso lo frustraba más, y su lobo interior se agolpaba en su pecho, ansioso por desatar su furia.

Esa tarde, Jungkook se encontraba sentado en su despacho, mirando las hojas de papel esparcidas por la mesa. La frustración le quemaba en el pecho, y cuando Taehyung entró en la habitación, notó de inmediato la tensión que lo envolvía.

-¿Qué pasa, Jungkook? -preguntó Taehyung con suavidad, acercándose a su alfa y colocándose en una de las sillas frente a él.

-No pude cerrar el trato con la mafia japonesa -respondió Jungkook, sus ojos oscuros reflejando el desánimo. A pesar de que intentaba mantener la calma, la rabia y la frustración eran palpables en su voz-. No entiendo qué está pasando. Todo estaba preparado, y al final, se echaron atrás en el último momento.

-Lo siento - dijo Taehyung, tratando de ofrecer consuelo-. A veces, las cosas no salen como esperamos. Pero sé que lo estás haciendo lo mejor que puedes.

Jungkook dejó escapar un suspiro pesado y se pasó las manos por el cabello, sintiéndose impotente. La presión que sentía era abrumadora, y el sentimiento de haber decepcionado a su familia y a su propia imagen de líder le pesaba en el alma.

-No puedo seguir fallando. Cada vez que me rechazan, siento que pierdo un poco más de control -dijo, su voz casi temblando.

Taehyung, sintiendo la angustia de Jungkook, se acercó más, tomando sus manos en un gesto de apoyo. -Tienes que recordar que esto es un juego complicado. No todo depende de ti. Estás construyendo un imperio, y eso lleva tiempo.

-Lo sé, pero... -Jungkook se detuvo, mirando a Taehyung a los ojos. Su lobo interior rugía, sintiendo la necesidad de proteger a su compañero de este mundo caótico. La intensidad de sus emociones era casi palpable-. No quiero que esto te afecte. Quiero que vivas una vida tranquila, lejos de todo esto.

-Soy parte de esto contigo, Jungkook -respondió Taehyung, su mirada firme-. No puedo quedarme al margen mientras luchas. Prometí estar a tu lado.

Jungkook asintió, sintiéndose un poco mejor por el apoyo de Taehyung. Sin embargo, la frustración seguía ahí, creciendo en silencio. Era como una sombra que lo seguía, susurrándole que debía actuar y demostrar su valía.

En ese momento, la puerta se abrió de nuevo, y Namjoon entró, llevando consigo un aire de determinación.

- Jungkook, he estado hablando con algunos de los otros miembros. Tal vez debamos replantear nuestra estrategia para la mafia japonesa.

-¿Qué tienes en mente? -preguntó Jungkook, sintiéndose un poco más animado al escuchar que no estaba solo en esto.

-Quizás podríamos buscar a alguien dentro de la organización que esté dispuesto a traicionar a su propia gente. Esa podría ser nuestra forma de entrar -sugirió Namjoon, cruzando los brazos.

-Eso suena peligroso -respondió Taehyung, su expresión preocupada-. ¿Estás seguro de que es lo correcto?

-No tenemos muchas opciones en este momento. A veces, hay que arriesgarse -dijo Namjoon, manteniendo su mirada fija en Jungkook-. Lo importante es que hagamos esto bien. No podemos permitir que la incertidumbre continúe pesando sobre nosotros.

Jungkook tomó un momento para reflexionar sobre la propuesta, sintiendo que había algo de verdad en las palabras de Namjoon. Tal vez un movimiento audaz era lo que necesitaban para recuperar el control de la situación.

-Bien, haremos esto - afirmó Jungkook, su voz sonando más decidida-. Vamos a planearlo. No puedo permitirme otro fracaso.

Taehyung sintió la determinación de Jungkook y, aunque su corazón latía con preocupación, también lo llenó de esperanza. Sabía que su alfa era fuerte y que juntos podían enfrentar cualquier desafío.

Con la conversación tomando un rumbo más productivo, el ambiente en el despacho cambió. Jungkook, aunque aún frustrado, sentía que tenía a su lado a un equipo que lo apoyaba. Estaba listo para luchar y demostrar que podían superar cualquier obstáculo en su camino.

Mientras planificaban el siguiente movimiento, la tensión en la habitación disminuyó un poco, y un nuevo sentido de propósito comenzó a brotar en Jungkook. A pesar de las dificultades, su amor por Taehyung y el deseo de protegerlo lo mantenían enfocado en su objetivo: consolidar su posición en el mundo mafioso y, al mismo tiempo, construir un futuro en el que pudieran ser felices juntos.

Después de varios días de intensas discusiones y planificación, el ambiente en el despacho de Jungkook había cambiado drásticamente. Con el apoyo decidido de Namjoon y la inquebrantable fe de Taehyung en su alfa, lograron reunir información crucial sobre la mafia japonesa. Las cartas estaban sobre la mesa y era el momento de actuar.

-Debemos ser cautelosos -dijo Namjoon mientras revisaban los documentos-. La mafia japonesa es conocida por su lealtad, pero también por su disposición a traicionar si se sienten amenazados. Necesitamos un enfoque estratégico.

-Tengo un contacto dentro de la mafia que podría ayudarnos -anunció Taehyung, su voz firme-. Hablé con un amigo de confianza que solía trabajar con ellos. Puede darnos una ventaja.

Jungkook se sintió un poco más aliviado al escuchar esto. Su corazón se llenaba de gratitud hacia Taehyung, quien siempre parecía tener la respuesta adecuada en los momentos más críticos.

-Perfecto -dijo Jungkook, una chispa de determinación en sus ojos-. Si tenemos a alguien en el interior, podemos aprovechar eso para ganar su confianza.

Los días siguientes fueron una mezcla de ansiedad y emoción. Namjoon y Taehyung trabajaron incansablemente para asegurar el encuentro con los líderes de la mafia japonesa, preparando cada detalle. Jungkook, aunque todavía sentía la presión del fracaso previo, estaba decidido a no dejar que esta oportunidad se desvaneciera.

Finalmente, llegó el día de la reunión. La tensión en el aire era palpable mientras se dirigían al lugar acordado, un elegante restaurante japonés en el corazón de la ciudad. Jungkook se aseguraba de estar bien vestido, sus instintos de lobo interior resonando en su pecho, preparándose para cualquier eventualidad.

-Recuerda, la clave es mostrar confianza -dijo Namjoon mientras entraban al restaurante-. Ellos respetan la fuerza y la determinación.

Taehyung asintió, sintiendo la mezcla de nervios y emoción. Con Jungkook a su lado, sabía que todo iba a salir bien. Entraron al restaurante, el aroma de la comida japonesa llenando el aire. Se sentaron en una mesa privada, y pronto, los líderes de la mafia japonesa hicieron su aparición.

-Jeon Jungkook, supongo -dijo uno de ellos, un hombre de aspecto severo llamado Hiroshi, mientras se sentaban frente a ellos-. He oído mucho sobre ti.

-Igualmente -respondió Jungkook, manteniendo la mirada firme-. He venido a discutir un acuerdo que beneficiará a ambas partes.

La conversación fluyó, cada palabra cuidadosamente elegida mientras Jungkook, con la ayuda de Namjoon y Taehyung, exponía los beneficios de la colaboración. La tensión en el aire comenzó a disiparse a medida que la discusión avanzaba, y Jungkook pudo notar que Hiroshi parecía interesado en lo que ofrecían.

-Es un trato arriesgado -comentó Hiroshi, evaluando la situación-. Pero veo potencial. ¿Qué pueden ofrecerme a cambio?

Namjoon, que había estado escuchando atentamente, intervino: -Ofrecemos un acceso más fácil a nuestros canales de distribución en el mercado europeo. Juntos, podríamos dominar el comercio de bienes en ambas regiones.

Hiroshi se quedó en silencio, sopesando la propuesta. Taehyung, sintiendo la tensión del momento, tomó la mano de Jungkook debajo de la mesa, brindándole una conexión reconfortante.

Finalmente, después de un intercambio de miradas significativas, Hiroshi sonrió levemente. -Está bien, acepto el trato. Pero necesitamos garantizar que nuestra colaboración sea discreta.

-Eso no será un problema -afirmó Jungkook, sintiendo la carga de la presión levantarse de sus hombros-. Tendremos todo organizado para asegurar que ambos lados se beneficien.

La reunión terminó con un apretón de manos, y Jungkook sintió que su lobo interior rugía de felicidad. Habían logrado lo que parecía imposible: habían cerrado el trato con la mafia japonesa.

Al salir del restaurante, la emoción era palpable. Taehyung no pudo evitar sonreír mientras miraba a Jungkook. -Lo lograste, Jungkook. Eres increíble.

-No podría haberlo hecho sin ustedes -respondió Jungkook, mirando a Namjoon y luego a Taehyung-. Esto es solo el comienzo.

Con el corazón lleno de determinación y esperanza, Jungkook sabía que estaban un paso más cerca de consolidar su lugar en el mundo mafioso. Y mientras el futuro se desplegaba ante ellos, estaba agradecido por tener a Taehyung a su lado, listo para enfrentar cualquier desafío que se presentara.

A medida que los días pasaban, los resultados del trato con la mafia japonesa comenzaron a hacerse evidentes. La colaboración estratégica que Jungkook, Taehyung y Namjoon habían forjado estaba dando frutos, y ambos lados comenzaron a notar un aumento en sus operaciones y beneficios.

Los primeros envíos de mercancías llegaron a los almacenes de Jungkook, y con cada camión que entraba, su lobo interior aullaba de alegría. La distribución de productos se facilitó enormemente, y pronto, sus almacenes se llenaron de todo tipo de artículos, desde armas hasta drogas, que ahora fluían sin problemas gracias a la nueva alianza.

-Mira esto, Jungkook -dijo Namjoon un día mientras revisaban los registros-. Las cifras están aumentando exponencialmente. La mafia japonesa realmente sabe cómo hacer negocios.

Jungkook observó las hojas llenas de números y sonrió, sintiendo la satisfacción de saber que su esfuerzo había valido la pena. -Esto es solo el principio. Si mantenemos esta relación, podemos expandirnos aún más.

Mientras tanto, Taehyung observaba desde un lado, disfrutando del éxito de su alfa y el reconocimiento que finalmente recibía. Aunque había estado preocupado por la carga que Jungkook llevaba, ahora se sentía aliviado y orgulloso.

Sin embargo, no todo era perfecto. La mafia japonesa, aunque estaba viendo los resultados del trato, también esperaba resultados tangibles de Jungkook a cambio. Los líderes japoneses eran conocidos por su temperamento y expectativas altas. En una reunión posterior, Hiroshi dejó en claro que necesitaban más que solo palabras para asegurar su colaboración.

-Hemos visto un aumento en nuestras operaciones, Jungkook -dijo Hiroshi con su típica frialdad-. Pero necesitamos que mantengas la calidad y la cantidad. No podemos permitirnos fallos.

-Lo entiendo -respondió Jungkook, sintiendo el peso de la presión nuevamente-. Me aseguraré de que todo funcione sin problemas.

En su interior, sin embargo, Jungkook sabía que el tiempo sería crucial. Debía demostrar que era un aliado digno de confianza, y eso significaba actuar rápidamente y mantener la producción al máximo nivel. Con cada envío que llegaba, una parte de él se sentía emocionado, pero otra parte comenzaba a cargar con la ansiedad de cumplir las expectativas.

Esa noche, mientras se preparaban para una nueva entrega, Jungkook y Taehyung se sentaron juntos en el sofá del apartamento, sumidos en sus pensamientos.

-¿Crees que estamos a la altura? -preguntó Jungkook, mirando hacia el vacío.

Taehyung, siempre confiado en su alfa, tomó su mano. -Tú eres el Padrino, Jungkook. Has logrado más de lo que muchos en este mundo podrían. Solo necesitas creer en ti mismo.

El lobo interior de Jungkook aullaba de orgullo ante las palabras de su pareja. Agradecido por su apoyo, se inclinó hacia Taehyung y lo besó suavemente. En medio de la presión, había encontrado un refugio en el amor que compartían.

Sin embargo, el día llegó cuando los líderes de la mafia japonesa decidieron hacer una visita a los almacenes de Jungkook para inspeccionar personalmente el progreso. La presión aumentó, y Jungkook sabía que debía presentar lo mejor de sí mismo.

Con Taehyung a su lado, se prepararon para la llegada de Hiroshi y su grupo de asesores. A medida que la comitiva se acercaba, Jungkook sintió el peso de la responsabilidad sobre sus hombros, pero también la confianza que Taehyung le había brindado.

-Vamos a mostrarles de qué estamos hechos -dijo Jungkook, su voz firme mientras se dirigían al frente del almacén.

La visita comenzó con un recorrido por las instalaciones. Hiroshi observaba atentamente, su expresión impasible mientras Jungkook mostraba la mercancía y explicaba cómo estaban manejando la distribución. Taehyung se quedó cerca, su presencia tranquilizadora mientras Jungkook respondía a las preguntas.

-Esto es impresionante, Jeon -dijo Hiroshi, cruzando los brazos-. Pero la verdadera prueba será cómo manejan la próxima entrega. No solo queremos ver resultados; necesitamos garantizarlos.

-No se preocupen -respondió Jungkook, sintiendo la adrenalina fluir-. Tengo todo bajo control. Este es solo el comienzo de una larga y exitosa relación.

A medida que la visita concluía, Jungkook se sintió aliviado al ver que Hiroshi mostraba una sonrisa, aunque cautelosa. La aprobación de los líderes de la mafia japonesa significaba que estaban en el camino correcto, y Jungkook sabía que, con el apoyo de Taehyung y Namjoon, podría enfrentar cualquier desafío que viniera en su camino.

La noche terminó con una cena en el elegante restaurante que había sido testigo de la primera reunión. Jungkook y Taehyung se sentaron en una mesa, reflexionando sobre los desafíos y victorias que aún estaban por venir.

-Lo hiciste bien, Jungkook -dijo Taehyung, sonriendo mientras brindaban con sus copas de vino-. Estoy orgulloso de ti.

-Gracias, amor -respondió Jungkook, sintiendo el calor de sus palabras-. Esto es solo el principio. Juntos, podemos enfrentar cualquier cosa.

Y con esa promesa en el aire, sabían que la historia de su vida mafiosa apenas comenzaba, llena de desafíos, amor y oportunidades.

Después del exitoso acuerdo con la mafia japonesa, la reputación del Padrino Jungkook se disparó. Las otras organizaciones criminales comenzaron a notar el ascenso meteórico de su imperio y la eficiencia con la que manejaba sus operaciones. Pronto, las mafias italianas, rusas y colombianas se mostraron interesadas en establecer relaciones comerciales con él.

Un día, mientras Jungkook y Taehyung estaban en su despacho revisando documentos, Namjoon entró con una expresión de emoción en el rostro.

-¡Jungkook! -exclamó Namjoon-. La mafia italiana está interesada en hablar contigo. Quieren negociar un acuerdo de distribución.

Jungkook se reclinó en su silla, sintiendo una mezcla de orgullo y nerviosismo. -¿La mafia italiana? ¿Qué quieren?

-Están impresionados con lo que lograste con los japoneses y quieren aprovechar la oportunidad para expandir su influencia aquí -explicó Namjoon-. Están ofreciendo una reunión en su club principal.

Taehyung, que estaba sentado a un lado, miró a Jungkook con curiosidad. -¿Crees que deberías ir? Esto podría ser una gran oportunidad para nosotros.

-Definitivamente -respondió Jungkook, sintiendo el ímpetu de la emoción correr por su cuerpo-. Si podemos cerrar tratos con varias mafias, podemos consolidar nuestro poder en el área.

Esa noche, Jungkook se preparó para la reunión. Se vistió con un traje negro perfectamente ajustado, su mirada era decidida mientras se miraba en el espejo. Taehyung entró en la habitación, llevando consigo una camisa blanca y una chaqueta elegante.

-Te ves increíble -dijo Taehyung, sonriendo-. Estás listo para impresionar a esos mafiosos.

-Gracias, Tae -respondió Jungkook, sintiéndose más seguro gracias a las palabras de su pareja-. No puedo dejar que me vean débil.

-Recuerda que siempre estoy contigo -le recordó Taehyung, acariciando su brazo-. Tu lobo interior también lo siente.

En el club italiano, la atmósfera era densa con humo y música. Las luces parpadeaban, creando un ambiente de misterio. Jungkook y Taehyung se acercaron a la mesa donde los líderes italianos estaban reunidos. La mirada de todos se centró en ellos, y Jungkook sintió una oleada de poder recorrerlo.

-Padrino Jungkook -saludó Giovanni, el líder de la mafia italiana, extendiendo su mano-. He oído grandes cosas sobre ti.

-Es un placer estar aquí, Giovanni -respondió Jungkook, estrechando su mano con firmeza-. Espero que podamos hacer grandes negocios juntos.

La conversación fluyó mientras discutían términos y condiciones. Las ofertas eran tentadoras, y Jungkook se sintió cada vez más en control. Sin embargo, mientras hablaban, notó que algunos de los hombres de Giovanni intercambiaban miradas. Jungkook mantuvo la calma, recordando las palabras de Taehyung sobre su lobo interior.

-Estamos listos para expandir nuestras operaciones -dijo Jungkook, hablando con autoridad-. Pero necesito saber que ustedes pueden cumplir su parte del trato.

Giovanni sonrió, su mirada astuta. -Confía en mí, Padrino. En este negocio, la lealtad es lo más importante.

La negociación se prolongó durante varias horas, pero al final, ambas partes lograron llegar a un acuerdo que beneficiaría a todos. Jungkook sintió un alivio inmenso mientras estrechaban manos para sellar el trato.

Después de la reunión, cuando Jungkook y Taehyung salieron del club, se encontraron rodeados por un aire de triunfo. Jungkook exhaló profundamente, sintiéndose como un verdadero líder.

-Lo hiciste genial, Jungkook -dijo Taehyung, con admiración-. Estoy tan orgulloso de ti.

-Gracias, Tae -respondió Jungkook, sintiendo la calidez de la aprobación de su pareja-. Esto es solo el comienzo. Con cada mafia que se une a nosotros, crecemos más fuertes.

Mientras conducían de regreso a casa, Jungkook reflexionó sobre el poder que había ganado. Con cada nuevo acuerdo, se sentía más seguro en su papel como Padrino, y sabía que la mafia estaba en buenas manos.

Los días siguientes estuvieron llenos de negociaciones y reuniones con otras mafias. La emoción de expandir su imperio llenaba el aire, y Jungkook no podía evitar sonreír al ver cómo su vida había cambiado.

Sin embargo, también había quienes observaban desde las sombras, personas que no estaban contentas con su creciente poder. Jungkook y Taehyung sabían que debían estar alertas. En el mundo del crimen, cada victoria venía acompañada de nuevos desafíos.

A medida que se acomodaban en su nueva vida, Jungkook se dio cuenta de que cada decisión que tomaba no solo afectaba a él, sino también a Taehyung y a todos aquellos que formaban parte de su familia mafiosa. Con cada nuevo trato, su lobo interior aullaba no solo por el poder, sino también por la protección de los que amaba.

Los días se convirtieron en semanas, y el poder del Padrino Jungkook continuó creciendo de manera exponencial. Las negociaciones exitosas con la mafia italiana abrieron las puertas a otros grupos criminales, ansiosos por unirse a la mafia Jeon y beneficiarse de su creciente influencia.

Una tarde, Jungkook y Taehyung estaban en su despacho revisando documentos cuando Namjoon entró con una gran sonrisa en su rostro.

-¡Jungkook! -exclamó-. Acabo de recibir noticias de la mafia rusa. Quieren unirse a nosotros y están dispuestos a ofrecer un 20% de sus ganancias en nuestras operaciones conjuntas.

Jungkook se inclinó hacia adelante, sus ojos brillando con emoción. -¿Rusa? Eso es enorme. ¿Cuándo quieren reunirse?

-Ellos sugieren mañana en la cabaña de siempre, el lugar donde nos reunimos con los japoneses -respondió Namjoon-. Quieren discutir los términos de la alianza.

-Entonces, hagámoslo -dijo Jungkook, sintiéndose cada vez más confiado en su papel como líder-. Debemos demostrarles que la mafia Jeon es la más fuerte de todas.

La reunión con los rusos fue intensa. Jungkook, acompañado por Taehyung y Namjoon, se presentó ante una mesa llena de hombres robustos con miradas serias. El líder ruso, Viktor, era un hombre imponente, y Jungkook sintió el peso de su mirada mientras hablaban.

-Padrino Jungkook -comenzó Viktor-. He escuchado mucho sobre su éxito y la rapidez con que ha crecido su imperio. Estoy interesado en formar una alianza que beneficie a ambos.

-La lealtad es fundamental en este negocio -respondió Jungkook, manteniendo la mirada firme-. Debemos asegurarnos de que ambos lados cumplan con sus promesas.

La conversación avanzó con rapidez, y Jungkook fue capaz de imponer términos que favorecieran a su mafia. La tensión en la sala disminuyó a medida que se firmaban los acuerdos y se estrechaban manos. Con la mafia rusa unida a ellos, Jungkook sintió que el dominio de su imperio se hacía más sólido.

Las semanas siguientes se llenaron de reuniones con más mafias, cada una más intrigante que la anterior. La mafia colombiana, famosa por sus operaciones de tráfico de drogas, se acercó con una oferta de colaboración.

En una de esas reuniones, mientras estaban en un bar de lujo, el representante colombiano, un hombre elegante llamado Carlos, se sentó con Jungkook y Taehyung.

-Escuché que han tenido un gran éxito en su distribución -dijo Carlos, un tono de admiración en su voz-. Quiero que mi gente trabaje contigo. Podemos compartir nuestras rutas y aumentar nuestras ganancias.

-Estoy abierto a la colaboración -respondió Jungkook, sintiendo que su ambición no tenía límites-. Pero debemos tener cuidado con la confianza. La traición puede venir de cualquier lado.

La conversación se desarrolló, y Carlos aceptó los términos de Jungkook, prometiendo lealtad a cambio de acceso a las rutas de distribución de la mafia Jeon. Cada nueva mafia que se unía no solo aumentaba su poder, sino también su red de aliados, y Jungkook se sentía en la cima del mundo criminal.

Una noche, después de un largo día de negociaciones, Jungkook y Taehyung se sentaron en su habitación. Taehyung, con una sonrisa, le preguntó:

-¿Estás listo para lo que viene, Jungkook? Esto está creciendo más rápido de lo que pensé.

Jungkook asintió, sintiendo la adrenalina correr por sus venas. -Esto es solo el comienzo. Cada mafia que se une significa más poder, pero también más responsabilidad. Debo asegurarme de que todos estén seguros y que nuestras operaciones se mantengan bajo control.

Taehyung tomó la mano de Jungkook, su mirada llena de confianza. -Y yo estaré contigo en cada paso del camino. Juntos podemos enfrentar cualquier desafío.

Con la fuerza de su amor y el apoyo de sus aliados, Jungkook estaba decidido a llevar a la mafia Jeon a nuevas alturas, asegurando no solo su posición, sino también la protección de aquellos que amaba. Mientras la oscuridad de la noche caía sobre la ciudad, su lobo interior aullaba con emoción, anticipando todo lo que estaba por venir.

Con el paso de los días, cada vez más mafias se alineaban con la mafia Jeon, uniendo fuerzas en un mundo donde la lealtad y la traición iban de la mano. Jungkook, sintiéndose más poderoso que nunca, sabía que estaba a punto de entrar en una nueva era de dominio y ambición.

Después de semanas llenas de tensión, reuniones interminables y estrategias para mantener el control de la creciente alianza entre las mafias, Jungkook finalmente decidió que era momento de tomarse un descanso. La presión había sido inmensa, y aunque estaba acostumbrado a la vida del Padrino, necesitaba recargar energías y pasar tiempo con quien más amaba: Taehyung.

Una mañana, al despertar, Jungkook miró a Taehyung a su lado, el rostro sereno mientras dormía. Se dio cuenta de que no habían tenido tiempo para ellos dos desde hacía semanas. Con una sonrisa, se inclinó y le dio un suave beso en la frente, despertando a su luna con delicadeza.

-Buenos días, amor -murmuró Jungkook, acariciando suavemente su cabello.

Taehyung abrió los ojos lentamente y sonrió al verlo.

-Buenos días... ¿cómo te sientes? -preguntó con voz suave, sabiendo cuánto estrés había acumulado Jungkook en los últimos días.

-Hoy mejor que nunca -respondió Jungkook, decidido-. ¿Sabes? Quiero que hoy sea solo para nosotros. Nada de mafias, nada de negocios. Solo tú y yo.

Taehyung se sorprendió un poco, pero su sonrisa se ensanchó.

-Eso suena perfecto. ¿Qué tienes en mente?

-Quiero llevarte a nuestra casa en las afueras, lejos de todo este caos -dijo Jungkook, ya imaginando el paisaje tranquilo-. Un lugar donde podamos desconectar y simplemente estar juntos.

Pasaron la mañana empacando lo necesario, y en unas pocas horas se encontraron en su coche, conduciendo hacia la casa de campo que tenían. Era un lugar donde el tiempo parecía detenerse, rodeado de naturaleza y lejos del bullicio de la ciudad y el oscuro mundo que solían habitar.

Al llegar, Taehyung salió del coche y respiró profundamente el aire fresco.

- Hacía tiempo que no veníamos aquí -dijo, mirando los árboles y las montañas que rodeaban la casa.

Jungkook salió detrás de él, rodeándolo por la cintura y apoyando su cabeza en el hombro de Taehyung. -Lo sé... pero lo necesitábamos, especialmente tú. Después de todo lo que ha pasado, quiero que descanses y disfrutes.

Pasaron los días en ese refugio, compartiendo momentos de pura felicidad y calma. Jungkook cocinaba para Taehyung, algo que casi nunca hacía en su vida cotidiana, y Taehyung lo miraba con ternura mientras lo veía moverse con habilidad en la cocina.

-Nunca pensé que el gran Padrino sabría cocinar -dijo Taehyung con una risa suave una noche mientras Jungkook preparaba una cena sencilla pero deliciosa.

Jungkook sonrió, sirviendo la comida.

- Hay muchas cosas que no sabes de mí, amor. Y tengo tiempo para sorprenderte.

Las noches eran aún más especiales. Se sentaban frente a la chimenea, hablando de todo y nada, compartiendo secretos y deseos que nunca antes se habían atrevido a decir en voz alta. A veces, Taehyung se quedaba dormido en los brazos de Jungkook, y él lo observaba, sintiéndose increíblemente afortunado de tener a alguien como él a su lado.

Una tarde, mientras caminaban por el bosque cercano, Taehyung se detuvo y miró a Jungkook a los ojos, con una expresión de profunda gratitud.

-Gracias por esto -dijo Taehyung, entrelazando sus dedos con los de Jungkook-. No sabes cuánto necesitaba esto.

Jungkook lo atrajo hacia sí y lo abrazó con fuerza. -Tú siempre serás mi prioridad, Taehyung. Pase lo que pase en el mundo, siempre te voy a elegir.

Con los días, el estrés de las semanas anteriores comenzó a desvanecerse. Los momentos de alegría y amor entre ellos fortalecieron su vínculo, haciendo que su relación se sintiera más sólida que nunca. Ambos se daban cuenta de lo importante que era tomarse un tiempo para ellos, lejos de las sombras que los rodeaban.

Y aunque sabían que eventualmente tendrían que regresar a la realidad, esos días que pasaron juntos fueron un recordatorio de que, sin importar lo que sucediera en su mundo, siempre tendrían un refugio en los brazos del otro.

A medida que pasaban los días en su refugio, Jungkook y Taehyung encontraron una nueva forma de conexión, no solo como pareja, sino también como compañeros en la vida que ambos habían elegido. Después de cada caminata, cada conversación frente a la chimenea, y cada risa compartida, parecía que se entendían más profundamente, sin necesidad de palabras.

Una noche en particular, mientras estaban sentados en el porche mirando las estrellas, Jungkook rompió el silencio.

-¿Sabes? Nunca pensé que encontraría este tipo de paz -dijo en voz baja, con su brazo alrededor de Taehyung-. Todo lo que he hecho, desde que tomé el control de la mafia, ha sido por poder. Y luego llegaste tú, y me di cuenta de que... hay cosas mucho más valiosas.

Taehyung sonrió y apoyó su cabeza en el hombro de Jungkook, disfrutando de la tranquilidad que les rodeaba. -Tú siempre has sido poderoso, Jungkook, no solo como Padrino. Tienes una fuerza que va más allá de las armas y los tratos. Pero aquí... podemos ser solo nosotros. Sin títulos ni obligaciones.

Jungkook asintió lentamente. -Sí, aquí no soy el Padrino. Solo soy un hombre enamorado de su luna.

Pasaron unos segundos en silencio, hasta que Taehyung lo miró, su expresión más seria. -Pero sabes que no podemos quedarnos aquí para siempre, ¿verdad? Pronto tendrás que volver, y yo también estaré contigo, en lo bueno y en lo malo.

Jungkook suspiró. -Lo sé. Pero por ahora, déjame disfrutar de esto un poco más. Estos momentos contigo son los que me hacen seguir adelante cuando todo se vuelve oscuro.

Al día siguiente, mientras ambos desayunaban, Jungkook recibió una llamada. Era Namjoon, informándole sobre un acuerdo que estaban a punto de cerrar con otra mafia europea. Aunque no quería irse de su paraíso temporal, sabía que era hora de regresar.

-¿Es momento de volver? -preguntó Taehyung, sabiendo lo que significaba esa llamada.

Jungkook asintió con una leve sonrisa. -Sí, es hora. Pero esta vez, será diferente. Todo lo que hago, lo haré pensando en ti, en nosotros.

Regresaron a la ciudad esa misma tarde. El ambiente en la casa de la mafia era completamente diferente al refugio que habían dejado atrás. Todo era más oscuro, más rápido, más peligroso. Pero esta vez, Jungkook y Taehyung estaban preparados.

Las reuniones con las mafias continuaron, y como siempre, Jungkook estaba al mando, asegurándose de que cada trato se cerrara a su favor. Pero ahora, había algo distinto en él. Tenía una calma que antes no existía, una confianza que Taehyung podía notar incluso desde el otro lado de la sala.

En una de esas reuniones, mientras Jungkook discutía un importante acuerdo, Taehyung observaba desde un rincón junto a Namjoon.

-Ha cambiado, ¿no crees? -dijo Namjoon, notando la forma en que Jungkook manejaba la situación con una tranquilidad casi sorprendente.

Taehyung asintió, con una pequeña sonrisa en los labios. -Sí, lo ha hecho. Creo que estar lejos por unos días le dio una perspectiva diferente. Pero sigue siendo el mismo Jungkook de siempre, solo que ahora... es más fuerte.

Namjoon sonrió de vuelta. -Eso es bueno. Él te tiene a ti, y tú lo tienes a él. Esa es la verdadera fortaleza.

El trato con la mafia europea se cerró sin problemas, y Jungkook volvió junto a Taehyung. Se inclinó y le susurró al oído: -Te lo dije. Contigo a mi lado, puedo con todo.

Esa noche, volvieron a casa juntos. Después de tantos días llenos de estrés y obligaciones, finalmente pudieron relajarse. Jungkook, como solía hacer, se acostó sobre el vientre de Taehyung, imaginando su futuro, pensando en el hijo que algún día tendrían.

-¿Qué piensas? -preguntó Taehyung, acariciando el cabello de Jungkook con suavidad.

-En nuestro futuro -respondió Jungkook, cerrando los ojos con una sonrisa en los labios-. En todo lo que construiremos juntos.

-Pero Jungkook el trato que tenemos...

Jungkook lo agarra de la cintura y lo besa sintiendo a su lobo interior feliz.

-Se lo que te dije amor cuando cumplamos el año de estar juntos se que no te dejare ir y además debes tener a mi bebe - le dice Jungkook sonriendo.

-Si claro - dice Taehyung rodando sus ojos.

-Es cierto - le dice Jungkook sonriendo metiendo sus manos por la camisa de Taehyung tocando su barriguita - Y además eres el único Omega con quiero tener una familia.

Jungkook deslizó sus manos con ternura sobre el vientre de Taehyung, mientras sus labios rozaban suavemente la piel de su cuello, disfrutando de la cercanía. Taehyung cerró los ojos por un momento, sintiendo el calor de las manos de Jungkook y cómo su lobo interior también respondía a ese contacto.

-Lo digo en serio, Tae -murmuró Jungkook, sus ojos brillando de deseo y una chispa de felicidad-. No puedo imaginar mi vida sin ti, y tener una familia contigo... es todo lo que quiero.

Taehyung sonrió levemente, aunque trató de ocultarlo rodando los ojos nuevamente, sabiendo que Jungkook no mentía, pero también recordando lo impredecible que había sido su relación desde el secuestro.

-¿Una familia, eh? -preguntó Taehyung en tono juguetón, aunque su voz se suavizó al sentir las caricias de Jungkook-. ¿No crees que deberíamos centrarnos en sobrevivir primero a todo este caos de la mafia antes de pensar en pañales y biberones?

Jungkook rió suavemente, su pecho vibrando contra el cuerpo de Taehyung.

-Siempre tan práctico, mi luna. -Se inclinó y le dio un beso en la frente-. Pero la verdad es que no importa lo que pase ahí fuera, siempre encontraré una manera de mantenerte a salvo. A ti y a nuestro futuro hijo.

Taehyung suspiró, sin poder evitar derretirse un poco ante esas palabras. Aunque su vida con Jungkook estaba llena de peligros y complicaciones, había algo en la seguridad y firmeza de su alfa que siempre lograba tranquilizar su corazón.

-Está bien, Jungkook. -Taehyung se giró un poco en sus brazos, mirándolo a los ojos con una pequeña sonrisa-. Vamos a ver a dónde nos lleva todo esto. Pero no prometo que vaya a ser fácil.

Jungkook lo miró con ternura, sus ojos brillando con una intensidad que sólo reservaba para Taehyung. Se inclinó una vez más, esta vez para capturar los labios de Taehyung en un beso suave pero lleno de promesas.

-Nunca dije que fuera fácil -respondió Jungkook en voz baja cuando se separaron apenas unos centímetros-. Pero lo único que sé con certeza es que no quiero a nadie más a mi lado para recorrer este camino.

El aire se volvió pesado con la intensidad de su cercanía, y Taehyung sintió cómo su corazón latía más rápido. Aunque a menudo lo molestaba, sabía que Jungkook hablaba en serio, y eso lo conmovía más de lo que estaba dispuesto a admitir.

-Lo sé -dijo Taehyung, su voz suavizándose mientras lo miraba a los ojos-. Lo sé, Jungkook.

Jungkook sonrió con satisfacción, y sus manos seguían recorriendo el cuerpo de Taehyung con cariño. Sentía el vínculo entre ellos fortalecerse con cada día que pasaba, cada palabra y cada gesto. Estaban juntos en este viaje, por más peligroso que fuera, y ambos lo sabían.

-Ahora -dijo Taehyung, rompiendo el momento con una pequeña risa- ¿Vas a dejar de fantasear sobre bebés y concentrarte en lo que tenemos que hacer? Porque me parece que hay mafias ahí fuera que no van a esperar a que terminemos de planear nuestra vida familiar.

Jungkook soltó una carcajada, pero mantuvo a Taehyung cerca, sus ojos brillando con determinación.

-Está bien, mi luna. Primero nos ocupamos del negocio, y luego... nuestra familia.

-Eso suena más razonable -Taehyung sonrió, apoyando su cabeza en el pecho de Jungkook-. Aunque no me quejaría si la familia viniera un poco más tarde. Tenemos tiempo.

Jungkook acarició su cabello, asintiendo.

-Todo a su tiempo, Tae. Todo a su tiempo.

Jungkook mantuvo a Taehyung abrazado por un largo rato, disfrutando de la calma en medio del caos que los rodeaba. Sabía que en cuanto salieran de esa habitación, tendrían que enfrentarse a las decisiones difíciles, a los desafíos de la vida mafiosa, y a los negocios pendientes. Pero por ahora, ese momento de tranquilidad con Taehyung era todo lo que importaba.

-Deberíamos bajar al despacho en algún momento -dijo Taehyung, sin mover la cabeza de su pecho-. Estoy seguro de que Namjoon tiene más de un informe que necesita tu atención, y los otros mafiosos deben estar esperando. No puedes desaparecer tanto tiempo.

Jungkook hizo una mueca, aunque Taehyung no podía verlo.

-Lo sé, pero a veces desearía que todo esto fuera diferente -dijo con un suspiro, sus dedos jugueteando con los mechones de cabello de Taehyung-. Si pudiera dejar todo esto y simplemente quedarme contigo...

-¿Dejarlo todo? -Taehyung se enderezó un poco para mirarlo a los ojos, una sonrisa jugando en sus labios-. ¿Y perder tu reputación de "El Padrino más temido"? No te creo.

Jungkook sonrió con una chispa en los ojos, aunque Taehyung podía notar que había algo de verdad en sus palabras.

-A veces la idea de ser solo un hombre común suena... tentadora. -Jungkook apretó suavemente la cintura de Taehyung-. Pero sé que no es posible. Esta es nuestra vida ahora, y mientras te tenga a ti, estoy bien con eso.

Taehyung asintió suavemente, entendiendo lo que Jungkook no decía. Aunque habían aceptado su destino dentro del mundo de la mafia, había momentos en los que deseaban una vida más sencilla. Pero esa no era su realidad, y ambos lo sabían.

-Bueno, si alguien puede manejar todo esto, eres tú -dijo Taehyung, inclinándose para darle un beso suave en los labios-. Y mientras estemos juntos, también puedo con ello.

Jungkook le devolvió el beso con una sonrisa satisfecha antes de ponerse en pie, con Taehyung todavía en sus brazos.

-Entonces, es hora de volver al mundo real, ¿no? -bromeó, colocándolo cuidadosamente en el suelo.

-Sí, hora de volver a ser "El Padrino" -respondió Taehyung, ajustando su camisa antes de mirarlo con una sonrisa juguetona-. Aunque, quién sabe, tal vez algún día puedas ser el "Padrino con familia".

Jungkook le lanzó una mirada cargada de significado.

-Eso es justo lo que tengo en mente, Taehyung. Y cuando llegue el momento, será perfecto.

Taehyung no respondió, pero la intensidad en los ojos de Jungkook le decía que, en algún momento, esa visión de familia se haría realidad. Ambos se dirigieron hacia la puerta, listos para enfrentarse nuevamente al peligroso mundo exterior, sabiendo que mientras estuvieran juntos, nada podría detenerlos.

🎶

Días después

La presión de las negociaciones y los tratos con otras mafias se intensificó. Los informes llegaban constantemente, y Namjoon había sido de gran ayuda para manejar las situaciones más tensas. La mafia japonesa estaba comenzando a ver los resultados del acuerdo que habían cerrado con Jungkook, y otros grupos mafiosos también empezaban a interesarse en aliarse con él. El poder y la influencia de los Jeon crecían con cada día que pasaba.

Una noche, después de una reunión particularmente agotadora, Jungkook y Taehyung decidieron tomarse un descanso y pasar un tiempo juntos. Se fueron a la casa que compartían en las afueras de la ciudad, lejos del bullicio del negocio mafioso. Allí, entre risas y conversaciones ligeras, pudieron volver a conectarse sin la presión del mundo exterior.

-Sabes, estoy orgulloso de ti -dijo Taehyung mientras ambos estaban sentados en el porche, viendo el atardecer.

-¿Por qué? -preguntó Jungkook con una sonrisa, intrigado.

-Porque a pesar de todo el caos, has manejado las cosas de una manera increíble -respondió Taehyung, entrelazando sus dedos con los de Jungkook-. Mantienes todo bajo control, y eso no es fácil.

Jungkook sonrió suavemente, mirando el horizonte.

-Tenerte a mi lado hace que todo sea más fácil.

Taehyung apoyó su cabeza en el hombro de Jungkook, cerrando los ojos mientras disfrutaba de la tranquilidad de ese momento.

-Entonces, prometo seguir aquí. Siempre.

Esa noche fue una de esas raras ocasiones en las que el mundo exterior dejó de importar. Jungkook y Taehyung se acomodaron en el sofá, con una manta cubriéndolos mientras elegían películas al azar. El sonido de la televisión llenaba la sala, pero lo que más disfrutaban eran las risas compartidas y los momentos de tranquilidad entre ellos.

-¿En serio quieres ver otra película de acción? -Taehyung preguntó con una sonrisa mientras miraba a Jungkook, que estaba concentrado en la pantalla, buscando algo interesante.

-Te gustan, no te quejes -respondió Jungkook con una sonrisa traviesa, pasando un brazo por los hombros de Taehyung y acercándolo más.

Taehyung soltó una pequeña risa, recostándose más en el pecho de Jungkook, sintiéndose completamente a gusto. Era en momentos como ese cuando todo lo complicado de sus vidas parecía desaparecer, y solo quedaban ellos dos, riendo y disfrutando de la compañía del otro.

La película avanzaba, pero ninguno de los dos estaba demasiado enfocado en la trama. En lugar de eso, Jungkook jugueteaba con el cabello de Taehyung, mientras este trazaba pequeños círculos en el brazo de Jungkook.

-No sabes cuánto me gusta verte así de relajado -dijo Taehyung en un susurro, levantando la cabeza para mirarlo a los ojos.

Jungkook sonrió suavemente antes de inclinarse y besar sus labios. Era un beso lento y lleno de cariño, como si quisieran hacer que el momento durara para siempre.

-Solo contigo puedo estar así, Taehyung -respondió Jungkook cuando se separaron, aunque mantuvo sus labios cerca de los de Taehyung, como si no quisiera alejarse demasiado.

Ambos continuaron besándose, riéndose entre susurros mientras las escenas de la película seguían como un fondo lejano. La felicidad que compartían era palpable, y esa noche, con el peso del mundo puesto en pausa, simplemente se dejaron llevar por su amor y la alegría de estar juntos.

Finalmente, tras varias películas, bromas y caricias, se quedaron dormidos en el sofá, abrazados bajo la manta, sintiendo la paz que solo ellos podían darse mutuamente. Era en esos pequeños momentos donde se recordaban lo mucho que significaban el uno para el otro, sin necesidad de palabras o promesas. Solo ellos dos, en su pequeño universo.

🐾

Al día siguiente

Todo parecía normal. Taehyung había decidido salir de compras solo, aprovechando un poco de tiempo para sí mismo. Jungkook, aunque algo reacio, había aceptado dejarlo ir con la condición de que mantuviera su teléfono cerca y sus guardias a la vista.

Pero la tarde trajo una pesadilla que ni Jungkook podía haber anticipado.

Taehyung no regresó.

Horas después, cuando los guardias lo reportaron como desaparecido, el pánico invadió a Jungkook. Llamadas sin respuesta, mensajes que no llegaban a ningún lado, y finalmente, el silencio absoluto. La tienda donde Taehyung había estado no recordaba haberlo visto salir. No había cámaras que capturaran su rastro, ningún testigo. Taehyung había desaparecido sin dejar huella.

Jungkook sintió cómo su mundo se desmoronaba. La desesperación lo consumió. Dio órdenes precisas para movilizar a todo su equipo de seguridad y a los contactos que tenía en todas las mafias, tanto locales como internacionales. Pero pasaron las primeras horas, luego los días, y el rastro de Taehyung parecía haberse evaporado.

-¡Búsquenlo! ¡Lo quiero aquí! ¡Ahora! -Jungkook rugía con furia desde su oficina, golpeando su escritorio, su lobo interior descontrolado. Ningún informe era satisfactorio, ningún avance era suficiente.

Namjoon, siempre a su lado, intentaba mantener la calma, pero la preocupación se reflejaba en sus ojos. Habían interrogado a decenas de sospechosos, recorrido cada rincón oscuro de la ciudad, movido contactos y recursos. Sin embargo, Taehyung seguía sin aparecer.

-Hemos contactado a todas las mafias, incluso a aquellas con las que no tenemos trato -dijo Namjoon, respirando profundamente-. Nadie sabe nada, o al menos eso es lo que dicen.

-¡No me importa! -Jungkook respondió con un grito ronco-. ¡Tienen que saber algo! ¡Es imposible que haya desaparecido así!

Los días se convirtieron en semanas, y la frustración crecía en Jungkook. No comía, no dormía. Pasaba horas en su oficina, mirando mapas y tratando de encontrar algún indicio, algún lugar que hubieran pasado por alto. Su lobo interior aullaba, desesperado por la ausencia de su luna. La conexión que compartían era fuerte, pero ahora se sentía rota, lejana, como si algo oscuro los separara.

El caos reinaba en su mente. No podía permitirse la debilidad, pero la idea de que algo le hubiera pasado a Taehyung lo consumía.

-Lo voy a encontrar -murmuraba una y otra vez, como un mantra-. No importa quién esté detrás de esto... voy a hacerlos pagar.

Pero, por más que movía cielo y tierra, la sombra de la incertidumbre se hacía más densa. ¿Dónde estaba Taehyung? ¿Quién lo tenía? Y lo más doloroso... ¿por qué no podía encontrarlo?

Los días pasaban, y con cada minuto que Taehyung seguía desaparecido, Jungkook sentía que una parte de sí mismo también se perdía.

El paso de las semanas solo intensificó la desesperación de Jungkook. Los informes que llegaban eran inútiles; cada pista parecía conducir a un callejón sin salida. Las noches eran un tormento, y su mansión, normalmente imponente y llena de actividad, ahora parecía un lugar vacío y sombrío sin la presencia de Taehyung.

Namjoon lo observaba en silencio desde la puerta del despacho. Jungkook no era el mismo desde el secuestro. Se había vuelto más distante, más frío, incluso con los que consideraba cercanos. Su alfa interior estaba a punto de desatarse. Nadie podía acercarse a él sin sentir la tensión en el aire, el aura oscura que lo rodeaba.

-Necesitas descansar, Jungkook -dijo Namjoon una tarde, rompiendo el silencio.

Jungkook levantó la vista lentamente de los papeles y mapas que tenía frente a él. Sus ojos, rojos de cansancio, brillaban con una mezcla de rabia y dolor.

-¿Descansar? -su voz salió como un gruñido bajo-. No voy a descansar hasta que lo encuentre.

-Lo sé... -Namjoon suspiró-. Pero si sigues así, no vas a poder pensar con claridad. Tienes que mantenerte fuerte por Taehyung.

Jungkook golpeó la mesa con el puño, haciendo temblar los papeles.

-¡Taehyung está allá afuera, solo, con quién sabe quién, sufriendo! ¿Cómo quieres que descanse? -gritó, su lobo interior rugiendo desde lo más profundo de su ser-. ¡No puedo soportar ni un día más sin él!

Namjoon lo miró con comprensión, sabiendo que las palabras no iban a calmarlo. La conexión que Jungkook tenía con Taehyung era tan profunda que la ausencia de su luna era un tormento constante.

-Voy a salir personalmente a buscarlo -dijo Jungkook de repente, su voz más controlada pero llena de determinación-. No me voy a detener hasta que lo tenga de vuelta, Namjoon.

Namjoon asintió lentamente, sabiendo que no había manera de detener a Jungkook una vez que había tomado una decisión.

-Haré que los equipos estén listos -respondió-. Pero recuerda, necesitamos un plan. No puedes ir a ciegas, por más que lo quieras.

🦒

Esa noche, mientras todos los contactos de Jungkook trabajaban sin descanso, él salió a la terraza de la mansión. Miró al cielo estrellado, sintiendo el frío de la noche. Cerró los ojos e intentó sentir a Taehyung, alguna señal de que todavía estaba allí, de que no lo había perdido para siempre.

-Voy a encontrarte, amor -murmuró para sí mismo-. No importa cuánto tiempo me tome, te voy a traer de vuelta.

En su interior, su lobo aullaba, hambriento de justicia, de venganza.

Durante dos meses, Taehyung estuvo sumido en un infierno personal. La mafia rival que lo había secuestrado lo mantuvo en condiciones deplorables, obligándolo a consumir una droga que lentamente lo destruía por dentro. Día tras día, su cuerpo se debilitaba, su mente se desmoronaba, y lo peor de todo, su lobo interior, normalmente protector y fuerte, se había escondido en lo más profundo de su ser, incapaz de salir a la superficie.

Taehyung apenas podía recordar quién era antes de todo aquello. Las sombras en la habitación oscura donde lo mantenían lo acechaban, mientras los efectos de la droga lo mantenían atrapado en un ciclo interminable de dolor y euforia distorsionada. Cada vez que intentaba resistir, ellos le inyectaban más, volviéndolo completamente dependiente, atándolo a su propio sufrimiento.

Las pocas veces que le permitían estar consciente, se preguntaba si Jungkook aún lo buscaba. Pero la esperanza era escasa, casi inexistente. Estaba roto, y su lobo, aquel vínculo tan importante en su vida, estaba desaparecido, como si hubiera renunciado a luchar.

🎶

Por otro lado, Jungkook no se detenía. Dos meses habían pasado desde que Taehyung había sido arrebatado de su lado, y la furia que sentía solo crecía. Cada día sin Taehyung lo consumía más, pero no era solo la ausencia de su luna lo que lo atormentaba, sino la incertidumbre sobre lo que le estaban haciendo. Su lobo interior rugía de rabia, ansioso por vengarse de los que habían tocado a su Omega.

Namjoon y el equipo de Jungkook habían rastreado múltiples pistas, pero nada concreto. Hasta que, finalmente, una pista llegó. Una palabra susurrada en los bajos fondos de Sicilia, mencionando una nueva y peligrosa droga en circulación, una que estaba relacionada con una mafia rival.

-Han estado experimentando con prisioneros -dijo Namjoon, mirando a Jungkook con gravedad-. Y creemos que Taehyung es uno de ellos.

Jungkook sintió que el aire abandonaba sus pulmones. La rabia y el miedo se mezclaron en su pecho.

-¿Dónde? -fue lo único que dijo, su voz fría y mortal.

-Tenemos una ubicación. Pero está bien protegida.

-No me importa -respondió Jungkook, su mirada oscura-. Vamos a sacarlo de allí, y voy a hacer que paguen por cada segundo que lo han tenido.

🐾

El rescate fue brutal. Jungkook, junto con Namjoon y un equipo de sus mejores hombres, irrumpió en el escondite de la mafia rival. No hubo piedad. Las balas volaban, los gritos llenaban el aire, pero Jungkook no se detuvo hasta llegar a la habitación donde mantenían a Taehyung.

Cuando finalmente lo encontró, su corazón se rompió. Taehyung estaba delgado, pálido, con la mirada perdida. No era el mismo. La adicción lo había consumido, y su lobo, el que siempre había sido un faro de fortaleza para Jungkook, no estaba presente.

-Tae... -susurró Jungkook, arrodillándose junto a él. Lo tomó en sus brazos con cuidado, su corazón latiendo con furia y tristeza al mismo tiempo-. Estoy aquí. Te tengo. Vamos a salir de aquí.

Taehyung, apenas consciente, levantó la mirada hacia él, pero no hubo reconocimiento en sus ojos. Jungkook apretó los dientes, sabiendo que le tomaría tiempo curarlo, pero estaba dispuesto a hacer lo que fuera necesario. Nadie le quitaría a su Omega. Nadie lo separaría de él nunca más.

-Voy a llevarte a casa -le susurró mientras lo cargaba fuera de aquel infierno-. Y vamos a recuperarte, te lo prometo.

Los días posteriores al rescate fueron un verdadero reto. Taehyung no era el mismo hombre que había sido antes de su secuestro. Su cuerpo, aún tembloroso por la abstinencia de la droga, luchaba por estabilizarse, mientras que su mente estaba atrapada en un torbellino de dolor, confusión, y miedo. Jungkook, por su parte, no se separaba de su lado ni por un segundo. Estaba decidido a curarlo, a ayudarlo a salir del oscuro abismo en el que lo habían hundido.

En las primeras semanas, Taehyung apenas hablaba. Pasaba las horas mirando al vacío, apenas comía y sufría pesadillas constantes que lo hacían despertar gritando. Jungkook lo sujetaba fuerte cada vez, susurrándole palabras tranquilizadoras, aunque el dolor en su pecho era insoportable. Su lobo interior, que normalmente lo guiaba con firmeza, estaba inquieto, buscando a su pareja, tratando de conectarse con el lobo de Taehyung, pero el suyo aún seguía escondido, como si no quisiera o no pudiera salir.

Una tarde, mientras Taehyung dormía, Jungkook se reunió con Namjoon en la oficina del complejo.

-¿Cómo está? -preguntó Namjoon con seriedad, sabiendo que la situación era crítica.

Jungkook suspiró, frotándose el rostro con las manos.

-Está... mal, Namjoon. La droga lo destruyó por dentro. No sé si su lobo volverá alguna vez. Ni siquiera sé si él me reconocerá como su Alfa -admitió, su voz llena de dolor.

-Tae es fuerte. Lo hemos visto superar cosas difíciles antes -intentó consolar Namjoon, aunque sabía que esto era diferente.

-Esto no es como antes -dijo Jungkook, apretando los puños-. Le arrebataron algo que no sé si puedo devolverle. Y me mata no poder hacer más.

Namjoon asintió, pero no tenía palabras para ofrecer en respuesta. Sabía que la única solución era tiempo y paciencia, algo que Jungkook estaba dispuesto a dar, pero también sabía que la recuperación de Taehyung dependería de su voluntad de luchar.

🦒

Una noche, cuando Taehyung estaba despierto pero en silencio, sentado junto a la ventana del dormitorio, mirando la luna, Jungkook se le acercó con cautela. Se sentó junto a él, sin decir nada al principio, solo observando la luna con él.

Después de un largo silencio, Taehyung habló por primera vez desde hacía días, con una voz ronca y apenas audible.

-No siento a mi lobo -dijo, su voz quebrada por la tristeza-. Siento como si una parte de mí estuviera muerta, Jungkook.

El dolor en sus palabras fue como un puñal en el corazón de Jungkook, pero él no dejó que eso se reflejara en su rostro. Se inclinó hacia Taehyung y tomó su mano con suavidad.

-Lo recuperaremos, Taehyung. Lo prometo. No estás solo en esto. Te sacaré de este lugar oscuro. Haremos lo que sea necesario.

Taehyung bajó la mirada hacia su mano, entrelazada con la de Jungkook, y sus ojos se llenaron de lágrimas.

-Tengo miedo -admitió, con una vulnerabilidad que rompió el corazón de Jungkook-. No sé si podré volver a ser el mismo.

Jungkook, sin pensarlo, lo abrazó fuerte, sosteniéndolo como si su propia vida dependiera de ello.

-No tienes que ser el mismo, amor -susurró contra su cabello-. Solo tienes que ser tú, a tu manera, y estaré aquí, a tu lado, siempre.

Taehyung no respondió, pero se hundió más en el abrazo de Jungkook, sintiendo el calor de su cuerpo, como un ancla en medio de su tormenta. Tal vez su lobo interior estaba escondido, pero al menos, por ahora, tenía a Jungkook, su Alfa, quien no lo dejaría caer.

🐻

Pasaron semanas, y poco a poco, con ayuda de Namjoon y especialistas que Jungkook había traído, la recuperación de Taehyung comenzó a avanzar. Los temblores empezaron a disminuir, y aunque su lobo seguía distante, Taehyung comenzaba a reconectar con su entorno. Algunas veces esbozaba una pequeña sonrisa cuando Jungkook le contaba alguna historia o lo hacía reír con sus bromas. Eran avances pequeños, pero importantes.

Una mañana, después de meses de lucha, Taehyung despertó sintiendo algo diferente. Era un ligero tirón en su pecho, algo familiar y cálido. Su lobo interior, aunque todavía débil, daba señales de vida. Lo sintió moverse dentro de él, casi como si estuviera despertando de un largo sueño.

Miró a su lado y vio a Jungkook durmiendo profundamente, con su brazo protectoramente sobre él. Una oleada de emoción lo invadió, y por primera vez en mucho tiempo, sintió un destello de esperanza.

Taehyung se quedó observando a Jungkook mientras dormía, sintiendo cómo la calidez de su Alfa comenzaba a disipar las sombras que habían nublado su vida durante meses. Había sido un camino difícil, uno en el que no estaba seguro si podría salir adelante, pero ahora, con esa ligera conexión a su lobo interior despertando, sintió algo nuevo: fuerza.

Con cuidado, Taehyung se deslizó de la cama para no despertar a Jungkook. Se acercó a la ventana del dormitorio, donde el sol comenzaba a filtrarse a través de las cortinas. Cerró los ojos y respiró profundamente, tratando de concentrarse en esa pequeña chispa que sentía dentro de sí, la energía que le decía que su lobo no estaba perdido, solo necesitaba tiempo.

"Estoy aquí..." susurró en su mente, como si hablara directamente a su lobo interior, que le respondió con un ligero aullido, apenas un murmullo, pero presente.

-Taehyung -la voz somnolienta de Jungkook lo hizo girar hacia él. Jungkook lo observaba desde la cama, con el ceño fruncido por la preocupación habitual-. ¿Estás bien? ¿Qué pasa?

Taehyung sonrió levemente, un gesto que no hacía desde hacía mucho tiempo, y volvió a la cama, sentándose junto a Jungkook.

-Creo que mi lobo está volviendo -dijo en voz baja, como si decirlo en voz alta pudiera romper la frágil conexión que había recuperado.

Los ojos de Jungkook se iluminaron inmediatamente. Se incorporó en la cama y tomó la mano de Taehyung con fuerza.

-¿De verdad? -preguntó con incredulidad y esperanza.

Taehyung asintió, entrelazando sus dedos con los de Jungkook.

-Es pequeño, pero lo siento. Está ahí, como si estuviera despertando... poco a poco.

Jungkook no pudo evitar sonreír ampliamente, su pecho lleno de alivio y alegría.

-Sabía que lo lograrías -dijo con firmeza, inclinándose para besar la mano de Taehyung-. Eres más fuerte de lo que crees, amor.

El lobo de Jungkook se revolvió dentro de él, emocionado por la noticia, queriendo sentir la presencia del lobo de Taehyung, pero sabía que debían ser pacientes. Había esperado tanto tiempo por él, y ahora que estaban más cerca de recuperarlo, estaba dispuesto a esperar el tiempo que fuera necesario.

🐾

Con los días, Taehyung empezó a interactuar más con su entorno. Aunque aún había cicatrices profundas, tanto físicas como emocionales, su relación con Jungkook se volvía más fuerte con cada día que pasaba. Había momentos en los que los recuerdos oscuros del secuestro lo invadían, pero con Jungkook a su lado, encontraba consuelo y paz.

Una noche, después de pasar un día juntos en el jardín, rodeados de tranquilidad, Jungkook decidió llevar a Taehyung al bar mafioso. Era una especie de tradición para él, un lugar donde sus asociados se reunían, y aunque sabía que el entorno podía ser un poco abrumador para Taehyung, quería mostrarle que aún formaba parte de su mundo, de su vida.

Entraron juntos al lugar, con Jungkook sosteniendo la mano de Taehyung con firmeza, asegurándose de que se sintiera seguro a su lado. Los demás mafiosos en el bar los observaron con respeto, inclinando la cabeza ante su Padrino, pero también sabían que Taehyung, aunque delicado en apariencia, era una parte esencial de la vida de Jungkook.

-Voy a hablar con los chicos un momento -dijo Jungkook en voz baja, acercándose a Taehyung-. Namjoon está aquí, puedes hablar con él mientras.

Taehyung asintió, aún sintiéndose un poco nervioso por estar en ese ambiente. Pero en cuanto vio a su mejor amigo, Namjoon, sentado en una mesa cerca de la barra, una ola de alivio lo inundó.

-¡Tae! -exclamó Namjoon con una sonrisa cálida mientras se levantaba para abrazarlo-. Me alegra verte aquí, pensé que nunca saldrías del complejo.

Taehyung rió suavemente y se sentó con él.

-Es raro estar aquí, pero... estoy mejor -admitió, y Namjoon lo observó con una mirada analítica, como si evaluara su estado.

-Lo estás haciendo bien, Tae. Te ves mucho más fuerte que la última vez que te vi. ¿Cómo te sientes?

Taehyung pensó por un momento antes de responder.

-Todavía... es difícil. Pero estoy volviendo a ser yo. Y... siento a mi lobo de nuevo. Apenas, pero está ahí.

Namjoon sonrió con orgullo y le dio una palmada en la espalda.

-Eso es increíble. Sabía que tu lobo era demasiado fuerte como para dejarse vencer. Vas a salir de esto, lo sé.

Taehyung asintió, agradecido por el apoyo de su mejor amigo. Mientras hablaban, no podía evitar lanzar miradas de reojo a Jungkook, quien estaba conversando con los demás mafiosos, con esa actitud autoritaria pero calmada que tanto lo caracterizaba. Verlo en su elemento le recordaba cuán poderoso y respetado era, pero también cuánto lo amaba por el hombre que era fuera de esa vida.

Después de un rato, Jungkook volvió a la mesa, rodeando a Taehyung con su brazo y besando su cabeza.

-¿Todo bien por aquí? -preguntó, su tono relajado pero lleno de ternura.

-Perfectamente -respondió Taehyung con una sonrisa, sintiéndose seguro en los brazos de su Alfa.

Jungkook se sentó junto a Taehyung, manteniendo su brazo alrededor de su cintura. A pesar de estar en su territorio, rodeado por sus hombres de confianza, el Padrino Jeon siempre mantenía su atención en Taehyung, asegurándose de que estuviera cómodo y tranquilo.

-¿Y tú, cómo te sientes? -preguntó Taehyung, mirándolo de reojo mientras jugueteaba con la mano de Jungkook sobre su muslo.

Jungkook esbozó una sonrisa suave y bajó la mirada, como si la pregunta lo hubiera tomado por sorpresa.

-Me siento bien... -murmuró, apretando su mano suavemente contra el muslo de Taehyung-. Mejor que nunca, teniendo a mi Omega aquí, a mi lado.

Namjoon, observando la escena, sonrió con cierta nostalgia y cariño. Era evidente lo mucho que Jungkook se preocupaba por Taehyung, y lo difícil que había sido para él también, soportar esos dos meses de incertidumbre y miedo.

-Siempre supe que estabas destinado a grandes cosas, Kook -comentó Namjoon-. Pero verte ahora... parece que todo lo que has hecho ha sido por alguien más que solo por ti mismo.

Jungkook lo miró, su expresión seria, pero no podía ocultar el brillo en sus ojos.

-Es cierto. Todo lo que hago ahora, todo lo que planeo, es para nosotros -dijo, y miró a Taehyung con una expresión cargada de emoción-. Para construir una vida donde tú estés seguro, feliz... y donde nuestra familia pueda crecer.

Taehyung sintió cómo su corazón se aceleraba ante esas palabras. Aunque aún quedaban cicatrices, y el miedo del pasado todavía lo acechaba en sus momentos más vulnerables, las palabras de Jungkook le daban esperanza. Era un futuro que aún no podían tocar, pero que, con cada día que pasaba, parecía más posible.

-¿Familia, eh? -murmuró Taehyung, jugando con la camisa de Jungkook-. Todavía no me acostumbro a la idea, pero... suena bien.

Jungkook sonrió, inclinándose para besar su frente, sintiendo el suave aroma de su Omega que tanto lo calmaba.

-Tendremos nuestra familia, Taehyung -susurró-. Lo prometo.

Mientras la conversación continuaba en el bar, la noche se hacía más relajada. Las risas de los mafiosos llenaban el lugar, pero para Taehyung y Jungkook, el mundo parecía haberse reducido a los dos.

🎶

Días después

La tensión habitual que rodeaba los negocios de la mafia comenzó a intensificarse. Las mercancías de drogas y armas continuaban fluyendo, y con cada entrega exitosa, más y más mafias empezaban a poner los ojos en la organización de Jungkook.

El poder del Padrino Jeon se consolidaba día tras día, atrayendo la atención no solo de aliados, sino también de rivales peligrosos. Taehyung lo sabía, y aunque no era el tipo de vida que él hubiera elegido por sí mismo, estaba decidido a estar junto a Jungkook, sin importar lo que viniera.

-Hoy llegaron más mercancías a los almacenes -informó Namjoon una tarde, entrando en el despacho de Jungkook mientras él revisaba papeles. Taehyung estaba sentado en un sillón cercano, leyendo en silencio, pero siempre alerta a las conversaciones-. Las entregas a las otras mafias se han hecho sin problemas, y parece que el trato con los japoneses finalmente está dando frutos.

Jungkook asintió, pero su expresión permanecía tensa. A pesar de los éxitos, no podía permitirse relajarse ni un segundo. Había demasiadas cosas en juego, demasiados intereses cruzados.

-¿Y la mafia china? -preguntó, sin apartar la vista de los documentos.

Namjoon frunció el ceño.

-Todavía no hemos logrado llegar a un acuerdo con ellos. Están siendo... difíciles.

Taehyung levantó la vista de su libro, notando la tensión en los hombros de Jungkook. Se levantó del sillón y se acercó a él, colocándole una mano en el hombro para calmarlo.

-Kook, no te presiones tanto -dijo suavemente-. Encontrarás la manera de resolverlo, como siempre lo haces.

Jungkook suspiró, apoyándose en el toque de Taehyung, dejando que su calor lo tranquilizara.

-Lo sé, pero... hay mucho en juego. Si no logramos asegurar esos tratos, todo lo que hemos construido podría derrumbarse.

-No se derrumbará -intervino Taehyung con firmeza-. Tienes a Namjoon, a tu gente, y me tienes a mí. No estás solo en esto.

Namjoon asintió con una sonrisa de aprobación, admirando la manera en que Taehyung sabía calmar a su hermano.

-Tae tiene razón -dijo Namjoon-. Además, ya logramos cerrar el trato con los japoneses. Es cuestión de tiempo antes de que los chinos también cedan.

Jungkook asintió, cerrando los ojos por un momento, permitiéndose relajarse solo un poco. Sabía que podía confiar en Namjoon y Taehyung, pero en el fondo, su naturaleza protectora siempre lo empujaba a anticiparse a cualquier amenaza.

-Gracias a los dos -murmuró, abriendo los ojos para mirar a Taehyung con una sonrisa suave-. De verdad.

Taehyung se inclinó para besar su frente, un gesto sencillo, pero lleno de amor y apoyo.

-Siempre estaré aquí para ti, Jungkook.

Jungkook tomó una respiración profunda, dejando que el alivio momentáneo lo inundara mientras mantenía la mano de Taehyung en la suya. Sentía el peso de las decisiones y la constante vigilancia que conllevaba ser el Padrino, pero con Taehyung a su lado, todo parecía menos sombrío.

—Vamos, será mejor que descansemos un poco —sugirió Taehyung, acariciando el cabello de Jungkook con ternura—. Mañana será otro día lleno de decisiones.

Jungkook asintió, pero antes de levantarse, tiró suavemente de Taehyung hacia él, haciendo que el Omega cayera suavemente en su regazo. Lo rodeó con sus brazos, inhalando el aroma familiar que lo calmaba desde el fondo de su ser.

—No sé qué haría sin ti, Tae —murmuró contra su cuello, sintiendo cómo su lobo interior se relajaba por completo.

Taehyung sonrió con dulzura, acariciando la espalda de Jungkook.

—Lo sé. Y por eso siempre estaré aquí, cuidándote.

Ambos permanecieron así por unos minutos, disfrutando del silencio que los rodeaba. Finalmente, Taehyung lo convenció de dejar el despacho y subir a la habitación, donde pasaron una noche tranquila juntos, abrazados bajo las sábanas, alejados por un momento de las tensiones del mundo criminal.

Al día siguiente, el sol brillaba a través de las cortinas, y Taehyung despertó sintiendo la mano de Jungkook reposando en su cintura. Se giró para observar al alfa dormir, su rostro relajado, lo que era raro de ver con tanta frecuencia.

Taehyung sonrió, agradecido por esos pequeños momentos de paz. Sin hacer ruido, se levantó, vistiendo algo cómodo antes de dirigirse a la cocina para preparar el desayuno. Mientras cocinaba, se sintió en calma. Incluso con todo el caos que los rodeaba, esos pequeños instantes de normalidad lo hacían sentir en casa.

Sin embargo, esa tranquilidad se vio interrumpida más tarde por una llamada urgente.

—¿Qué pasó? —preguntó Jungkook, ahora completamente despierto y tomando su teléfono con una expresión preocupada.

Taehyung lo observaba desde el umbral de la puerta, sintiendo cómo el ambiente cambiaba en un instante.

—Es sobre el trato con la mafia china... —respondió Namjoon al otro lado del teléfono—. Ha habido complicaciones.

Jungkook frunció el ceño, una mezcla de frustración y cansancio apareció en su rostro. Colgó la llamada, pasándose una mano por el cabello.

—Parece que no descansaremos mucho después de todo.

—¿Qué sucedió? —preguntó Taehyung acercándose a él, dispuesto a ayudar.

—Están complicando las negociaciones, intentando retrasar todo —respondió Jungkook—. Al parecer, la mafia china no está contenta con los términos que discutimos.

Taehyung asintió lentamente, su mente trabajando para encontrar una solución.

—Quizás deberíamos involucrar a Namjoon más activamente en la negociación. Es bueno mediando conflictos, y podría ayudar a suavizar las cosas.

Jungkook lo miró por un momento, considerando la idea. Luego asintió.

—Tienes razón. Hablaré con Namjoon de inmediato.

Los días que siguieron fueron intensos. Entre discusiones, reuniones secretas y largos viajes para asegurar el trato, Jungkook y Taehyung se mantuvieron juntos, apoyándose mutuamente.

Finalmente, con la ayuda de Namjoon y las hábiles intervenciones de Taehyung, el trato con la mafia china comenzó a fluir. Aunque fue un proceso largo y agotador, pudieron llegar a un acuerdo que benefició a ambas partes.

El éxito de la negociación no pasó desapercibido, y pronto otras mafias comenzaron a mostrar interés en colaborar con la mafia Jeon. Jungkook, ahora más poderoso que nunca, veía cómo su imperio crecía, atrayendo alianzas con los nombres más peligrosos y respetados del submundo criminal.

Después de semanas de trabajo sin descanso, Jungkook decidió que era momento de tomar un respiro. Había sido un período de mucha tensión, y tanto él como Taehyung merecían un tiempo para ellos.

—Hoy es solo para nosotros, ¿vale? —le dijo Jungkook a Taehyung una mañana mientras lo abrazaba por la espalda, sus labios rozando suavemente su cuello.

Taehyung se rió entre dientes, disfrutando del toque de Jungkook.

—¿De verdad? —preguntó—. No hay negocios, ni llamadas urgentes.

—Nada —afirmó Jungkook, sonriendo—. Solo nosotros.

Pasaron los siguientes días juntos, disfrutando de su compañía, riendo y compartiendo momentos que parecían sacados de una vida más tranquila. Se dedicaron por completo el uno al otro, desconectándose por un momento del mundo criminal y los negocios que constantemente los rodeaban.

Jungkook llevó a Taehyung a sus lugares favoritos, y por la noche, vieron películas, rieron, se besaron, y recordaron por qué a pesar de todo lo que los rodeaba, su amor seguía siendo el pilar más fuerte en sus vidas.

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A medida que las noches pasaban, Jungkook y Taehyung encontraban pequeños momentos para disfrutar su relación, saboreando la calma antes de que el caos inevitable del mundo de la mafia los alcanzara de nuevo.

Una noche en particular, mientras estaban abrazados en el sofá, Taehyung leía un libro con su cabeza apoyada en el pecho de Jungkook. El alfa acariciaba distraídamente el cabello de Taehyung, sumido en sus propios pensamientos.

—¿Sabes algo? —dijo Jungkook, rompiendo el silencio con una sonrisa ligera—. Podría acostumbrarme a esto.

Taehyung levantó la vista de su libro y lo miró curioso.

—¿A qué te refieres?

Jungkook suspiró profundamente, apretando su abrazo alrededor del Omega.

— A estar aquí contigo, sin preocupaciones ni responsabilidades. Solo nosotros.

Taehyung rió suavemente y cerró su libro, dejándolo a un lado para poder girarse y mirar a Jungkook directamente.

— ¿El gran Padrino Jeon hablando de una vida tranquila? — bromeó—. ¿Quién lo diría?

Jungkook sonrió ampliamente y atrapó la mano de Taehyung, llevándola a sus labios para besarla con suavidad.

— Contigo, podría dejarlo todo —dijo Jungkook en un tono más serio—. Lo sabes, ¿verdad?

Taehyung entrecerró los ojos, sus labios curvándose en una sonrisa afectuosa.

— Lo sé, Kookie —respondió—. Pero también sé que esto es parte de ti, y no te pediría que renunciaras a lo que eres.

— Eres lo más importante en mi vida, Tae — replicó Jungkook, acercándolo más a su cuerpo—. Nunca lo dudes.

Taehyung apoyó su frente contra la de Jungkook, cerrando los ojos mientras disfrutaba del calor de su alfa. Sabía que a pesar de las dificultades y los peligros que enfrentaban, estar con Jungkook siempre sería su refugio.

— Te quiero—susurró Taehyung suavemente.

— Yo también te quiero — respondió Jungkook, besando su frente.

Y ambos se besan sintiendo a sus lobos interiores felices y esa noche duermen sin preocupaciones.

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