Hatley

Era de noche, y como siempre estaba sentada sujetando la mano de Kendall, el no movía un solo músculo, con escucharlo respirar era suficiente para mí.

Cerré los ojos por un momento.

Los abrí para darme cuenta de que estaba en el lugar donde Kendall me mostro él lago ambos estábamos acostados viendo las estrellas, juntos frente a ese mismo lago donde deseé con todo mi corazón, tener tiempo a su lado.

—Hatley— escuché una voz sumamente familiar a mi lado, sentí que las lágrimas iban a correr por mis mejillas, ya que no pensé volver a escucharlo hablar.

Regresé a verlo, se veía como el día en que le volví a hablar, me sonrió con calidez.

—Kendall— se colocó en dedo en los labios, indicándome que debía guardar silencio, así lo hice, regresé a ver al cielo, apretaba su mano con fuerza, y cerré los ojos intentando recordar cada día que estuve a su lado.

Cada día fue feliz, su existencia era perfecta, me regresé a verlo una última vez, él me sonrió, una sonrisa que me indicaba que todo estaría bien, que no debía preocuparme por nada.

El cuerpo de Kendall comenzó a desaparecer de poco, intenté detenerlo, pero no pude, de nuestras manos entrelazadas ya no lo sentía, las lágrimas rodaron por mis mejillas, el ambiente se volvió blanco.

Abrí los ojos, y o observé con detenimiento.

Kendall ya no respiraba.