42.
Las olas gritaban su nombre.
El mar se alzaba a sus lados mientras remaba con todas sus fuerzas para llegar al otro lado.
Una pared de agua se disolvió y pudo ver a lo lejos una isla.
¿Sería esa la isla? ¿Estaría ella ahí?
Las olas volvieron a gritar el nombre de su amada.
Sus brazos no podían más, su cabeza era una maraña de ecos y dolor.
Aún así la esperanza de encontrarla en aquel lugar le dio las fuerzas para seguir remando hasta que la encontrara.
Sólo un poco más...
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