23.
Ahí estaba él, con un "Te amo" en sus labios, justo como una bala a punto de matarme, y ahí estaba yo; de brazos abiertos esperando el golpe, lista para caer en el ataúd de su amor. Pensando en lo bonito que sería, tan lindo que no sabría si en realidad había muerto o si por segunda vez nacía.
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