112.
Danzaron. Se acercaron, se alejaron, sus labios danzaban.
El fuego en la chimenea los envidiaba. Quería competir con las estrellas como ellos.
Los girasoles en el jardín despertaron al ver que un nuevo sol nacía entre ellos.
El tiempo se derritió a su alrededor, los relojes se escurrieron por la pared como relojes de Dalí.
La casa se volvió un refugio de sus risas, guardó bien esas fotografías que solo sus ojos pudieron capturar. Un disparo al tiempo que mantuvo inmortal ese momento.
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