Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

εїз 05

Chan fue empujado bruscamente hacia la pared, las manos de Jeongin se posaban alrededor del blanco y delicado cuello del mayor, comenzando un beso candente al unir ambas bocas con tanto deseo, el cual por fin iban a saciar.

La verdad, Chan estaba bastante sorprendido, jamás había visto tal faceta del menor. ¿Dónde había quedado ese inocente niño?

Mientras tanto, Bang tomó de la cintura al menor, rozando sin querer ambas erecciones, causándole a Jeongin un gemido ahogado de por medio en el beso.

La lengua del mayor azabache entraba con descaro a la boca del otro, relamiendo sus labios y dejándole pequeñas mordidas en el labio inferior, mientras le daba una sonrisa coqueta.

—Y dime, ¿no te cansas de atacarme?

—No.

—Deberías.

—¿Por qué? Tú lo pediste, Jeongin.

—Tienes razón.

—Cómo sea, ahora me toca a mí.

—Qué co- —el menor fue volteado. Y terminó soltando un gemido por el choque de su espalda contra la pared.

El mayor intentaba deshacerse de la ropa que tenía el otro, ya que les comenzaba a molestar. Pasaba sus manos delicadamente por la cadera hasta el trasero del menor, amasándolo con fuerza mientras dejaba algunos besos en el cuello.

Lentamente comenzó a desabotonar la camisa blanca del que estaba postrado en la pared, botón por botón. Ya comenzaba a desesperarse, era una maldita tortura desabotonar la camisa así que Bang decidió romperla como si nada, dejando a Jeongin expuesto ante él.

Dejaba pequeños chupetones en las clavículas, succionando agresivamente la piel del otro, la cual estaba comenzando a tener tonos morados y azules por lo antes causado.

Jeongin lo empujó levemente hacia atrás, a lo cual Chan lo quedó viendo confundido. ¿Acaso no le estaba gustando lo que estaban haciendo? ¿Ya se estaba arrepintiendo?

—¿Qué pasa?

Jeongin solo se dedicó a darle una sonrisa pícara.

—Nada, cariño, simplemente quería molestarte.

Tomó a Chan del cinturón y lo jaló posesivamente hacia él, comenzando a quitarle dicho. Cuando por fin soltó el cinturón, decidió comenzar a atarlo alrededor de las muñecas del mayor, dejando un agarre ajustado.

—¿Qué haces? —preguntó.

—Nada —respondió inocentemente, jalándolo del agarre para acercarlo nuevamente hacia él—. Nada, baby.

Maldecía a Jeongin en el momento en el que le había hecho revelarle todas sus debilidades, cada una de ellas. Sabía que decirle baby lo ponía mal.

—¿Por qué no nos dejamos de tantos rodeos y nos dirigimos a la cama?

—Déjame solo probarte bien una vez más —juntando sus labios como una de las miles veces anteriores.

Tomando posesión en la boca contraria con su lengua, que claramente sabía qué hacer como para generarle gemidos ahogados a el menor, el cual justo ahora tenía las mejillas muy rojas.

Jeongin despegó su espalda de la pared y dirigió a Chan hacia la habitación. Tirándolo a la cama, no sabía ni él mismo de dónde había salido esa faceta tan dominante y sexy, pero no pensaba que le fuera a durar por mucho tiempo.

Se subió a él, y con la ropa aún puesta comenzó a montarlo. Dando ligeros saltos en el bulto que se formaba en los pantalones de Bang.

—Deja de torturarme —dijo Chan en un gemido entrecortado.

—¿Por qué no? A mí me gusta.

Comenzaba a calentarse más, esa faceta de Jeongin fingiendo ser inocente cuando en realidad, inocencia era la que le faltaba, lo ponía peor. Jamás había pensado en que él realmente podía ser así.

—Te haré gemir tanto del placer, que voy a lograr que te quedes sin voz.

—Intenta soltarte primero, papi.

—¿Cómo me llamaste? —le cuestionó alzando una ceja.

—Papi.

El otro le lanzó su dicho smirk, y con la voz ronca soltó.

—Desátame ahora mismo o voy a darte tan duro que no podrás caminar por una semana.

El menor se sintió intimidado y lo liberó, aun estando encima de él.

—Buen chico —volteó a el menor, colocándolo debajo de él.

Habían pasado algunos minutos y la única prenda por restar era la ropa interior de ambos. Chan yacía posado entre las piernas del menor, las cuales estaban rodeando su cintura. Y él devorando (de nuevo) sus labios, y algún otro roce voluntario en la intimidad de ambos.

—Voy a prepararte, cariño.

Jeongin estaba nervioso y lo único que pudo soltar de sus labios fue un ok en tiny.

El azabache bajó la ropa interior de su pequeño y mientras lo miraba a los ojos le dijo:

—Tranquilo, Jeongin, respira —a lo cual, el otro sólo asintió.

Insertó el primer dedo y vaya que sí le había dolido, pero Chan intentaba calmarlo con pequeños besos alrededor de su cara, haciéndolo reír. Y así lentamente fue ingresando los otros, dando un vaivén lento, para luego ir subiéndole a la intensidad.

Jeongin gemía y arqueaba la espalda, sentía que ya se iba a correr, tan pronto. Chan notó eso y le dijo:

—Tranquilo, te haré venir más luego, córrete ahora si quieres, ángel.

Y Jeongin soltó su primer orgasmo, había sido una maravilla para el azabache escuchar eso, tenía la respiración agitada y la voz entrecortada, era perfecto. No cabía decir de más que los dedos de Chan eran ágiles, veamos qué tan ágil es con otras cosas.

Ya que por fin estaba preparado, Chan tomó un condón de un cajón de Jeongin y se lo colocó.

—¿Cómo sabías que eso estaba ahí? —le preguntó confundido.

—Los había visto hace unos meses.

—¿Y por qué no me dijiste nada?

—Pensé que los usabas para masturbarte pensando en mí —le contestó coqueto.

—¡No seas tan descarado, Chan! —sus mejillas se estaban poniendo rosadas y ya no eran por el orgasmo—. Nunca me-me masturbé pen-sando en ti —volvió a hablar, evitando el campo visual de Chan.

—¿Por qué te pones tan tímido de repente? Tranquilo, solo bromeo —le dio un corto beso en los labios—. Jeongin, amor, voy a entrar. Sé que te puede doler más que los dedos, así que no dudes en decirme si quieres que me detenga o algo. Sabes que siempre voy a respetar tu decisión o si no te molesta, aráñame la espalda.

—¿Por qué la espalda?

—Porque me excita más.

—¡Ya deja de molestarme, me pones tímido! —Chan se carcajeó.

—Solo decía.

Sin nada más que decir, entró lentamente en Jeongin, el pequeño arqueaba la espalda, era grande, bastante.

Esperó un rato a que se acostumbrara al tamaño, hasta que el otro le dijo un tímido "ya puedes moverte". Comenzó dando ligeras estocadas, no quería lastimar a su pequeño. Ambos gemían, algunos eran entrecortados, otros más agudos que los anteriores, estaban volviéndose locos.

Sus cuerpos se unían perfectamente, como un rompecabezas. Jeongin sentía que tocaba el cielo, rodeaba sus ojos y arañaba la espalda de Chan. Las estocadas comenzaron a ser más fuertes, lo tenía jodidamente mal.

Estuvieron así por unos minutos más, hasta que el menor se corrió y Chan dio su última estocada para el también correrse.

Salió de él, quitó el condón de su glande y lo botó. Se asomó nuevamente a la mesita de Jeongin y tomó otro.

—¿Quieres segunda ronda? —le alzó una ceja.

—Sí.

—Suave o duro.

—Duro —el menor estaba rojo, no sabía de donde provenía dicho descaro de su parte.

—Entonces así lo haremos.

Volvió a colocarse entre las largas piernas del menor y entró de un solo, sin avisar. Jeongin dio un fuerte gemido, las estocadas de Chan eran fuertes, si no caminaba bien al siguiente día, ya sabíamos por qué.

—Más, quiero más —dijo Jeongin.

—¿Más? Más para mi bebé.

Seguía manteniendo las estocadas fuertes y duras, Jeongin era un mar de gemidos y la espalda de Chan comenzaba a tener una segunda ronda de aruños.

Chan mientras le estaba dando estocadas comenzó a darle besos en el cuello, chupando, mordiendo, lamiendo, el bronceado cuello del otro. Amaba dejarle chupetones, así todos iban a saber que era suyo.

La voz de Jeongin se quebraba, y cada vez se ponía más aguda por el placer, casi se escuchaban como gritos, los vecinos después no los iban a poder ver de la misma manera.

—Me encanta lo aguda que puedo hacer sonar tu voz con tan solo una estocada. Sigue gimiendo para mí, baby —le susurró en la curvatura entre los hombros y mandíbula.

—Sí, papi —Jeongin estaba en éxtasis.

—Eres demasiado sexy cuando gimes, me pones aún más duro.

Jeongin comenzó a gemir aún más fuerte, su voz se quebraba, comenzaban a salir pequeñas lágrimas de sus ojos, casi no podía sentir su cuerpo a causa del placer que el azabache le generaba.

Sentía que ya casi iba alcanzado su clímax, dio su último grito y por fin, lo liberó. Jeongin arqueó la espalda y se corrió en el abdomen de Chan.

Pocos minutos después el mayor también lo hizo. Se acostó al lado de él y le dijo:

—Perdón por haberme tardado tanto en darme cuenta, soy un tonto.

Lo miró a los ojos y le respondió: —Sí, eres tonto. ¿Cómo no te diste cuenta con 34+35?

—Ya te dije que soy tonto, no me exijas mucho. Pero no puedes negar lo bien que te hice sentir hoy.

—¿Tercera ronda? —le dio su sonrisa coqueta.

—¡Jeongin!

—Yo quiero dominar también.

—Súbete.

El menor obedientemente se subió encima de él y comenzó a montarlo. Saltaba necesitado, las hormonas lo tenían mal.

Chan le daba pequeñas nalgadas para que no se detuviera, la piel de Jeongin solo respondía a ponerse de color rojo. Por más dominante que fuera, le gustaba la vista que tenía, un hermoso Jeongin sudando con las mejillas coloradas saltando encima de él mientras gemía como Loli, excitante.

Chan gemía ronco y a veces más agudo. Tomaba las caderas de Jeongin y las movía de atrás hacia delante, generando un vaivén sensual y perfecto.

Amasaba las nalgas del menor y Jeongin solo movía la cabeza hacia atrás. No mucho pasó cuando ambos se corrieron.

Y Jeongin sacó la intimidad de Chan de él.

—No más por hoy.

—¿Por qué no? —dijo el menor.

—Jeongin, mañana no te quiero escuchar quejarte sobre el dolor que tendrás, descansemos, habrá más ocasiones para hacerlo —besó su frente sudada.

—No puedo esperar para ser dom —chilló emocionado.

—¡Jeongin, deja de pensar en eso! No me vas a dar por el hoyo, al menos no tan pronto.

—¿Eso es un sí?

—¡No! Ahora a descansar.

Colocó su mano sobre la cintura del menor y puso la cabeza de su pequeño en su pecho.

—Gracias, Channie, por ser mi primera vez.

—Gracias a ti por permitirme serlo y perdón por ser un tonto.

—Te perdono.

—Descansa, amor.

El menor no le volvió a contestar, yacía en un profundo sueño, y el solo se limitaba a acariciar la cabeza de él. Pocos minutos después, él también se durmió.

Gracias por leer. <3

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro