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Las manos en la nuca, anda (1)

Cada día era lo mismo, sus oídos ya no escuchaban absolutamente nada, tal vez había perdido la audición, pues solo escuchaba el latido de su corazón, y solo sentía un malestar en el estómago que le hacía temblar el cuerpo entero, que le quitaba el hambre y le daba ganas de vomitar lo poco que comía.

La comida estaba asquerosa, tampoco le daba ganas de comer ver aquellas lentejas que parecían hechas a base de mierda de cabra y diarrea de vaca.

Los grumos que había en las comidas daban poca confianza, todos comían, él evitaba todo lo posible, sobrevivía a base de pan, vino y cerveza, al estar borracho no tenía hambre, y tampoco sentía el dolor en el pecho, ni en la cabeza, y era capaz de escuchar algo más que solo su corazón aterrado, bombas, aviones y poco más, era capaz de escuchar algo que no pensaba que podría llegar a escuchar: risas.

Qué curioso, se escuchaban risas en medio de una guerra, que irónico. Se quedó mirando la hoguera, después subió los ojos al cielo nocturno, varios aviones pasaban por encima de sus cabezas en ese momento, aviones aliados,

¿Qué estaría haciendo su madre?

Seguramente dormir, o tal vez mirar el mismo cielo que él estaba mirando, tal vez esperando su llegada; bajó los ojos y le dio un sorbo largo a la cerveza para acabarla, se levantó y se fue hacia su carpa dejando la botella con las demás que estaban vacías. Se dejó caer en la cama boca arriba y tomó un papel amarillento, empezando una carta con un: "Hola, mamá" después siguió contándole cómo estaba todo en el frente, como iban avanzando poco a poco, como perdían personas, pero que ya no le afectaba tanto como los primeros días, las primeras semanas... el primer mes... ¿Cuánto tiempo llevaban en aquella guerra? Se le estaba haciendo eterno, parecía que duraría perpetuamente, estaba agotado mentalmente, tal vez fuese el alcohol.

Cuando acabó de escribir la carta revisó sus palabras y suspiró profundamente, después la firmó, la dobló y la guardó en su sobre, posteriormente salió de la tienda para entregarla a los encargados de hacerla llegar hasta su madre. Al volver a meterse en su tienda el sueño empezaba a pesar sobre sus hombros, aunque fuese incapaz de dormir por las terribles bombas siendo disparadas cada pocos minutos.

Las mismas lo despertaron a las cuatro de la mañana según ponía en un despertador que no funcionaba como tal porque se rompió el mecanismo pero si funcionaba el mecanismo de reloj. Arrugó los labios y se frotó la cara, se levantó de la cama y salió de la tienda para remojarse la cara un poco y así desperezarse un poco. Se estiró cansado para crujir la espalda y cargó un rifle por si acaso en su caminata encontrase alguien indeseado del bando enemigo.

Estando en el frente nadie podía saberlo.

Caminó por el bosque sin haber avisado a nadie, tampoco iba a molestar a ningún compañero con una tontería de que se iba a pasear por los alrededores porque estaba agotado de estar en la cama y no era capaz de conciliar el suelo. Sus pasos se movían solos adentrándose en el bosque, pero consciente de donde estaba el campamento en todo momento. Se sentó al lado de un río, sobre la raíz de un árbol y suspiró profundamente frotándose los ojos, aprovechó el agua para remojarse la cara de nuevo y se levantó de esa raíz echando su pelo hacia atrás con un movimiento de cabeza, después pasó su mano para peinarlo un poco mejor. El agua fresca del río era mejor que el agua estancada y caliente del bidón bajo el sol todo el día.

Cuando parecía que se había decidido por irse ya a la cama porque sus párpados empezaron a pesar, pasos lo alertaron y le quitaron todo el sueño que le había empezado a dar. Se apresuró a esconderse y ponerse a cubierto para vigilar de quién se trataba, entrecerró los ojos, las ramas se movían suavemente con los pasos que avanzaban entre la maleza. Cargó el rifle por si acaso y le quitó el seguro, siguiendo el movimiento de las plantas. Repentinamente las plantas dejaron de moverse y segundos después la cortina de arbustos y plantas altas reveló la figura que aparentemente se estaba moviendo entre ellas. Al ver el río, su expresión agotada y fatigada se iluminó con desesperación y desfalleció de rodillas delante del río, empezando a beber agua desesperadamente.

No había podido verlo bien, pero no sabía que había alguien tan viejo entre las filas, tenía el pelo escondido entre el casco de color blanco, tal vez fuera la ansiedad o el estrés los factor que pusieron su pelo blanco, no le sorprendería nada. Esperó unos segundos para identificar al contrario, no debería hacer eso, debería atacar, inmovilizar, interrogar y disparar en caso de que fuese un enemigo; no lo hizo, decidió esperar y ser precavido. Cuando la persona dejó de beber agua quitó el casco de su cabeza y una cascada de pelo blanco cayó por sus hombros. Abrió los ojos en shock.

- ¿Desde cuándo las mujeres pueden ir a la guerra?

Escuchó como jadeó y cayó sentado, retrocediendo al arrastrarse, viendo al asaltante salir de entre el tronco con el rifle cargado, preparado y listo para dispararle.

- No tengo armas, no dispares, por favor.- rogó con un hilo de voz tembloroso.- Estoy solo, no me mates...

- ¿Eres un tío?

- S-Si...- susurró con miedo.

- ¿Quién cojones eres y por qué no tienes armas?- interrogó con el ceño fruncido.- ¿De parte de quién estás?

Era un enemigo, tenía el escudo bordado en el traje del equipo rival, se preparó para disparar, esto hizo estremecer y temblar más de la cuenta a la otra persona.

- Las perdí en un polvorín, tuve que dejarlas atrás. Igual que todas las provisiones. S-Soy de los azules...- su tono tembló más viendo que estaba dispuesto a disparar.

- Demuestra que no tienes armas.- alzando las manos ligeramente, abrió la chaqueta lentamente para mostrar que no llevaba pistolas o machetes escondidos en un lado u otro. Después de eso, se palpó todos los bolsillos, metiendo las manos y sacando el interior del propio bolsillo para que viera que todos estaban completamente vacíos.- ¿Rango?

- Solo soy un número más de los cientos de soldados que están entre mis filas.

Una vez se aseguró de que no tenía un rango importante y que por lo tanto no lo echarían tanto de menos, movió el rifle señalando hacia alguna parte, como si estuviera dando una indicación.

- Las manos en la nuca, anda.

Tomarlo de rehén o como apresado sería lo mejor que podría hacer para sacar información antes de matarlo.

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Hola, hola, primer capítulo :3

Empezamos fuerte, je je

La forma en la que ambos personajes se conocen es excesivamente... Típica...

I think...

Well... Nevermind...

Aquí las opiniones ------------->

Espero que os haya gustado, hacédmelo saber con un voto y nos vemos en el próximo capítulo

Bye~

By Silvia Line

[1177 Palabras]

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