Capítulo 18
Todavía se quedaron besándose un rato, era una sensación inexplicable; no sólo era por el sabor del chocolate, pero la dulzura de los besos se quedó en el cerebro de Tengen. Sin embargo, entendió que había disfrutado lo suficiente, así que fue él quien paró todo.
—Hay cosas más importantes ahora —dijo recuperando el aliento.
—Es cierto —respondiste. —Bueno, yo... ¿Podría quedarme aquí?, conseguiré un trabajo aunque sea necesario que deje de estudiar y-.
Uzui te interrumpió.
—Te propongo algo. En realidad no me gustaría desperdiciar tu talento de ninguna manera, pero que no termines tus estudios aún con tu edad... Eso si no puedo permitirlo.
Con pena bajaste la mirada.
—Hagamos esto, trabaja para mí y vive aquí.
Tus ojos se abrieron de par en par, subiste la mirada para verlo. Tenía una sonrisa en su rostro en definitiva fue una idea un tanto peculiar que nunca pudiste haber pensado.
—¿En qué podría trabajar para usted, Tengen? —preguntaste ladeando la cabeza un poco.
—Sabes que suelo tener invitaciones a exposiciones de arte, antes no iba porque era muy aburrido, pero contigo a mi lado... No creo que sea como antes.
Asentiste al escuchar su explicación.
—Trabaja para mí en esos casos, también cuando tenga que revisar los trabajos que dejo en clase —continuó. —Esa será la paga que me darás para poder vivir aquí y también te daré un pequeño sueldo para que te compres algo.
—Eso es demasiado...
—Bueno, no soy cualquier persona. Debiste esperar que te propusiera algo así.
Se inclinó hacia ti, los dos estaban sentados en el sillón uno al lado del otro, y mirándose de frente. Puso su mano en tu cabello, bajó hasta tu mejilla; sus pulgares acariciaron con suavidad tu piel, tu rostro se puso rojo. Tragaste saliva.
—Y sobre lo nuestro, no te preocupes.
Uzui quería dejar en claro que irá a tu ritmo, es algo realmente importante para él porque sabe por lo que estás pasando. No quiere que te veas afectada por la forma en la que te trata ó que creas que se aprovecha de ti. Quiere que tu amor sea verdadero, no quiere que lo ames por cuánto te ayuda. Aunque la razón de su apoyo no es el amor que te tiene, si no el talento que ve en ti.
El pulgar de Uzui bajó hacia tus labios y los acarició, los entreabriste un poco y esto hizo que su corazón latiera más rápido. Apartó su mano y desvió la mirada, acomodándose en su lugar tomó un cojín que puso sobre su regazo; ahí se recargó.
—¿Entonces? —te cuestionó.
—Acepto... —respondiste suavemente con una pequeña sonrisa.
Aunque te desconcertó la manera en la que se puso después de acariciar tus labios.
Realmente querías otro beso.
—Bien, vayamos a recoger tus cosas de tu casa —dijo levantándose.
—¡Es cierto! Hoy es martes y me dieron de plazo hasta mañana —te levantaste también.
—Regreso en seguida.
Uzui se fue y regresó con un abrigo para los dos.
—Uh... No tengo ropa de tu talla, así que es probable que te quede muy largo, pero está nevando y no quiero que te refries.
Te dió el abrigo y después se puso el suyo.
—Una de las cosas más importantes será mi ropa —reíste suavemente.
—No tengo problema en seguir dándote la mía, aunque una camisa en ti se ve como un vestido —rió. —Aún así no te ves nada mal.
Desviaste la mirada al entender su halago, tus mejillas se pintaron de rojo mientras te ponías su abrigo; pero igual sonreíste.
—Yo... —ibas a decir algo pero te mordiste la lengua.
Casi se te escapa que lo viste semidesnudo.
—Yo creo que deberíamos ir ya —dijiste caminando hacia afuera mientras buscabas tus llaves.
Subieron al auto y Tengen condujo hasta allá. Al llegar abriste la puerta y todo seguía igual que cuando te fuiste en la mañana, entraste a buscar unas cuantas cosas mientras Uzui esperaba afuera. Adentro buscaste alguna caja y comenzaste a echar tu ropa, no era mucho así que fue fácil. Tomaste tus cuadernos de dibujo, los pocos materiales que tenías. Encontraste algo de dinero que te hizo sentir aliviada. Al salir la caja pesaba, pero lo aguantabas. Aún así, Tengen lo vió, la tomó por ti con una sola mano. La pusieron en el asiento trasero y fueron de regreso a casa.
Una vez en casa, Uzui subió tus cosas.
—No tenías mucho para ser alguien de 20 años y encima una chica —dijo mientras veía lo que guardaste.
—Mi mamá no era del tipo que comprara cosas para mí... —respondiste.
Él suspiró.
—Vas a dormir aquí, ven —te guió hasta una habitación continúa a la suya. —Aquí vas a dormir.
Abrió la puerta y viste un cuarto cálido. No era tan simple, pero comparado con las demás cosas de la casa, le faltaba algo.
—Estás en casa —Uzui te guiñó el ojo caminando hacia la cama para dejar la caja. —No es mucho pero, ¿quieres que te ayude a acomodar tu ropa?
Entraste al cuarto para verlo, tiene un tamaño considerable, es más grande que la habitación donde dormías con tu madre. La cama tiene un tamaño matrimonial y al una pintura en la pared, te acercaste para verla y miraste el nombre de Uzui en una esquina.
—¿Esto es suyo? —le preguntaste ignorando su pregunta.
—Lo es. Es de cuando empezaba —respondió. —No es muy bueno.
—Esto... No creo lo mismo —lo miraste.
Cuando lo viste sentado en la cama regresaste en sí y recordaste su pregunta.
—Por favor ayúdeme —le dijiste acercándote.
Los ojos de Uzui se posaron en ti examinando cada movimiento que hacías, cuando sacaste tus materiales de arte, él no pudo evitar hablar.
—Podrás usar también los de mi estudio. Recuerda que quedan unos cuántos días para la entrega de tu obra.
Fue entonces que también lo recordaste, un suspiro salió de tu boca.
—Es cierto... Tengo todo listo, necesito acabarla, ¿Puedo?
—¿Por qué me pides permiso si también vives aquí? —rió.
Desviaste la mirada.
—No se burle de mí, profesor... Soy educada —respondiste haciendo un puchero.
Por un carajo... Pensó Uzui al verte. A primera vista quizás se vea mal, pero ese puchero le pareció demasiado lindo.
—Toda tu ropa está pasada de moda —dijo, pero se arrepintió al recordar lo que dijiste de tu madre. —Necesitas más, iremos a comprar el fin de semana.
—Pero... El fin de semana será navidad —respondió.
—Así es. ¿Hay algún problema? —negaste.
Fue entonces que el tiempo transcurrió tranquilo. Ese mismo día terminaste tu obra y Uzui la envío, después el último día de clases hicieron el intercambio de regalos, aunque a ti; a pesar de que agarraron tu papelito no te tocó nada. Era algo que esperabas, Hamai por alguna extraña razón se volvió más agresiva, aunque el último día, antes de salir te dió unos chocolates. Mimi te iba a explicar que sucedía, pero se la llevó arrastras en el momento. Para Tengen due una tortura, no podía verte y dejar de pensar en lo linda que te ves; ni siquiera era capaz de controlar a su cuerpo cada que le devolvías el halago que te dió.
Fue entonces que llegó tan esperado día. Fueron a una plaza, aunque era apenas noche buena la gente fluía como agua.
—No voy a comprar mucho porque no tengo tanto dinero —le dijiste caminando.
—Yo lo compraré —fue lo único que dijo.
Lo volteaste a ver deteniendo tu caminar, él también se detuvo porque no te sintió a su lado.
—¿Sucede algo malo? —se acercó. —Debes acomodarte bien la bufanda o te dará mucho frío.
Sus manos acomodaron tu bufanda.
—No es necesario que usted lo compre... Aparte también necesito ropa interior —dijiste apenada.
—Entonces tú compra esa y yo te compro lo demás —dijo acomodándose, tomó tu mano para que siguieran caminando. —No me gusta ser un estorbo en el camino, también me enojo por eso.
—P-pero no tendría cómo pagarle...
—Tómalo como un regalo de navidad —te guiñó el ojo.
Fueron a unas cuántas tiendas, Tengen te miraba con atención; no sabías que escoger. Así que tomó la decisión de ayudarte.
—Tienes un cuerpo bonito, ¿por qué no tomas algo que lo resalte? —preguntó. —Hum... Pero no estás tan acostumbrada, necesitamos algo que te haga ver más linda, pero con lo que te sientas cómoda.
Lo seguías escuchándolo en silencio. Fue entonces que terminaste con 10 prendas en los brazos, te metiste al probador y lo único que podías hacer era ver las etiquetas preocupándote por el precio. Tragaste saliva, te probaste la primera, era un vestido largo con mangas largas y escote cuadrado; no era muy largo, es algo que puedes usar y sentirte cómoda. Verte así te hizo sentir linda. Realmente me gusta esto... Pensaste mientras te probabas lo demás.
Una vez te probaste todo, saliste y Tengen te estaba esperando.
—¿Te quedaron? —cuestionó.
Negaste, no querías que comprara todo aunque tuvieras que mentir.
Él se cruzó de brazos.
—Entonces iré por una talla diferente... —lo detuviste.
—¡Sí me quedaron! —exclamaste y todos en la tienda se te quedaron viendo.
Uzui comenzó a reír.
—Te conozco, ______. Tu nariz se arruga un poco cuando mientes —dijo acercándose a ti, se inclinó y tocó tu nariz para después besar tu frente. —Dámelo, iré a pagar.
—Es mucho... —dijiste dandoselo.
—¿Y qué? No soy pobre —respondió caminando hacia la caja. —Todavía faltan tiendas por ver.
—Con esto es suficiente...
Uzui miró tu expresión, un suspiro salió de su boca; debió entender cómo te sientes.
—Está bien, esto será todo —dijo. —Pero en tu cumpleaños te regalaré más.
Frunciste el ceño ante su comentario, lo esperaste mientras mirabas a las personas del lugar. Uzui regresó en poco tiempo con una bolsa.
—Vamos —te dijo.
—Puedo llevarmela —le dijiste.
Él negó.
—¿Quiere ir por ropa interior? —preguntó.
Tus mejillas se pusieron totalmente rojas.
—Voy a esperar afuera si me lo pides —te dijo al ver tu rubor, sonrió.
—Sí, vamos por ropa interior y no importa si vienes conmigo o esperas afuera —le dijiste en voz baja.
Tengen rió.
—Has estado más feliz, ¿verdad? Me alegra que seas mas atrevida al responder —dijo.
También sonreíste.
—Estos días realmente me he sentido en casa —respondiste. —Es todo gracias a usted.
—¿Cuándo dejarás de hablarme de usted? —se quejó. —Sigo siendo mayor que tú, pero tampoco soy tan viejo, mi atractivo me hace ver más joven incluso —frunció el ceño.
Lo miraste.
—Me gustan esas reacciones —dijiste sonriéndole.
Seguiste caminando, tu mirada regresó al frente. Uzui cerró los ojos, respiró profundo y rió. Realmente no puede contigo.
Llegaron a la tienda de ropa, compraste mucho gracias a las ofertas y que Uzui te ahorró mucho dinero. Las chicas de ahí los vieron con curiosidad, Tengen se quedó callado la mayor parte del tiempo; a ti no te molestó, si decía algo es probable que perdieras tu calma y te sonrojaras.
Al terminar su día de compras, fueron al carro para dirigirse camino a casa.
—Necesito pasar a comprar algo más, ¿me esperas? —Uzui preguntó estacionandose.
—Sip.
Te quedaste en el auto mientras veías por las ventanas, fue entonces que tus ojos se encontraron con los de alguien más. Viste a Hamai y Mimi junto a un pas de chicos y otra chica más. Los ojos de Hamai se encontraron con los tuyos, le aguantaste la mirada hasta que ella decidió voltear con indignación. Unos minutos después, Tengen regresó y dejó algo en la parte de atrás.
—No veas.
—¿Por qué?
—Es algo especial.
Después de eso, Uzui regresó a su lugar, encendió el auto y luego de un rato llegaron a casa.
Al llegar, Tengen te abrió la puerta y después sacó todo, no miraste como te pidió. Los dos subieron a su departamento. Dejó las bolsas de ropa en el sillón y se llevó lo demás a su cuarto. Eso sólo hizo que te causara más curiosidad.
—¡Vamos a cocinar, entonces!
Te asustaste al escuchar su voz cuando regresó.
—¿En que lo ayudo? —preguntaste acercándote a él.
Eran aproximadamente las cuatro de la tarde. Su cena tardó más de cuatro horas aunque estaban haciéndola los dos, así que los dos se estaban muriendo de hambre. Apenas terminaron de cocinar se sentaron a comer en silencio, un silencio bastante agradable. Al terminar fuiste quien lavó los trastes, Tengen fue a su habitación y no regresó veinte minutos después. Todo era aún más confuso.
—¿Quieres que nos quedemos despiertos hasta Navidad? —te preguntó él sentándose a tu lado.
—No tengo problema.
Respondiste dejando el control de la televisión a un lado y tapando su regazo con la manta que usabas. Uzui sonrió al ver tu gesto.
—Podría hacer algo de chocolate.
Tu rostro se ilumino al escuchar eso.
—Que buena idea.
Uzui se levantó a hacer chocolate, regresó con dos tazas y las puso sobre la mesita frente al sofá, aunque volvió a irse. Regresó con otra manta que puso sobre tus hombros, se volvió a sentar a tu lado, de nuevo tapaste su regazo; él tomó el otro extremo de la manta y se cubieron los dos.
—Quiero recostarme sobre usted, ¿puedo? —preguntaste.
—¿Por qué preguntas? Sólo hazlo —te dijo.
—Porque usted no lo hace.
Tu respuesta lo tomó por sorpresa. No dijo nada más, ibas a recostarte en su hombro, pero su brazo rodeó tus hombros y terminaste apoyándote en su pecho. Tu brazo rodeó su cintura y cerraste un poco los ojos.
—Me gustaría que usted hiciera esto —hablaste con calma teniendo los ojos cerrados. —Siento que ser la única que lo pide y lo hace... Me hace sentir mal de alguna forma.
—_______... —dijo tu nombre mirándote.
—Mantener el contacto físico... Me gustan mucho este tipo de cosas —abriste los ojos y lo miraste. —Cuando usted me abraza o me besa... O tener su mano apoyada en mí.
—A mí también —te dijo desviando la mirada.
Se inclinó un poco para tomar de su chocolate.
Uzui no sabe que hacer, eres la única que lo logra poner de esta manera. Estás siendo honesta.
Nadie dijo nada un rato, no era incómodo, pero se sentía cierta tensión. Tú ibas cambiando de canal en canal hasta que al final lo dejaste en uno de esos típicos programas de chismes que celebran la navidad ahí. Miraste la hora y te diste cuenta de lo poco que faltaba. Sentiste a Tengen soltarte y alejarse, lo miraste. Volviste a acomodarte en tu lugar y le tomaste a tu chocolate. Escuchaste como Uzui regresó y antes de verlo, le diste otro trago al chocolate.
Uzui tomó las cosas que había comprado, casi era navidad; una buena excusa para dártelo. Esperó hasta hoy para darte lo que habías escrito en ese papelito, no iba a hacerlo frente a todos. Cuando regresó donde tú y lo miraste, tragó saliva al verte con un poco de chocolate en los labios. Dejó las cosas en el sillón y se agachó; tomándote de la mejilla besó tus labios. No te lo esperabas así que tus ojos tardaron un segundo en cerrarse. Tennge fue así de impulsivo porque recordó tus palabras. Un suave sonido sugerente se escapó de tu boca, él se separó por su propio bien.
—Esto es para ti... —Dijo recuperando el aliento.
Te dió un ramo de flores y una pequeña caja. Tus ojos se abrieron de par en par. Te le quedaste viendo unos segundos a las flores para que después Uzui te llamara.
—Cuando vi este collar creí que quedaría perfecto en ti —dijo sacándolo de la caja. —Tienes un cuello muy bonito.
Agregó. Te hiciste el cabello a un lado y el mayor te lo puso.
—Te ves tan linda sin importar qué —acarició tu mejilla. —Feliz navidad.
—Yo... No tengo nada que darte —le dijiste mientras se acumulaban lágrimas en tus ojos.
—No lo necesito. ¿Sabes cuánto me he aguantado precisamente para que no pienses que quiero que me des algo a cambio? —cuestionó.
Una risita nerviosa se escapó de tu boca.
—¿Podrías mover eso? —preguntaste refiriéndote a la mesita.
Él confundido la movió.
Se volvió a poner frente a ti. Bajaste para sentarte a su lado y pusiste tu mano sobre la suya, sin esperar más; lo besaste.
Feliz Navidad 🎄><
No saben cuánto CUÁNTO he estado disfrutando al escribir esto JAJAJA
Me he dado cuenta de algunas cosas de la historia de "Profesor" q no quiero repetir aquí, antes q nada; la relación de los dos y lo rápido que iba XD
Siento que ahora sí los estoy construyendo bien.><
Cómo la pasaron hoy?
Yo ando enferma JAJAJAJAJ (T_T
Les gustó? 🥺🥺
Saben lo que se viene? 🥺🥺🥺
🍋🍋🍋
bromita.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro