Capítulo 11
—Desde diciembre comienza a hacer más frío, el tiempo pasa rápido —comentó Mimi mientras se coloca su bufanda.
—El tiempo va más lento desde que me metí al estúpido concurso ese.
—De _______ pude esperarlo un poco, pero de ti me sorprende. ¿Acaso querías estar más cerca del profesor? O es sólo para molestar a...
—Callate, Mimi. Si la molesto o no, no es de tu incumbencia. Aparte lo que el profesor tiene de atractivo lo tiene de prepotente y molesto.
La castaña mencionó molesta, entraron al salón caminando hacia sus lugares para después sentarse. Ahí estás tú, tan puntual como siempre. No pusiste atención a su presencia hasta que Mimi te saludó, una sonrisa tímida apareció en tu rostro mientras correspondes al saludo.
—Estos días te ves más feliz, ¿tu madre consiguió un mejor trabajo o qué? —cuestionó la chica en el asiento de enfrente.
Lo dijo para molestar, es evidente. Ibas a responder, pero su amiga tomó la palabra.
—Pronto será Navidad, ¿la vas a celebrar con alguien en particular? Si tienes tiempo sal con nosotras.
—¿Estás invitándome a...? —cuestionaste.
—Aunque claro, si tienes más cosas que hacer puedes negarte, por supuesto.
—No puedo —respondiste.
Querías salir con ellas, claro que sí, sin embargo no está dentro de tus posibilidades; van a querer ir de compras, comer postres o hacer cosas de amigas. No tienes dinero para gastar, tampoco ropa bonita y mucho menos quieres que tu mamá se entere si llegas a robarle dinero. Todas tus ganas se fueron en cuanto pensaste en las consecuencias de salir con el par de amigas. Hubo un pequeño silencio entre las tres, Hamai fue quien dijo otro comentario de mal gusto para romper ese silencio, escuchaste un suspiro por parte de Mimi y murmuraste una disculpa en voz baja.
Conforme más pasan los días, más se te dificulta pensar una excusa para pasar tiempo junto a Uzui, tienes pena de pedirlo directamente y dudas de qué tan bien pueda sonar.
Apenas terminaron las clases corriste al salón de artes, sin embargo Tengen no se encontraba por ningún lado. Suspiraste sacando tu libreta, pasaste por muchos dibujos antes de encontrar una hoja en blanco. Sacaste un lápiz para comenzar a bocetear, ya tienes el boceto definitivo para el concurso, pero no quieres enseñárselo a Uzui, por lo menos aún no. Todavía quedan dos semanas para entregar el producto final, te sobra tiempo.
Sentiste a alguien detrás tuyo y cuando tocaron tu hombro te asustaste.
—¿Estás bien? —el peliblanco preguntó sentándose a tu lado.
No recordabas que habías dejado la puerta abierta.
—Estaba concentrada, llegué hace poco —respondiste.
—¿Estás comenzando a hacer tu boceto?
—¡Noup! Estoy dibujando algo más para tener inspiración.
—Un tanto extraño a decir verdad, pero los métodos más raros suelen ser los mejores...
Tú seguiste dibujando, dejaste de verlo y él ya no dijo nada más. Se levantó para buscar algo entre una carpeta que tenía guardada; entonces se puso a un lado tuyo para ver como avanzas.
—¿Te gusta la fantasía? —cuestiono al ver el paisaje que boceteabas.
—Me gustaría vivir en una —volteaste a verlo.
Una sonrisita apenas visible apareció en tu rostro, eso le dio una sensación extraña.
—Tengo algo para ti, comienza a cumplir tu sueño con esto —bromeó. —Te hice un dibujo, recordé la vez que tú me dibujaste a mí en una actividad que dejé, también puedes quedártelo.
Lo miraste directo a los ojos, luego a lo que tenía en las manos. Te quedaste sin palabras, tragaste saliva sin saber que decir o hacer. El dibujo que te hizo dejó a relucir un estilo pulcro y hermoso, una técnica de acuarela combinada con colores profesionales (es posible que muy caros). El simple hecho de ver un dibujo así, tuyo, sobre ti y para ti hizo que tu corazón se acelerara. Tus manos temblaban y tu cerebro ni siquiera pudo procesar una acción tan simple como aceptar el dibujo. No puedes aceptar el hecho de que se vea tan bien, de que tú te veas tan bien.
—Tómalo, no es la gran cosa; sé que soy todo un artista —Uzui agarró tu mano con cuidado para darte la hoja.
Que para el colmo, venía protegida.
—Hamai me regaló uno... Pero no era tan bueno como este —tu voz salió en un murmuro.
—¿Eso? Para nada, en realidad es muy poco. Pude haber hecho un cuadro, un falso vitral quizás, ¿pero tienes el suficiente espacio para tenerlo? Pensé en ti y tu comodidad.
—Es muy presumido, profesor... —Tengen río.
—Es para que dejes de estar así, te ves incómoda y extrañada por un regalo. ¡Vamos no será el último que te dan!, ¿Quizás estás así por qué te lo di yo?
—Estoy feliz porque me lo haya dado usted, Tengen —le respondiste con notoria alegría.
Una verdadera sonrisa apareció en tu rostro.
—¡P-perdón! Sin querer lo llamé por su nombre...
—No te preocupes por cosas tan estúpidas como esas, también puedes llamarme de cualquier manera que suene bien... Por ejemplo, Di-
—Casi no he visto más obras de usted —interrumpiste. —A veces sólo los ejemplos que da y son solo dibujos hechos rápido, ¿tiene por aquí algunas cosas que me pueda enseñar?
—Suelo tenerlas en casa pero creo guardo algunas cosas más...
Uzui buscó en un mueble que se encontraba al fondo del lugar, de ahí sacó una carpeta y volvió contigo. Jaló su silla poniéndola al lado de la tuya, se sentó; abrió la carpeta y comenzó a mostrarte cada uno de los dibujos que tenía ahí, todos usando materiales caros y con pintura y/o acuarelas brillantes, colores metálicos u holográficos. Nunca en tu vida te habías sentido tan cómoda con alguien como ahora, un milagro de verdad. Todo gracias al tiempo que han convivido juntos, la libre y extravagante personalidad que Uzui tiene te hace sentir a gusto.
—Aunque creo que pides muchas cosas que nada que ver con lo que tenemos que hacer... —Tengen te miró a los ojos.
—No tengo ideas para seguir... —desviaste la mirada.
Es claro lo mala que fue esa mentira.
—Eso has dicho antes, ¿hay algo que ocultes?
Negaste. El mayor suspiro y una risita salió de su boca, te revolvió el cabello.
—Por lo visto te gusta la pintura, sin embargo sólo he visto los trabajos que has entregado —se cruzó de brazos. —También me gustaría verlos.
—Oh... Eso —tomaste el cuaderno donde te encontrabas dibujando anteriormente.
Fuiste a la primera página y lo dejaste abierto encima del escritorio. Pasaste una hoja y desde ahí se encontraban todos los dibujos que habías hecho. A Uzui realmente le sorprendió; eran totalmente diferentes a los trabajos que sueles entregarle, acá se puede apreciar bocetos bastantes sucios pero con muchas zonas oscuras; y en los que habías pintado tenían tonos grises, rojizos y morados. Sin embargo mientras le mostrabas, hubo uno en concreto que aparte de verse bien, le llamó la atención.
—¡Espera! Tienes un talento excepcional. Si ya lo pensaba ahora lo puedo confirmar, deberías de venir a una exposición de arte conmigo.
Volteaste a verlo.
—Una exposición... Gracias.
—Este me llama la atención en particular —lo dejaste tomar tu libreta para que lo viera. —¿Tiene algún tipo de significado? Pusiste en primer plano los tacones, desde una vista inferior; al parecer también tienen algún tipo de efecto brillante o metálico.
—Oh... ¿ese? Odio el ruido de los tacones —fue tu única respuesta.
—He de admitir que es extravagante pero...
—¿Pero?
—Me gusta —mintió volviendo a dejar la libreta en el escritorio. —¿Por qué odias el ruido de los tacones?
La mentira fue a medias, de verdad le gustó pero no pudo entender como fue que respondiste con tanta naturalidad y con un tono desinteresado.
—Me recuerdan a mi madre. Ella siempre suele llegar en la madrugada o en la noche; lo primero que escucho son sus tacones.
Uzui se mantuvo pensativo, todas las cosas que le has dicho le llevan a pensar en cómo es realmente tu vida. Sin embargo aunque respondes a sus preguntar sin poner peros o trabas, no te nota cómoda hablando sobre ello. Es alguien inteligente, no quiere molestarte para conseguir más información, por lo menos no de manera directa; va a encontrar la manera de saber que te sucede sin necesidad de que cuestionarte directamente.
—¿Qué te parece si platicamos sobre algo más? —preguntó con una sonrisa. —Hay una nueva técnica que me gustaría enseñarte, si bien tu talento ya es grandioso; será mucho mejor.
Uzui se levantó, buscó unos colores y lápices. Tomó tu libreta y en una hoja limpia empezó a bocetear; cuando termino borró y comenzó a delinear. Estabas poniendo suma atención pero no pudiste entender porque el color azul, verde, rojo y esos colores. Cuando terminó te lo mostró, seguías sin entender que quiso mostrarte pues parecía un dibujo normal, sin embargo los colores se encuentran colocados de un manera extraña.
—Quedó muy bonito —Dijiste al no entender que quería enseñarte.
—¡Por supuesto! —sonrió con orgullo. —Pero hay algo más aquí.
Sacó su celular, le tomó una foto y después la abrió en una aplicación para editar fotos, fue ahí cuando comenzó la magia. Parecía haber sido pintado con colores normales, fue entonces cuando caíste en cuenta de que te había dibujado a ti, ni siquiera pusiste atención en que los colores habían cambiado una vez aplicó cierto efecto a la foto.
—Es la segunda vez que me dibuja —volteaste a ver al peliblanco. —¿Por qué?
—Bueno, no eres fea —soltó mientras te daba la libreta. —Tienes un bonito perfil, tu cara también es linda. Aunque ese no es todo tu encanto.
—No tengo encanto —negaste cerrando los ojos.
—Eres demasiado negativa, ¡escuchame a mí! Soy el mejor cuando se trata de saber sobre belleza, y tú, no eres para nada fea.
—¿No estará ocupado todo este mes? Debe de tener a alguien con quien pasar el tiempo.
Cambiaste el tema. No quieres seguir recibiendo más halagos de ese tipo, te recuerdan a las cosas que tu madre llegó a decirte solo por tu apariencia.
—Bueno, si quieres hablar de algo más me gustaría saber si no tienes algún familiar que haya sido artista —rió. —Tienes una esencia natural, buen talento.
Negaste.
Pasó el tiempo y aunque ya era algo tarde, después de que te fueras Uzui no hizo lo mismo. Se quedó en el aula de artes; empezó a buscar entre los trabajos que tenía guardados, los encontró fácilmente debido a que eras la única a la que le gusta entregar bien los trabajos en tu grupo. Los sacó y los puso sobre su escritorio, todos atrás tenían fecha así que los acomodo por fechas. No eran para nada parecidos a los que le habías enseñados, tenían colores más neutrales y otros algunos tonos pasteles y brillantes, sin embargo a pesar de todo esto, dan una vibra y sensación diferente. Aunque al conocer los que le enseñaste, se dio cuenta de algunos simbolismos en tus trabajos. En el primero era una niña en un columpio, se le ve feliz pero tiene una herida en su pierna; el paisaje de ese dibujo es hermoso.
Y así fue como continuaban, hasta llegó al que más revelador era.
Una chica con tacones.
Aunque se veía normal, bonito estilo y algo retro; era raro ahora. Entre todos los dibujos había algo que los unía, no solo entre sí, sino que también a los que ya le habías enseñado.
Tengen pudo comprender algo; no eras solo una chica tranquila, solo eres alguien que busca evitar y quiere escapar de sus problemas. Uzui se sentó en su silla mientras un gran suspiro salía de su boca.
—Debí de haber aceptado la propuesta de el otro colegio...
Era innegable que el cariño que comienza a sentir por ti, comienza a manifestarse en forma de preocupación. Quién sabe, quizás esta es la diversión que buscaba cuando aceptó enseñar en este lugar; tal vez estás también sean las nuevas experiencias que buscaba experimentar.
Se va construyendo la relación bien bonito, verdad? XD
Quería publicar esto en Navidad pero tenía el tiempo encima, me fue imposible, pero aquí está ❤
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