CAPÍTULO 4
4 de Diciembre 2024
Aurora
El día apestaba
Desde el primer momento en que vi la lluvia caer por la calles de New York, me di cuenta que hoy no iba a ser un buen día.
Amaba los días lluviosos, pero no cuando me tocaba trabajar. Ugh, sentía que era de lo peor, sólo quería estar debajo de las sábanas y colocar alguna película romántica o de comedia y estar todo el día ahí.
Pero había mucho trabajo por hacer.
Hoy se instalarán todas las vallas publicitarias y como parte del equipo de coordinación, mi misión sería que todo saliera a la perfección. Eso significaría, nada de retrasos ni errores absurdos.
Con un suspiro, terminé de empacar las cosas de Keith y las dejé en la puerta de mi casa, sabía que una vez terminada la conversación con él al medio día, debía volver y dejarla en portería. No lo hacía ahora, porque iba muy de tiempo al centro comercial y primero debía pasar por la empresa a recoger el iPad.
Era en esos momentos donde me reprendía el no llevarla siempre conmigo.
Una vez el taxi paró y entré en él, le di indicaciones para que fuera a Moreau Enterprise y me esperara unos minutos mientras iba rápidamente por el artefacto que me salvaría de muchas. El conductor accedió luego de varios ruegos y haberlo comprado con una suma de dinero por la carrera y la espera que debía hacer.
— Muchas gracias, no demoraré. — Fue lo que le dije mientras cerraba la puerta.
— Eso espero, señorita.
Básicamente, corrí por los pasillos hacia mi escritorio.
Traté de controlar mi respiración por la corrida que tuve, y busqué con rapidez el iPad.
Antes de salir, y con el corazón queriendo salir de mi pecho. Noté por supuesto la nota.
— Hmm, debe ser alguien muy madrugador y que ame venir a la oficina... ¿Quién serás? — Fue lo que me pregunté, mientras leía la nota.
¿Viste que si puedes sonreír un poco más? Me encantó tu sonrisa de ayer. Espero seguirla viendo más a menudo, es simplemente hermosa. Tanto como tú.
No sabía que pensar en lo absoluto, esta persona definitivamente trabajaba en este mismo piso. Y de una u otra manera, tenía la posibilidad de verme en cada momento. Mi ceño se frunció cuando pensé en las personas posibles, pero simplemente no las veía como mis mensajeros anónimos.
Sentía que era un dilema que jamás resolvería. Pero también me alegraba eso.
Guardé con rapidez la nota y con el iPad en mis manos, bajé a encontrarme con el taxi, solo esperaba que el taxista no estuviera molesto, sabía que me había demorado un poco con mis pensamientos sobre la nota, pero no me importaba en lo absoluto.
❄️❄️
Agradecí un montón que el centro comercial se encontrara completamente lleno de personas, eso era un avance muy grande dado que teníamos la leve sospecha de que los anuncios temporales no fueran a servir demasiado. La tecnología ha avanzado demasiado, eso no se niega. Pero también como empresa que se dedica prioritariamente al marketing, somos conscientes que nada será más llamativo para el público que las vallas publicitarias, no sólo porque las personas pueden verlas todo el tiempo que estén, sino también por todo lo que conlleva hacerlas. Desde los colores, hasta las frases más llamativas al consumidor.
— Que bueno que hayas llegado, Aurora. Ya tienen casi todo preparado para las instalaciones.
Mi amiga y compañera Mikaela me recibió con una sonrisa en la puerta principal del centro comercial y mientras ella iba contándome todo lo que había pasado desde bien temprano.
Apenas eran poco más de las diez de la mañana, pero he sentido como si el día aparte de súper aburrido por la lluvia que nada que cesa, también se ha ido un poco más lento de lo normal.
Una vez ambas llegamos a nuestro destino, nos enfocamos en dar las órdenes necesarias para que todo saliera como se había planeado desde un inicio y el señor Moreau quedara satisfecho con los resultados.
— Esas vallas quiero que estén en la entrada principal. — Señalé dos las cuales eran largas y que tenían los nombres de todos los patrocinadores este año y sentía que era necesario que las personas conocieran a los que estaban detrás de toda la organización para esta navidad.
Asentí cuando los chicos que nos estaban ayudando, colocaron las grandes carteleras en la entrada.
Sonreí con el resultado, así que no dudé en mandarle una foto a mi mamá y hermano.
Yo: No es por nada, pero ha quedado espectacular chicos. Muero porque vengan y admiren lo hermoso que ha quedado todo el centro comercial.
Pulsé enviar, y el sonido de una respiración detrás de mí me asustó.
— Vaya, no sabía que eras de las que muestra todo a su familia, señorita Davies.
Miré con asombro a Alexander.
Llevaba puesto un pantalón negro que se ajustaba perfectamente a sus largas piernas, al igual que un buso del mismo color que su pantalón y un abrigo completamente gris largo que llegaba casi al piso. Lo que me sorprendió fue verlo en convers.
Rara vez uno veía al jefe vestir informal. Alexander Moreau era la personificación de lo elegante, siempre que te lo encontrabas, ibas a verlo muy impecable en traje de gala con o sin esmoquin. Al igual que siempre usaba camisetas elegantes y pantalones de lino y claro, zapatos negros que le daban aún más, el toque a la elegancia que ya destilaba por todos lados.
Por lo que claramente, en este preciso momento me tuvo estupefacta al notar su vestimenta de hoy. No era algo normal en él.
¿Me estaba perdiendo de algo?
Rápidamente, me di cuenta que lo estaba analizando más tiempo de lo normal. Por lo que aclaré mi garganta y empecé a hablar.
— Buenos días, señor Moreau.
— Aurora, ¿cómo ha estado?
— Bien, si señor. Me imagino que ya le han comentado como nos ha ido en el transcurso del día.
Un atisbo de sonrisa aparece en su rostro, pero inmediatamente lo alejó y volvió a colocar su rostro serio.
— Algo me dijeron, pero quería venir a comprobarlo. Y admito, estoy impresionado, Aurora. Muy buen trabajo.
— Muchas gracias, señor. Sus palabras significan mucho.
Con un gesto, le indiqué que me siguiera mientras le iba mostrando el resultado final del trabajo de tres largos meses. En todo el recorrido con Alexander, pude notar una pequeña sonrisa cada vez que veía las vallas ya puestas en escena.
— No me equivoqué al ponerte esta tarea, Aurora. Todo es... simplemente impresionante.
Sentí como mi cara se colocaba roja. La verdad es que no estaba acostumbrada a las palabras de afirmación y mucho menos de mi jefe.
Decidí no responderle y seguir con el tour hasta que nos encontramos con nuestros compañeros quienes no dudaron en felicitarme uno por uno.
Iba a dar unas palabras de agradecimiento, pero estas se quedaron conmigo ya que el sonido de la voz de Keith, me paralizó un montón.
— Sabía que lo lograrías, osita.
Mis ojos se cerraron por un momento, y para no dar una escena. Dejé que mi exnovio me abrazara mientras muy bajito le hablaba.
— No sé qué rayos estás haciendo, Keith. Pero debes parar. Yo terminé contigo.
— No me rendiré, Aurora. Nacimos para estar juntos.
Me alejé de su abrazo y esperé que con mi mirada de molestia, él se fuera. Pero fue todo en vano, ya que decidió quedarse para el almuerzo, haciéndole creer a todos que estábamos en nuestro mejor momento cuando la verdad era otra.
En toda la comida, Keith se la pasó comentando sobre cómo me ayudó a crear cada uno de los diferentes estilos y escribir las frases que iban a ir en el resultado final de la publicidad de cada valla. Solamente podía mirarlo mientras iba derrochando lo buen novio que ha sido.
Es que aparte de infiel, es un bastardo mentiroso.
Quería gritarle con todas mis fuerzas, pero me contuve. Y no solo por el hecho de que odiaba los dramas, sino también porque no quería ser la comidilla de todos mañana. Aún no entendía cómo, pero mi ex supo congeniar con todos en la oficina.
Era como si fuera un santo grial para mis compañeros.
No soportaba más su presencia, por lo que decidí de manera educada, dirigirme hacia el baño y echarme agua en el cuello que me picaba de toda la rabia acumulada que sentía.
Es que era increíble el descaro de este tipo.
Él jamás puso un granito de arena en este proyecto, yo fui la que me quedé horas en vela pensando en cada detalle, acomodando y desorganizando varias veces los bocetos online que tenía en mi computador. Todo este trabajo es por mí. No por él. Keith nunca me apoyó, él siempre se quedaba dormido mientras yo seguía en el computador matándome la cabeza porque me quedaba sin tiempo para entregar los bocetos finales.
¿En qué momento él se volvió tan egoísta? ¿Tan imbécil y bastardo?
Suspiré hondo mientras seguía echando agua en mi cuello, esperando que calmara la sensación de picor y calor por simplemente dejar que él se saliera con la suya.
No sé cuánto tiempo me quedé en el baño refrescándome, pero cuando me sentí mucho mejor y ya no había tanta rojez, fue cuando salí con la cabeza en alto y mirada de póker.
¡Keith se tenía que ir, pero ya!
Caminé con decisión, pero la sonrisa de todos me detuvo por completo.
Sentía que algo no estaba bien, y debí haber sido más inteligente al ausentarme tanto tiempo. No pensé que el sin escrúpulos de mi ex fuera a llevar las cosas a otro nivel.
Mis compañeros se levantaron y por segunda vez en el día, recibí sus felicitaciones haciendo que mi ceño se frunciera mucho más.
Miré a Keith por una respuesta pero su petulante sonrisa me hizo voltear los ojos con desagrado. La verdad es que no entendía nada hasta que Sierra con ojos llorosos me abrazó con mucha fuerza, y al oído me habló con mucha nostalgia.
— Ay, cariño. Me siento tan feliz por ti. Espero que Keith y tú sean muy felices en esta nueva etapa. Él nos dijo que no quería que supieras, pero sabes que nosotros te queremos mucho y no podíamos dejar pasar una noticia como esta.
Su abrazo fue reemplazado por otro y otro hasta que no quedaba nadie más por felicitarme. Hasta me sorprendió que Alexander lo hiciera, él era más frío en este tipo de cosas, por lo que me agarró desprevenida cuando me atrajo en un cálido abrazo.
— Que seas muy feliz con Keith, Aurora. Tú más que nadie se lo merece.
Sólo pude sonreírle con la boca cerrada mientras seguía reconectándome con todo lo que está pasando.
Mi mente estaba completamente en blanco, no sabía qué hacer o decir. Era como si estuviera estancada ahí con la baldosa del restaurante.
Sentí la presencia de mi ex y quería que me tragara la tierra.
Pero, lo que más anhelaba, era estrangularlo delante de todos.
Pero sí, no hice nada de eso. Sólo me dediqué a dar mi sonrisa más falsa de todos.
A fin de cuentas, era mi culpa por haberlos dejado con él.
Feliz año, día de reyes y san valentín, amores.
Sé que no cumplí el año pasado y pido perdón, pero como les dije en el capítulo anterior. Diciembre no fue mi mes, aunque sí pasé un muy lindo fin de año y todo gracias a una persona que la vida puso en mi camino. Pero así mismo, a finales de Enero nos tuvimos que despedir porque se tuvo que ir a otro lado.
Así que sí, he estado un tanto entusada (para mis lectores no colombianos, es estar triste luego de una relación o una casi relación), pero volví con toda a terminar varios proyectos este año. Incluyendo este.
Recuerden que serán únicamente 31 capítulos, sin contar el epílogo.
Pronto sabremos el otro cliché de este libro y su protagonista principal.
¿Parte favorita de este capítulo?
¿También quieren estrangular al idiota de Keith?
Dejen sus corazones grises.
Nos leeremos en otra ocasión, gracias por seguir aquí.
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