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CAPÍTULO 3

3 de Diciembre 2024

Aurora

La noche de ayer fue muy refrescante, era algo que necesitaba un montón.

Sólo mi mamá y yo haciendo galletas de navidad viendo una película temática.

Quizás mi convivencia con ella no sea la mejor de vez en cuando, pero sabía que siempre iba a estar ahí para mí, ella fue la primera persona de mi familia a quien le conté sobre lo de Keith y por eso su intensidad sobre qué fuera a visitarla. Me conocía tan bien, que era consciente que necesitaba a alguien ahí a mi lado.

Mi mamá no me iba a dejar sola.

— Cariño, no te olvides de traer tus cosas.

Era la quinta vez que me lo decía, desde ayer en la noche mientras hacíamos las galletas, estaba siendo demasiado intensa al pedir que pasara esta navidad con ella. Y le daba cierta razón, estar en ese apartamento sola sería algo muy deprimente, y más porque todo el sitio tenía recuerdos de Keith. Era increíble que todo fuera tan diferente. 

— Tranquila, mamá. El fin de semana me mudaré contigo.

— ¿Segura, cariño? Tampoco quiero que sientas que te estoy obligando a algo que no quieras.

— No, no es nada de eso. Sé que tu sugerencia vino porque no me querías ver sola en estas fechas, mamá y en verdad lo agradezco. Nos vemos por la noche.

Terminé la llamada y coloqué el resto de ropa en la maleta. La cerré y sentí como una pequeña sonrisa aparecía en mi rostro.

Sabía que debía iniciar de nuevo, dejar a un lado los pensamientos de Keith y Francesca y dedicarme por completo a mí. Cuando lo conocí, pensé que él era el amor de mi vida, la persona que siempre me acompañaría. Pero ahora, colocando todo en retrospectiva, caí en cuenta de que solo me sentía cómoda a su lado.

Era y seré fan del amor a la antigua, pero con Keith nunca fue así. Él no era de tener citas, tampoco de hacer algo diferente con nuestra relación.

Sentía que todo sobrepasaba lo aburrido.

Yo me aburría a su lado, pero jamás consideré la opción de terminar la relación con él.

Nunca imaginé que llegase a tal punto de hacer ese tipo de traición, desde aquel día, todas las noches había venido cuestionando mi comportamiento hacia él pensando si en algún punto yo fui la que fallé, si mi amor no fue lo suficiente para él. Y, ¿la verdad? Estos días me han hecho muchísimo daño, yo no era de esas personas que sobrepensaba las cosas, siempre fui alguien un poco más relajada y que nada me afectaba.

Necesitaba volver a la Aurora de antes.

Mi celular sonó con una notificación, vi de quién era y volteé mis ojos al ver que era un mensaje de Keith.

El idiota no se rendía en lo absoluto, y me daba más rabia el saber que sí sería capaz de dejar que nos viéramos y tener una conversación civilizada.

Alcé mi celular leyendo su mensaje.

Keith: Osita, cariño mío perdóname. La verdad no es lo que crees, déjame hablar contigo y explicarte las cosas, por favor. No arruines esto.

Mi humor poco a poco se fue alterando ante sus palabras ¿que no es lo que pienso? ¿Que no arruinara la relación? Por Dios, me estaba tratando como si yo fuera la culpable de absolutamente todo, sabiendo que él cometió el error.

Sentí mi cuerpo súper caliente e intenté respirar hondo y exhalar con calma, pero simplemente no podía. Quería decirle un montón de cosas y entre ellas no había nada lindo, de eso si estaba muy segura. Desearía que esto simplemente se acabara y él dejara de fastidiarme.

Mi humor estaba volviendo a ser como el de antes después de anoche que pasé con mi mamá, pero ahora nuevamente me sentía como el grinch.

Sin ánimos de nada y odiando a todos.

❄️❄️

Si no fuera porque había sido cómplice en la decoración de toda la oficina, hubiera dicho que los elfos de Santa habían llegado con alegría incluída. Era increíble lo bonito que se veía todo el lugar.

Desde las luces hasta las coronas que se encuentran colgando en algunas puertas.

— Buenos días, Aurora.

Recibí los saludos de todos con una sonrisa en mi rostro.

Quizás esto era lo que necesitaba, un simple recordatorio de que la navidad era hermosa.

— Aurora, buenos días. Cuando termines de organizarte, te espero en mi oficina — Alexander se apresuró al hablar una vez me vio voltear lista para ir a mi escritorio.

— Sí, señor.

Dejé mi abrigo en la silla y agarré del escritorio el iPad de la empresa sin dejar pasar a un lado la notita.

No sé cómo va a estar hoy el día, pero espero que para ti todo sea mejor. Ojalá hoy sonrías más que ayer. Ten un lindo día.

No noté que estaba sonriendo hasta que sentí las mejillas supremamente tiesas.

Guardé la nota en la caja que guardaba con mucho cuidado en uno de los cajones de mi escritorio. Me sentía como una adolescente guardándolas, pero era increíble lo rápido que cambiaban mi estado de ánimo.

Y no me refería a que lo hiciera desde inicios de mes, sino desde el primer momento en que las famosas notas llegaron a mi escritorio de manera anónima. Ya iban cinco meses y las notas nunca fallaban. Sí, no negaba que me agradaría saber quién es la persona detrás de ellas, pero también aceptaba que me encantaba todo este tema del misterio.

Hice a un lado mis pensamientos y me encaminé hacia la oficina de Alexander que estaba estratégicamente enfrente de mí.

Todos los días veía sus diferentes estados de ánimo, ya hasta podía identificar con quién hablaba, solo por las facciones de su rostro.

Sí, mi jefe es demasiado expresivo.

— Por favor, cancela la reunión con la administración que teníamos planeada para el día de mañana y correla para hoy. Anoche me llegó un mensaje del centro comercial y esperan que a más tardar mañana, se haga todo lo relacionado con el pago de las vallas publicitarias.

— Pensé que de eso ya se había encargado administrativa.

— Yo también, pero resulta que no lo han hecho y ya llevamos tres días de diciembre. Esas vallas debían haber estado iniciando el mes.

Alcé mis cejas impresionada por lo que dijo mi jefe.

— Wow, bueno. No se preocupe, Alexander. Ahora mismo les digo los cambios de planes con la reunión.

— Gracias, Aurora. — Él tomó un sorbo de su café recién hecho y continuó. — Mañana al medio día tendré un almuerzo con unos nuevos socios, por lo que puede salir más temprano y tener su tarde libre.

Mi asombro fue notorio ya que inmediatamente él me miró con una sonrisa.

— Bueno, jefe. Gracias.

— ¿Asombrada?

— Un poco. Digo, usted siempre solicita mi presencia cuando ha habido nuevos socios en la mira.

— Tiene razón, pero esta vez será diferente. Ellos no tienen nada que ver con la empresa como tal.

— Ah, okey. Igualmente, cualquier cosa sabe que estoy disponible en colaborarle.

— Eres muy amable, Aurora. Ya te puedes retirar.

Y con eso, salí directamente a llamar a los de administración y comentarles sobre los cambios de planes. 

❄️❄️

La reunión no fue como Alexander y yo lo esperábamos.

Todo el lío que se había formado tenía un nombre y era que Jhon no había terminado de dar los vistos buenos para las vallas publicitarias, por lo que retrasó el pago para que se pudieran instalar en el centro comercial.

No estaba de más decir que el señor Moreau se enojó un montón con él y le pidió que arreglara el problema de manera inmediata o sino todo salía de su bolsillo.

Nunca había visto a mi jefe tan enojado, pero ya entendía por qué era tan exitoso. Él siempre buscaba las maneras de que todo saliera bien, además del hecho que siempre iba un paso más adelante. Cuando anoche le llegó el mensaje, de manera apresurada, se dedicó a hacer llamadas y hace unos minutos, el centro comercial tuvo carteles grandes con anuncios publicitarios incitando que compraran y aprovecharan los descuentos navideños. Todo a la espera que las vallas estuvieran listas para mañana en la tarde y poder ser instaladas.

— Si es de ser necesario, quiero que metas presión a Jhon. Él siempre ha tenido esa manía de ser lento. Pero ahora es lo que menos necesito.

Alexander seguía hablando mientras contestaba mensajes desde su celular.

— Si, señor. No se preocupe que yo hablaré con Jhon a la espera que sea más ágil y tenga todo listo.

Mi jefe suspiró con cansancio y ladeé mi cabeza hacia un lado.

No sé si él notó mi acción o simplemente fue pura coincidencia, pero una pequeña sonrisa apareció en su rostro.

— Ya puedes seguir trabajando, Aurora. Descansaré un poco de tantos mensajes y estrés. Por favor, que nadie entre.

Asentí una vez y salí de su oficina sin dejar de pensar en su rostro que denotaba agotamiento.

Dejé el iPad en el cajón y sin dudarlo, fui a la panadería cercana.

Pedí unos panecillos de arándanos que sabía, eran sus favoritos al igual que me llevé algunas galletas y chocolate caliente y marshmallows para dejar que se derritieran en la bebida.

De solo pensarlo, se me hacía agua la boca.

 Al entrar nuevamente en la empresa, noté que Jhon estaba caminando de un lado a otro en toda la entrada de la oficina de Alexander.

— Vas a hacer un hoyo, Jhon.

Mi compañero se sobresaltó y volteó a mirarme con sus ojos tan abiertos como platos.

— Jesús, Aurora. Me asustaste.

Alcé una ceja de manera natural.

— Perdón, pero no creo que caminar de esa manera hará que el señor Moreau cambie su estado de ánimo contigo. Yo de ti, mejor me dedicaba a mi trabajo en vez de buscar excusas.

— Auch, duele. — Puso una mano en su pecho en señal de dolor.

— Nada de eso, Moreau me pidió encarecidamente que te pusiera presión. Y no creo que me hayas visto siendo cansona e insistente, por lo que te sugiero no saques a relucir ese lado mío. Además, el jefe pidió que nadie lo moleste.

No sabía si con mis palabras hice clic en el cerebro de Jhon, pero si noté que él sabía que estaba hablando muy en serio por lo que se retiró rápidamente de mi vista.

Dejé salir un suspiro y entré sin tocar en el espacio de Alexander.

Pude notar que llevaba puesto su abrigo que más temprano no tenía y que el aire acondicionado estaba prendido. Inmediatamente deduje que tenía dolor de cabeza por todo el estrés que ha tenido este inicio de mes.

— Señor, le he traído algo para que coma y se relaje.

— No era necesario, señorita Davies. Déjelo encima del escritorio.

Eso hice, le dejé los panecillos y uno de los chocolates calientes y algunos marshmallows y salí de su vista.

Me senté en mi escritorio y aproveché para dejarle un mensaje a mi hermano para que me recogiera. Ya que anteriormente cuando fui a la panadería, noté que el tráfico ya se estaba colocando pesado y solo eran poco más de las tres de la tarde.

Mientras esperaba respuesta de Astrid la secretaria del señor Cesar, alcé mi vista y mi sorpresa fue grata al ver a mi jefe olfateando el café y soltando un suspiro de alivio una vez tomó un sorbo.

Simplemente sonreí ante ese pequeño acto, eran las cosas pequeñas que él aceptaba de mi parte que hacía que me encantara trabajar con él. 

Pero así mismo, mi sonrisa desapareció cuando me llegó un mensaje de Keith. Era el décimo que recibía el día de hoy. La verdad era que él no se detendría hasta que habláramos. Suspiré mientras escribía el mensaje que quizás, después me iba a arrepentir de enviar.

Yo: Te daré una oportunidad para que hablemos, Keith. Pero solo eso, hablar. Mañana en la mañana te diré el lugar. No quiero algo cerca de donde trabajo, sabes que odio que hablen y salgan con chismes. Bajo mis condiciones, hablaremos al medio día.

Pd: deja de estar tan intenso, que luego de esa conversación de mañana, espero te alejes de mí. Y, puedes ir buscando cómo recoger tus cosas de mi apartamento. Mañana por la noche estarán en la portería.

Después de pensarlo, pulsé enviar y tomé mi cabeza con ambas manos.

Ya era hora de dejarlo ir.

Lo sé, lo sé. No he cumplido con actualizar, pido perdón. Pero esta semana ha estado horrible para mí, al igual que la anterior. Diciembre no ha sido mi mes.

En fin, que nos leemos mañana con actualización porque sí o sí pasa.

Lxs amo.

Dejen su corazón gris. 

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