CAPÍTULO 2
2 de Diciembre de 2024
Aurora
No me sorprendió encontrar una notita pegada en mi computador en la mañana que llegué al trabajo.
Era lo primero que veía ya que era una de las primeras en llegar debido a que tenía que estar mucho antes que mi jefe, él era y siempre sería un maniático de la puntualidad. Nunca le verás llegar tarde a un sitio, y bueno, exige lo mismo de sus empleados.
Quité la notita con cuidado y me sorprendió ver que había otra pegada
— Nunca faltas un día ¿no? — Fue lo que me dije mientras leía con mucha atención la nota correspondiente al día de ayer.
Feliz inicio de mes, he escuchado por ahí que es tu festividad favorita. Y aunque no soy mucho de celebrarla, espero que tu espíritu contagie al mío.
Una pequeña sonrisa apareció en mi rostro mientras guardaba con delicadeza la nota en el cajón de mi escritorio.
Había recibido todos los días que venía a la oficina, una nota con un pequeño saludo, o deseándome un bonito día. Pero esta en especial me pareció demasiado hermosa. Aún no conocía a la persona encargada de dejarme este pequeño gesto.
Sólo sabía que trabajaba en Moreau Enterprise, porque no habría de otra que conociera tan bien que amaba estas fechas — aunque ahora sería un poco lo contrario. Cada vez que pensaba en el 25 de diciembre, solo veía como Keith besaba a Francesca. Todos los planes que tenía para ambos en esta navidad, se fueron a la basura. Tenía en mente que para Año Nuevo, nos fuéramos al Times Square y pedir nuestros deseos de 2025 mientras hacíamos la cuenta regresiva junto a la gran bola que siempre había sido la protagonista de esa fecha. — Tampoco entendía la razón del por qué me dejaba aquellas notas.
No negaba que me hacían sentir mejor, y que siempre empezaba el día con una sonrisa. Pero me gustaría que la persona fuera decidida a hablarme y dejarse conocer. Tenía el presentimiento de que su corazón era tan amable y lindo, así como eran sus notas diarias.
Sin pensarlo más, decidí leer la segunda notita. Esa que correspondía al día de hoy.
Ayer te veías muy cabizbaja, ¿y te hablo con la verdad? No me gustó verte de esa manera ¿habrá algo en lo que pueda ayudar? Solo quería que supieras que sea lo que sea, no debería dañarte el genio. Pd: ten un lindo día, y sonríe. Que cuando lo has hecho de verdad, iluminas todo el piso.
Terminé de leer e inmediatamente me sequé una lágrima que caía rápidamente por mi rostro.
Terceros a mí jamás se habían preocupado de esta manera.
Sea quien seas, te estaba muy agradecida.
Fue lo que pensé mientras guardaba esa nota que cambió mi genio de manera repentina.
Y, siendo completamente honesta, hasta tenía algo de razón. No podía dejar que el imbécil de mi ex novio y mi ex mejor amiga dañaran esta festividad que tanto amaba.
Era increíble como toda tu vida podía cambiar de la noche a la mañana, no solo había cambiado mis planes, sino también que se echó a la basura más de cinco años de relación.
Negué varias veces sin poder controlar las lágrimas.
Recuerdos de mi relación con Keith regresaron a mi cabeza, y aunque dije que no podía dejar dañaran la navidad, sí habían dañado mis sentimientos. Sé que ya no sería la de antes, ya no veía las cosas con alegría. Las mañanas desde aquel día, se tornaron aburridas, sin sentido. No escuchaba las canciones de antes, ya que no prendía el bafle. Todo era tan gris.
Traté de quitarme las lágrimas, pero fue demasiado tarde. Alexander estaba saludando a todos los que habían estado llegando en la mañana, y no tardó mucho en llegar a mi escritorio.
— Buenos días, Aurora... ¿Qué tienes? ¿Todo está bien?
Sé que notó mi rostro empapado de lágrimas que no alcancé a quitar.
— Buenos días, señor. No es... no es nada. Sólo recuerdos que me hicieron sentir un poco triste, eso es todo.
Le dije mientras intentaba quitarme todo, sabía que estaba arruinando por completo el maquillaje, pero eso me importaba poco en estos momento.
Escuché cómo mi jefe suspiró y se fue directo a su oficina.
Rápidamente me levanté y caminé cabizbaja hacia el baño, donde pude retocar un poco mi maquillaje.
— Hice lo mejor que pude — me miré en el espejo y suspiré de manera cansada. — Ahora... tocaba poner mi mejor rostro, el trabajo me llamaba.
Me dije a mi reflejo y con una sonrisa falsa salí del baño.
Cada que me topaba con algún compañero, lo saludaba rápidamente, ya que quería evadir algunas preguntas o que indagaran más sobre mi fin de semana.
¿Y la verdad? Ni sé qué diría.
Tampoco es que fuera por ahí comentando que el penúltimo día de noviembre, justo dos días antes de empezar diciembre, el mes que más amaba... justo ese día, me hubiera dado cuenta, de la peor manera, que mi pareja me estaba siendo infiel con la que creía, era mi mejor amiga.
No iba a ser capaz de comentarlo así como si nada.
Continué mi camino hacia mi escritorio, pero alguien impidió mi paso.
Alcé mi rostro y unos ojos avellanas se encontraron con los míos.
— ¿Todo bien Aurora?
Sonreí con mis labios sellados y asenté varias veces.
— Sí, Jhoan. Todo bien.
Jhoan era el encargado de dar los vistos buenos para que salieran los comerciales como tal al mercado. Era quien se trasnochaba mirando detalle por detalle. Sin mencionar, su amistad con Alexander Moreau. Ambos eran como uña y mugre, pero también comprendía un poco la situación, ya que básicamente se criaron juntos en Francia.
— ¿Segura? Sabes que soy bueno para reconocer quién miente y quien no. Y sé que estás ocultando algo.
— Han sido malos días, eso es todo.
Salí de su visión inmediatamente.
No sabía que estaba tan mal conmigo, generalmente con Jhoan me sentía tan bien tanto así que lo he llegado a considerar un buen compañero de trabajo... y hasta mi amigo.
Pero era la preguntadera que me tenía envuelta en ese sentimiento de cansancio que hacía que me cerrara por completo. Ojalá hubiera tenido un letrero pegado en mi cabeza donde dijera: no me molesten, hoy no me siento 100% Aurora.
Pero era consciente que tampoco podía estar todo el tiempo enojada con todo el mundo, solo por el hecho de que mi ex me dañó el espíritu navideño al serme infiel con mi ex mejor amiga.
— Aurora, ven un momento a mi despacho, por favor.
Escuché como Alexander pedía mi presencia.
Agarré la tablet y caminé con decisión hacia su despacho.
— Dígame, señor Moreau.
Su rostro se levantó inmediatamente y luego de haberme escudriñado por un momento, negó y empezó a contar la agenda de hoy.
Desde varias reuniones virtuales donde yo debía estar presente, hasta tener que ir con Alexander nuevamente hacia el centro comercial para terminar de cuadrar detalles minúsculos.
— No te olvides por favor, el almuerzo que tenemos con Cesar Matthews. Es importante ya que nos dará el visto bueno para año nuevo y la campaña que se había pensado a comienzos de año con respecto a su restaurante.
Mi ceño inmediatamente se frunció.
— ¿Tenemos? Señor, eso no estaba en mi agenda.
Alexander dejó los papeles que estaba mirando para prestarme atención.
— ¿Tiene otros planes, señorita Davies?
— En realidad, no señor. Pero pensé que esta reunión era entre usted y el señor Cesar.
— Ni tanto. Verá, él solicitó llevar a su asistente; por lo que no dudé en incluirla a usted en el almuerzo. A no ser, que usted tenga otros planes.
— No señor, muchas gracias por la cordial invitación. Con su permiso, me retiro.
Salí sin esperar una señal por parte de él y de manera casi que automática, me puse en forma para leer los e-mails que estaban pendientes por revisar una última vez, antes de ser enviados a las diferentes empresas que serán nuestro apoyo para estos proyectos de diciembre.
❄️❄️
La mañana fue demasiado rápida, con el señor Moreau nos dirigimos unos minutos después de las doce del mediodía hacia el restaurante del señor Matthews, fue grata la sorpresa al ver que ya tenían todo preparado y sólo se encontraban esperándonos.
Todo el almuerzo fue agradable. César Matthews a pesar de ser tan joven, tiene una gran visión con respecto a su restaurante y todo lo planeado para inicios de nuevo año.
— Fue grato tener este almuerzo contigo, Alexander.
— Lo mismo digo, Cesar. Nos veremos por ahí.
Me despedí de Astrid la asistente de Cesar, y junto a Alexander nos encaminamos a su carro.
Me volteé para quedar de frente con mi jefe, y me sorprendió que él ya me estaba mirando. Y mi expresión de asombro no la dejó pasar; lo que sí me sorprendió, fue que no había ni un ápice de arrepentimiento o de vergüenza por estar ya mirando.
— Muchas gracias por el almuerzo, señor.
— No hay de qué, Aurora. — Miró su reloj y cayó en cuenta que eran poco más de las cuatro de la tarde, más que un almuerzo, fue como un brunch o algo similar. — ¿Tiene algún plan ahora? — Su pregunta me sorprendió.
Fruncí mi ceño ante esa pregunta.
— Hmm, pensaba pasar por la casa de mi mamá... Ella se ha mantenido quejando de que no voy a visitarla como antes.
— ¿Se puede saber por qué? Digo, si quiere comentarlo.
Alexander estuvo pendiente de lo que decía, lo cual no me sorprendió en realidad. Lo conocía ya casi mitad de año y sabía que él era un buen escuchador. Lo que sí me sorprendió fue el contarle que la convivencia con ella había cambiado un poco ya que como mamá latina, era un poco demandante para que fuera a visitarla. Y, sobretodo, era demasiado terca y no aceptaba muchos no.
— Su mamá suena como una a quien tenerle miedo.
Solté una risa que intenté controlar lo más que pude.
— Así es... Keith siempre tuvo problemas con ella.
Al decir el nombre de mi ex, ambos nos quedamos callados. Suspiré con cansancio de pensar en ese miserable, pero agradecí que Alexander no dijera una palabra. Mi jefe no sabía que yo ya no tenía pareja, y eso no debía de importarle. Y bueno, yo tampoco debería estar pensando en esto.
Dios, ¿qué me pasaba?
Llegamos hasta el edificio Moreau y como buen caballero, Alexander me abrió la puerta para que yo bajara.
Asentí hacia él y, sin despedirme, me fui directo al piso donde trabajábamos para poder recoger mi gabardina ya que el día estuvo a favor de los que sufrimos de frío y estuvo un poco más cálido y el viento no tan frío. Al igual que tenía que dejar el iPad ya que no me llevaba los artefactos de la empresa, debido a que tenía conexión con mi portátil, por lo que llevaba siempre copias.
Una vez llegué a mi destino, dejé todo en su sitio y al agarrar la gabardina, un cuerpo masculino interrumpió mi salida del piso.
— Aurora, pensé que ya estabas en tu casa.
Miré a Jhoan y negué.
— Fui a un almuerzo de negocios con el señor Moreau.
— Hmm okay. ¿Tienes algo por hacer ahora?
Pero ¿qué les pasaba a los hombres hoy? Ya van dos veces que me preguntan lo mismo en menos de media hora.
— Sí, voy en camino a visitar a mi mamá, se ha estado quejando de que no he ido a visitarla inclusive si ayer nos vimos un rato en la noche y antes de ayer que me ayudó con la decoración de navidad en mi apartamento. Pero bueno, madres...
— Entiendo un poco tu situación, pero bueno. Espero que tu madre se alegre de que vayas a visitarla.
— Yo también lo espero.
Y sin más, me despedí de Jhoan y seguí mi rumbo hacia la salida.
Ya afuera, me sorprendió ver que mi jefe seguía de pie junto a su carro.
No iba a negar que Alexander Moreau era demasiado guapo. Alto, rubio tirando a castaño oscuro, con ojos verdes que te cautivaban desde el primer instante, y ni qué decir de su contextura. Nunca lo había visto fuera del trabajo o de horario laboral, y siempre era bien presentado con su traje hecho a medida que se le veía un cuerpo bien trabajado.
Todas mis compañeras de trabajo babeaban por él, algunas decían que era una abominación que un hombre tan guapo no tuviera trabajo. Pero sentía que entendía su situación. Ya que al ser un hombre tan exitoso, solamente tenías en mente seguirlo siendo. Además, de que sus horarios son muy complejos.
Hmm, ventajas de conocer su agenda.
Recriminé a mi subconsciente y me encaminé hacia Alexander quien se encontraba hablando por teléfono.
— Eh bien maman, j'espère te voir pour Noël. Je t'aime aussi. — Escuché que hablaba en su idioma natal y esperé a que colgara.
— ¿Necesita algo, señor?
— ¿Hmm?
— Lo veía parado, como si estuviera esperando algo. Pensé... pensé que necesitaba algo.
— Ah, no. La verdad la estaba esperando a usted, Aurora. Déjeme llevarla a casa de su madre.
— Alexander, no es necesario. Puedo tomar un taxi.
— Sabe perfectamente que los taxis en esta época se vuelven un poco demorados y con tarifas muy altas. Déjeme llevarla.
Bajé mis hombros con derrota y dejé que él abriera la puerta del pasajero por mí.
Susurré un gracias y cuando él ya se montó a mi lado, le pidió a Evan que nos llevara a la dirección que yo le indicara.
❄️❄️
Luego de dar unas últimas indicaciones, Evan estacionó en la entrada de la casa de mi madre quien ya se encontraba afuera esperándome debido a que en el camino, le dejé un mensaje comentándole que iba a pasar la noche con ella.
— Muchas gracias, Evan — le dije al conductor.
— No hay de qué, señorita. Sólo realizaba mi trabajo.
Asentí y me dirigí hacia mi jefe.
— No era necesario, pero muchas gracias.
— Con mucho gusto, Aurora. Que pase una agradable noche con su madre.
Hice un amago de sonrisa y me bajé del coche.
Abracé a mi madre y esperamos a que el carro se fuera.
— Cariño, ¿quién te trajo? — Sabía que mi mamá no me iba a dejar librar.
— Mi jefe, mamá. Y no, él no es nada para mí. Sólo mantenemos una relación de jefe - empleada.
— Como tú digas, Aurora.
Mi madre se alejó entrando a la casa, dejándome sumida en mis pensamientos.
Estaba tan confundida en estos momentos, que no sabía qué hacer.
Necesitaba un respiro.
Buenas buenas ¿cómo han estado?
Ya sé, ya sé. Están en todo su derecho de regañarme debido a que no había subido actualización y dije que sería todo este mes.
Perdón... he estado un poco enferma y eso me ha tenido durmiendo mal y llegando muerta del trabajo.
Pero aquí estoy, subiendo capítulo. Y esperando cómo me llegará a ir mañana que me ponga manos a la obra para escribir.
Cuéntenme ¿qué les ha parecido el libro?
¿Ya una idea de quién es la persona que le ha estado dejando notitas a Aurora?
Nos vemos en el próximo capítulo.
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