Presa
Día 4: Escapar de un bar.
Advertencias:
Relación Adulto/Adolescente
Menor bebiendo alcohol
Sexo semi-consentido
—¡¡No debimos hacer eso!! ¡¡No debimos!!—
—¡¡Corre Furihata-kun!! ¡¡Corre!!—
Por supuesto que va a hacerlo, no va a detenerse aunque sus pulmones ardan, pero es ese el problema, siente que ya no puede.
El y su grupo; a pesar de ser menores de edad lograron colarse a un gran y prestigioso bar del centro de Tokio. Va a ser divertido, decían. No va a pasarnos nada, decían.
¡Solo hay que vestirnos para la ocasión! Había gritado Takao.
Y ahí estaban, corriendo para no ser atrapados por el personal del bar que habían notado su inexperiencia a kilómetros. Takao había desaparecido con un tipo de cabello verde al cual marcó desde que habían llegado al bar, diciendo que era perfecto para perder su virginidad.
El y Kuroko optaron por beber un poco, sentarse y disfrutar de la buena música, hasta que una canción muy popular sonó y sus pies se movieron automáticamente a la pista. Quizá fue el alcohol, pero se desinhibieron de tal forma que varios hombres y mujeres les vieron con un brillo de satisfacción.
No sabe en que momento pero un par de hombres que no distinguieron entre las luces, el humo y la bruma de la bebida los apuntaron, algo no les cuadro, decidiendo huir por si llamaban a sus padres o algo peor.
El short indecentemente pegado a su cuerpo y corto le impedía correr bien sin que le doliera el trasero y otra zona en la que no quería pensar podría quedar rosada.
Cuando pensó que ya había sido suficiente se detuvo, justo entre un contenedor de basura y una farola que titilaba a nada de apagarse.
—Oye... K-Kuroko... quizá, quizá se dieron por vencidos—
Se aferraba a sus rodillas en busca de un poco de aire, sin embargo al no conseguir respuesta se volteo casi rompiéndose el cuello cuando no vio a su amigo por ningún lado.
—¿Kuroko?—
Se apego a la pared, justo para que en ese momento se apagara el foco, dejándolo a oscuras. Escucho, intento no perder ningún sonido de la noche. Tenía miedo de que; si tocaba su celular la luz delataria su posición, pero tenía que llamar a su amigo.
Lo tomo y usando la marcacion rápida llamo a su amigo. Un tono, dos, tres y no contestaba. Al quinto y antes de que enviara a buzón por fin contestó.
—Ngnh... Furi... Furihata-kun...—
–Kuroko ¿Estas bien? ¿Dónde estás? Te escuchaste raro—
—Est-toy.... ahh-bien, muy bien—
—¿Seguro? ¿Volviste a casa? Te perdí y...—
—No te preoh-cupes Furihata-kun, sus manos son muy buenas, digo-ooh, estoy en buena manos, pronto tu..—
—¿Kuroko?—
La llamada se corto abruptamente, dejando más preguntas que respuestas, quizá la forma en la que hablaba Kurko se debía al cansancio de la corrida, busco la aplicación del mapa para intentar volver a casa o bien llamar un auto para que lo acercara y lo librsra de sospechas por su escape de casa.
Fue... como en cámara lenta. Su mano dirigiéndose al oído para escuchar el tono de llamada a un coche de renta, este no llegó pues fue disparado al piso por un golpe. Su propia espalda se estrello contra la pared, entre el contenedor y un largo pasillo lleno de oscuridad.
Era extraño porque no se escuchaba nada más que su respiración errática, el chasquido de los besos descuidados en sus labios, su lengua saboreando la saliva ajena. Sus brazos por puro intinto habían ido a parar al cuello de quien le profanaba, sus piernas alrededor de la cintura del hombre; porque sentía muy bien que lo era. Golpeaba contra la espalda con una mano, jalando el cabello con la otra en un intento de hacer que le dejara. Pero el beso era tan intenso, le llenaba de adrenalina y exitacion, tanto que su miembro atrapado en los ridículos shorts dolía por ser liberado, su trasero amasado por un par de manos que más bien quería quitarlo de su cuerpo.
Cuando el placer llegó a un punto sin retorno, mordió con fuerza los labios del intruso, dándole espacio para respirar, dejando caer su cabeza hacia la pared, respirando con dificultad, aun entre los brazos de su captor.
—¿Quien? ¿P-Por que...? ¡Bajame, bruto!—
—Kouki.... has sido un niño malo, por lo tanto debo de castigarte—
Kouki se enfrio a super velocidad, quienle tenía atrapado entre sus brazos, quien le había hecho huir del bar ¡Quién le había visto vestido de esa forma provocadora no era más que el director de su instituto. El gran Akashi Seijuuro, el más joven en dirigir una escuela de renombre como la suya, a quien todos respetaba o temían.
Fue devuelto a la realidad luego del shock, cuando una de las manos que tocaban su trasero se movió en círculos y la otra guio su camino hacia su piel por debajo del muslo, llegando muy cerca de la división de ambas nalgas.
—Akashi- sensei....— dijo Kouki.
Pero su voz sonó lastimera, provocativa y sensual. No quería que sonara así pero la forma en que se movían esas manos sobre su cuerpo, las caderas del pelirrojo contra las suyas, pinchando su entrepierna medio despierta por lo que solo podía imaginar como algo muy grande.
—Irte a poner en ese peligro, donde bestias con forma humana te miraban queriendo devorarte. Eres mio, no voy a permitirlo —
De nuevo fue besado, con más ímpetu. Más saliva, toqueteos y pinchazos de ese gran pene contra el suyo. Su cuerpo se estremecía de un placer nunca sentido, escucho como su intento de short se razgo, logrando ese sonido mucha más excitación.
—Akashi-sensei... Akashi... n-no podemos, nos verán—
A Kouki no le importaba estar se esa manera con su preciado profesor, porque le gustaba, porque siempre lo había visto a lo lejos. Le temía a que alguien más los viera y metiera en problemas al pelirrojo, porque bien que quería tenerlo en su interior.
—No nos verán, esta oscuro, no hay nadie— el hombre le dijo al oído, para después besar y chupar la piel de su cuello, su espalda pego más contra la pared, solo para ser separado bruscamente. No fue mucho el trayecto que camino entre los brazos del mayor, pues pronto su espalda se hallaba contra el asiento trasero de un coche, presumiblemente el de Seijuuro.
Los besos se reanudaron, los jalones de ropa también. Kouki gemia con descaro, placenteramente. El pelirrojo chupaba sus sensibles pezones, su playera arrugada contra su cuello. Una de las manos expertas de Seijuuro manoseaban sus penes, la otra; con tres dedos profundamente en su interior.
Los gemidos de Kouki se elevaban en la noche, los chasquidos de los besos en la piel que Seijuuro le dejaba le hacían competencia. El pelirrojo se irguió sobre el espacio que le dejaba el coche, viendo con placer la creación que tenía bajo su cuerpo.
—Akas-...—
—No...— le dijo —Llámame de una mejor manera— Seijuuro giro a Kouki, pinendolo sobre su vientre en el asiento, su culo en alto, solo para le diera una fuerte nalgada.
—¡¡Sijuuro!! ¡Sei! —
Fue todo lo que necesitaba. De un solo empuje entró en el agujero aun estrecho. Kouki no pudo evitarlo, estalló su placer bajo su cuerpo, dejando correr su semen en el asiento del auto. Sin embargo, eso no detuvo a Seijuuro. Lo insto a moverse más rápido, más fuerte. Estaba sobre la espalda de Koiki, besandolo de esa manera algo incomoda, una de sus rodillas presionada contra el asiento, la otra doblada haciendo palanca en el suelo del auto. Los golpes de cadera sonaban en conjunto con los gemidos de Kouki, el movimiento del auto delatando sus travesuras.
—Terminaré dentro— exigió Seijuuro —Te marcare con todo lo mio—
Kouki casi aúlla de placer cuando un calor lleno su agujero, terminando una vez más. La bruma de su exitacion no le permitió darse cuenta, pero el pelirrojo tomaba una foto de su agujero lleno hasta el borde, de como el semen manaba de este hasta perderse entre sus muslos.
—No vuelvas a escapar de mi nunca mas— susurro en uno de sus oídos.
Quizá esa huida del bar, después de todo; habia sido un muy bien plan.
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