Predestinado
6.- Linea del metro
Terror
Drama
Romance
Muerte de personaje
Insinuación de Bullyng
Kouki sabia que era siempre llamado un cobarde. A sus espaldas o no, todos en el instituto; hasta quienes no lo conocían, lo tildaron de un miedoso por todo y nada.
Kuroko solía decirle que no hiciera caso, que no le conocían para decir tales cosas de su persona. Kouki era muy capaz de ver películas de terror con sus amigos, contar historias en medio de una fogata e irse a dormir más tarde. Era como todos, le daba miedo lo real, ser asaltado de vuelta a su casa, tener un accidente de coche o ser víctima de una bala perdida.
Sin embargo; había solo dos cosas a lo que realmente le temía.
La soledad. Y los recuerdos.
Su abuela solía decirle que su alma y su meñique estaban unidos a un hilo que no tenia final. Nunca entendió realmente aquello, pero la anciana siempre le insto a no estar solo.
La soledad es peligrosa, tiene muchos encantos, pero al final se vuelve en tu contra.
Entonces Kouki no dmtendia como fue que cayó presa de sus captores. Compañeros de instituto que no conocía realmente. Simplemente le tomaron de los brazos y lo arrastraron a donde se encontraba.
—¡¡Vamos, vamos!! ¡Dmuestranos que no tienes miedo!— coreaban, reían y grababan.
Estaban frente a una estación abandonada. El gigante dormido se extendía profundamente en un abismo de oscuridad. Una cámara lo seguía esperando que bajara las escaleras. Solo debía ir, tomar una prueba, un minuto abajo y volver.
Se escuchaba sencillo, pero había algo en esa oscuridad que le gritaba peligrosidad.
—Muchas personas dicen que aquí se escuchan gritos y lamentos y que han visto apariciones en los túneles—
Kouki temblo un poco, reacio a creer e chismes de la gente. La oscuridad desembocaba en más oscuridad y; conforme daba cada paso en dirección del abismo, más incomodo se sentía.
Trago saliva ante la perspectiva de "algo" no sabía que, pero temía.
Los tipos que le habían exigido bajara y desostrara su hombría, se quedaron convenientemente en le entrada, grabando a lo lejos su osadía. Dio un último vistazo a la luz de la farola, entrando a paso decidido a la espera de cumplirsele el minuto.
Sin embargo, cuando a penas había pasado una respiración, un sonido lo atrajo. Parecía un violin. Sonrió porque pensó que quizá uno de ellos había maquinado tal cosa para hacerle llorar y luego mostrarlo en la red estudiantil para humillarle.
—¿Eres tu Kawahara? Si lo eres, déjame decirte que eres hombre muerto—
No recibió respuesta. Dio un paso en dirección al sonido, muy seguro de reconocerlo omo algo de su niñez.
"Nunca estés solo"
Kouki recordó inconvenientemente las palabras de su abuela, deteniendo sus paso en dirección del sonido. Trago saliva porque justo en ese momento recordó la música que derramaba el violin.
—Seijuuro....— susurro.
Se suponía era solo su amigo imaginario, pero Kouki lo recordaba como alguien real. Quizá huir tanto del recuerdo como del miedo, sin embargo Dio un traspié y cayó aún mas dentro de la oscuridad. Lo que pensó sería un gran golpe y múltiples heridas fue sustituido por un pecho frío y duro. Sus hombros fueron tocados con fuerza pero una extraña dulzura, como si quien le tocaba temiera destruirlo.
—Te he estado esperando mucho tiempo Kouki—
La dulce voz como miel que se derramó en sus oídos le cautivo, le llevó a tiempos en lo que sonreía y era feliz al lado de Seijuuro.
—Nunca me has imaginado — le dijo el desconocido —Siempre Steve a tu lado y lo estaré de ahora en adelante —
Kouki levantó la vista, encontrándose con la persona de sus recuerdos. Un pelirrojo de casi su estatura, ojos de diferente color, uno como el oro fundido en una fragua, el otro como en mar de llamas.
Seijuuro tomó una de sus manos, de su dedo meñique tomó un hilo rojo que antes no había visto levanto una punta rota y la ato a su dedo blanco.
—Por siempre— le dijo
Kouki estaba asombrado, mas no disgustado. La sonrisa que Seijuuro le mostraba le daba energía, pasión, seguridad.
Las noticias de la semana siguiente estuvieron atiborradas del incidente de la línea de metro abandonada.
Un grupo de chicos de instituto obligaron a un contemporáneo a bajar al lugar abandonado a modo de reto. Entre obligación y agresión, alguno de ellos le empujo a la oscuridad. Siguen buscando el cuerpo, dicen las autoridades; pero este no aparece.
El grupo de jóvenes se niega a hablar y los que lo hacen dicen incoherencias, cosas como que escucharon musica de violin ahi abajo.
Un par ha intentado atentar contra sus vidas, pero todos coinciden con que "El hombre de cabello rojo se lo ha llevado"
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