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•Libro•

~ Cuando sea grande voy a ser el mejor astronauta del mundo y voy a llevarte a mundos inigualables y también voy a hacer que descubran una nueva estrella que lleve tú nombre y también voy a hacer...

Una risa femenina interrumpió aquel discurso del pequeño, que daba brincos en una cama matrimonial que minutos antes, estaba recién arreglada, el niño no pasaba de los 4, años, tenía puesto un casco de astronauta.

– Yo sé que podrás lograrlo

– Mamá... ¿Puedo hacerte una pregunta?

– Dime cariño

– ¿Tú vas a estar conmigo toda la vida?

Aquella pregunta hizo que aquella mujer de ondulada cabellera morada dejara de doblar las sábanas, miro preocupada a su pequeño hijo, se acercó hasta el pequeño infante para cargarlo

– Dib, las personas no somos eternas, pero te prometo que, aunque no esté físicamente yo siempre voy a estar contigo

– ¿Cómo? – preguntó algo incrédulo el chico

– te contaré un secreto, mi espíritu siempre estará a tu lado, mientas tú no me olvides yo siempre voy a estar contigo

– te quiero mucho, mami

– y yo a ti...

•••

Despertó jadeando, trataba de tomar aire a bocanadas grandes, otra vez ese sueño. Sufría de aquellas pesadillas desde cuando era infante, desde la muerte de su madre, el joven membrana solo podía tener esa clase de sueños.

Trató de calmarse, sentando se abrazó las piernas, hundió su cabeza para tratar de calmarse, las visiones eran más tristes y a la vez dolorosas.

Sintió como unas cuantas lágrimas resbalaban por su mejilla, ya no por las pesadillas, si no por aquellos sueños donde recordaba a su querida progenitora, observo su buro, ahí tenía un marco con aquella foto de aquella mujer, se sintió aún más dolido.

Trato de calmarse, pero le era imposible, su muerte fue algo que lo traumo durante en su niñez.

Era un nuevo día, los rayos del sol se asomaban en su ventana, se paró únicamente para poder acomodar aquella cortina, sus globos oculares aun no se acostumbraban a la luz del astro de aquella galaxia, durante casi toda su vida ella estaba acostumbrada a la luz artificial ejercida por las naves, por lo que le costaba adaptarse a la luz natural de los planetas.

Justo cuando la estaba por colorar bien aquella cortina, un pequeño rayo se coló, dando en una de las geodas, observo el brillo que daba aquella roca, era un espectáculo de color que había en su habitación. Completamente maravillada, se quedo adentro de su habitación, contemplando las luces producidas por sus adoradas rocas brillantes.

Escucho un poco de ruido del exterior, seguramente el humano cabezón ya se había despertado, en cualquier momento le tocaría la puerta para avisarle que se iría a aquella prisión llamada "preparatoria" o quizás para decirle que el desayuno estaba listo.

Espero un poco a que él la llamara, pero ese llamado nunca llego, sin ánimos, salió para asegurarse de que todo estuviera en orden, seguramente a él se le olvido por completo su existencia, normalmente él salía con mucha prisa, le dejaba comida y ella solía vagar por toda la casa, pero al salir se dio cuenta de que no había rastro de comida, ni siquiera pareciera que se habría cocinado algún alimento.

Continúo buscando en la casa, hasta que recordó que había días en las que él no salía para nada, fue hasta su habitación, quizás Dib esteba de perezoso durmiendo aun, sin mucho giro la perilla de aquella puerta de madera, en cuanto lo hizo observo un panorama algo deprimente, Dib estaba dentro, en medio de la cama estaba él en modo fetal, tenia muchos libros regados en la cama, pero había uno en particular que le llamo la atención, tenía la pasta azul con bordes dorados, en cuanto se acerco para tomarlo, observo que el humano tenia la cara húmeda, con cuidado se subió a la cama, paso una mano por su rostro de manera delicada, sea lo que fuera que estaba pasando afectaba al chico. Se sentó a un lado de él, tomó aquel libro y comenzó a hojearlo, se dio cuenta de que no era un simple libro de texto, al verlo mas de cerca, noto que había fotos, la mayoría eran eso, fotos de lo que parecían ser él y la chica humana cuando eran larvas humanas.

Entonces una imagen capturo su atención, era una hembra terrícola, que estaba a lado de un hombre muy parecido a Dib, ese debía ser el progenitor de él, pero ¿Quién era aquella mujer humana?

De pronto el chico terrícola comenzó a moverse, salto exaltada de la cama, estaba completamente asustada de cómo podría reaccionar al verla, iba a salir, pero algo dentro de ella hizo que se quedara.

Dib comenzó a despertar, instintivamente llevo sus manos a su cabeza, tenía una horrible jaqueca, sus ojos estaban hinchados, producto del llanto, no podía creer que volvía a tener aquellos sueños que durante años creyó que ya habría superado fácilmente.

Giro un poco su cabeza, realmente no pensó que se encontraría con aquella chica irken en su habitación.

– ¿Tak? ¿Qué haces aquí? – En eso observo que tenía su álbum familiar – ¿ese es mi...?

– Si estas insinuando que yo lo robe... tú

– Solo tengo curiosidad de saber qué haces aquí

– pensé que te habías ido y que te olvidaste de mi...

– ¿De ti?...

– De mi alimentación

– Dame un momento, te daré de comer en cuanto me aliste

Tak no podía sentirse un poco mal por el chico, estaba de un estado de ánimo bastante triste, era extraño que ella sintiera empatía por él humano, pero en el fondo sabia que al menos el chico era de fiar, cualquiera que la hubiera capturado la se habría propasado con ella, realmente ese chico se ganó su confianza.

– ¿Por qué tu rostro está lleno de tristeza?

Dib observó curioso a la irken, era la primera vez que se sentía querido por la chica, aunque no sabría como explicarle realmente por que se sentía así.

­– Es algo difícil de explicar – contesto de manera seca – tuve un mal sueño

– Un mal sueño hace que los humanos tengan malos días... eso es algo tonto

Ella salió de la habitación, aun llevaba aquel libro en sus manos, se adentró en su habitación, siguió hojeando y viendo aquellas fotografías, llego a una en especial, era la fotografía de un bebé siendo abrazado por aquella mujer, tenia una especie de manta con estampado de planetas, una parte de ella sintió un poco de ternura al ver aquella escena.

Las hembras humanas eran cuidadosas con sus crías, ella nunca conoció a sus progenitores, ni siquiera tenía alguno, su especie es creada desde unos siglos atrás, a veces se preguntaba que se sentía tener padres.

El día transcurrió bastante lento ante la chica, el joven terrícola solo salía por tiempos cortos, intrigada por la curiosidad fue hasta la habitación del chico, ella entró como si nada a dicho dormitorio, todo parecía estar igual como lo había visto en la mañana, incluso Dib estaba en la misma posición, sin mucho ella se acerco hasta él humano cabezón, no le gustaba que estuviera de esa forma tan deplorable.

– ¿Por qué te haces esto? ¿Acaso no eres el humano fuerte que siempre aparentaste ser? – pero no hubo respuesta – creí que eras alguien fuerte

– Yo nunca aparente ser fuerte

– Claro que eres fuerte... no cualquiera se enfrenta a un irken

– Solo hice lo que creí que era correcto

– ¿y por que te muestras tan débil ahora?

– Si solo viniste a molestar... te sugiero que te vayas

– No me iré, no hasta que me digas quien es esta mujer

– ¡Déjame en paz!

– ¡TE EXIJO SABER QUIEN ESA HEMBRA HUMANA!

­– No tienes nada que exigirme... Tak

La chica comenzó a sentir rabia, creía que el humano iba a ceder ante su petición, pero no fue así, sin embargo, no se iba a quedar con los brazos cruzados.

– Si no me dices quien es ella... yo romperé en mil pedazos esta imagen

Dib volteo su cara para ver de que hablaba Tak, en cuanto vio que se trataba de ESA fotografía su semblante cambio radicalmente, se sentía sumamente temeroso, aquel pedazo de papel era uno de los recuerdos más valiosos que tenía y la única evidencia de que al menos había alguien que le alegraba su nacimiento.

– ¿y bien?

– Esa hembra humana... es mi madre y ese niño al que está cargando soy yo...

La ira de Tak fue disminuyendo cuando observo que el pelinegro comenzó a llorar una vez más ¿Qué tenia aquella imagen que lo hacía sentir así?

Instintivamente ella abrazó al chico, no entendía su pesar, pero verlo así le dolía, poco a poco él también comenzó a rodearla con sus brazos, a pesar de que las lagrimas del humano comenzaron a empaparla también, no se apartaba del joven.

– ¿Por qué te duele tanto?

– Porque ella murió Tak, ella se fue cuando más la necesitaba, desde entonces, tengo miedo de perder a lo que mas quiero...

Aquello removió en la conciencia de la chica, realmente este humano estaba lleno de muchos sentimientos que jamás creyó ver en algún ser vivo, ahora sabía que no había sido una buena idea tratar de indagar sobre la madre del chico.

Ese día, Dib demostró algo que no había visto nunca en un ser vivo: la Fragilidad no es sinónimo de debilidad.


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