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Día 9: Omegaverse

Shipp: ShakaxAfrodita

Nada que decir, simplemente conocí este shipp por azares del destino, cuándo sin querer en un pedido de un songfic terminé juntandolos XD... En fin... Ahora se volvió uno de mis shipps raros favoritos y no pienso soltarlo 💕

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Si algo habían aprendido de las peores formas posibles hace años, era que la sociedad era una completa basura.

Cuándo hicieron pública su relación, todo se les puso en contra. Y a pesar de que poco a poco dejó de importarles lo que las personas dijeran, no siempre fue así.

Siendo Afrodita un precioso Omega, codiciado por muchísimos Alphas. Cualquiera lo deseaba apenas lo veía.
Y Shaka, un Beta, con apariencia de Omega, la mayoría de las personas se pusieron en su contra.

Se conocieron siendo tan solo unos niños, cuándo el hermano mayor de Afrodita y un primo de Shaka se comprometieron.

En ese entonces, ni siquiera ellos sabían que terminarían enamorándose. Todos creían que simplemente serían unos amigos muy cercanos, quizás para toda la vida.

Los padres de Afrodita querían que su hijo menor contrajera nupcias con el hijo de un adinerado empresario, y así aumentar aún más su estatus social.

Los padres de Shaka deseaban que el jóven rubio se casara con una hermosa Beta, nieta de un billonario y heredera de una cuantiosa fortuna.

Pero ellos no estaban de acuerdo. No querían correr la misma suerte que sus familiares, atados a matrimonios sin amor, sufriendo, y haciendo sufrir al pobre desdichado que ataran a ellos. Y todo por ambición.

Los padres de ambos estaban tan convencidos de que entre ellos solo había una amistad, que incluso planearon que sus bodas se celebraran en conjunto, sin saber que ellos ya tenían un plan.

Aún recordaban como, justo después de bajar de la limusina, se escabulleron hasta detrás del altar, y de ahí, bastó esperar la mínima distracción para correr hacia la salida de ese enorme campo de golf artificial, que fungiría como escenario de las - en palabras de sus padres - bodas del siglo.

Cuándo estaban a punto de lograrlo, pudieron ver a lo lejos a ciertas figuras, que impedirían su paso.

Estaban listos para pelear con uñas y dientes si era necesario, pero ni siquiera muertos aceptarían continuar con ese teatro y condenarse a una vida llena de infelicidad. Pero entonces, los otros hablaron.

- No estamos aquí para detenerlos.- Dijo el hermano mayor de Afrodita.- Solo venimos a despedirnos de ustedes, y a entregarles ésto.

- Albafica...- Murmuró Afrodita el nombre de su hermano mayor, quién le había entregado un sobre que contenía algo de dinero.

- Lo van a necesitar.- Dijo el hermano de Shaka, abrazando a su hermano menor.- Supongo que esto es una despedida... Al menos temporal.

Ninguno pudo contenerse, y terminaron llorando en brazos de sus hermanos, diciendo entre sollozos un: "perdón"

Sus hermanos mayores, y los otros dos presentes, solo les sonrieron cariñosamente.

- Ninguno quiere estos matrimonios.- Habló por primera vez, el que era el prometido de Afrodita.- Sin ofender, Afrodita, pero no eres mi tipo.

- Shaka, eres un buen hombre, y estoy segura de que Afrodita será muy felíz a tu lado.- Habló ahora la prometida de Shaka.- Pero, al igual que ustedes, no puedo mandar sobre mis sentimientos, y yo ya amo a alguien más.

Entonces, sintieron un leve nudo en la garganta al escuchar a los jóvenes con los que se casarían si no se escapaban: Milo Areleous, y Saori Kido.

Parecían buenas personas, y sabiendo la humillación pública que sería para ellos el dejarlos plantados en el altar, comenzaron a cuestionar su decisión, y considerar el desistir, pero entonces, sus hermanos intervinieron.

- Yo me até a un matrimonio sin amor, y mira las consecuencias que estoy pagando.- Habló Albafica, descubriendo su frente, dejando ver una cicatriz y un golpe muy cerca del ojo.

- Yo conseguí amar a mi prometido, pero sé que no será el mismo caso contigo, Shaka.- Le siguió Asmita con su hermano.- Yo amo a mi Alpha con mi vida, y él a mí. Pero sé que ella no te ama, y tú no la amas, y nunca lo van a hacer por el simple hecho de que sus corazones ya tienen dueño.

- Al final, los únicos a los que no pueden engañar, son a ustedes mismos.- Finalizó Albafica.- Ustedes váyanse, sean libres y felices. Nosotros les cubrimos la espalda.

Después de despedirse de los que se habían vuelto sus cómplices en aquella locura, ambos se marcharon, con la clara idea de no mirar atrás.

Recordaban que sus familias los repudiaron por haberse fugado, dejando en el altar a sus prometidos, y arruinando las reputaciones de sus familias. Cómo les dieron la espalda, y los dejaron a su suerte, sin importarles nunca su bienestar.

Bueno, después de todo, era algo inevitable, y que no les quedaba más que aceptar.

Años después de fugarse de sus familias, y comenzar a generar sus propios ingresos, ambos decidieron unir sus vidas, y decidieron invitar a sus familias, pero solo dos respondieron.

Su boda fue bastante pequeña. Los únicos invitados fueron sus amigos más cercanos, y sus dos hermanas mayores. Pero no les importó, les daba igual si iba el país entero, o no iba nadie. Su amor era y seguiría siendo el mismo.

En una sociedad dónde solo los matrimonios que tienen una tasa de fecundidad alta son bien vistos, y que dictaba que los Omegas varones solo deberían contraer matrimonio con un Alpha, todo aquello era inevitable.

A veces Shaka no podía evitar una sensación desagradable, de amargura, impotencia y dolor que le invadía al ver a Afrodita.

Ese hermoso Omega lo merecía todo. Era una excelente persona, siempre preocupándose por los demás, con un corazón noble y lleno de amor, prefiriendo siempre la felicidad de los demás por encima de la suya... Merecía todo lo bueno que éste mundo pudiera dar, y él no podía darle ni siquiera la mitad, ni ahora ni nunca, y todo por haber nacido como un Beta.

- ¿Estás bien, cielo?- Escuchó la voz de ese dulce peli-turquesa a su lado, tomándolo de la mano.

- No es nada.- Suspiró, intentando sonreír.

Afrodita lo conocía bien. Sabía que ese rubio estaba mintiendo, y no dudó en insistir hasta que Shaka habló.

- Solo... Estaba pensando demasiado en todo lo que ha pasado con nosotros en todos estos años.- Respondió.- Creo que solo estoy exagerando todo otra vez.

Afrodita acunó su rostro en sus manos, para después dar un pequeño beso en sus labios y abrazarlo.

- Te amo, soy felíz a tu lado, y me importa un bledo lo que opinen los demás.- Le susurró en el oído su Omega.- Tú eres mi Beta y yo soy tu Omega, y si a alguien no le gusta que mire a otro lado, y listo, todos felices.

Shaka terminó abrazando por la cintura a ese lindo Omega que lo tenía completamente enamorado desde que lo vió por primera vez.

- ¿Sabes?, yo también he pensado en todo lo que ha pasado desde que nos separamos de nuestras familias.- Añadió Afrodita.- No puedo evitarlo, cada vez que veo a Fica y lo mucho que sufre al lado del Alpha que nuestros padres escogieron para él... No puedo evitar preguntarme qué habría pasado si no nos hubiéramos escapado de la boda.

- Sé bien que Minos se volvió un maldito idiota.- Suspiró Shaka, entendiendo a qué se refería Afrodita.- Sé que él también fue forzado a dejar atrás al Omega con el que quería casarse, pero eso no le da ningún derecho a hacer todo lo que hace.

El matrimonio de Albafica y Minos, hermano de Afrodita y primo de Shaka respectivamente, había sido pactado por sus familias por mero interés económico, sin tomar en cuenta jamás a ninguno de los dos involucrados. Fueron obligados a casarse, y muchos años después, luego de haber hecho todo lo posible por evitar la consumación, sus familias se hartaron e intervinieron nuevamente, obligándolos a consumar el matrimonio, dando como resultado al único hijo del matrimonio, justo después de que Shaka y Afrodita se escaparan.

No era un matrimonio felíz, no se tenían ni un poco de amor. Minos al inicio mostró algo de interés en el Omega, pero se desvaneció demasiado rápido, y se convirtió en un desprecio hacía el jóven.

- Milo no es igual a Minos.- Habló Shaka.- Estoy seguro de que él te habría cuidado, y hecho todo lo posible porque funcionara.

- Saori también es una gran mujer. Ella también habría puesto todo de su parte por tí.- Le sonrió Afrodita.- Ambos son personas increíbles, pero no son para nosotros. Lo que hicimos fue lo correcto, y así está bien.

Afrodita se acurrucó en su pecho, y Shaka no pudo hacer más que abrazarlo. Incluso en los peores días, cuando todo el estrés, pensamientos negativos, miedos, inseguridades y demás cosas se juntaban, solo le bastaba un abrazo, unas palabras y un beso de su amado Afrodita para sentirse mejor, y éste no fue la excepción.

Saber que su amor era correspondido, que Afrodita estaría siempre para él, que jamás estaría sólo, y que siempre sería amado, le era mucho más que suficiente para pasar cualquier trago amargo y alejar cualquier miedo.

- ¿Vamos a la cama?- Preguntó su Omega, con una dulce sonrisa, luego de separarse.

- ¿Eh?- Exclamó extrañado.- Pero son las 4:00 de la tarde, es muy temprano para dormir.

- ¿Quien habló de dormir?- Respondió Afrodita con una sonrisa que reconoció al instante.- Te veo en cinco minutos~

Llevaba años conociéndolo, más de una vez habían compartido el lecho, pero Shaka no dejaba de ruborizarse cada vez que Afrodita actuaba de esa manera.

Su olfato de Beta no era tan desarrollado como el de un Alpha, no podía percibir el aroma de las feromonas de los Omegas. Literalmente, podía estar encerrado en una habitación llena de Omegas en celo, y ni siquiera se percataría.

Por eso, Afrodita había aprendido que debía ser directo y decir las cosas, de lo contrario, Shaka simplemente sería incapaz de notar cuándo su celo llegaba y necesitaba amor de su Beta.

Shaka sabía lo mal que los Omegas la pasaban durante el celo si no tenían una compañía, así que hacía todo lo que estuviera en sus manos para hacerle aquellos días más amenos a Afrodita. Incluso si implicaba pasar horas haciendo todo lo humanamente posible para seguirle el ritmo a su Omega, y después quedar completamente exhausto.

Subió hasta la habitación que compartía con Afrodita desde que se mudaron a aquella casa después de su boda, hace unos dos años.

No podía percibir el aroma de su Omega, pero había aprendido a identificar cuándo el celo llegaba, gracias a ciertas cosas como el sonrojo en las blancas mejillas de Afrodita, la respiración agitada y las gotas de sudor cubriendo su piel.

- ¿Estás bien?- Preguntó, acercándose a su lindo Omega, acariciando su mejilla.

- Sí.

Si fuera un Alpha, podría simplemente soltar feromonas para aliviar todos los malestares de su Omega, sin necesidad de hacer nada más, pero la vida le recordaba que no había tenido esa suerte.

- Eres mejor que cualquier Alpha en este mundo.- Escuchó la voz de Afrodita, y lo vió acercando sus labios a los suyos.- Los Alphas son demasiado brutos y es muy frecuente que lleguen a lastimar a sus Omegas en celo...- Afrodita juntó sus labios en un corto, pero apasionado beso.- Por eso yo te prefiero a tí, mi amado Beta.

Afrodita no mentía. Si bien, las feromonas de los Alphas podían calmar los malestares de los Omegas durante el celo, la mayoría de Alphas eran incapaces de controlarse al estar junto a un Omega en celo.

Algunos se volvían tan agresivos, que terminaban lastimando a los Omegas, incluso mandándolos a la sala de emergencias por un desgarre o cosas similares.

La, quizás única, ventaja de los Betas, era que las feromonas de los Omegas no tenían efecto alguno en ellos. Jamás perderían el control ni lastimarían a un Omega como sí lo haría un Alpha.

Recostó a su Omega sobre la cama, mientras lentamente pasaba sus manos por todo el cuerpo del peli-turquesa, acariciándolo como si fuera de cristal.

Afrodita sabía que Shaka no soportaba la sola idea de llegar a lastimarlo, y por eso hacia todo lo que podía para evitarlo. Desde su delicado tacto, hasta el lubricante que siempre tenía disponible, no dejaban lugar a dudas.

- Y-Ya puedes...- Gimió débilmente Afrodita cerca del oído de su Beta.- Ya lubriqué demasiado... No creo que haga falta más...

Afrodita tenía razón, su ropa se sentía mucho más húmeda de lo normal en situaciones como esa. Aún así, Shaka prefería no confiarse y seguir todas las precauciones.

- ¡Oh!- Gimió el peli-turquesa al sentir los dedos de Shaka abrirse paso en su interior.

- ¿Se siente bien?

- S-Si...

Shaka terminó de deshacerse de toda la ropa que se interponía entre ambos, permitiendo que cada centímetros de sus pieles se rozara, generando una deliciosa fricción que los hacía delirar.

- S-Shaka... Hazlo ya...- Pidió Afrodita, cuándo los dedos del rubio ya no le bastaban.

Shaka no lo hizo esperar más, y comenzó a invadir esa zona tan íntima, y a la que solo él tenía acceso.

Afrodita arqueó la espalda, enterrando sin querer las uñas en la piel de los hombros de Shaka, gimiendo alto en el proceso.

Afrodita podía sentir sus paredes abrirse para recibir gustosas miembro que se adentraba en ellas. El como cada embestida hacía vibrar cada parte de su ser, estimulando sus terminaciones nerviosas, erizandole la piel, y haciéndolo mover sus caderas en busca de más fricción.

Otra de las ventajas de tener un Beta en vez de un Alpha, era que no tenía que temer que lo partieran en dos.

Los Alphas poseían atributos bastante grandes, y por decir lo menos, peligrosos si no tenían cuidado. Pero los Betas eran de proporciones más amigables para los delicados cuerpos de los Omegas.

Shaka sabía cómo hacerlo tocar las estrellas, cómo enloquecerlo y hacerlo suplicar por más. Y todo, sin tener que preocuparse por saber su podría caminar al otro día.

- ¡Shaka!- Gemía el nombre del rubio, aferrándose a su cuello, mientras era tomado por el Beta.

- D-Dita...- Gimió Shaka, cerca de su oído.- V-Voy...

- Hazlo dentro.- Gimió en respuesta, sabiendo lo que el rubio intentaba decir.- Sabes... Que solo así se calma mi celo.

Quizás el único pero que tenían los Betas, era que su resistencia era mucho más baja que la de los Alphas. Pero realmente a Afrodita no le importaba, había descubierto que el calor de su celo se calmaba cuándo su cuerpo sentía en él la semilla de su Beta.

Sintió a Shaka correrse en su interior, haciéndolo estremecerse una vez más, para luego terminar enmedio de ambos, jadeando al unísono.

Descansaron un par de minutos, regulando sus respiraciones agitadas, hasta que lo consiguieron, y después se besaron una vez más, para luego quedarse dormidos.

Sabían que la tasa de fecundidad entre un Beta y un Omega masculinos era demasiado baja, por eso relaciones como la suya eran tan criticadas por todos, por el simple hecho de que les sería sumamente difícil tener hijos.

Pero de eso, solo el destino tendría la palabra final.

[...]

- ¡¿Qué?!- Gritó asombrado un Omega similar a Afrodita, con un pequeño niño albino durmiendo en brazos.- ¡¿Estás...?!

- ¡Shh!- Le silenció Afrodita.- Sí, pero él aún no lo sabe. Así que no grites, que hasta vas a despertar a Minitos.

Albafica leyó una vez más la hoja que su hermano menor le había mostrado, sin poder creer lo que veía.

- Lo siento, es solo que... Bueno, ya sabes lo difícil que es incluso para un Alpha dejar preñado a un Omega masculino... Que un Beta lo logre es casi un milagro.

Afrodita le sonrió a su hermano, acariciando su aún plano abdomen.

- Bueno, supongo que es nuestro pequeño milagro entonces.- Dijo el peli-turquesa menor, sin borrar su sonrisa.- En fin... Le daré hoy la noticia a Shaka, así que deséame suerte.

- Lo haría, pero no la necesitas.- Dijo Albafica sonriendole a su hermano.- Han deseado ser padres por años, y ahora que su primer hijo viene en camino, estoy seguro de que Shaka será el hombre más felíz sobre la faz de la tierra.

- Muchas gracias, Fica.- Le devolvió Afrodita la sonrisa a su hermano mayor.

- Desearía que Minos hubiera nacido en un hogar lleno de amor como el que han formado ustedes dos, o Asmita y Deuteros...- Suspiró Albafica.- Pero no te preocupes por eso, lo importante ahora es que pongamos manos a la obra, y que todo esté listo cuándo Shaka llegue.

Afrodita sabía lo mal que su hermano la había pasado desde que se casó, y aún con el nacimiento de su único hijo, nada cambió para bien. Pero también sabía lo orgulloso que era Fica, y que si él no sacaba el tema, era mejor no meterse. Así que simplemente asintió.

Pasaron toda la tarde arreglando las cosas que hacían falta para la gran revelación. Al final, incluso llamaron a Asmita, contándole la noticia.

Incluso los pequeños gemelos de Asmita y el pequeño Minos se unieron a ayudar, y cuándo la hora de llegada de Shaka estaba cerca, todos, a excepción de Afrodita, corrieron a esconderse.

Shaka entró a su casa, y se extrañó al ver todas las luces apagadas. Encendió el interruptor, y lo primero que sintió fueron las delicadas y suaves manos de Afrodita cubriendo sus ojos.

- ¿Pasa algo?- Preguntó, con una sonrisa en los labios.

- Tengo una sorpresa para ti, cielo.- Susurró Afrodita en su oído.

Sintió que Afrodita lo guiaba, sin dejar de cubrirle los ojos en ningún momento, hasta que le pareció sentir que estaban en medio de la sala.

- ¿Listo?

- Claro.- Respondió, sin borrar su sonrisa.

No tenía idea de qué sorpresa hablaba Afrodita, pero cualquier cosa que viniera de ese hermosa Omega al que amaba con el alma, era especial y única para él.

- ¡Sorpresa!

Cuándo Afrodita le descubrió los ojos, lo primero que vió fue a su hermano mayor, su cuñado y sus sobrinos enfrente de él. Asmita sostenía un pastel en sus manos, Albafica una caja, y los tres pequeños unos globos de colores rosa y azúl.

- Dita, qué lindo de tu parte, pero no es mi cumpleaños.- Rió el rubio, pensando que Afrodita se había confundido de fechas.

- ¿Quién habló de un cumpleaños?- Escuchó la voz de Albafica, y se giró para verlo.- ¿Por qué no abres "tu regalo"?

El hermano de Afrodita le entregó la caja, para después sostener a su pequeño Minos en brazos, como siempre hacía.

Shaka no entendió, pero decidió abrir la caja, topándose con algunas cosas para bebés, como un par de zapatitos tejidos, un gorro, un sonajero y un biberón.

- Felicidades, futuros papás.- Escuchó ahora la voz de su hermano, Asmita.

Entonces vió el pastel que sostenía Asmita, y pudo leer el mensaje que tenía escrito con glaseado:

"Hola, papá! Nos vemos en 9 meses."

- Dita...- Se giró a ver a su Omega, incrédulo a lo que estaba pasando.- ¿Estás...?

Afrodita asintió levemente, con una de sus manos sobre su vientre.- Me enteré ésta mañana.

Shaka dejó caer la caja en sus manos, para abrazar a Afrodita tan fuerte como podía, mientras unas lágrimas escapaban de sus ojos.

- Te amo.- Le dijo a su Omega, sin dejar de abrazarlo.- Te amo como no tienes idea...

- Yo también te amo.- Le respondió Afrodita, correspondiendole el abrazo.

Sin duda, haberse fugado de sus bodas ese día, fue la mejor decisión que pudieron haber tomado.

No solo consiguieron escapar de matrimonios infelices, sino que consiguieron estar juntos, y ahora, con el bebé que tanto habían esperado al fin en camino, sus vidas no parecían hacer más que mejorar.

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