Día 28: Trío
Shipp: SagaxMiloxAioria
Bueno... Nada qué decir, solo que Milo es uno de los personajes que más shippeos tiene en el fandom, y siendo sincera, en cuanto a shipps de Milo, en mi top personal el primer puesto lo tiene su shippeo con Aioria, y el de Saga el segundo lugar así que... De ahí surgió esta idea.
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Había ido tan rápido como había podido, después de que Milo le enviara un mensaje diciéndole que era una emergencia y que fuera a su casa. Milo no era un quejumbroso que hiciera ese tipo de cosas solo porque sí, algo realmente grave debía pasar como para que le pidiera que fuera a su casa.
Al llegar, Aioria se topó con Saga, su otro amigo, que al parecer, también había recibido el mismo mensaje de Milo. A ninguno le había dicho qué pasaba, solo que fueran rápido.
Preocupados por él, llamaron a la puerta, y pudieron escuchar que Milo había tirado algunos objetos en el camino, pero eso no fue lo que más llamó su atención, sino un peculiar y desconocido aroma. No hallaban explicación para aquella embriagante fragancia, sin duda alguna, proveniente de un Omega en celo, pero en cuánto Milo abrió la puerta, todo quedó más que claro.
- Milo...
El peli-morado tenía los ojos llorosos, sus mejillas estaban rojas, y su ropa mojada por el sudor.
- Milo... ¿Q-Qué...?
- No lo sé...- Sollozó el peli-morado.- No sé qué pasa... Pero duele.
Milo estaba por caer de rodillas, pero Saga y Aioria lograron sujetarlo a tiempo, evitando su caída. Ambos sabían que no era buena idea dejar que la fragancia de un Omega en celo se dispersara por todos lados, así que, con cuidado, Saga cargó en brazos a Milo, llevándolo dentro de la casa de nuevo, mientras Aioria cerraba la puerta.
Milo había comenzado a llorar, probablemente por el dolor, o quizás por el miedo que de seguro debía estar sintiendo, no lo sabían con exactitud.
- Milo... ¿Eres un Omega?- Preguntó Aioria, aún algo shockeado, al igual que Saga, por aquella repentina revelación.
- No... No lo sé.- Respondió entre sollozos Milo.- Hasta hoy en la mañana estaba seguro de ser un Alpha... Pero... No sé qué es esto... No sé qué pasa...
- Milo, tranquilo, no pasa nada.- Intentó calmarlo Saga.- Estás en celo, pero cálmate. Todo va a estar bien.
Ambos conocían a Milo desde que eran unos adolescentes, cuando entraron a la secundaria, y en ese entonces, Milo ya decía ser un Alpha, igual que ellos. Ciertamente, sus características lo señalaban como tal, jamás había tenido un celo, y podía percibir las feromonas de Omegas y Alphas, todo apuntaba a que se trataba de un Alpha.
Sin embargo, ambos eran conscientes de que existían casos algo extraños, de Omegas a los que el primer celo les llegaba hasta los 30 años. Milo tenía 27, así que no era imposible que fuese de esos casos de celo tardío.
- Duele...- Sollozaba el recién descubierto Omega.- Tengo miedo...
- Milo, tranquilo. Vas a estar bien.- Le respondió Aioria, abrazándolo con cuidado.- Solo es cuestión de esperar a que el celo pase un poco, e iremos al hospital para que te revisen.
Milo empezó a temblar levemente, su cuerpo tenía reacciones involuntarias, que era incapaz de controlar, y era lo que más lo estaba frustrando.
Ambos Alphas se percataron del aumento en la intensidad del aroma de Milo, y a ambos les fue imposible no soltar un suspiro.
- Milo... Será mejor que te dejemos en tu habitación y... Cierres la puerta por dentro.- Dijo Saga, y Milo de inmediato se aferró con fuerza a Aioria, negando con la cabeza.- Milo, Aioria y yo estamos medicados con supresores, podemos controlarnos, pero esto es demasiado hasta para nosotros. Es mejor no tentar a la suerte.
La medicación les daba ciertas ventajas, cómo no perder el control ante un Omega en celo y poder auxiliarlo, pero a la vez les quitaba otras, cómo que al estar medicados, no podían soltar feromonas para ayudar a Milo a calmar sus síntomas. Milo también había estado recibiendo la medicación de supresores para Alphas, así que, ahora que se había manifestado cómo Omega, debía ser examinado por un médico sí o sí.
- Por... Eso los llamé...- Jadeó Milo, sin poder controlar los temblores de su cuerpo.- S-Son... Son los... Únicos en quiénes confío totalmente.- Añadió, mirándolos a ambos, aún con los ojos llorosos.- No... No puedo aguantar hasta que pase... Duele demasiado... Y no puedo tomar un supresor de emergencia.
Milo no mentía respecto a eso. Darle un supresor para Omegas antes de que un médico lo examinara no era factible, no sabían que efectos secundarios o reacciones podría causar en un caso como el suyo, que durante años había seguido un tratamiento para Alphas... Pero entonces, eso significaba...
- Milo, no sabes lo que dices.- Habló Aioria, algo nervioso por tener a Milo tan cerca y con su aroma llegándole de frente, con toda la intensidad.- Es solo el celo.
- Si tengo que dejarme coger por alguien, prefiero que al menos sea alguien en quién confío.- Jadeó Milo, apretando la ropa de Aioria en sus manos.
- ¿Por qué nos llamaste a los dos?- Cuestionó Saga, intentando ocultar los celos que repentinamente lo invadieron al ver a Aioria tan pegado a Milo, pero su tono de voz lo delató.- Con llamar a uno bastaba, ¿por qué a los dos?
- Temía que ninguno llegara.- Confesó apenado el Omega.
- Bien, entonces mejor me voy.- Respondió Saga, dejando en evidencia los celos que sentía.- Llámame cuando estés bien.
Milo soltó a Aioria y logró sujetar de la muñeca a Saga, casi cayendo al suelo a causa de la debilidad en su cuerpo, de no ser por la rápida reacción de Saga, que se giró a tiempo para sujetarlo, y después hacerlo sentarse en el sillón más cercano.
- Quiero... Hacerlo con los dos.- Confesó Milo, bajando la mirada.
Ambos Alphas se quedaron sin palabras ante aquella inesperada confesión. ¿Cómo debían reaccionar ante eso?
- Milo, ¿estás seguro?- Fue Aioria el primero en hablar, acercándose a ambos.- No es necesario hacer nada, Milo. Los efectos no deberían durar más de un par de horas más, podemos solo quedarnos vigilando afuera para que te sientas más seguro y en cuanto los efectos disminuyan-
- ¡No puedo aguantar esta tortura dos horas más, Aioria!- Respondió al borde del llanto el peli-morado.- Intenta aguantar sentir como si tus tripas se quemaran por dentro, y luego dime que me aguante.
- Milo, después puedes arrepentirte de esto, y-
- No soy un niño, ni tampoco sería la primera relación sexual que tengo, Saga.- Interrumpió Milo.- Sé lo que implica, y... Agh...- Añadió, soltando un quejido por el dolor en su vientre.- Puedo asumir lo que pase después.
Ambos Alphas se miraron entre ellos por un momento, sin saber bien qué responder. Aioria fue el primero en atreverse a hacer algo, acercándose aún con algo de timidez a Milo, frotando un poco su nariz con la del peli-morado, cómo pidiéndole permiso de besarlo. Milo respondió rompiendo la distancia, uniendo sus labios en un suave roce.
Saga sintió algo removerse en su interior, no sabía bien si era incomodidad, o quizás celos.
El recién descubierto Omega le dirigió una mirada vidriosa, con los labios entreabiertos, invitándolo a probar. No se resistió a la tentación, e imitó la acción que Aioria había hecho segundos atrás, adueñándose de esos esponjosos y suaves labios.
Milo le gustaba desde antes de saber que era un Omega, no era solo su belleza, sino su personalidad, tan misteriosa y seductora, tan fría al recién conocerlo y tan cálida una vez que tomaba confianza... Milo era un montón de contradicciones, que, sin embargo, analizando fríamente, tenían sentido. Pero Saga era consciente de que no era el único que había caído ante los encantos del peli-morado, sabía bien que Aioria miraba a Milo de la misma forma que él lo hacía.
Ambos Alphas intercambiaron una mirada. Ambos sabían lo que pasaba por la mente del otro. Ambos pensaban lo mismo. Quizás era la única oportunidad que tenían para estar con Milo, y aún si era compartiéndolo con otro Alpha, estaban dispuestos a ceder, con tal de hacerlo sentir bien, no lastimarlo y compartir aquel momento con él.
Antes de que siquiera lo notaran, se encontraban ya en la habitación de Milo, sobre la cama, con el Omega enmedio de ambos, cada uno acariciándolo y besándolo por intervalos, desvistiendolo poco a poco, y dejando que Milo hiciera lo mismo con ellos.
Cuando la humedad que brotaba de Milo se hizo notar, y las caricias dejaron de ser suficientes, sabían que el momento había llegado.
- Elige a uno.- Le susurró Saga, besando su hombro ya descubierto de cualquier prenda.
Milo se estremeció levemente ante aquel roce en su piel desnuda, y soltó un suspiro.
- Milo, ¿tienes condones?- Preguntó Aioria, que dejó un pequeño beso en el pecho de Milo.
- En... En el cajón.- Respondió el peli-morado, señalando la mesa de noche junto a su cama.
Saga estaba más cerca, y se levantó para ir a buscarlos, encontrando no solo una caja casi llena, sino también un bote de lubricante. Quizás en ese punto, el lubricante estaba demás, pero aún así, lo tomó también y volvió con ambos.
El aroma de Milo era cada vez más intenso. Los supresores los ayudaban a no perder el control, pero no estaban seguros si soportarían tanto.
- Milo... ¿Tienes un collar?- Preguntó algo avergonzado Aioria.
- ¿Te parece que alguien que creía ser un Alpha tendría un collar?- Respondió el peli-morado.
- Tendremos que improvisar entonces.- Dijo Saga, y al ver la camiseta de Milo se le ocurrió una idea.
Tomó la prenda y la enrolló lo suficiente, para después colocarla con cuidado en el cuello de Milo, procurando cubrir la zona donde se encontraban sus glándulas, pero sin ahorcarlo. Así logró hacer un improvisado collar para evitar que Milo terminara con una marca si alguno de los dos perdía el control en medio del acto.
- ¿Te aprieta?- Preguntó Saga una vez que término de colocar la prenda.
- No.- Respondió Milo.- Es suave.
Una vez resuelto ese problema, podían continuar con mayor tranquilidad, aunque ninguno sabía bien cómo proceder.
Milo fue quién terminó tomando la iniciativa, abrazándose al cuello de Aioria, besando primero al Alpha castaño y después al otro.
Caricias y suaves roces en la piel de los tres. Algunos besos, y sonidos de chapoteo.
- M-Más despacio...- Murmuró Milo al ser profanado.
Aioria se quedó quieto, besando el pecho de Milo, mientras Saga lo hacía con la espalda del peli-morado, con la intención de ayudarlo a relajarse y mermar cualquier incomodidad en medida de lo posible.
Ambos se turnaban para besar al Omega, que aceptaba a ambos por igual.
- Ah...
Los gemidos de Milo no tardaron demasiado en aparecer, aumentando la intensidad de su sonido con la velocidad de las embestidas y la fuerza de algunas mordidas en todo su cuerpo.
El primer celo de un Omega siempre era el más intenso de todos, y muchas veces su apetito sexual se disparaba hasta las nubes, y Milo no fue una excepción.
Aioria terminó, llenando el preservativo, y haciendo que Milo alcanzara su primer clímax, pero segundos después, el Omega estaba con energía suficiente para al menos un par de rondas más. Saga no tardó mucho en tomar el lugar de Aioria y continuar con lo que él castaño había iniciado, dándole tiempo de reponerse un poco.
La misma escena se repitió, y Aioria no tardó en relevar a Saga. Milo tenía una resistencia que sería imposible de creer si no la estuvieran viendo, al poco tiempo perdieron la cuenta de cuántas veces se turnaron para tomar a Milo hasta hacerlo terminar. Hasta que Milo pidió algo que los sorprendió como en cierta forma entusiasmó por igual.
- Los dos... Al mismo tiempo.- Fueron las palancas de Milo, con su piel perlada por el sudor, aún usando aquella camiseta enrollada en su cuello.
- ¿Estás seguro de que puedes aguantar?- Preguntó Saga, besándole el hombro por la espalda.
- Sí...- Respondió con un suspiro.
- Así no se pueden usar condones, Milo.- Dijo Aioria, besando su mejilla.
- Iré por una pastilla de emergencia después.
De una u otra forma, Milo terminó convenciendolos.
Aioria se tuvo que sentar en el colchón, con Milo sentado en su regazo, y Saga detrás del Omega.
Al inicio, los gestos de Milo reflejaban únicamente incomodidad y hasta algo de dolor. Aioria, quién veía de cerca las reacciones de Milo, pensó en parar al verlo derramar un par de lágrimas, pero Milo lo besó, dándole después una pequeña sonrisa, diciéndole que estaba bien.
Ambos decidieron dejar que Milo fuera quien tomara el control, dejándolo moverse a su antojo, para que pudiera acostumbrarse a la invasión, y también acomodarse.
Inició moviendo sus caderas lentamente en círculos, para después empezar a dar pequeños saltos, apretando aún querer a ambos Alphas.
- Milo, más despacio.- Pidieron ambos, cuando la sensación comenzó a ser dolorosa.
- No lo hagas tan fuerte.
- Lo siento.- Se disculpó con ambos.- Es que... Esto se siente bien.
Les tomó unos segundos adaptarse y coordinar sus movimientos, pero una vez que lo lograron, los sonidos obscenos y palabras subidas de tono no se hicieron esperar.
Los nudos comenzaron a crecer, y ambos Alphas supieron que pronto debían parar. Un solo nudo ya dolía bastante y podía llegar a lastimar a un Omega, dos no querían ni pensarlo.
Afortunadamente, Milo fue el primero en terminar, manchando el abdomen de Aioria, y ambos Alphas lograron salir a tiempo, manchando la espalda y los muslos de Milo respectivamente.
Aunque su última pisca de cordura se había ido en no anudarse dentro del Omega, haciéndolos buscar marcarlo, la playera de Milo enrollada en su cuello cumplió su misión, evitando ambas mordidas.
La sensación de haber mordido y desgarrado la tela con sus colmillos fue suficiente para engañar a sus instintos, haciéndolos finalmente quedarse dormidos, con Milo enmedio de ambos.
[...]
A la mañana siguiente, Milo comenzó a despertar con los rayos del sol que se colaban por un pequeño espacio entre las cortinas, moviéndose y despertando a sus dos acompañantes en el proceso.
Al abrir los ojos, y mirarse entre ellos, recordando todo lo que había pasado, y que no había sido un sueño, los tres se quedaron en silencio por unos segundos, cubriéndose con la sábana y dándose la espalda, sin atreverse a ver al otro a los ojos.
- ¿Nosotros...?- Cuestionó Aioria, incrédulo de lo que había hecho, quedándose acostado de lado, sin atreverse a ver a ninguno de los otros dos.
- Por todos los cielos...- Murmuró Saga, igual que Aioria.
Milo estaba enmedio de ambos, acostado boca arriba, mirando al techo, y hasta después de ver sus reacciones, habló.
- ¿Alguien sabe qué hora es?- Dijo Milo, bastante tranquilo para la situación, sorprendiendo a ambos Alphas.- La farmacia abre a las 9:00, y necesito una pastilla de emergencia lo más pronto posible. A menos que quieran correr el riesgo de cambiar pañales en nueve meses.
- ¿Cómo puedes estar tan tranquilo, Milo?- Cuestionó Aioria, girándose a verlo, al mismo tiempo que Saga.
- No hicimos nada del otro mundo, Aioria.- Respondió Milo hasta tranquilo, quitándose del cuello lo que quedaba de su camiseta.- Aunque ustedes dos me deben una camiseta nueva.- Añadió, mostrando lo que alguna vez fue una de sus camisetas favoritas.
Ambos Alphas se miraron de reojo entre ellos. Ambos sabían que no había sido solo sexo para ambos, cómo quizás Milo creía. Debían hablarlo, pero a la vez temían al rechazo, que no se atrevían.
- Milo...- Lo llamó Saga, captando su atención.- ¿Qué somos para tí?
- ¿A qué viene la pregunta?- Cuestionó el peli-morado.
- No me digas que no te has dado cuenta, Milo.- Habló Aioria esta vez.- No me digas que no te has dado cuenta de que... Los dos te vemos más que solo como un amigo.- Añadió, suspirando al decir lo último.
Los dos Alphas se quedaron en silencio, esperando alguna respuesta por parte de Milo.
- Ya lo sabía.- Dijo Milo, con una leve risa.- Los dos son demasiado obvios. Solo estaba esperando a que se decidieran a decirlo.
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