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Día 25: Swingers

Shipp: ValentinexSorrento

Otro One-Shot d éste shipp, porque sí XD

Enserio me enganché a este shipp más de la cuenta, pero no me arrepiento. Lo amo ✨💕

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Seguia preguntándose porqué diablos había accedido a aquello. Ahora que estaba en aquel bar, lleno de luces neon, música y alcohol, deseaba haberse quedado en casa leyendo o tocando la flauta. Éste no era para nada su ambiente.

- Recuérdame porqué venimos aquí.

- Oh, vamos, Sorrento, no seas tan amargado.- Respondió Kanon, abrazándolo por los hombros.- Dijimos que probariamos cosas nuevas, ¿no?. Además, dijiste que-

- Sé lo que dije, Kanon.- Lo interrumpió.- Pero ésto es demasiado.

- Sorrento, no perdemos nada con experimentar.- Insistió Kanon, besando la comisura de sus labios.- Solo por ésta noche deja de pensar tanto las cosas, y déjate llevar. Si no te gusta, no lo repetimos y listo. Pero dale al menos el beneficio de la duda.

El peli-lila suspiró cansado, abrazándose al peli-azul.- No lo sé, Kanon.

- Por favor. Solo por ésta vez.

Finalmente, Sorrento suspiró derrotado, para después asentir.

Cuando hablaron de "ponerle sabor a la relación", se imaginó muchas cosas, pero nunca algo como ésto.

Lo primero que le llegó a la mente fue algún tipo de juego de rol, juguetes sexuales o algo así, pero no algo como lo que Kanon le había propuesto.

Swingers, era lo que le había dicho... Mejor dicho, intercambio de parejas.

Cuando Kanon le explicó de qué trataban aquellas prácticas, de inmediato se negó a participar. Pero como siempre, Kanon, de alguna manera que ni él entendía, terminó convenciéndolo.

Nunca se le había dado precisamente bien socializar, mucho menos coquetear o seducir. Después de todo, toda su vida fue el típico hijo ejemplar, alumno perfecto, bien portado, y con una vida sexual relativamente tradicional.

Recordaba que cuando tenía entre trece y dieciséis años, el como varios de sus amigos comentaban sobre sus primeras experiencias en el mundo del sexo. Todos a su alrededor parecían tener experiencia menos él.

Tuvo sexo por primera vez hasta los dieciocho años, y todo planificado. Un día que sus padres y sus hermanos no se encontraban en casa, con preservativos, lubricante y todo lo necesario.

No se arrepentía de haber esperado hasta esa edad, ni tampoco de la forma en la que fue. Después de todo, cada uno es libre de decidir cuando está listo para dar ese paso en su vida, y el cómo hacerlo. Para él, el momento idóneo fue al llevar años en una relación, teniendo ya la mayoría de edad, y con todo cubierto. No juzgaba a los demás, así que esperaba lo mismo.

Aquella relación duró un puñado de años más, antes de salir con alguien más, y un par de años después, finalmente conocer a Kanon.

Kanon no se parecía en nada a sus ex-novios.

Julián había sido toda su vida, al igual que él, un "hijo de mamá y papá". Siempre correcto, siempre educado, siempre perfecto. Estudiante ejemplar, excelente deportista, excelente hijo, incluso había esperado hasta ser mayor de edad, al igual que él, para intimar por primera vez... En fin... Eran tan parecidos, que eso mismo los llevó al fracaso.

Saga, el hermano gemelo de Kanon. Era tan educado y correcto como Julián, pero con un aire un poco más relajado. Saga era todo un caballero, solo tenía ojos para él, jamás olvidaba ninguna fecha importante, y siempre tenía un detalle para él. Pero Saga también tenía un lado bastante pasional y seductor, con él experimentó mucho más en el terreno del sexo que con Julián, aunque todo bastante tradicional. Aunque, bien dicen que nadie es perfecto, y Saga no era la excepción. Saga era bastante celoso, aunque jamás le hizo ningún tipo de daño... Saga hubiera sido perfecto, y quizás incluso se hubieran casado, de no ser por un error que cometió Sorrento.

Y finalmente, conoció a Kanon. Fue de una forma bastante extraña, por decir lo menos. Él no sabía que Saga tenía un gemelo, después de todo, Saga era griego, y ellos se conocieron en Viena, y Saga no hablaba mucho de su familia, solo le había contado que tenía tres hermanos. Sorrento jamás imaginó que uno de ellos era hermano gemelo, y aún peor, de los idénticos.

El día que conoció a Kanon, fue cuando iba a visitar a Saga. Sin saber que se trataba del gemelo equivocado, lo besó, confundiendolo con Saga. El gemelo menor no lo apartó en ningún momento, e incluso terminó llevándolo hasta el sillón de la sala, comenzando a acariciar su piel por debajo de la ropa.

Creyendo que estaba con su novio, se dejó desvestir y besar, hasta que la puerta de la casa se abrió y escuchó la voz de Saga.

Al girar en la dirección, vió a Saga parado en el marco de la puerta, con una mirada que oscilaba entre la confusión y el enojo.

En ese momento no entendió porqué había dos Saga. Todo fue un completo caos, hasta que Saga explicó todo.

Con quién se había besado y casi acostado, era Kanon, el hermano gemelo de Saga, que estaba de visita. Y en ese momento sintió toda vergüenza del mundo sobre él, ¿cómo había podido confundir a su novio?

Saga no dejaba de mirar a Kanon, como si intentara matarlo con la vista. Kanon solo se rió, y excusó en que era solo una broma.

Intentaron seguir como si nada hubiera pasado, pero con la presencia de Kanon fue imposible.

Saga no toleraba ver cómo Kanon le coqueteaba en sus narices, y como a él no parecía disgustarle. Así que, siendo completamente honestos, decidieron terminar su relación en términos buenos.

Después de eso, Kanon no tardó en buscarlo, y comenzaron a salir.

"Debí hacerle caso a mi madre y quedarme con Julián, o con Saga...- Era el pensamiento que cruzaba por su mente en esos momentos.- Al menos ellos no me habrían traído a uno de estos lugares."

Julián jamás se atrevería a entrar a uno de esos lugares. Si el simple olor a alcohol lo hacía casi vomitar, seguro se moriría de un infarto en un lugar cómo ese.

Y Saga, era tan celoso, que jamás accedería a compartirlo con absolutamente nadie. Ni borracho lo llevaría a ese tipo de lugares.

"¿Por qué lo elegí a él?- Se cuestionaba a sí mismo.- Julián se casó el año pasado, pero ¿Saga seguirá soltero?... Quizás debería llamarlo."

Se perdió en sus pensamientos, hasta que la voz de un ya tomado Kanon lo hizo volver al presente.

No pudo entender una sola palabra de todo lo que balbuceaba Kanon, pero al verlo colgado del hombro de un rubio, que parecía igual de ebrio, no le fue difícil intuirlo.

Después de eso, los vió irse a la que sabía, era una habitación del club, que no era precisamente para dormir.

Sintió su sangre hervir levemente, pero no podía reclamar nada. Después de todo, él había accedido. Así que simplemente recargó sus brazos sobre la barra, usándolos como almohada.

- ¿Primera vez?

Escuchó una voz desconocida, y de inmediato alzó la mirada, topándose con un chico de cabello rosa y piel pálida, probablemente de su misma edad.

- Sí.- Respondió cortante.- No estoy interesado en tener nada con nadie, solo estoy aquí porque mi pareja me lo pidió. Así que no pierdas tu tiempo conmigo.

El contrario rió levemente.- No te preocupes, yo tampoco estoy buscando sexo.

Sorrento lo miró, algo confundido, creía que todas las personas que iban ahí era para esa dichosa prática.

- Al igual que tú, solo estoy aquí por mi pareja.- Añadió el peli-rosa.- ¿Te molesta si me siento aquí?

Sorrento negó, y el desconocido tomó asiento a su lado.

- Por cierto, mi nombre es Valentine, ¿y el tuyo?

- Sorrento.

- Pues, es un placer conocerte, Sorrento.- Le sonrió Valentine, estrechando su mano.- Creo que tu novio y el mío se llevan bastante bien. Así que quizás nos crucemos más tiempo del que quisiéramos.

Sorrento abrió los ojos como platos al oír a Valentine. Y no tardó en preguntarle al peli-rosa si aquel rubio, con el que Kanon ya debía estarse revolcando en aquella habitación, era su pareja. Valentine se lo confirmó.

- ¿Cómo diablos puedes estar tan tranquilo?- Preguntó Sorrento, después de que Valentine le contase que no era la primera vez que iba a ese lugar.- ¿Cómo puedes saber que te está siendo infiel enfrente de tus narices, y no molestarte ni siquiera un poco?

- Cada pareja pone sus reglas. Así que la definición de infidelidad varía de una a otra.- Respondió Valentine, encogiéndose de hombros.- Y en casos como éste, no es infidelidad porque somos concientes de lo que pasa, y accedemos a ello.

Sorrento suspiró. Aunque odiara tener que admitirlo, Valentine tenía razón. Él había accedido a la petición de Kanon, y ahora debía aguantarse el coraje.

- Tómatelo con calma.- Escuchó la voz de Valentine.- La primera vez siempre es extraña, pero con el tiempo te acostumbras.

- Eso no va a pasar, porque no pienso volver.- Se negó Sorrento, dándole un trago a su bebida.

- Eso dije yo tambien, y mírame.- Rió el peli-rosa.- ¿Sabes?, no es obligatorio tirarte a alguien si no quieres, algunos simplemente estamos aburridos y podemos solo conversar en lo que nuestras parejas terminan con sus "asuntos".

- ¿Conversar sobre qué?

- ¿Tienen hijos?

- Claro que no, Kanon odia a los niños.- Rió Sorrento, recordando las caras y mil excusas que ponía el peli-azul cuando siquiera le mencionaba la idea de adoptar o recurrir a un vientre de alquiler.- Dice que uno solo requeriría toda nuestra atención, y adiós a nuestra vida social, de pareja, y todos nuestros sueños... Ya sabes, como venir a uno de estos lugares cada fin de semana y competir por quién seduce más gente.- Añadió en son de burla.

- Con razón esos dos se llevaron tan bien.- Respondió Valentine, con una sonrisa.- Radamanthys detesta la idea de tener hijos.

- ¿Y tú sí quieres tenerlos?- Preguntó ahora Sorrento.

- Siendo totalmente honesto, no estoy seguro.- Respondió Valentine después de unos segundos.- No me desagrada la idea, pero por ahora aún no quiero. Quizás en unos dos o tres años más.

Continuaron hablando por unos minutos más, sonriéndose mutuamente, haciendo alguna broma de vez en cuando, y conociéndose un poco más.

Sorrento no sabía si era el alcohol haciendo efectos en su organismo, pero debía admitir que pasar tiempo con Valentine era bastante agradable.

El peli-rosa era muy buen conversador, bueno para escuchar, gracioso, ingenioso, y con varias historias que contar.

Sorrento no sabía explicarlo, pero Valentine le parecía diferente a cualquier otro hombre que conociera, era como si hubieran tomado lo mejor de cada una de sus relaciones, y lo hubieran juntado todo en una persona.

Valentine era tan serio y educado como Saga, tan amable y cortés como Julián, y a la vez, tan divertido y ocurrente como Kanon.

No esperaba nada al llegar a ese club, pero de pronto se sentía en un cuento de hadas, con Valentine tan cerca suyo.

No resistió la tentación, y se atrevió a probar los labios contrarios, siendo correspondido.

Después de aquel par de besos, se separaron solo unos segundos, mirando fijamente los ojos del otro.

Se miraron una última vez, ambos sabían lo que seguía, y si querían parar, debían hacerlo ahora... Pero los dos querían llegar hasta el final.

Y así, sin perder más tiempo, fueron a una de las habitaciones del club.

Apenas estuvieron dentro, y con la puerta asegurada, no perdieron el tiempo para comenzar a besarse y tocar el cuerpo ajeno por encima y debajo de la ropa.

Se dejaron caer sobre el sillón de cuero negro, y continuaron con la desesperada sesión de besos.

Pasados apenas unos segundos, mordiéndose los labios mutuamente, y enlazando sus lenguas por momentos, sus pantalones comenzaron a apretar.

Valentine no dudó en llevar sus manos hasta el borde del pantalón de Sorrento, desabrochar el botón y bajar el cierre, seguido de la ropa interior, dejando libre la erección del peli-lila. Todo sin dejar de besarse ni por un segundo.

Sorrento no se quedó atrás, e imitó la acción de Valentine, tomando después el miembro del peli-rosa, comenzando a mover su mano de arriba a abajo.

- Mgh... Espera.- Jadeó el peli-rosa, mordiéndose los labios para evitar gemir.

- ¿Pasa algo?- Preguntó Sorrento, deteniendo el movimiento de su mano.

- ¿Estás acostumbrado a dar o recibir?- Dijo Valentine, intentando calmar su respiración.

Sorrento se sobresaltó un poco, pero entendía porqué lo preguntaba, así que simplemente decidió responder con la verdad.

- Recibir.- Murmuró el austriaco.- Así que no te preocupes, puedo aguantar lo que sea.

Valentine lo besó, acariciando su cuerpo delicadamente, hasta que sus manos se posaron en su miembro, comenzando un agradable masaje, arrancándole un gemido.

- ¿Alguna vez haz intentado ser el dominante?- Preguntó Valentine, sin detener el movimiento de sus manos ni los besos.

- N-No...- Respondió entre gemidos el peli-lila.- Nunca... Nunca me han dejado... Ah... Mgh...

- Puedes intentarlo conmigo.- Añadió Valentine, sorprendiendo a Sorrento.- Estás muy bien dotado, y deberías aprovecharlo.

- Y-Yo... Mgh...- Intentaba hablar el peli-lila entre gemidos y jadeos.- N-No sé cómo... Ah... N-No quiero lastimarte... Además...- Sorrento podía sentir las manos de Valentine tocar su entrepierna, poniéndolo caliente solo con un masaje, como nunca antes alguien había logrado.- Estoy seguro... De que no le llego ni a la mitad de lo que tú estás acostumbrado... Mgh.

Valentine detuvo el masaje por unos segundos, en los que se dedicó únicamente a besarlo, y después a tomar las manos de Sorrento, guiándolas por todo su torso ya descubierto, hasta sus caderas.

- ¿Por qué dices eso?

- Se ve que tu novio pequeña no la tiene.- Murmuró avergonzado el peli-lila. Aunque detestara admitirlo, por la estatura del rubio con el que salía Valentine, era obvio que se trataba de un hombre bastante bien dotado ahí abajo.- Y yo... Creo que ni siquiera llego al promedio.

- ¿Quién te dijo eso?- Preguntó el peli-rosa, mientras le desabotonaba la camisa despacio.

Sorrento no respondió, y desvió la vista.

- ¿El imbécil de tu novio?- Añadió Valentine, comenzando a acariciar el pecho desnudo de Sorrento con las yemas de sus dedos.- Debí suponerlo.

Sorrento siguió sin responder nada, pero sintiendo pequeñas descargas eléctricas ante las suaves caricias de Valentine sobre su pecho y abdomen.

- Déjame adivinar, te lo dice porque no te crece mucho cuando te pones duro, ¿no es así?- Siguió hablando el peli-rosa, y Sorrento mantuvo desviada la vista por la vergüenza. Era como si Valentine pudiera leerle la mente.- Dos palabras: Mal cogido.

- ¿Qué quieres decir?

- Que no sabe complacerte.- Respondió Valentine, dando un pequeño beso en el pecho de Sorrento, haciéndolo suspirar.- Tan solo mira.

Sorrento dirigió su vista a su entrepierna por pura curiosidad, y al hacerlo, ni siquiera él podía creer lo que veía.

- Y no es ni siquiera la mitad de su máximo tamaño.

- N-No creo que pueda crecer más.- Tartamudeó Sorrento, nervioso por no reconocer su propio cuerpo. Ni siquiera él sabía donde tenía escondido todo eso.

- ¿Quieres apostar?

Valentine le dedicó una sonrisa coqueta, y antes de que pudiera decir algo, sintió como el peli-rosa besaba su pecho, bajando por su abdomen, hasta llegar a su despierto miembro.

Podía sentir la lengua de Valentine recorrer toda su longitud de la base hasta la punta, jugando un momento con los testículos, succionando levemente, y después subir hasta la punta, apretándola suavemente con los labios.

No podía evitar deshacerse en gemidos ante la gloriosa felación que Valentine le estaba dando. No recordaba que alguno de sus ex hubiera hecho una así de bien.

- ¿Decías?- Escuchó la voz de Valentine, y al dirigir su vista hacía su entrepierna, se sorprendió aún más.- Te dije que estás muy bien dotado. El inútil de tu novio es el que no logra calentarte lo suficiente.

Ambos tenían la respiración agitada, pero no fue impedimentos para volver a besarse, frotando sus pieles desnudas, generando una agradable fricción.

- Quiero montarte...- Gimió Valentine cerca de sus labios, mientras sus caderas se frotaban contra el miembro ajeno.- Por favor... Podemos hacer las posiciones que quieras, solo métela.

- Hazlo.- Gimió Sorrento en medio de los besos.- Móntame si quieres... Haz lo que quieras.

Se besaron una vez más, gimiendo al separarse.

Valentine se estiró un poco para alcanzar su pantalón que había quedado tirado en el suelo, y sacó un pequeño envoltorio circular. Ambos sabían lo que era, así que no hicieron preguntas al respecto.

Pero Sorrento no pudo evitar sorprenderse cuando Valentine, después de sacar el látex del envoltorio y colocarlo sobre la punta de su erección, utilizó su boca para deslizarlo hacía abajo y terminar de colocarlo, todo sin ahogarse. Valentine pareció notarlo, y simplemente le regaló una sonrisa seductora, indicándole que estaba bien.

No hicieron falta palabras, Valentine no tardó en montarse sobre el regazo de Sorrento, frotando el miembro del peli-lila entre sus nalgas, tan solo por unos segundos, antes de introducirlo.

Ambos jadearon fuertemente cuando todo estuvo dentro, antes de devorarse los labios mutuamente, intentando silenciarse.

Valentine no tardó en comenzar a dar pequeños saltos, apoyándose en el pecho de Sorrento, aumentando la velocidad y la fuerza con la que lo hacía cada vez más.

Esa sería sin duda una larga y agradable noche para ambos, que jamás olvidarían.

Quizás haber aceptado las locuras de Kanon sí había sido buena idea al final.

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