Día 20: Relación tóxica
Shipp: MinosxAlbafica
Bueno, la verdad es que no creo que este califique al 100% como un shipp raro, pero si que queda a la sombra del AlbaficaxManigoldo muchas veces, además de que quería hacer algo sobre ellos.
*Spin-off del día 9*
Disclaimer: 🚫 Esta obra NO pretende justificar, idealizar, romantizar, ni mucho menos normalizar este tipo de relaciones o conductas.🚫
Si se vive o conoce a alguien que viva una situación similar a la aquí descrita, se recomienda buscar ayuda.
Esto está hecho con el único fin de ENTRETENER.
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Su matrimonio era una maldita tortura, jamás desearon atarse esposas, jamás se amaron. De haber sido por ellos, y sin la intervención de sus familias, jamás habrían consumado su matrimonio, ni tenido un solo hijo. Habían llegado ya al punto de odiarse mutuamente, y no pasar día en el que no maldijeran el día de su boda, ni en el que no pelearan al menos con palabras.
Ese día no fue la excepción, y Albafica se encontraba en el baño, terminando de limpiar la herida en su frente, que hace rato no dejaba de sangrar.
Para fortuna suya, se había graduado en enfermería, y sabía cómo suturar una herida, y después de más de diez años viviendo en ese infierno, tenía los materiales necesarios en su botiquín.
Tenía todo, excepto anestesia, pero no quería ir a un hospital y arriesgarse a que le hicieran preguntas, y de alguna forma, los medios de comunicación se enteraran y se hiciera un revuelo.
Su pequeño hijo debía seguir dormido, así que prefirió aguantarse el dolor, y coser su herida él mismo.
Terminó unos minutos después, con un par de analgésicos en la mano, y fue a la cocina para buscar algo de agua. Cuándo llegó a su destino, y consiguió el agua, se tomó el par de píldoras, esperando que el dolor mermara al menos un poco.
Ya había perdido la cuenta de cuántas veces Minos le había reabierto esa herida.
"Si tuviera una moneda por cada vez que he requerido puntos, ese idiota estaría aquí, y yo en un yate con mi hijo."- Rió amargamente para sus adentros.
Se quedó recargado en la barra de la cocina por varios minutos, con el punzante dolor de la sutura aún escociencole hasta la médula, hasta que el llanto de su hijo lo obligó a incorporarse. Minos podía llegar en cualquier momento, y no soportaba escuchar el llanto del pequeño, y más de una vez a duras penas había conseguido salvar a su hijo de un golpe, recibiendolo él en su lugar.
Así que era mejor que su único hijo estuviera callado todo el tiempo posible.
Subió las escaleras hasta llegar a la habitación de su pequeño, y lo encontró de pie en su cuna, alzando sus brazos en su dirección.
- Hola, cielo.- Le sonrió a su pequeño de dos años, para después sostenerlo en brazos.- Mi pequeño Minitos...- Dijo, acariciando la mejilla del pequeño.
Ni siquiera él podía creer como odiaba tanto al Alpha con el que lo obligaron a casarse, pero amaba con todo su ser a ese pequeño niño albino, que parecía una pequeña copia de ese Alpha desgraciado, y que incluso el nombre compartían.
Quizás porque, a pesar de no desearlo en un inicio, y prácticamente ser obligado a intimar para quedarse en cinta, su hijo al final había sido su único consuelo y motivación para no darse por vencido en ese infierno que llamaba hogar.
Aún recordaba como Afrodita, su hermano menor, consiguió escapar de un destino igual al suyo, y cómo por haber sido cómplice de ello, Minos casi lo mata a golpes, y como gracias a eso perdió su primer bebé en un aborto provocado por los golpes.
En ese entonces, ni siquiera él sabía que estaba en cinta, se enteró cuándo en el hospital le dieron la noticia. Minos y sus familias se enfurecieron con él por "no tener cuidado al bajar las escaleras", la mentira que inventó Minos para cubrir su culpabilidad.
Él no dijo nada de lo que había pasado en realidad. Sabía que no serviría de nada, a ojos de sus padres, y de toda la maldita sociedad, él no era más que una incubadora con una cara bonita.
Así que agachó la cabeza, y aceptó todas las humillaciones y reproches en silencio.
Poco más de dos años después de ese terrible suceso, volvió a quedar en cinta, y Minos nació durante una visita a sus suegros, en Noruega.
Él no quería ese nombre para su hijo. No quería que llevara el nombre del culpable de todo su dolor y tormento, pero nuevamente, la sociedad le recordó que con su condición de Omega, su opinión no valía absolutamente nada contra la de un Alpha. Y cuándo Minos dijo que su primogénito llevaría ese nombre, él no tuvo las opción que aceptar y callarse.
Su pequeño tuvo la suerte de nacer Alpha, y gracias a eso, había sido recibido con cariño tanto por la familia de Minos, como la suya. Después de todo, al fin había nacido el ansiado heredero que uniría ambas fortunas. Incluso Minos llegó a mostrarle algo de cariño al bebé durante sus primeras semanas, pero ese cariño se desvaneció en poco tiempo, y se convirtió en un fuerte repudio, rechazo y odio por el pequeño.
Albafica recién se había enterado que su hermano menor estaba esperando un bebé del Beta con el que se fugó hace cinco años. Cuándo Afrodita le dió la noticia, no se lo podía creer.
Y a pesar de que sintió una enorme felicidad por su hermano y su cuñado, le fue inevitable sentir también algo de envidia.
El bebé de Afrodita y Shaka nacería en un hogar unido, cálido y lleno de amor. Era esperado, deseado desde hace años, y sería amado por sus dos padres.
Todo lo contrario a su pequeño Minos, que nada más nacer, conoció lo que es el odio, el desprecio, la traición y el dolor. Sus dos años de vida los había pasado con una familia disfuncional, en un hogar frío, lleno de odio, rencor, dolor, traición, tristeza y violencia.
Albafica solo abrazó a su pequeño, que se acurrucó en su pecho, como siempre hacía. Parecía tranquilizarse al escuchar los latidos del corazón de su madre.
- No te preocupes, cariño.- Susurró Albafica, abrazando a su pequeño.- Por tí soy capaz de aguantar el peor de los tormentos. Soy capaz de luchar hasta con el diablo, si con eso garantizo que tú tengas la vida que mereces.
El pequeño Minos alzó su vista, y sus ojos de color ámbar se toparon con los zafiros de su madre.
Esa era la única diferencia entre el Minos que Albafica odiaba, y el pequeño fruto de su vientre: Los ojos.
Los ojos de su Alpha eran violeta, los de su hijo eran de color ámbar, herencia de su abuela.
Albafica fue hasta la cocina para preparar la comida de su hijo, quién ya comenzaba a aprender a usar cubiertos. Él se sentó al lado de su hijo para comer algo, y después de terminar y lavar y acomodar los utensilios, volvió a la habitación de su hijo, para jugar con él un rato.
Minos era un niño hermoso, adorable y dulce, tanto, que Albafica a veces sentía que no merecía tenerlo por hijo.
Después de todo, él nunca quiso tener hijos, y menos de ese Alpha al que odiaba tanto. Y después de su primer embarazo fallido, decidió nunca más volver a intimar con el hombre que le puso un anillo, pero como siempre en su vida, nada salió como él quería.
Aún recordaba esa maldita noche. Él se encontraba lavando unos platos en la cocina, cuándo escuchó la puerta principal azotandose con fuerza. Sabía lo que eso significaba, Minos había llegado, y estaba enfadado.
De inmediato dejó los platos, se quitó el delantal, salió de la cocina y corrió escaleras arriba, con el objetivo de esconderse en la habitación para huéspedes, en lo que su marido se calmaba.
Pero cuando estaba a la mitad de subir las escaleras, sintió su cabello ser jalado con fuerza, haciéndolo caer de rodillas.
- ¡¿A dónde crees que vas, maldita perra?!
Eso fue lo que Minos le gritó, para después arrastrarlo escaleras arriba, y por todo el pasillo, hasta llegar a la alcoba principal.
En todo el camino, intentó de todo para zafarse del agarre del Alpha, pero no consiguió nada más que hacerlo enfadar aún más.
Minos lo arrastró dentro de la habitación, y lo arrojó contra la cama, para después cerrar la puerta por dentro.
- ¡¿Qué demonios quieres ahora?!- Fue lo que él gritó, completamente asustado.- ¡Hice todo lo que me dijiste!, ¡tampoco he salido a ningún lado sin tí, ¿qué quieres?!
Minos ya lo había golpeado varias veces antes, muchas de ellas, solo desquitando todo su enojo y estrés de problemas de la empresa, o de la familia en él, y otras porque Albafica desobedecía alguna de las reglas del noruego. Así que Albafica vivía con miedo de hacer enfadar a Minos, y procuraba siempre mantenerlo felíz, con tal de evitar una golpiza.
- ¡¿Qué que demonios quiero?!, ¡no lo sé, dímelo tú, estúpida ramera!- Le insultó Minos, después de darle un puñetazo en la mejilla.- ¡Tu maldita familia y la mía quieren un heredero ya, y no han dejado de reventarme las pelotas con eso durante un jodido mes y contando!
Albafica respondió nada, solo agachó la mirada, intentando contener las lágrimas, sabiendo que eso lo haría enfadar aún más.
- ¡Así que aunque me des todo el jodido asco del puto mundo, abre las malditas piernas como la puta que eres y terminemos con ésto!- Dijo Minos, para después arrojarlo sobre el colchón, dejándolo boca abajo.
- ¡Minos, no!- Pidió Albafica, sin poder contener más el llanto, cuándo Minos prácticamente arrancó su ropa inferior.- ¡Por favor no!
Minos jamás lo había tratado con la más mínima delicadeza a la hora de intimar. Siempre era a la manera brusca del albino, lastimándolo siempre en el acto.
- ¡Minos, por favor!- Siguió rogando en vano, cuándo Minos le sujetó las manos, impidiéndole cualquier acción para defenderse.- ¡Por favor no!
Pero todas sus súplicas fueron en vano. Minos lo tomó a la fuerza, provocándole un intenso dolor, y él no pudo hacer nada más que llorar, pidiéndole que se detuviera.
Minos no hizo ningún caso, y a Albafica no le quedó más que llorar, hasta que Minos terminó dentro de él, causándole un fuerte ardor interno.
Después de terminar, Minos se acomodó la ropa y se marchó, dejándolo completamente solo.
Albafica solo se abrazó a sus rodillas en el colchón, llorando desconsoladamente. Estaba solo, no podía contar con sus padres ni con sus suegros, ellos defenderían a Minos a capa y espada, y a él lo culparían de todo, a pesar de ser la víctima. No quería molestar a su hermano menor, ni meterlo en problemas, sabiendo lo peligroso que podía llegar a ser Minos, no quería poner en peligro a Afrodita ni a Shaka.
No le quedaba nada más que aguantar y llorar, esperando el día en que Minos finalmente lo matara.
Dos semanas después de esa noche, Minos lo obligó a hacerse una prueba casera de embarazo, que salió positiva.
En ese momento sentía una ganas indescriptibles de morirse, estaba en cinta por segunda vez. No quiso decirle a Minos, pero como si un ángel hubiera ido a su rescate, recordó que siempre tenía escondida una prueba de embarazo de Afrodita.
Su hermano sabía la situación de su matrimonio, y lo mucho que Albafica buscaba evitar un embarazo. Así que ni siquiera le cuestionaba a Fica para qué quería sus pruebas de embarazo negativas.
No hizo nada más que esconder la prueba real en el lugar dónde antes estuvo escondida la de su hermano, y la usó para engañar a Minos, diciéndole que había salido negativa.
El albino se enfureció, y arrojó el pequeño dispositivo al suelo, rompiéndolo en el proceso, para después salir de casa hecho una furia.
Albafica, sabiendo que Minos volvería hasta la noche, tomó sus cosas, y fue a una clínica de salud pública para realizarse una prueba más certera.
Los análisis estuvieron listos en un par de horas, y le confirmaron que estaba en cinta.
El temor se apoderó de cada célula de su ser. Ya tenía suficiente con tener que cuidarse a sí mismo de Minos y sufrir todo ese infierno. No se sentía capaz de cuidar a alguien más de ese monstruo, además de que no quería condenar a un ser inocente a pasar por todo eso.
En la clínica le ofrecieron la opción de interrumpir el embarazo. Y él la consideró como una salida.
Pero, quizás motivado por sus deseos de no estar solo, al final desistió, y le entregó a Minos el diagnóstico de la clínica, confirmando su embarazo.
Durante los meses que duró su embarazo, Minos dejó de golpearlo, pero no de insultarlo y tratarlo mal a cada segundo.
Él tuvo que ir a todas sus consultas, e incluso dar a luz solo. Minos no se molestó en aparecer ni siquiera cuando le dijo que había roto fuente. No, el Alpha llegó hasta tres horas después del nacimiento del bebé.
Cuándo su hijo nació, de alguna forma dejó de sentirse tan solo. Era como si el pequeño supiera todo el maltrato qe había sufrido a manos de su Alpha, y su pequeño estuviera dispuesto a darle el amor que necesitaba.
Desde ese momento, su hijo se volvió el centro y fin de todo su universo, y había dedicado sus días a protegerlo de todo mal.
Sabía que Minitos había tenido muchísima suerte al nacer Alpha, no solo por haber sido recibido con amor por ambas familias, sino porque Minos tenía un amante y un hijo bastardo, y no era un secreto para nadie.
Lune, como odiaba ese maldito nombre. Era el asistente personal, y el Omega con el que Minos quería casarse, pero su familia no se lo permitió por ser de distintas clases sociales.
Sabía que Minos y Lune jamás dejaron de verse. Sabía que Minos le era infiel desde hace años, y siempre que no llegaba a dormir a casa, se encontraba con Lune.
También sabía que el hijo de Lune, era medio hermano de Minitos.
Albafica sabía que él, y el asistente de su Alpha habían estado en cinta casi al mismo tiempo. Lune dió a luz a su único hijo, con quién compartía el nombre, el 24 de diciembre, y casi tres meses después, un 23 de marzo, nació Minitos.
Albafica no era tonto, sabía que el pequeño Lune era hijo de su Alpha. A pesar de tener un gran parecido con su madre, poseía los mismos ojos morados que Minos. Además de que jamás habían conocido al padre del bebé.
Albafica sabía que si el bastardo de Minos hubiera nacido Alpha, se habría convertido en el heredero de la fortuna Nielsen, y ese Alpha mal nacido habría podido exigirle el divorcio para casarse con su amante. Y lo peor era que nadie se lo impediría.
Pero para fortuna, o quizás desgracia suya, el hijo de Lune había nacido Omega. Así que nada de eso procedería.
Se recostó en su cama, junto a su pequeño en brazos, para después quedarse dormido.
Minos de seguro llegaría enfurecido, y él debía tener energías suficientes para entretenerlos y evitar que se desquitara con su hijo.
La vida como Omega era una mierda, pero era lo que tenía, y no le quedaba más opción que aguantar.
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