Día 12: Primera vez
Shipp: ShakaxMilo
La verdad no estoy segura de qué tan popular es éste shipp, pero no he visto muchos fic's de ellos (además de que son dos de los personajes que más shipps tienen), y la verdad es que me gusta la dinámica que podría surgir entre ellos. Así que, nada más que decir.
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Llevaban unos cuantos años de haber comenzado su relación, y desde hace unos días, Milo no dejaba de insistir en lo mismo.
- Ya te dije que no, Milo.- Dijo el rubio, comenzando a perder la paciencia, para después levantarse de la mesa y caminar hacia la cocina.
- ¿De qué tienes miedo, Shaka?- Preguntó el peli-morado, yendo detrás de su novio.- No voy a lastimarte, eso tenlo por seguro. Jamás me perdonaría a mí mismo si te lastimo.
- No es eso, Milo.
- Entonces ¿qué es?- Insistió el heleno, acorralandolo con la barra de la cocina.
Shaka desvió la mirada, no atreviéndose a mirarlo a los ojos.
Milo sabía que Shaka no iba a responder, así que no dudó en besar su mejilla con cariño, para después abrazarlo.
- Lo siento.- Se disculpó.- Creo que no debo presionarte, y si simplemente no quieres, tengo que aceptarlo. Lo siento.
Shaka le correspondió el abrazo, escondiendo su rostro en el hombro de Milo. Al lado de ese griego de ojos turquesas se sentía feliz, tranquilo, y de cierta forma a salvo de todo lo malo, y entonces se atrevió a responder.
- Es solo que... Tienes más experiencia que yo en eso.- Murmuró, manteniendo su rostro escondido contra el hombro de Milo.- Será la primera vez que lo hago, y... Sabes que nunca tuve ningún tipo de educación sexual o algo parecido, y no sé prácticamente nada.- Admitió, sintiendo su nerviosismo aumentar, hasta tal punto, que unas cuántas lágrimas escaparon de sus ojos.- Creo que solo tengo algo de miedo de arruinarlo, y de que tú... Tú... Dejes de quererme.
Finalmente, no aguantó más y rompió en llanto. Milo se sintió incluso más culpable que antes, y no dudo en abrazarlo, comenzando a acariciar su espalda.
- Shaka, no te quiero, te amo.- Le dijo Milo, sin dejar de acariciar su espalda.- Y jamás dejaré de hacerlo, y menos por algo tan insignificante... Realmente lo siento, no debí insistir ni presionarte, ¿crees que podrás perdonarme?
Shaka solo asintió, permaneciendo abrazado a Milo, hasta minutos después, cuándo consiguió tranquilizarse, y ambos volvieron al comedor, tan solo para recoger sus libros e ir a sentarse a la sala.
Ninguno dijo nada durante un buen tiempo, únicamente quedándose abrazados, mirando la televisión después de haber pasado horas estudiando y haciendo tareas. Solían hacerlo todo el tiempo, entre ellos no eran necesarias las palabras, después de llevar años juntos habían aprendido a interpretar los gestos y señas del otro para saber lo que pasaba por su mente. Y a veces solo les gustaba disfrutar la compañía del otro, sin decir nada más, especialmente después de una escena como la de hace unos minutos.
- Milo...
El peli-morado giró su vista hacía él, dando a entender que lo escuchaba.
- ¿Qué... Qué es lo que se siente?
Milo no entendió la pregunta, y se lo hizo saber al rubio, que se ruborizó al instante.
- A... Eso...- Tartamudeó nervioso el rubio.- El... Sexo.
Milo dió un respingo, sorprendido por la pregunta de Shaka.
- Yo... La verdad, no sé cómo explicarte, Shaka.- Confesó Milo.- Supongo que depende.
- ¿Duele?
- Un poco.- Admitió el peli-morado, con un leve sonrojo en las mejillas.- No somos chicas, no lubricamos naturalmente, así que supongo que es hasta cierto punto normal que duela un poco, especialmente si no estás acostumbrado.
Shaka sabía que Milo, a pesar de tener la misma edad que él, tan solo 19 años, era sexualmente activo desde hace cierto tiempo, y había probado un poco de todo, desde chicas, hasta tomar el rol del sumiso. En cierta forma, Milo era lo más cercano que tenía para consultar sus dudas más personales e íntimas.
Eran polos opuestos. Milo se crió en una familia bastante... Peculiar, por llamarlos de alguna manera. Sus padres se divorciaron cuándo él tenía alrededor de un año de edad, y su padre se quedó con la custodia. Un par de años después, su padre se casó con el hermano de su ex-esposa.
Sorprendentemente, y en contra de todo pronóstico, los padres de Milo se llevaban bastante bien, de hecho, eran amigos cercanos, y solían hacer reuniones y viajes familiares todo el tiempo.
El actual esposo del padre de Milo tenía un hijo, de prácticamente la misma edad que Milo. La única diferencia entre un bebé y otro, fue que los padres de Milo se divorciaron por acuerdo mutuo, mientras que la madre del hermanastro-primo de Milo, renunció directamente a la custodia y abandonó a su familia.
Milo se crió con su padre, su tío-padrastro, y su hermanastro— que a la vez era su primo—. Ciertamente, a todos se les hacía raro, y Shaka no fue la excepción.
Teniendo encima todo aquello prácticamente desde que llegó al mundo, Milo fue criado en un ambiente bastante abierto con temas que para muchas familias eran tabúes, como la sexualidad y todo lo que abarca, los distintos tipos y modelos de familias, entre varios más.
Shaka era todo lo contrario de Milo. El rubio nació y creció en el seno de una familia bastante estricta, cerrada con ese tipo de temas, y en general, "chapada a la antigua". Y que nunca hablaron con él más allá de una explicación bastante superficial de dónde salían los bebés.
Definitivamente, jamás habrían coincidido. Ellos se conocieron por Camus, el hermano mayor de Milo— como el peli-morado lo llamaba—, cuándo los tres estaban en su último año de secundaria, y Shaka recién se había mudado a Grecia.
Camus y Shaka en ese entonces tenían unos 15 años, Milo aún tenía 14 por haber nacido a finales de año.
Cuándo Shaka conoció a Milo, la primera impresión que tuvo de él, fue la de un jóven bastante extrovertido, risueño e hiperactivo. Ciertamente, fue un flechazo a primera vista, pero con todo lo inculcado en casa, se rehusaba a admitirlo.
Milo fue el primero en intentar acercarse al rubio, al principio solo como un amigo, y meses después, como algo más.
Fue una larga lucha que Shaka aceptara darle una oportunidad. De hecho, le llevó casi tres años lograrlo.
Si bien, para Milo no era nada del otro mundo, y desde años atrás sabía que le atraían hombres y mujeres por igual, para Shaka fue algo bastante difícil aceptar que se sentía atraído por otros hombres. Después de todo, toda su vida le habían dicho que lo normal era que se sintiera atraído por mujeres, y aceptar que era una excepción a la regla no fue nada fácil.
Aún con todo eso, Milo no se dió por vencido con él, y luchó por conquistar su corazón hasta lograrlo.
Y ahora, años después de finalmente haber conseguido que Shaka le diera una oportunidad, seguían batallando de vez en vez con todo lo inculcado en Shaka. Incluso tenían que mantener su relación oculta a los padres de Shaka.
- Shaka, ¿por qué de pronto preguntas eso?- Inquirió Milo.- Hace un momento dijiste que aún no quieres hacerlo, y ¿sabes?, está bien. No te presiones, todo a su tiempo.
Shaka desvió la vista, visiblemente avergonzado, pero respondió.
- Milo, yo... Quiero hacerlo, pero...- Dijo con dificultad.- Sabes que no tengo idea de nada de ésto y... Creo que solo tengo miedo de lo que pueda pasar.
Milo lo abrazó, para después suspirar.- Lo admitiré, la primera vez nunca es lo qué esperabas.- Confesó el peli-morado.- Siempre duras muy poco tiempo, duele aún teniendo las precauciones necesarias, y es muy probable que termines con un dolor espantoso en las caderas como por tres días o más.
Shaka volteó a verlo, con más miedo que antes.- ¿Q-Qué tan doloroso es?
- Con brutos imbéciles como Kanon o Aioria duele como el puto infierno.- Dijo Milo, ocultado su rostro con su mano, intentando no recordar aquellas cosas.- Otros como Saga o Aioros son más cuidadosos, y duele solo al inicio.
Shaka no sabía qué responder. Él había preguntado, pero ahora que tenía la respuesta no sabía cómo reaccionar.
Reconocía los nombres que había dicho Milo. Todos ellos eran amigos de su novio, y sí, sabía que había tenido algo más que solo una amistad con todos ellos en algún momento, pero no dejaba de parecerle raro que Milo hablara con tanta soltura sobre ellos.
- En fin...- Escuchó a Milo.- Gracias a Aioros y Saga aprendí ciertas cosas, como que en el sexo el lubricante y el autocontrol son tan vitales como el aire y el agua. Y de Kanon aprendí que los más callados son los que más aguantan... Tan solo ve a Sorrento, no entiendo cómo es que sigue caminando después de más de cinco años de relación con Kanon. A mí siempre me dejaba adolorido por días.
Milo siguió hablando por unos minutos más, y Shaka, aunque se rehusara a admitirlo, sentía curiosidad por saber más sobre aquellos temas que por tantos años le fueron ajenos, y qué mejor que de alguien que los había experimentado a primera mano.
- Milo, ¿qué edad dices que tenías cuándo lo hiciste por primera vez?
- Unos 13 o 14 años, no recuerdo muy bien.- Respondió el griego, con toda la naturalidad del mundo.- En ese entonces, Aioria definitivamente no sabía usar lo que tiene entre las piernas, lo sabré yo...- Añadió Milo, y después una sonrisa burlona se formó en sus labios.- ¡Ni para gigoló sirve el inútil!, a la primera que lo hizo con una chica la dejó embarazada.- Rió Milo, y Shaka le dió un golpe en el hombro casi al instante.- Es solo una broma, no te enfades... Además, Seika es una niña muy dulce, y Seiya un niño muy tierno... Afortunadamente se parecen más a su madre que a la gata inútil de su padre.
- Creí que era tu amigo.- Lo regañó Shaka.
- Y lo es, pero eso no impide que le hagamos un par de bromas de vez en cuando.- Se encogió de hombros Milo.
Shaka le dió otro golpe en el hombro después de que dijo eso, y Milo no entendió porqué, pero cuándo estaba por reclamar, Shaka habló.
- ¿Esconder a su hija en el armario de limpieza es una broma?- Lo reprendió Shaka con la mirada.- ¿O dejar a Seiya encerrado en el salón de música por horas es una broma?
Milo intentó contener su risa, pero al final terminó riéndose a carcajadas, recordando los días que Shaka había mencionado, ganándose en el proceso otro par de golpes leves en el hombro.
- En mi defensa diré que Kanon y Angelo también participaron en eso.- Dijo entre risas.- Pero a Seika la devolvimos cuando Marín llegó. Y Seiya desde bebé no hace otra cosa más que dormir y comer, cuándo su mamá y su tío se metieron por una ventana al salón de música para sacarlo seguía durmiendo.
Shaka soltó un pesado suspiro.- No tienes remedio.
Milo lo abrazó por los hombros, recargando su mentón el el hombro del rubio.- Pero así le quieres, ¿o no?
Shaka solo sonrió, para después darse la vuelta y abrazar a Milo y dar un suave beso en sus labios.
Milo lo abrazó por la cintura, profundizando el beso, que poco a poco fue cobrando fuerza e intensidad. El heleno terminó recostandose en el sillón, llevándose a Shaka encima de él, y continuaron con aquel beso.
- M-Milo...- Tartamudeó Shaka en medio del beso.- E-Espera.
- Lo siento, yo-
- Aquí no.- Le interrumpió Shaka, sorprendiendolo.- Mis padres podrían llegar en cualquier momento y vernos. Vamos a mi habitación.
Shaka se puso de pie, y comenzó a subir las escaleras. Milo se quedó paralizado un momento, pero después lo siguió.
Llegaron a la habitación del rubio, y antes de que lo notaran, se encontraban encima de la cama, continuando con el beso que dejaron pendiente en la sala.
El beso subió de intensidad cada vez más, hasta que poco a poco sus ropas fueron desapareciendo, dejándolos al descubierto, rozando piel con piel.
Sus respiraciones se agitaban con cada toque, y cada roce incrementaba el calor en sus cuerpos, provocando que pequeños gemidos y suspiros escaparan de sus labios.
Cuándo el momento estaba cerca, Milo llevó sus dedos a esa pequeña y estrecha entrada, comenzando a dilatarla. Shaka se quejó al inicio por la incomodidad, pero después de unos minutos pasó la sensación desagradable, dando paso a una serie de sensaciones de descarga eléctrica que le recorrían toda la espalda.
- ¿Seguro que quieres hacerlo?- Preguntó Milo, sacando sus dedos del interior del rubio.
Shaka solo asintió, para después abrazar a Milo.
El peli-morado acariciaba su espalda con cariño, mientras lo besaba, intentando desviar su atención y evitar el dolor todo lo que fuera posible.
Al inicio, tal y como había dicho Milo, fue algo incómodo, pero después de unos minutos, finalmente estuvo todo dentro.
Jadearon al mismo tiempo, y Shaka no tardó en pedirle a Milo que se quedara quieto por unos minutos.
Milo sabía que la primera vez siempre era algo dolorosa, aún con todas las precauciones, así que hizo caso y se quedó completamente quieto, únicamente abrazando y acariciando la espalda de Shaka, hasta que el rubio dió una indicación de que podía moverse.
Durante las primeras estocadas, Shaka dejó escapar pequeños quejidos, pero poco a poco fue relajándose, hasta que aquella sensación dejó de resultarle extraña e incómoda, y comenzó a agradarle.
Los minutos se les fueron en aquella primera entrega, que culminó cuándo el climax sorprendió a Shaka, haciéndolo terminar en medio de sus abdomenes. Milo le siguió un par de movimientos después, logrando salir a tiempo del rubio, manchando el interior de su muslo.
Los dos estaban agitados, pero se besaron una vez más, abrazándose, y diciéndose cuánto se amaban.
Después de esa pequeña sesión de besos y abrazos, los dos se quedaron profundamente dormidos, sin siquiera sospechar que no eran los únicos en la casa de Shaka.
- En momentos como éste te envidio, Asmita.- Dijo un jóven pelirojo, cubriéndose los ojos.
El mencionado rió levemente antes de responder.- Soy ciego, no sordo, Shijima.- Dijo.- No ví, pero escuché todo.
- Deberíamos decirles que tengan más cuidado.- Añadió Shijima.- Ésta vez tuvieron suerte de que fuéramos nosotros y no nuestros padres.
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