Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Día 10: Infidelidad

Shipp: Valentine x Sorrento

Otro shipp crack a la lista XD
Ésta vez la persona culpable de éste shippeo es __MFPAND0RA con su historia "dos corazones rotos se saben reparar".

La verdad es que me enganché con este shippeo, y el cómo se relacionarían estos dos. Así que este One-Shot está dedicado a ella.

(P.D. Si llegas a leer ésto, esperaré con ansias tu actualización 💕)

•=•=•=•=•=•=•=•=•=•=•

Caminaba sólo por aquellas calles solitarias, bajo el cielo lleno de nubes, amenazando con desatar una tormenta en cualquier momento.

Bueno, ¿qué podía esperar?. Así era casi siempre el clima de Londres, después de haber vivido tantos años ahí, debería saberlo.

Miró al cielo una vez más, como si las respuestas a todas las preguntas que inundaban su mente fueran a llegar de ahí por arte de magia. No vió más que todas esas nubes grises, arremolinándose , y escuchó el cielo rugir. Era cuestión de minutos para que las gotas comenzaran a caer.

Siempre le pareció curioso el cielo de esa ciudad. Era como si ese cielo estuviera sumido en una profunda tristeza la mayoría del tiempo, y las gotas de agua fueran sus lágrimas, y los truenos sus sollozos.

En ese momento, se sentía como ese cielo: Apagado, gris, sin color, y al borde del llanto. ¿La razón?, más bien, las razones.

¿Cómo mandar un matrimonio de cinco años al demonio en menos de cinco minutos? Radamanthys podía considerarse ya un gurú en eso.

¿Cómo meterse en un matrimonio y hacerlo pedazos desde adentro? Kanon debía saberlo a la perfección.

Sacó un cigarrillo de su bolsillo y lo encendió, para después continuar su caminata sin rumbo fijo, yendo a dónde sus pies lo guiaran.

¿Le dolió descubrir la infidelidad del hombre que le prometió amor eterno? Si, no tenía forma de negarlo.

¿Se vió venir aquella traición? Aunque odiara con todo su ser admitirlo, sí, vió el principio del fin hace un par de meses, cuándo Radamanthys le contó de un nuevo compañero de trabajo, recién llegado de Grecia.

Radamanthys no era el tipo de persona que disfruta socializar y conocer gente nueva, mucho menos pasar tiempo con otros. De hecho, era todo lo contrario.

Quizás debió hacerle caso a su instinto, cuándo sus primeras alarmas se encendieron al ver a Radamanthys hablando tan enérgicamente de un nuevo compañero. O al menos a las que le siguieron, cuándo el inglés comenzó a llegar cada vez más tarde a casa, a veces ni siquiera llegando a dormir. O cuándo veía las marcas en la piel del rubio, que no habían sido hechas por él...

Ahora que lo veía en retrospectiva, se daba cuenta de que tenía todas las pruebas posibles enfrente de él, pero prefirió ignorarlas y fingir demencia.

Aunque hasta él sabía que ese teatro tendría una fecha de expiración, y esa cuenta regresiva había llegado a su fin ese día, cuándo los atrapó con las manos en la masa.

Aún sentía ese ardor en la garganta al recordar la imagen de Kanon y Radamanthys, revolcándose en sus sábanas, en su cama... Cómo fue traicionado en su propia casa.

Apenas llegar de su trabajo, decidió ir a su habitación para cambiarse la ropa por una más cómoda y dormir un poco. Pero lo que lo recibió fueron unos sonidos por demás comprometedores. Aún así, insistió en convencerse de que estaba siendo paranoico, y abrió la puerta.

La imagen que lo recibió, fue al que era su esposo, con otro en los brazos, besándolo, mientras lo tomaba.

Todos sus músculos se paralizaron en ese momento, y no pudo hacer más que mirar por segundos que parecieron eternos, sin poder creer lo que veía. Pero al parecer, fue un tiempo considerable, ya que lo descubrieron, y la voz de Radamanthys llamándolo y diciéndole las típicas excusas de siempre, lo devolvió a la realidad.

Sintió las manos de Radamanthys sujetándolo por los hombros, diciéndole que había una explicación, y que por favor lo escuchara.

Cualquiera en su lugar, habría reaccionado al menos con una bofetada, para después gritarle todos los insultos que supiera. Pero él no era cualquiera.

Con toda la calma del mundo, se deshizo del agarre en sus hombros, para después hablar con la misma serenidad.

- Quiero el divorcio. Creo que soy yo quién sobra en esta habitación.

Fue lo único que dijo, para finalmente, dar media vuelta, y comenzar a alejarse, hasta llegar a la entrada, tomar su saco y salir de la casa.

Así fue como terminó caminando bajo el tormentoso cielo londinense, sin un lugar a dónde ir.

Lo último que quería en ese momento era ver a Radamanthys, por eso no podía volver al que alguna vez fue su hogar. Tampoco quería inoportunar a nadie, además de que Radamanthys ya lo estaría buscando, así que tampoco estaba en sus planes ir con sus amigos, con cualquiera de ellos sería cuestión de tiempo para que ese ingrato lo encontrara.

Sin darse cuenta, había llegado al puente de Londres. Aún recordaba que cuándo llegó a aquella ciudad, ese puente fue de las primeras cosas que llamaron su atención. Sabía las historias y leyendas que rodeaban aquella obra, y quizás por eso le encantaba como aterraba por igual.

Radamanthys insistió en mostrarle el Tower Bridge más de una vez, pero realmente, no le llamaba la atención. Sabía que muchas personas confundían el puente de Londres con el Tower Bridge, pero no le parecía tan malo. Después de todo, la mayoría de turistas visitaba el Tower Bridge, y el puente de Londres casi siempre estaba vacío.

Cuándo discutía con Radamanthys, solía ir a ese puente y sentarse en el borde, mirando pasar debajo de él las corrientes de agua del río Támesis, como si el río se llevara todas sus penas con él.

Radamanthys jamás supo de sus visitas a aquel puente, así que ahí no lo encontraría, y decidió seguir su ritual de sentarse en la orilla a contemplar el río por horas, hasta que su amargura se fuera.

Caminó los metros faltantes, hasta llegar a la mitad del puente de piedra. El lugar de por sí no era muy transitado, además de que el cielo indicaba que una tormenta se aproximaba, así que podría darse el lujo de estar solo... O al menos eso pensó.

Al llegar a la mitad del puente, se dió cuenta de que su lugar de siempre era ocupado por otra persona.

Rápidamente se dió cuenta de que aquel desconocido estaba llorando desconsoladamente, sentado en el borde, con sus piernas colgando.

Esa no era una buena combinación, lo sabía de sobra. Esa persona podría saltar en cualquier momento, y si la caída no lo mataba, las corrientes de agua lo harían. Así que no dudó en hablar.

- Ey, amigo, ¿te encuentras bien?- Dijo, captando la atención del contrario

El chico, que portaba una capucha gris volteó en su dirección, y se dió cuenta de que se trataba de un hombre bastante jóven, probablemente no pasaría de los 19 o 20 años.

- No...- Lo escuchó sollozar en un leve susurro.- Nada está bien...

Sus ojos poseían una tonalidad bastante peculiar y que no había visto antes: un color entre el rosa y el lila, y fueron lo que más llamó su atención.

Pero no era momento para pensar en eso, así que, ahora que tenía su atención, continuó hablando.

- Créeme, no quieres hacer eso.- Dijo Valentine.- El agua debe estar a unos 5° o menos.

- ¡No te metas en lo que no te importa!- Respondió el desconocido.- ¡No tienes idea de nada!, ¡no me conoces para decir qué haré o qué no haré!

Valentine soltó el cigarrillo que tenía en los labios, para después arrojarlo al suelo y apagarlo de un pisotón, para después recogerlo, guardarlo en su bolsillo, y acercarse al chico.

- Todo tiene una solución.- Dijo, mirando como los ojos del jóven brillaban por las lágrimas.- ¿Sabes?, hay un proverbio árabe, que dice que cuándo sientas que quieres morir, te arrojes a un río y verás como lucharás con todas tus fuerzas por salir. Porque realmente no quieres morir, solo quieres matar algo que está dentro de tí, pero no sabes cómo.

El jóven lo miró, aún con los ojos inundados de lágrimas, sin decir una sola palabra.

- Malos días los tenemos todos.- Añadió Valentine.- A veces temporadas malas en general... Pero un tropiezo no es el fin de la carrera.

Al parecer, sus palabras hicieron que el chico se replantearea su decisión, ya que parecía mucho más calmado que antes.

- No importa qué tan amargo haya sido el mal trago que tuviste.- Dijo Valentine, sentándose en el borde, junto a aquel desconocido.- Las cosas mejorarán, aunque al momento no seas capaz de verlo. Tan solo mira éste puente, tiene más de 2,000 años de existencia. Y en ese tiempo, tantas veces fue demolido y reconstruido... Pero al final del día, sigue aquí.

El jóven no respondió nada al inicio, pero después de unos segundos finalmente habló.

- ¿Qué hacías tú aquí de todos modos?

- Llevo años viviendo en esta ciudad.- Se encogió de hombros el peli-rosa.- Me gusta venir aquí a pensar.

El chico asintió, y devolvió su vista al río que corría debajo de ellos.

- Por cierto, mi nombre es Valentine.- Añadió.- ¿Y tú?, ¿tienes un nombre?

- Por supuesto que lo tengo.- Respondió el contrario.- Sorrento Wagner.

- Pues, un gusto conocerte.- Dijo Valentine, mirando el río.- Por cierto, Sorrento, ¿por qué querías saltar?

Valentine se percató de cómo el peli-lila apretaba sus puños, mientras las lágrimas comenzaban a llenar sus ojos una vez más.

- No es nada.- Murmuró.- Solo que al parecer soy un completo idiota por creer ciegamente en las palabras de alguien.

- Bienvenido al club.- Sonrió amargamente Valentine, recordando todo lo ocurrido ese día.- No te sientas mal, estamos en el mismo barco.

Sorrento se quitó la capucha que cubría su cabeza, dejando ver el color de su cabello: lila. Una combinación bastante linda con sus ojos rosados.

- Y pensar que estaba a punto de casarme con ese... Ese...

- Al menos tú reaccionaste a tiempo.- Le dijo el peli-rosa, con una leve sonrisa.- A mí me tomó 5 años darme cuenta.

Sorrento volteó a verlo, con la típica expresión que haces al ver a alguien más jodido que tú.

- Lo sé, qué idiota fuí, ¿no?- Se rió Valentine de sí mismo.- Pero las cosas pasan por algo. Si alguien se va, es porque llegará alguien mejor a ocupar su lugar. Y todo mejorará algún día, así que... Supongo que está bien.

Sorrento no dijo nada, y simplemente asintió.

Valentine decidió preguntarle a su nuevo amigo qué fue exactamente lo que le había pasado para terminar en ese lugar.

El peli-lila al inicio se mostró reacio, pero a final aceptó y le contó lo que había pasado.

Así descubrió la historia de Sorrento. El peli-lila era originario de Austria, era músico y consiguió un lugar en un conservatorio de música. Por azares del destino, fue a Grecia a dar un concierto con una prestigiosa orquesta, dónde conoció al que creía el amor de su vida, y después de años de noviazgo, se habían comprometido hace casi un año.

Ambos habían llegado a Londres hace unos meses, cada uno por asuntos de sus trabajos. Y esa mañana, el peli-lila había descubierto que su prometido llevaba meses siéndole infiel, casi el mismo tiempo que tenían en aquella ciudad.

También descubrió que, a pesar de no aparentarlo, Sorrento tenía 27 años de edad.

- Vaya, el mundo si que es pequeño y las coincidencias enormes.- Comentó Valentine, cuándo Sorrento terminó de contar su historia.- Hoy también descubrí a mi futuro ex-esposo con su amante. Créeme, es mejor que los hayas descubierto besandose, y no revolcándose en tu cama.

Sorrento soltó una pequeña risa forzada.- Quizás tienes razón.- Suspiró.- En fin... Supongo que el destino tiene un sentido del humor bastante retorcido.

- Eso es un hecho.- Asintió Valentine.- Realmente me encanta esta ciudad, pero después de ésto, creo que volveré a mi tierra natal, al menos por un tiempo.

- ¿No eres de aquí?- Preguntó Sorrento.

- No.- Respondió el peli-rosa.- Nací y crecí en Chipre, "el primer lugar dónde la Diosa Afrodita pisó tierra."- Dijo, repitiendo la frase con la que la mayoría de los turistas identificaban la isla.

- Estuve ahí hace unos años.- Comentó Sorrento.- Parece un hermoso lugar para vivir.

- Lo es.- Afirmó Valentine con una sonrisa.- Aunque, hace años que no voy.

Continuaron hablando por varios minutos más, como si fueran amigos de toda la vida, aún cuándo no tenían ni siquiera un día de haberse conocido.

No sabían explicarlo, pero, de alguna forma, todas las penas y pesares que los aquejaban, parecieron irse lejos por arte de magia, y los habían olvidado por completo.

De pronto, un fuerte trueno se escuchó, y las nubes dejaron caer los millones de gotas de agua sobre la ciudad.

Todos corrían a sus hogares o a algún local con el objetivo de resguardarse de la lluvia, y ellos no fueron la excepción.

Valentine, en un ágil movimiento, consiguió volver al lado seguro del puente, y después ayudó a Sorrento a hacer lo mismo.

El peli-lila le comentó que el apartamento que alquilaba no estaba muy lejos de ahí, y que si corrían lo suficientemente rápido podrían llegar sin mojarse demasiado.

En otras circunstancias, no habría accedido tan fácil a ir a casa de alguien que acababa de conocer, pero parecía que la lluvia no cesaría en al menos un par de horas, además de que no quería volver a casa. Así que, solo por esa vez, decidió aceptar.

Sorrento le sujetó de la muñeca, y ambos corrieron un par de calles, hasta llegar a un lindo edificio, y entrar.

Sorrento saludó al guardia de seguridad y a la recepcionista, y siguieron de largo, hasta llegar al elevador. Valentine notó que se dirigían al último piso.

Una vez que las puertas se abrieron, ambos bajaron del elevador, y caminaron por el pasillo, hasta detenerse frente a una de las puertas.

Sorrento sacó una tarjeta del bolsillo de su sudadera, y la deslizó por el lector de la puerta para abrirla.

Valentine quedó asombrado al ver el interior. La sala poseía un enorme ventanal de cristal que daba una vista aérea de toda la ciudad. También notó la enorme pantalla plana colgando de una de las paredes, los pulcros sillones blancos, y la mesa de centro hecha de cristal.

- Disculpa el desorden, pero no tenía contemplada una visita.- Escuchó la voz de Sorrento una vez que entraron.- Será mejor buscar unas toallas.

- Supongo.

Sorrento fue por uno de los pasillos, regresando unos minutos después, con un par de toallas blancas en las manos, ofreciéndole una a Valentine.

El peli-rosa la aceptó, comenzando a secar su cabello, que escurría agua sin parar.

- Creo que somos más o menos de la misma talla.- Comentó Sorrento, al ver que ambos estaban completamente empapados.- Puedes usar algo de mi ropa, al menos hasta que la tuya esté seca.

Valentine se negó amablemente en un inicio, no queriendo verse como un aprovechado, pero ante la insistencia de Sorrento, no tuvo de otra más que ceder.

- Será mejor que tomes una ducha también.- Le comentó Sorrento, una vez que le llevó un cambio de ropa completo.- Puedes usar el baño, está al fondo del pasillo.- Añadió el peli-lila, señalando el otro pasillo.

Valentine estaba por negarse, creyendo que Sorrento ya había hecho demasiado por él, pero el frío y el estornudo que no pudo contener le hicieron saber que si lo hacía, terminaría pescando un resfriado, así que le agradeció al peli-lila y se dirigió a dónde le había señalado.

Tomó una rápida ducha, usando la menor cantidad de jabón y agua posible, para después salir, envolviéndose en la toalla que Sorrento le había dado previamente.

Tal y como Sorrento había sospechado, eran prácticamente de la misma talla, quizás solo unos centímetros de estatura eran la única diferencia, pero no fue gran problema con la ropa que le dió el peli-lila.

Después de vestirse, salió del baño y se dirigió a la sala, dónde supuso que estaría Sorrento.

- ¡Oh, lo siento!- Exclamó, girando la vista rápidamente.- No sabía que te estabas cambiando aquí.

- N-No hay problema.- Respondió Sorrento, que terminó de colocarse una bata de baño.- No quiero pasar demasiado tiempo en "esa" habitación, así que decidí cambiarme aquí.

Valentine entendió que al decir "esa" habitación, Sorrento se refería al dormitorio que alguna vez compartió con su ex-prometido. Entendía lo que debía sentir el peli-lila en ese momento, así que no lo juzgó y simplemente asintió comprensivo.

- Iré a ducharme.- Dijo Sorrento.- Tu ropa está en la secadora. Dejé tu teléfono en la mesa del centro, puedes encender la televisión si gustas. Si necesitas la contraseña del wi-fi, solo escanea el código QR que está junto a la televisión.

- Muchas gracias.- Agradeció Valentine todas las atenciones de Sorrento.

Después de esa pequeña conversación, Sorrento se fue al cuarto de baño, dejando a Valentine en la sala.

Valentine se quedó quieto en el sillón más grande de la sala, el que estaba justo enfrente de la pantalla plana. Tomó su celular, que había apagado apenas salió de casa.

Se cuestionó si debía siquiera encenderlo y arriesgarse a que Radamanthys lo bombardeara de llamadas toda la noche.

Finalmente, y después de un pequeño debate mental consigo mismo, se decidió a encender el teléfono. Tal y como sospechaba, cientos de notificaciones de mensajes de texto y otros cientos en el buzón de voz saltaron en un instante.

Usó el código que Sorrento le había indicado, y abrió los mensajes por separado.

Aunque una buena parte eran de Radamanthys, otros más eran de sus amigos y conocidos, intentando localizarlo.

Al revisar la diferencia de tiempo entre uno y otro, llegó a la conclusión de que Radamanthys se desesperó al no dar con él, y terminó alertando a todos sus conocidos en la ciudad para ayudarlo a encontrarlo, obviamente omitiendo la razón de su repentina desaparición. Los mensajes de Queen, su mejor amigo, le confirmaron lo último.

Sabía de sobra que Queen jamás se prestaría a ayudar a Radamanthys si supiera lo que hizo, mucho menos hablaría del rubio como si fuera la víctima.

Así que rápidamente escribió una respuesta a su mejor amigo, diciéndole que estaba bien, y explicándole lo que había pasado con Radamanthys, pidiéndole que no le dijera nada a nadie. Cuándo todos supieran lo que Radamanthys había hecho, definitivamente pasaría una gran vergüenza ante todos sus conocidos, amigos y familiares, y aún no estaba preparado mentalmente para eso.

Queen no tardó en responder, preguntándole en dónde estaba, y tratando de reconfortarlo. También le contó la historia que Radamanthys había inventado para cubrir su infidelidad: Llegó a casa, y no vió a Valentine por ningún lado. Lo esperó, pero el peli-rosa jamás apareció, y no contestaba su celular. Esa fue la historia que Radamanthys inventó.

"¿En serio?, vaya, lo creía más inteligente. Debió al menos tomarse la molestia de pensar en algo más creativo y creíble."- Escribió a su amigo.

Intercambió un par de textos más, antes de despedirse y acordar que se verían al otro día en el puente de Londres para hablar del tema, y después se despidieron.

Valentine ni siquiera abrió los mensajes de Radamanthys, y se limitó a leerlos en la barra de notificaciones. Todos eran exactamente lo que ya esperaba, cosas como:

"Por favor contesta"
"Todo es un malentendido"
"Te juro que hay una explicación"
"Por favor, hablemos de ésto"
"Por favor, perdóname"

No pudo evitar rodar los ojos con hartazgo. Definitivamente era un descarado por intentar justificarse, aún después de ser atrapado en plena movida.

Siguió deslizándose por la interminable lista de notificaciones, con cuidado de no abrir ninguna, hasta que una de ellas llamó su atención.

¿Qué demonios...?- Fue el primer pensamiento que pasó por su cabeza al ver el remitente.- Definitivamente, son tal para cuál...

Abrió aquel mensaje, y lo leyó de inicio a fin, terminando con una mezcla extraña de emociones al finalizar:

"Mira, Valentine, no tiene caso siquiera intentar negarlo, así que te diré la verdad. Sí, me acosté con tu esposo, y no era la primera vez.
Ya que al parecer, Radamanthys no tiene los huevos para contarte todo ésto, te lo diré yo: Todo comenzó cuándo nos conocimos, hace dos meses. No tengo idea de qué demonios pasó, pero el mismo día que nos conocimos, tuvimos sexo en el baño de la oficina, y días después, lo repetimos, en su auto. Te seré sincero, en ese entonces yo no sabía que él era casado, lo supe hasta dos semanas después, cuándo nos presentó.

Aún recordaba cuándo Radamanthys le presentó a Kanon como el compañeros de trabajo del que tanto hablaba. Desde ahí sintió que algo no cuadraba, algo andaba mal, por el nerviosismo del peli-azul... Definitivamente tenía todas las pruebas enfrente, y no se dió cuenta.

Quise terminar con aquella aventura al instante, porque, lo admito, yo estaba comprometido, pero por Radamanthys planeaba dejar a mi prometido, pero al saber que él estaba casado, me enfadé muchísimo y me arrepentí de todo lo que había pasado.
Pero no fuí capaz, terminé cediendo, y aceptando continuar con eso, aún sabiendo todo lo que se ponía en juego.
De seguro debes preguntarte si continué con la relación que yo tenía previamente, y la respuesta es "sí". Mantuve en pie mi compromiso y mis planes de casarme a finales de año.

Maldito descarado.- Pensó Valentine, pero aún había más texto, y continuó la lectura.

Si te preguntas si todas esas noches que Radamanthys dijo estar haciendo horas extras, todas esas reuniones privadas, y todas esas cenas de la compañía, fueron solo un invento para encubrir el engaño, sí, lo fueron. Todas y cada una de esas noches y días los pasó conmigo. Jamás existieron tales reuniones, cenas, ni horas extras que cumplir.

Dime algo que no sepa ya...- Dijo Valentine en su mente.

Sé que cometí un error, Valentine. Sé que te lastimé, y lastimé al que hasta hoy era mi prometido. Sé que destruí tu matrimonio, sé que ésto representa una gran humillación para tí, y lo siento.

Eso sí lo sorprendió. ¿Kanon admitiendo su falta y disculpándose?, ¿qué clase de amante hacía eso?

Si te sirve de consuelo, mi prometido me descubrió y me mandó al diablo por un mensaje de texto hoy.
Espero que algún día puedas perdonarme."

Valentine no supo qué debía decir ahora. Por una parte, había sentido la ira comenzando a surgir de su ser al leer la confesión tan descarada de Kanon. Pero pasó de la ira a la confusión al leer la disculpa que, aunque mediocre, sincera, que Kanon ofrecía.

Estaba seguro de que cualquier otra persona en su lugar habría respondido todos los insultos que se supiera, y después bloqueado el contacto. Pero nuevamente se repitió a sí mismo, él no era cualquiera. Así que, manteniendo la calma, y con la misma serenidad que había abandonado su casa en la tarde, escribió una respuesta.

"Mira, Kanon. Lo que hayan hecho y sigan haciendo en el futuro, no me va, ni me viene.
Si tanto lo quieres, no te preocupes, en unos meses será libre y totalmente tuyo.
Puedes quedartelo y presumirle al mundo que ganaste si así lo deseas, solo te recuerdo algo importante: Al volverte su esposo, tu lugar como su amante quedará disponible.
Así que te deseo toda la suerte del mundo, porque si me hizo ésto a mí, será solo cuestión de tiempo para que también te lo haga a tí."

Presionó el botón de enviar, y después apagó el teléfono, dejándolo de lado, no queriendo a Radamanthys molestando toda la noche.

Las emociones comenzaban a abrumarlo nuevamente, sentía su cabeza doler, y se dejó caer totalmente en el respaldo del sillón, echando su cabeza para atrás, mientras cerraba los ojos, intentando no pensar más en ese asunto.

- ¿Pasó algo?

Escuchó la voz de Sorrento, y al alzar la cabeza y girar la vista, se dió cuenta de que el peli-lila había salido de ducharse, vistiendo únicamente aquella bata de baño.

- Muchas cosas.- Suspiró Valentine.- No sé qué tan normal sea que el amante de tu esposo te envíe un mensaje explicándote con lujo de detalle su aventura, y disculpándose contigo.

Sorrento se sentó a su lado, con una comprensible expresión de confusión en su rostro.

- Vaya sínico.- Soltó Sorrento con molestia.- Si ese bastardo hiciera eso, no dudaría en mandarlo al demonio.

Valentine sonrió levemente.- No me rebajaría a su nivel.- Dijo.- Pertenecemos a niveles completamente diferentes, así que me limité a aclararle que no me importa, y decirle un par de verdades amargas que de seguro pasó por alto.

- No entiendo cómo puedes estar tan calmado en una situación cómo esa.- Mencionó Sorrento, echando la cabeza para atrás en el respaldar del sillón.- Cuándo descubrí lo que ese idiota había hecho, no dudé en escribirle un largo mensaje diciéndole que se fuera al diablo tomado de la mano con su amante.

La última frase de Sorrento hizo que a Valentine le viniera a la mente una parte del mensaje de Kanon.

Ya eran demasiadas coincidencias como para pasarlas por alto, y se dió cuenta de que Sorrento en ningún momento había mencionado el nombre de su ex-prometido. Así que decidió preguntar.

- Kanon.- Respondió el peli-lila, apretando los dientes por la ira.

- ¿Kanon Ioannidis?- Preguntó Valentine, captando la atención de Sorrento, que de inmediato se enderezó.

- ¿Cómo sabes su apellido?- Preguntó el peli-lila.

- Porque él es el amante de mi esposo.- Dijo Valentine, no sabiendo si reír por aquella coincidencia, o llorar de amargura y rabia.

Sorrento parecía estar en una situación similar. Sus ojos decían más que mil palabras.

Valentine encendió su teléfono nuevamente, y en su galería de fotos buscó una y se la mostró a Sorrento.

- ¿Es éste con quién descubriste a Kanon?- Preguntó, mostrándole una foto de Radamanthys.

Sorrento solo asintió, aún en shock por la inesperada revelación.

- Bueno, éste ingrato que ves aquí, es Radamanthys Wembley.- Añadió Valentine.- Él es el amante de Kanon.

Sorrento no supo qué responder, e inconscientemente, sus ojos se llenaron de lágrimas al recordar lo ocurrido durante la tarde.

Valentine notó que Sorrento estaba a punto de comenzar a llorar, y sin saber qué más hacer, lo atrajo contra su pecho, permitiéndole llorar.

- Lo lamento.- Susurró Valentine, acariciando su espalda.- Creo que no debí mostrarte esa foto.

Sorrento solo negó con la cabeza, aún escondido contra el pecho de Valentine.

Kanon definitivamente debió significar algo muy importante en la vida de Sorrento como para que el peli-lila se encontrara tan mal ante esa traición.

- No tengo idea de porqué llegaste a quererlo tanto.- Dijo Valentine, sin dejar de acariciar la espalda del peli-lila.- Pero éstas cosas pasan, nadie está exento de que algo así le pase. Y no queda nada más que hacer que resignarse, pasar página y seguir adelante.

- Quisiera poder tomarme ésto col tanta calma como tú...- Sollozó Sorrento.- Yo solo estaba comprometido... Si hubiera tenido años de casado como tú... Yo no sé qué habría hecho...

- Aunque estuve casado, tengo prácticamente la misma edad que tú.- Respondió el peli-rosa.- Me casé a los 24 años, y quizás mi único error fue confiar y seguir ciegamente a Radamanthys... En fin, no me caigo dos veces con la misma piedra. Así que seguiré adelante y le demostraré al mundo que puedo continuar, y es lo que deberías hacer.

Valentine sintió que Sorrento se abrazó a él, sollozando aún más que antes.

- Él era mi mundo... Fue la primera persona a la que llegué a amar de esa forma...- Dijo entre sollozos el peli-lila.- Confié en él... Hice todo lo que podía para hacerlo felíz... Y todo... ¿Todo para qué?, ¿para qué alguien aparezca de la nada, y de un día para otro me quite lo que cuidé por años?

- ¿Y él hacía por tí todo lo que tú hacías por él?

Sorrento no respondió con palabras, simplemente lloró más fuerte que antes. Valentine entendió que eso era un "no".

- No muevas montañas por quién no mueve una piedra por tí.- Susurró Valentine.- Pareces un buen chico, y definitivamente Kanon no supo valorar lo que tenía.

Sorrento se separó unos centímetros, alzando la vista, y dejando ver sus ojos cristalizados y sus mejillas húmedas por las lágrimas.

Valentine sintió algo removerse en su pecho ante tal imágen. Era como ver a un ángel llorando, quizás por los enormes ojos de Sorrento, que parecían dejar ver a través de su alma todas sus emociones.

- Estoy seguro de que encontrarás a alguien mucho mejor, y que sepa darte el valor y el amor que mereces.- Le sonrió Valentine, acariciando levemente su mejilla, en un intento de animarlo.

Sorrento puso una de sus manos sobre la de Valentine, para después cerrar los ojos, y frotar levemente si mejilla con la mano del contrario.

Ese simple tacto le hacía sentir un especie de calor, una sensación de protección. Hace tanto tiempo que no sentía algo así, que casi olvidaba lo que se sentía.

Al abrir sus ojos, su mirada chocó con la de Valentine, haciendo que su corazón diera un vuelco.

Vió que las pálidas mejillas de Valentine se tiñeron de un fuerte rubor rojo, al igual que las suyas.

Dejándose llevar por el ambiente y lo que sus impulsos le decían, acercó su rostro al de Valentine, terminando por rozar sus labios, fundiéndose en un beso.

Llevó sus manos a las mejillas de Valentine, mientras el peli-rosa lo abrazaba por la cintura, profundizando el contacto.

Se separaron tan solo unos segundos por la falta de aire, mirándose fijamente a los ojos, sin saber qué decir, tan solo para volver a unir sus labios una vez más.

Ésta vez fue mucho más intenso y profundo que el anterior, incluyendo a sus lenguas en el juego. Sorrento incluso terminó sentándose en el regazo de Valentine, abrazándose a su cuello.

Con lentitud, Valentine recorrió el cuerpo del peli-lila, para después comenzar a deshacer el nudo de la bata, dejando sus hombros y pecho al descubierto.

Sorrento dejó escapar unos suspiros en medio de los besos, ante el tacto de Valentine.

Cuándo el nudo quedó deshecho, la bata se deslizó por los brazos de Sorrento, hasta caer de lleno al piso, dejando cada centímetro de piel del peli-lila al descubierto.

Varios besos continuaron, mientras Sorrento se dedicaba a desabotonar la camisa de Valentine, mientras el peli-rosa no dejaba de acariciar todo su cuerpo.

Cuándo terminó con el último botón, comenzó a retirar la prenda, y Valentine no opuso resistencia, dejándose desnudar.

Valentine deslizó su boca hasta el cuello de Sorrento, dejando pequeños besos por todo el largo, bajando hasta la clavícula, continuando su recorrido por el pecho del peli-lila, hasta llegar a un pequeño botón rosado. No pensó mucho, y pasó su lengua por encima de éste, haciendo que Sorrento se moviera hacía atrás.

- ¿Hice algo mal?- Preguntó ante la reacción, pensando que quizás lo había incomodado.

- N-No.- Tartamudeó nervioso.- Es solo que... Jamás me habían hecho eso antes... Solo me sorprendí un poco.

Las mejillas sonrojadas de Sorrento, y el cómo desviaba la mirada al hablar no dejaban lugar a dudas.

- ¿Está bien si lo vuelvo a hacer?- Preguntó Valentine, queriendo que fuera algo agradable para ambos.

Sorrento solo asintió, sin atreverse a verlo a los ojos.

Llevó su boca nuevamente a ese pequeño punto tan sensible en el peli-lila, comenzando a atenderlo con delicadeza con su boca.

Tan solo con rozarlo con la punta de su lengua, sintió un leve espasmo en Sorrento. Cuándo siguió dando suaves lamidas, Sorrento se abrazó a él, gimiendo levemente cerca de su oído.

- ¿Se siente bien?

- Si.- Gimió el peli-lila.

Valentine siguió lamiendo el pezón del peli-lila, hasta que sintió duro ese pedacito de carne, y decidió probar pegar completamente su boca, dando pequeñas succiones.

Un agudo gemido de parte de Sorrento le confirmó que le había gustado al peli-lila.

- ¡Valentine!...- Gimió su nombre, apretando su cabeza contra su pecho.- Hazlo más fuerte... Por favor...

Continuó dando succiones cada vez más fuertes, mientras que con una de sus manos comenzó a frotar el otro pezón de Sorrento, haciendo que el peli-lila se retorciera y gimiera, pidiendo más.

- V-Valentine...- Gimió el peli-lila.- E-Espera...

Detuvo sus acciones cuándo Sorrento le indicó, y pudo ver que el peli-lila respiraba agitado, con las mejillas rojas por la excitación.

- N-No es justo que tú hagas todo.- Tartamudeó Sorrento.- D-Déjame hacer algo por tí también.

Valentine asintió, dándole permiso a Sorrento de hacer lo que quisiera.

Vió que el peli-lila bajó de su regazo, arrodillándose enfrente de él, y rápidamente entendió lo que tenía en mente.

Sorrento le bajó los pantalones, junto a la ropa interior, liberando su miembro. Comenzó a dar pequeñas lamidas por todo el largo de su falo, para después apretar la punta entre sus labios, haciendo jadear al contrario.

Valentine no pudo contener los gemidos que escaparon de sus labios cuando Sorrento engulló completamente su miembro. Apretó un cojín que alcanzó con una de sus manos, intentando controlarse, cuándo la lengua de Sorrento comenzó a hacerle ver estrellas.

Entonces sintió que Sorrento tomaba su mano, guiándola a su cabello. Aquella acción lo sorprendió, pero no quiso arriesgarse a malinterpretar las acciones del peli-lila y echar a perder el momento.

- Puedes sujetar mi cabello si quieres.- Le dijo Sorrento, deteniendo sus acciones por un momento.

- Te vas a ahogar.- Jadeó Valentine.- No quiero lastimarte.

Sorrento le sonrió antes de responder.- No te preocupes, tengo una garganta algo profunda.- Sonrió el peli-lila.- Puedes marcarme el ritmo que prefieras.

Después de decir eso, Sorrento volvió a su actividad anterior, devorando el pene de Valentine, envolviéndolo con su lengua, y lubricando con su saliva.

Valentine quedó hecho un montón de gemidos y jadeos, perdido en el placer que Sorrento le brindaba. Su mano en la cabeza del peli-lila a duras penas y se movió, Sorrento realmente sabía lo que hacía, y bastante bien.

- Sorrento...- Gimió el nombre del peli-lila.- E-Espera...

Sorrento se detuvo, entendiendo lo que Valentine intentaba decir.

Se miraron a los ojos nuevamente, y después volvieron a besarse, retornando a sus posiciones iniciales.

Sorrento comenzó a moverse suavemente sobre el regazo de Valentine, causando fricción entre sus miembros, haciéndolos jadear a ambos en medio de los besos.

- Sorrento...- Jadeó Valentine, besando el hombro del peli-lila.- ¿Tú... Quieres...?... Yo... Creo que no hablamos de ésto, y...

- No tengo problema si... Lo haces tú.- Respondió entre jadeos el peli-lila.

Volvieron a besarse una vez más, y en un movimiento, Valentine recostó a Sorrento en el sillón, quedando enmedio de sus piernas.

Con ayuda de una de sus manos, guió su miembro hasta la estrecha entrada del peli-lila, simulando embestidas sin entrar por unos segundos, hasta que Sorrento pareció desesperarse y habló.

- No soy virgen, no es necesario que tengas tantos cuidados conmigo.- Dijo el peli-lila, para después invertir las posiciones, quedando encima de Valentine.

Valentine no se movió, dejando a Sorrento continuar a su manera. Vió como el peli-lila tomó su miembro en su mano, y autopenetrarse de un solo movimiento.

La calidez del interior del peli-lila envolviendo su pene lo hizo jadear, echando la cabeza para atrás.

Sorrento soltó un gemido al tener el miembro de Valentine dentro, para después comenzar a dar pequeños saltos, apoyándose en el pecho de Valentine.

En cuestión de segundos, ambos se encontraban gimiendo y jadeando, vueltos locos del placer y las sensaciones que los invadían.

Valentine volvió a cambiar las posiciones, dejando a Sorrento debajo de él, y continuó con embestidas, que aumentaban de intensidad paulatinamente.

Pasados unos minutos, Sorrento se aferró a su cuello, enredando sus piernas alrededor de su cintura, mientras Valentine continuaba con las embestidas, que para ese punto hacían que el mueble rechinara y se moviera con ellos.

- ¡Valentine!- Gemía Sorrento el nombre del peli-rosa, enterrando sus uñas en la espalda del contrario.- ¡Más!

- Sorrento... Eres tan estrecho.- Gimió Valentine, dando besos por todo el cuello del peli-lila.- Me encantas...- Añadió, para después besar el hombro del peli-lila.

Las paredes internas de Sorrento se contraían, apretaban su miembro de una forma que lo volvía loco. Y después de arremeter frenéticamente contra el cuerpo del peli-lila, Valentine sintió cerca su orgasmo, e intentó salir del interior de Sorrento, pero el peli-lila se lo impidió.

- Puedes hacerlo dentro...- Gimió Sorrento, abrazándose con fuerza a su cuello, besando el pecho del contrario.- Te necesito más tiempo dentro.

Valentine intentó retrasar su clímax tanto como le fue humanamente posible, pero finalmente, no pudo hacerlo por más tiempo, siendo alcanzado por el preciado orgasmo, que lo hizo derramar toda su escencia dentro de Sorrento.

Ambos gimieron al unísono, abrazándose el uno al otro, para después buscar unir sus labios por enésima vez.

Fue hasta después de un tercer beso corto, cuándo Valentine se dió cuenta de que Sorrento no había terminado, y de inmediato habló.

- ¿Quieres que...?

- No... No es necesario.- Respondió el peli-lila, desviando la vista.- No te preocupes, no es nada.

Valentine volvió a besarlo, siendo correspondió, y después respondió.

- No es justo que solo yo haya terminado y tú no.- Dijo, haciendo que Sorrento se sonrojara aún más.- Déjame ayudarte. Si lo hago mal solo dime.

Sorrento finalmente asintió, para después volver a besarse.

Valentine salió de su interior, sin dejar de besarlo en ningún momento. Escuchó a Sorrento soltar un jadeo al sentir el repentino vacío en su interior, pero continuaron con aquel beso.

- ¿Quieres que te dé un oral?- Preguntó el peli-rosa, después de separarse un momento del beso para respirar.

- L-Lo que sea está bien.- Tartamudeó Sorrento.- No es necesario que lo hagas si no quieres.

Valentine lo calló con un beso.- Quiero hacerlo.- Dijo.- Dime qué te gusta y yo lo haré.

Sorrento parecía sorprendido, como si fuera la primera vez que le decían algo como eso. Valentine volvió a besarlo, acariciando cada parte de su cuerpo con delicadeza, para hacerlo reaccionar. Después de reponerse de aquel shock, Sorrento respondió.

- ¿Puedes... Hacer lo que hiciste con tu boca antes?- Preguntó tímidamente el peli-lila.

Valentine asintió, dedicándole una sonrisa, entendiendo a qué se refería Sorrento.

Después de besarlo, repitió aquel recorrido con sus labios hasta llegar al pecho del peli-lila, comenzando a estimular aquel sensible pedacito de carne con su boca.

Sorrento se mostró igual de receptivo que antes a sus acciones, gimiendo en el proceso. Entonces Valentine comenzó a frotar el otro botón del peli-lila con una de sus manos.

Su otra mano se deslizó hasta la entrepierna de Sorrento, tomando el miembro del peli-lila en su mano, comenzando a masturbarlo.

En pocos segundos, Sorrento se encontraba gimiendo el nombre de Valentine, retorciendose cada vez con más frenesí debajo de él, hasta que el clímax lo sorprendió, haciéndolo derramarse en la mano del peli-rosa.

Su cuerpo siguió presentando pequeños espasmos después del orgasmo, mientras Valentine se dedicaba a besarlo y acariciarlo con cariño y delicadeza, como si fuera una figura de cerámica que se fuera a romper al menor movimiento brusco.

Sorrento se dejó mimar, correspondiendole a Valentine de la misma forma, acariciando sus rosados cabellos, y sus mejillas mientras se besaban, hasta que ambos se quedaron dormidos.

[...]

A la mañana siguiente, unos toques en la puerta los hicieron despertarse.

Intercambiaron una mirada, ninguno de los dos tenía ganas de levantarse para ver quién era, pero los golpes en la puerta fueron tan insistentes, que Sorrento terminó por hartarse e ir a abrir, importandole poco ni siquiera haberse atado bien la bata de baño.

- ¡¿Qué demonios hacen aquí?!

Cuándo Valentine escuchó a Sorrento gritar enfurecido, se puso de pie, cubriéndose con la toalla que había quedado desparramada cerca del sillón.

Al asomarse, entendió el porqué del grito de Sorrento.

En el marco de la puerta se encontraban Radamanthys y Kanon, que por estar discutiendo con Sorrento, ni siquiera se percataron de su presencia.

- Buenos días, Radamanthys, Kanon.- Dijo, acercándose a Sorrento.

Los ojos de Radamanthys se abrieron como platos al verlo ahí.

- ¡¿Qué haces aquí, Valentine?!- Le reclamó Radamanthys.- ¡¿Te metiste con éste?!, ¡maldita sea, aún estamos casados, y tú-!

- Creo que no estás en posición de exigir nada, Radamanthys.- Lo silenció Valentine de inmediato.- Lo mismo va para tí, Kanon. Por cierto, gracias por tu mensaje de ayer, y por aclararme tantas cosas.

Radamanthys volteó a ver a Kanon, con una mirada que definitivamente asustaría al mismísimo demonio.

- ¡¿De qué está hablando, Kanon?!- Le gritó enfadado el rubio.- ¡¿Qué hiciste, idiota?!

- ¡Lo que tú no tienes los huevos de hacer!- Le respondió gritando el peli-azul.- ¡Tarde o temprano lo iba a saber de todas formas, Radamanthys. Solo le facilité las cosas!

Ambos se olvidaron completamente de lo que discutían con Sorrento segundos antes, para comenzar a discutir entre ellos, hasta que Valentine los interrumpió.

- Lamento molestarlos, pero ¿podrían discutir sus asuntos de pareja en otro lado?

Ambos se callaron por unos segundos, dirigiendo su atención hacia ellos nuevamente.

- Y por cierto, Kanon, no tienes idea de lo que perdiste.- Añadió Valentine, con una sonrisa triunfal en el rostro, mientras abrazaba por la cintura a Sorrento.- Pero debería agradecerte, porque una belleza como él no se ve en cualquier lado.

- Me da igual lo que haga con su vida.- Dijo Kanon.- Yo solo venía a recoger mis cosas, no a averiguar si te lo cogiste o no, eso me da igual. Ni siquiera sabía que se conocían.

Sorrento intentó replicar a las palabras de Kanon, pero Valentine se lo impidió, susurrándole algo al oído.

- Déjalo que se lleve sus cosas. Así dejarás de verlo más rápido.

Después de escuchar las palabras de Valentine, Sorrento accedió a permitirle entrar a Kanon para recoger sus pertenencias.

Radamanthys fue el único que se quedó parado en el umbral de la puerta, sin saber qué más hacer.

Kanon se puso a empacar sus pertenencias, mientras Valentine se encargó de mantener distraído a Sorrento, acompañándolo al baño para vestirse ambos.

- ¿Estás bien?- Preguntó Valentine.

- Estaré mejor cuándo esos dos se larguen de aquí y no tenga que volver a verlos en mi maldita existencia.

Valentine, movido por sus impulsos, abrazó a Sorrento contra su pecho, y Sorrento, aunque confundido, terminó por corresponderle.

- Eres increíble.- Le dijo Valentine.- Creo que después de todo, ese par hizo algo bien.

- ¿Qué quieres decir?

- Si no hubieran sido infieles, jamás te habría conocido.- Respondió Valentine, dedicándole una cálida sonrisa.- Ya que ambos estamos solteros, ¿te parece ir a comer algo juntos?

Sorrento esbozó una sonrisa, para después dar un corto beso en los labios de Valentine.- Consideralo una cita.

Después de que Kanon se fuera, llevándose a rastras a Radamanthys con él, Valentine y Sorrento tuvieron nuevamente un ambiente de tranquilidad.

Luego de tomar una ducha y vestirse, ambos salieron del apartamento del peli-lila, rumbo a la que consideraban su "primera cita".

Llegaron hasta una linda pastelería, e ingresaron al local, siendo recibidos por un chico de cabello fucsia, que fue directo a Valentine.

- ¡Val!- Le llamó el jóven, abrazándolo.- Qué bueno que estás bien. Realmente me preocupé por tí.

- Gracias, Queen, pero estoy bien.- Le respondió con una sonrisa.

- ¿Quién es él?- Preguntó Queen, refiriéndose a Sorrento.

- Queen, él es Sorrento, el ex-prometido del amante de Radamanthys, larga historia de cómo nos conocimos.- Comenzó las presentaciones.- Sorrento, él es Queen, mi mejor amigo y mano derecha.

- Cualquier amigo de Valentine es amigo mío. Un gusto conocerte.- Le sonrió Queen al peli-lila, ofreciendo su mano en un gesto amistoso.

- Igualmente.- Sonrió Sorrento, estrechando la mano de Queen.

- Queen, quería pedirte un favor.- Habló Valentine, después de terminar oficialmente las presentaciones.

- Claro, Val. El que sea.

- Creo que hoy me tomaré el día, ¿crees que puedas encargarte de dirigir a todos?

Queen asintió con una sonrisa.- Por supuesto. Tú diviértete, yo me encargo de administrar todo.

- Muchas gracias, Queen.

- No es nada.- Le sonrió el contrario.- Oh, por cierto, ¿ya desayunaron?

El silencio de ambos chicos le dió la respuesta a Queen.

- En ese caso, tomen. Son de los mejores postres de la pastelería, recién salidos del horno.- Dijo Queen, entregándoles una caja llena de postres.- Ahora sí, pueden ir tranquilos a dónde quieran.

Después de despedirse de Queen, Valentine y Sorrento salieron de la pastelería, sin un rumbo fijo, únicamente caminando, comiendo un par de los postres que Queen les había dado.

- ¿Trabajas en una de esas pastelerías?- Preguntó curioso Sorrento.- He leído que son muy reconocidas en toda Inglaterra.

- Algo así.- Sonrió Valentine.- Soy el dueño de la franquicia.

Sorrento casi se atraganta con el pedazo de pastel que estaba comiendo al escuchar eso.

Valentine de inmediato se acercó a verificar que el peli-lila estuviera bien.

- No es gran cosa.- Añadió Valentine.

- ¿Que no es gran cosa?- Preguntó incrédulo Sorrento.- ¡Es increíble todo lo que haz logrado!

- Realmente, mis amigos han sido de gran ayuda para lograrlo. No sé qué haría sin ellos.

Sus miradas chocaron, y simplemente se sonrieron mutuamente, para después darse un pequeño y tierno beso.

No sabían qué les deparaba el futuro, qué dificultades tendrían que enfrentar. Lo único que sabían, es que se encontraron en el momento que menos esperaban, pero lucharían por mantenerse juntos.

Por algo dicen que a veces el destino actúa de formas misteriosas, pero siempre pone todo en su lugar. Quizás todo el sufrimiento fue un plan del destino para unirlos por el resto de la eternidad.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro