Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Día 13

━━━━━━✧❃✧━━━━━━

Comiendo helado
AU sin quirks

━━━━━━✧❃✧━━━━━━

—¡Te... ¡tengamos una cita!

—¿Huh? —Bakugo pasó la vista de su celular hasta el rostro del chico frente a él con una expresión quizás molesta —, ¿qué te hace pensar que aceptaré hacer esa mierda contigo?

El chico soltó una risa mientras aparta la vista. Rostro caliente a más no poder y sudor pegajoso en las manos.

Consideraba un logro haber llegado hasta ahí en una pieza.

—P-pues... —tartamudeó. Bakugo alzó una ceja —, vamos a casarnos dentro de un año, ¿no? Creo que estaría bien conocernos mejor.

El cenizo alzó el mentón para mirarlo, sin llegar a dar una respuesta inmediata. Lo observó de pies a cabeza, quizás buscando alguna sola pizca de flaqueza de su parte, más no encontró nada. Eijiro estaba verdaderamente firme ante su propuesta. E incluso tenía la suficiente determinación, más no valentía, de hacer lo posible para que lograran llevarse bien antes de cumplir con aquel matrimonio arreglado que ambas familias les impusieron.

Katsuki había peleado durante semanas contra sus padres ante la absurda idea de comprometerlo con otro hombre, en especial de alguien a quien nunca había visto en su vida. Pero entendía, aunque odiara admitirlo, que los únicos que podían ayudar el estado económico de su familia eran los Kirishima. El negocio de su madre había estado en pie durante años, y esta repentina crisis solo los había llevado a deudas contra el banco y préstamos de alto costo. Y aunque eso no quitara peso de que habían ofrecido a su propio hijo solo por un poco de dinero, él no podía odiarlos por tanto tiempo, incluso si era el único sentimiento que sabía expresar abiertamente.

Pocos días después había conocido a Eijiro Kirishima, su prometido, en una cena organizada por la familia. El odio irracional que le tuvo durante los dos primeros meses habían hecho del joven Bakugo una furia andante y llena de mal humor. Tan así, que se había negado a cualquier clase de interacción con el muchacho. No le interesaba sus gustos, ni lo que hacía, ni dónde estudiaba. No quería saber ni de los amigos que tenía. Y cuanto menos supiera de su mera existencia, mejor.

Pero el menor de los Kirishima parecía un cabeza dura, porque además de comprender y aceptar que Katsuki no lo quería, le había dado su espacio. Y cualquier cosa que le faltara, Eijiro siempre estaba dispuesto a comprárselo.

Para el tercer mes Katsuki ya se había resignado a la idea de que no había forma de romper el compromiso, por lo que no le quedó de otra más que aceptar a su prometido. Sin embargo, seguía sin tener ninguna clase de interés por conocerlo.

Ya llegando a los cuatro meses, Katsuki descubrió que estar con el pelirrojo no era tan malo. Eijiro era una persona atenta, aunque torpe y despistado —como si eso no fuera peor contradicción—. Sabía cuándo cerrar la boca y parecía entenderlo bastante bien incluso sin conocerse, teniéndole una paciencia casi infinita. Además de que contaba con una sonrisa bonita y el cabello rojo brillante en un peinado extraño y picudo.

—De acuerdo —aceptó finalmente, cruzando los brazos —. ¿Y qué mierda haremos?

—¿Es una jodida broma, verdad?

Kirishima soltó una risa.

—¿Qué tiene de malo? Son solo helados.

—Helados —repitió Bakugo —. En un parque.

El parque estaba cubierto por un amplio espacio de césped verde, árboles grandes y espesos y diferentes caminos que recorrían toda la zona. Había un estanque justo en el medio rodeado por vallas de madera y bonitos bancos de metal donde sentarse a pasar el rato. Usualmente los padres suelen llevar a sus hijos a jugar a la pelota a ese lugar, aunque también hay varias parejas y grupos de amigos que aprovechan las mesas y el aire libre para divertirse.

El pelirrojo señaló una dirección y ambos fueron a sentarse en una mesa bajo la sombra de un viejo árbol, uno frente al otro, empezando a comer de sus helados antes que empezaran a derretirse.

—Me pareció un buen lugar para sentarnos a hablar —comentó Kirishima, dedicándole una corta sonrisa antes de llevarse otro pedazo del helado de chocolate a la boca —. Y porque el día pintaba agradable para tomar un helado, ¿no crees?

En respuesta, Bakugo soltó un bufido.

—Si. Como sea.

—Bakugo —llamó Kirishima; un tono de voz suave y amable —, de verdad quiero que nos conozcamos, solo nos queda un año para casarnos. No quiero que te sientas atado con un desconocido.

—¿Ah, no? Perdona, creí que así eran las cosa —rió de manera sarcástica.

—Escucha: sé que me odias y que no quieres saber nada sobre el compromiso, pero tú me gustas y realmente me hizo feliz que aceptaras salir conmigo —confesó —. Pero ante todo quiero que te sientas cómodo. Si ves que no te gusta, yo mismo hablaré con mis padres para romper cualquier pauta que hayan formado.

Al principio se ruboriza ante la fuerte —y bastante directa— declaración, sin saber qué respuesta darle al extraño sentimiento que abraza su corazón en ese instante. Pero es Bakugo Katsuki, así que lo aparenta. Se burló y apartó su helado a medio terminar. Sus ojos no se apartaron de los contrarios en lo que llevaban allí sentados, sin molestarse a responder la anterior confesión.

—Mira, la única razón por la que terminé aceptando este compromiso fue porque mis padres en verdad necesitan el dinero —apuntó, sin rastros de tratar lucir amable —. Y la única razón por la que tus padres parecen querer esto es porque financiar el negocio de mi madre podría traerles más dinero del que ya tienen.

Kirishima bajó la vista y apretó los labios, dejando escapar un pesado suspiro.

—Tienes razón. Lo lamento.

—Pero —continuó el cenizo, haciendo algo de énfasis para que el otro idiota le prestara mayor atención — eso fue al principio, porque ahora en serio me molesta saber únicamente tu estúpido nombre.

A Kirishima y por poco le brillaron los ojos, esbozando una amplia sonrisa. Su corazón latió más fuerte, a gusto con la idea de que Katsuki deseaba, si bien no lo expresó de manera muy abierta, conocerlo.

—¿De verdad? —preguntó.

—Si, pero no me hagas arrepentirme —amenazó, frunciendo las cejas en un falso intento por lucir molesto.

—Bueno —Eijiro se relamió los labios llenos de azúcar, raspando el vaso de helado con más entusiasmo que antes, incapaz de bajar la sonrisa que ahora adornaba su rostro —. Mi nombre es Kirishima Eijiro, soy el segundo hijo de la familia y vivo en...

—Oye, ¿no vas a contarme toda tu vida, o si? —lo interrumpió el cenizo. Kirishima soltó una pequeña risa.

—Perdón, pero entonces tienes que preguntar.

—Ugh, ¿tengo qué? —el pelirrojo solo asintió, alegando que luego sería él quien debería responder —. Qué cosas te gustan o lo que sea.

—Me gusta la carne, hacer ejercicio, el color rojo —se llevó otro bocado del helado a la boca, bastante lleno de energías. Le dedicó otra sonrisa amplia, tiñendo sus pómulos de rosa —. También me gusta salir con amigos y... me gustas tú.

—Qué cursi —bufó Bakugo —, pero eso no cuenta —Kirishima hizo un falso mohín, luego lo observó con una expresión de: «es tu turno» y no le quedó de otra más que hablar también. Soltó un suspiro —. Me gusta la comida picante, el senderismo y el alpinismo. Supongo que también disfruto de cocinar de vez en cuando. Si voy en moto me gusta ir rápido y... bueno, te toca. ¿Qué mierda es lo que estudias?

Eijiro sonrió. No tuvo problema en responder cada una de las preguntas que le hacía Bakugo, y de igual forma el cenizo también contestaba las suyas. La conversación entre ambos se volvió de una manera tan natural, que ya hasta habían olvidado el juego de preguntas para conocerse, empezando a contar anécdotas de sus vidas o cómo habían tenido ciertas situaciones. Su corazón se sentía feliz, con un sentimiento cálido que lo acompañó el resto de la tarde, incluso tras haberse devorado todo el helado.

Cuatro meses de estar comprometidos. Cuatro meses en los que Kirishima dio todo su esfuerzo para hacerle ver al contrario que lo comprendía, respetaba y sin duda, lo aceptaba. Cuatro meses y por fin Bakugo estaba empezando a abrirse un poco con él, aceptándolo de vuelta.

Y si Eijiro tenía que esperar otros cuatro meses para que tuvieran una confianza más sólida entre ambos, entonces lo haría.

Para cuando el sol comenzó a bajar fue que decidieron que era hora de ir volviendo.

Como todo buen caballero, Kirishima se ofreció a acompañarlo hasta su casa. Claro que Bakugo protestó y se negó varias veces, pero de algún modo había terminando por aceptar la compañía.

Para Kirishima, este era un gran paso en su relación.

De camino a la residencia Bakugo, el cenizo hizo un sonido desde su garganta, hundiendo un poco las cejas cuando adoptó un gesto más pensativo.

Luego lo miró a los ojos.

—¿Entonces te gusto? —preguntó de repente.

Kirishima no detuvo sus pasos, pero sí se vio confundido tras escuchar la pregunta. Había pensado que ya se trataba de algo obvio, y lo cierto que la vergüenza lo había abandonado desde hace rato en el parque tras habérselo dicho por primera vez, aunque cierta parte del bochorno seguía presente en sus mejillas.

—S-si... —confirmó, dando un asentimiento para reafirmar sus palabras —. Estoy decidido a esforzarme para que tú también logres sentir lo mismo, Bakugo.

Ambos se miraron por un largo rato, deteniendo sus pasos a mitad de una cuadra. Ninguno apartó la vista un solo instante, y los ojos tan determinados del pelirrojo solo le hicieron saber lo muy en serio que iba con eso.

Así que exhaló una corta risa, sonriendo de lado.

—Buena suerte con eso, pelos de mierda.

Juro que me había olvidado completamente que este capítulo existía. Me enteré hoy (enero, 2024) ,y fue sin querer.

—Kirishi365

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro