Día 10
━━━━━━✧❃✧━━━━━━
Con orejas de animales
Inspirado en: «Mamá me casé con el perro (fanfic)» y «Wolf Children (película)»
Absurdamente corto
━━━━━━✧❃✧━━━━━━
Kirishima se rascó la peluda oreja como si se tratara un perro de campo con pulgas encima, tal y como los canes: puño cerrado y dale con el nudillo en la cabeza.
—Esto debe de ser una maldita broma... —masculló Bakugo, mirando al pelirrojo.
—¿Cuál es el problema? —cuestionó Kaminari, haciendo un gesto pensativo —, es Kirishima.
Bakugo entornó los ojos hacia el rubio e infló el pecho de aire como si tratara de atraer toda la paciencia del mundo con sus pulmones. Entonces estiró un brazo y señaló a Eijiro con un gesto amplio, casi irritado.
—Es un puto perro —señaló de manera obvia.
—Lobo —corrigió Kaminari.
—La mierda que sea, da igual.
Tan pronto la picazón desapareció, Kirishima volvió su vista hacia Bakugo, esbozando una sonrisa amplia. La cola que se escondía tras su espalda, antes simplemente en el suelo, comenzó a menearse de un lado a otro, tamborileando el suelo con su pesada extensión y el amplio pelaje.
Bakugo caminó hasta la silla más próxima en la sala y se dejó caer en ella como peso muerto, apoyando el codo en la mesa del comedor antes de restregar la palma de su mano contra su rostro cansado. Echó un suspiro, ordenando lo mejor que pudo el nudo de pensamientos arremolinado en su cabeza. Kirishima se acercó con cuidado hasta el cenizo, tratando de no perturbarlo tanto, y dejó caer su cabeza hacia el costado, golpeando suavemente su hombro. Luego le sonrió, en un intento por levantarle el ánimo.
La pequeña acción le sacó una sutil sonrisa, logrando llevar una de sus manos hasta el cabello rojizo antes de acariciar aquellas largas y suaves hebras.
—¿Te preocupa que puedan descubrirlo? —inquirió esta vez Kaminari, más suave y comprensivo.
—No sé qué mierda haré si pasa —mencionó, continuando con sus caricias sobre la cabeza de Eijiro. Kirishima ladeó la cabeza, aceptando los mimos del cenizo con un enorme placer, sin saber exactamente de lo que hablaban o por qué el semblante de Bakugo se había ablandado un poco con un rastro amargo de decaimiento —. Este lugar es pequeño, apenas puedo mantener al saco de pulgas dentro sin que empiece a romper todo por estar encerrado. Intenté explicárselo... pero necesita correr y esta mierda de apartamento es demasiado pequeño. Si se emociona demasiado pasa... esto —dijo, señalando la cola que no paraba de agitarse y las grandes orejas lobunas sobre su cabeza.
Kaminari hizo una mueca.
—¿Qué dices de mudarte? —sugirió.
—¿Mudarme? —preguntó Bakugo, dejando de lado las caricias sobre la cabeza de Kirishima para centrarse en el rubio —, ¿a dónde jodidamente iría?
—Al campo —Bakugo frunció el ceño. Kaminari elevó la comisura del labio, luego sacó el celular de su bolsillo y empezó a buscar algo en él —. Escucha, tengo un tío que vive cerda de Chiba, él alquila las casas en su terreno. Si quieres, puedo llamarle y ver si te hace precio —propuso, mostrándole la pantalla del aparato con algunas fotos del sitio.
Bakugo se estiró para tomar el celular de las manos del rubio y deslizó el dedo hacia la izquierda, viendo las fotos del terreno y las casas: el lugar no estaba muy limpio, probablemente sin mucho mantenimiento y polvo, pero entre casa y casa se notaba que habían kilómetros de distancia. Era un espacio amplio, ideal para Kirishima, y alejado de la gente chismosa que pudiera interrumpirlos.
—De acuerdo, lo pensaré —concedió. Kaminari sonrió y asintió, volviendo a guardar el celular una vez le fue devuelto.
Echó la cabeza hacia atrás en el respaldo y soltó un resoplido cuando alzó la vista hacia el interior del pequeño apartamento.
Por lo pronto, debía encontrar la manera de limpiar aquel desastre.
Echó un suspiro, apagó el motor de la camioneta y bajó con una caja entre las manos. Le había tomado dos semanas completas conseguir un comprador para el apartamento y ahorrar lo suficiente para poder hablar con el tío de Kaminari y adquirir la casa mientras consigue un nuevo trabajo para terminar de pagarla. Había sido una odisea completa mudarse desde el interior de Tokio hasta los campos de Chiba, sin duda un cambio bastante grande, especialmente para alguien como él.
Dejó la caja junto al resto. Habían estado toda la mañana moviendo sus pertenencias, pero al fin podía decir que habían terminado de traerlas.
Kirishima empezó a corretear por su nuevo hogar y fue casi imposible para Bakugo no descubrir una sonrisa por eso.
—Hey, pulgoso —llamó Bakugo, estirando un poco la espalda. Kirishima se arrimó enseguida —. ¿Te gusta, eh? Es más amplio que ese asqueroso apartamento.
Kirishima asintió varias veces, ya sin la cola y las orejas como antes. Aunque Bakugo sabía que si se seguía emocionando no tardarían en aparecer.
El lugar seguía siendo un basurero. La casa estaba toda sucia, empolvada y llena de pequeños escombros por todo el deterioro de la vivienda. La puerta corrediza que separaba la estancia principal del pasillo que daba a las habitaciones estaba caída y toda gastada. Las paredes, decoradas de papel con diseños de interior, estaban rasgadas y peladas por la vejez y el desgastamiento.
Al menos las cañerías funcionaban a la perfección y había luz y cobertura.
No solo era la mudanza, sino el mantenimiento de la casa. Bakugo supo bien que les tomaría mucho trabajo, y definitivamente no dejaría al saco de pulgas como un completo holgazán.
Pero Kirishima estaba bien. Ahora tenía un lugar donde salir a correr, donde poder ser él mismo, jugar y ladrar tanto como quisiera.
Donde ser libre, básicamente. Y no recibir una demanda por ello.
—Hey, ¿qué mierda haces, huh? —Bakugo parpadeó dos veces cuando Kirishima se acercó animadamente y lo rodeó con ambos brazos como si tratara de imitar una muestra de afecto humano: un abrazo. El pelirrojo soltó una dulce carcajada y le lamió la mejilla. Bakugo hizo una mueca, sin embargo, sus mejillas se sintieron tibias —. Eres asqueroso.
—Feliz —dijo Eijiro, todavía pegado al cuerpo del cenizo —. Gracias, Katsuki.
Cortito y sin gracia, de verdad. Poco más de 1000 palabras.
No hay mucho que agregar, solo que recordé que tenía este día iniciado probablemente desde que publiqué el anterior hace... Eh, ¿10 meses? Más o menos.
A veces me olvido que estás historias existen, y luego me da pereza siquiera escribirlas. Trato que las temáticas no me limiten, pero es que pierdo el interés bastante rápido, son demasiado básicas y poco variadas con las que he visto. Tipo, todos los años parece que se repiten la mitad de ellas.
Pero fin en.
Saludos, feliz 2024 —Kirishi365
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro