Callist vió a su marido tirado boca abajo en el mar, lo veía tan estresado incluso si estaban solo los dos ahí.

Había sido una semana bastante pesada, sin ningún momento para poder descansar ni dormir, el lunes tuvo que ir a ayudar a Na Kika una vez más debido a que había caído en otra trampa, tanto Martes y miércoles tuvo que enfrentarse a un pequeño grupo de Warbats rebeldes, el jueves tuvo que estar en reposo por el veneno que le fue inyectado en la batalla de los dos días anteriores, el viernes cuidó de Agni y Valkiry, apenas habían pasado y estaba acabado.

A la dragona le dolía y no le gustaba ver a su marido en ese estado, tratando de subir un poco su ánimo se acercó lentamente a Godzilla, metiéndose entre sus placas quedándose entre sus placas, Godzilla solo soltó un agotado suspiro al sentir el peso extra en la espalda, Callist empezó a acariciar los costados y hombros de Godzilla, en una especie de masaje trató de relajar los tensos músculos del lagarto, luego de un par de minutos la titanide notó como los músculos de Godzilla se empezaron a relajar, mientras que el reptil empezaba a esbozar una sonrisa mientras la veía.

Al principio le pareció extraño, pero desde que Godzilla había adelgazado y había adquirido ese tono rosa en sus placas se había vuelto más... Coqueto.