La rosa de mi abuela.

Mi abuela tenía un rosal,
con las flores más hermosas,
"de aspecto celestial",
ella decía que eran sus rosas.

Entre ese oceano de rosas,
había una no tan preciosa,
muchas veces le insistí que la cortara,
muchas veces me repitió la misma cosa:

"Se ve fea, no me miento,
por eso estoy más orgullosa,
aunque crece un poco lento,
no se desanima, y progresa".

Le dedicaba mucho tiempo,
incluso más que a las otras,
solía sentarse contra el viento,
y cantarle melodías animosas.

Él día que ella se fue,
salí de su casita de palma,
por el sendero bajé,
dejándome guiar por su aroma.

Ahora, ¡precisamente ahora!,
como un sol en la aurora,
la rosa menos bella del rosal,
era la rosa más orgullosa.

La tarde estaba cayendo,
vertiendo rojos y anaranjandos,
sobre ese mar acarminado,
donde reclamé mi legado.

Me senté en ese banco,
en ese viejo tronco,
con mi cabello bailando,
al compás de su recuerdo.