Dos años atrás...

2015

Decir que ver sus ojos me llegaban a aburrir era tal vez la mentira más grande que saldría de mis labios.

He de admitir que en el pasado me causaban sentirme incómodo, ansioso o incluso con bastante temor el que me mirase por varios minutos pero, ahora, lograr admirar sus ojos sin interrupciones es tal vez lo que más me gusta hacer.

Ese tierno par de ojos que a primera vista se miran intimidantes llegan a ocultar la más dulces de las miradas. Se trata de la mirada de un chico que confía fielmente en cualquiera, lleno de ternura y cierta inocencia.

Siempre alegres, brillantes y pispiretos; de verde radiante como un cristal y de curiosa pupila. Tan lindos como su dueño.

Pasé mis manos por sus púas, acomodando éstas ya que se encontraban desordenadas. Bajé las suaves caricias por sus hombros hasta su dorso en dónde dejé suaves caricias mientras contorneaba su figura.

Le escuché ronronear mientras aún admirabamos los ojos del otro, como si del simple hecho de apartar nuestras miradas algo fuese a pasar.

Sentía como el tiempo se detenía al tener nuestros rostros tan cercanos, sintiendo sobre los labios el aliento cálido del otro.

Sus brazos estaban apoyados en mi pecho y sus dedos se paseaban por los cabellitos de mi mechón, causando cosquillas en aquella zona.

Se acercó más a mí, bajando por fin la cabeza ante las intensas miradas que nos dedicábamos, frotando su mejilla con la mía en un gesto apenado. Le acurruqué contra mi cuerpo al tenerle sentado en mi regazo, escuchando gustoso como su ronroneo aumentaba ante mis gestos y caricias.

— Eres lo mejor que me ha pasado, Silver —le oí decir mientras apoyaba su cabeza en mi hombro, manteniendo las atenciones en mi mechón de pelo. Sonreí enternecido y bajé la cabeza para observar por el rabillo de mi ojo izquierdo su mirada adormilada.

Besé su frente y continué frotando mi mejilla con la suya, obteniendo dulces risas de su parte.

— Tú no eres solamente lo mejor, Mephiles, también te volviste lo más importante para mí...

Y pensar que, hace nueve años creí que la vida me odiaba... Vaya que equivocado estaba...

—366 palabras—