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16.- Rutina Matutina

Doce años atrás...

2006

Apenas abrí los ojos y deseé arrojarme de un barranco. Claro, si es que no tuviera aquel don de levitar.

Tal vez hasta el momento, las mañanas llegaba a odiarlas aún más que las noches con este niño de compañía pero, es que es tan ridículo su forma de comportarse.

Me levanté de la cama y apagué mi reloj despertador que casi saltaba sobre la mesita de noche; caminé hacia la puerta y la abrí, encontrándome al azabache esperando en la puerta, parecía llevar despierto desde hacía buen rato.

Bailaba un poco, apretando su estómago con ambas manos. Oh ya...

Abrí la puerta haciendo que corriera rápido al baño en dónde se encerró con todo y pestillo.

Rodé los ojos y me dirigí al baño que estaba en la planta baja, dispuesto a darme una ducha y cepillar mis dientes, algo que hice bastante rápido.

No pasó mucho cuando escuché a Mephiles tocar la puerta del baño, eran esos golpeteos suaves, los cuales, solo daba cuando hacía algo malo.

— ¿Ahora qué? —restregué mis púas en una toalla para intentar retirar toda el agua. Él balbuceó mientras tanto.

— E-el baño... N-no sé qué... le pasa —siseó. Rodé los ojos y me apresuré a abrir, encontrándome con un húmedo Meph.

Por Chaos...

Me apresuré a subir, mirando desde las escaleras un gran camino de agua y espuma. Fui al baño en dónde parecía ser que la llave de la tina estaba rota.

Ya siquiera me atreví a regañarle, siempre solía forzar las cosas y terminaba rompiendo todo lo que tocaba. No porque fuera fuerte, en realidad su cuerpo era estúpidamente débil pero su torpeza lograba todo, era incluso más torpe de lo que yo algún día fui.

Me giré de forma lenta, demostrando a cada segundo la molestia que sentía ante el nuevo accidente y todos los que solía causar; él por su parte se ocultaba detrás de la puerta, asomando su cabeza y dejando solo ver sus ojos con ambas orejas bajas. Pronto se retiró corriendo y tal vez resbalando con el agua por los escalones.

Hasta este punto me importaba poco, tenía que limpiar todo y no quería arriesgarme a que lo empeorara.

...

Bajé secando mis brazos con esa toalla que había cargado hasta la segunda planta, habiendo dejado todo impecable, como, se supone, siempre debería estar.

Entré a la cocina percibiendo un suave olor amargo y encontrándome a él intentando cocinar. Era el doble del desastre que había causado allá arriba y todo ¿para qué? Para un huevo quemado, un par de tostadas y un intento fallido de panqueques.

Tenía harina hasta las púas y la cocina, no tengo siquiera palabras para describirla.

— ¡Te preparé el desayuno! —chilló tomando el plato con el huevo y un par de panqueques, llevándolo a la mesa; fue hacia mí y me tomó de la mano, llevándome a donde estaba aquel plato. Yo aún permanencia bastante aturdido por el desastre de la cocina, imaginando todo lo que tendría que hacer para poder dejarla limpia —. Esto es para compensar lo del baño —siseó en cuando me soltó, viniendo a mostrar aquel tic nervioso que solía hacer con sus brazos, con la cabeza cabizbaja y sus orejas por completo pegadas a su cráneo —. Lo siento mucho.

Suspiré al verle así y me hinqué frente a él, intentando ignorar todo por un momento para solo apreciar sus ojos. Brillaban, tenía miedo de que me molestara, ya lo conocía.

Sus intenciones eran las más inocentes, no podría enojarme con él. Por más que lo deseara, no podía...

— Oye, descuida, son accidentes —tomé de sus hombros, ganándome su mirada. Le sonreí —. Desayunemos antes de que se enfríe. —le animé, me erguí mientras le ayudaba a subir a una de las sillas en dónde estaba el otro plato.

Pequeño, torpe y todo, pero no cocina nada mal...

Y pensar que esto era el pan de cada día... Lo único bueno, es que nunca seguía una verdadera rutina, siempre había algo nuevo que pusiera mi paciencia a prueba...

—684 palabras—

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