D⃟i⃟a⃟ 5
-NO ME OBLIGARAS!!!!!
-No seas necio-
-YO NO ACEPTARÉ EL CASARME CON ELLA!!! YO AMO A FRANK Y ESO NO LO CAMBIARÁS!!-
La sorpresa llegó a expresar en sus ojos ante la confesión.
-No me dejas alternativa-
-SUÉLTAME!!-
-Coopera o te irá peor-
Sin decir más siguió escuchando sus quejas, sus gritos expresando furia que se volvieron tristeza al saber sus consecuencias de lo que confesó.
[[🖤💔❌💛]]
Iba terminando de realizar su tarea que le dejó sus profesores de su respectiva escuela, su pelo azabache iba atado esta vez en una coleta alta sin quitar la flor de colores rojizos; la ropa que llevaba estaba holgada, muy delgada y a la vez floja debido al calor que daba a eso de las 3 de la tarde; cuando escucho la voz de su madre.
-Cariño! Tu novio acaba de llegar—
Hay fue donde los nervios vinieron, el no era de mostrar su cuerpo frente a alguien y saber que nunca ah "mostrado" cierto amor hacia el lo pone aún más nervioso; el pensar demasiado lo hizo perder tiempo para arreglarse y llegó el rubio.
-Frank, puedo pasar?—
No escucho respuesta, el azabache estaba metido en su remolino de pensamientos.
-Voy a pasar, con permiso-
El rechinar de la puerta lo hizo volver a la realidad, pero de manera fuerte al voltear en dirección a donde entró Henrick.
Todo de él nunca se ah visto desde los ojos del azabache, es decir, los moretones en tonos morados, los raspones que van pudriendo su piel pálida, la sangre que se va derramando aún; era como si de una pelea hubiera llegado y por lo que vio, fue una a muerte. El azabache reaccionó dejando todas cosas aún en la cama corriendo a donde estaba el.
-Henrick?! Que te paso? Quien te lastimó? Aguarda, voy por el botiquín- sin dejar hablar al rubio fue hacia la habitación donde guardaban el botiquín.
El rubio miro como se fue de la puerta su novio, quedó viendo la puerta como si fuera lo más interesante que se haya encontrado, estaba quieto como estatua, no se atrevía a moverse hasta que el recién que salió volviera a entrar y lo atendiera.
Y así pasó, entró corriendo con una caja suponiendo el rubio que era el botiquín.
-Ven, siéntate aquí- lo guío hasta su cama donde quito sus materiales escolares y colocó la cajita; dió pequeñas palmaditas para indicarle de manera indirecta al rubio que se sentará con él en medio de aquella cama de tamaño matrimonial.
Él se fue caminando hacia el de manera lenta, los golpes también llegaron hacia sus piernas, mejor dicho, en todo su cuerpo, con suerte pudo escapar de ahí aún débil.
Al llegar el azabache revisa los golpes y una vez dado el chequeo, abrió el botiquín tomando el alcohol, las vendas, las curita y el algodón; una vez sacado todo eso, dejo de lado la cajita y comenzó a usar los materiales que saco recientemente hacia el rubio.
-Que pasó? Porque vienes con estas heridas? Fueron graves...- lo último lo murmuró mientras seguía ocupándose de las heridas que (de alguna forma) aún sangraban.
El que debió contestar no digo nada, solo tenía la mirada perdida en las sabanas con los ojos apagados de su brillo, se veía más oscuro de lo que eran. Eso preocupó más a su pareja.
El silencio incómodo comenzó, el azabache solo espero a que su pareja respondiera cuando quisiera, mientras esperaba seguía curando y colocando las curitas. Ahora bien, luego de terminar eso comenzó a guardar las cosas, en un momento vio a su novio que aún seguía quieto. Saco un suspiro para cerrar el botiquín.
-Bueno, en un momento vuelvo- tomo mejor la caja para bajar de aquel colchón y volver a la habitación en donde saco el objetos diferencia de que fue a paso lento.
Pasó unos 5 minutos para que luego regresara y viera al rubio aún sentado con la mirada para abajo.
Sin mucho que poder hacer tomo entre sus manos el rostro del rubio para dar un beso, si, pero no en los labios por la vergüenza que aún tenía, fue en la frente. El rubio reaccionó abriendo sus ojos por la sorpresa junto a tono rojizo en sus mejillas, no era fuerte, era muy poquito el tono, pero la piel pálida lo hacía muy visible.
El azabache solo pensó que con unos besos puede hacer que esté más relajado. Con idea en la cabeza, continuó su plan iniciando besos desde frente hasta besos hacia la barbilla. El rubio sin creer aún lo que hacía comenzó a llorar, se sentía fatal al pensar que ambos ya no podrán hacer eso por algo que lo obligan hacer. El azabache al ver sus ojos aguados y con lagrima pasando por su mejilla, lo abrazo donde siempre lo tomaba, desde el cuello.
El contrario correspondió como si dependiera de ello sacando más lágrimas agrias tratando de desahogarse de una manera que el azabache nunca creyó verlo de él, ya que tiene un poco del orgullo que pudo heredar de su padre.
Al sentir el tacto se sorprendió, pero no se separó. Al contacto después de unos segundos correspondió el abrazo sintiendo como su hombro se mojaba y se humedecía de poco a poco.
Sin más que pudiera hacer o lograra dejar calmado al rubio solo acaricio sus cabellos dorados y daba besos desde ahí.
Tras unos minutos se calmo (no del todo) así que aparto de su hombro (qué estaba totalmente húmedo) del azabache se quedó viéndolo con los ojos ya rojos desde la esclerótica y brilló desde la Iris, también con las mejillas rojas y muy marcadas líneas del recorrido que dieron cada una de sus lágrimas.
Quedo viéndolo unos segundos, admirando (posiblemente la ultima vez) su belleza, al fijarse en sus rasgos observó fijamente sus labios y así acercarse preparando sus labios para dar un choque con los otros haciendo una presión no muy ruda, si no una con una sensación suave y dulce por el sabor que contenía el azabache. Tanto el rubio como el azabache cerraron sus ojos dando señal de que les encanta estar en esa sensación. Unos cinco segundos bastaron para que se separaran y se vieran fijamente.
El rubio no quería desaprovechar el (poco) tiempo que podía estar ahí, tenía dos horas para estar con él para regresar a su mansión. Aprisionó la cintura del azabache con sus brazos para apegarse más a él y así volver a presionar suavemente sus labios con los suyos.
Tal acto no fue interrumpido ni molesto para Frank, a el le encantaba esos momentos tiernos que pasaba con su pareja, aunque fueran cortos, en ese poco tiempo se podía transmitir ese sentimiento.
Mantuvieron los besos cortos de labios por cinco segundos, se separaban y se volvían a besar, transcurrieron estos actos durante media hora dejando de lado todo lo que pasaba en su mente, solo disfrutaban el corto tiempo que tenían juntos.
Una hora pasó para que ambos quedaran acurrucados en aquella cama abrazándose entre sí, no tenían planeado dormir, era muy temprano para tomar una siesta.
Terminaron solo recostados mirándose y de vez en cuando se daban un pequeño beso ya sea en los lugares que fueran el rostro o la cabeza, de ese momento no pasó nada más, solo besos y mimos tiernos para que se calmara el rubio.
Pero lo que si sabía Henrick, era que su suerte iba acabar.La razón es muy simple de comprobar, más su pareja no reconocía aún esto, pronto hablaría con él sobre eso, pero ese día, era especial. Y sería el último.
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