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Jugueteo de dedos

—Entonces la chica salió de debajo de la cama, imaginen el rostro de Kanon al ver a su novia desnuda bajo la cama de Saga. — Todos en la mesa se echaron a reír, mientras Milo seguía contando anécdotas del semestre pasado y su cuarto compartido con los gemelos hermanos mayores suyos. —La verdad yo si le quería romper los dientes a la tipa esa.

Los dedos de Camus tamborilearon contra la madera de la mesa, su mueca fue bastante obvia, no estaba disfrutando la velada.

Sin dejar de hablar con sus amigos, Milo tomó la mano de su pareja, enredó sus dedos en los del otro y bajó las manos debajo de la mesa.

—Increible ¡Vaya la cara de la tipa! Meterse con el gemelo de su novio. —exclamó Shura entre burlista e indignado.

Por debajo de la mesa, los dedos de Milo ya habían liberado la mano de Camus y recorrían la pierna, hacia arriba y entre los muslos, mientras la mano de Camus hacía lo propio moviéndose desde la rodilla de Milo correteando por la pierna, Milo debía contener la cosquilla pero la labor de Camus era más difícil tratando de contener el gemido que la mano de Milo que había llegado a su entrepierna le provocaba.

—¿Pero entonces terminaron? Porque me pareció verlos juntos hace días —Afrodita, que gustaba del cotilleo, preguntó curioso.

—Eso es lo más extraño— respondió Milo —Me sacaron de la habitación e hicieron un trío, lo sé porque los gemidos se escuchaban hasta mi cuarto.

—Ahh...~

Todos miraron extrañados a Milo sin notar el leve gemido que liberó el francés sin poder contenerlo.

Los dedos griego frotaron el miembro de quién le dió acceso abriendo las piernas, mismo que llevó las manos a la mesa para beber un poco de agua, su respiración se volvía agitada.

—Es increíble los cínicas que pueden ser algunas personas —Comentó Shaka, negando con la cabeza.

Los hábiles dedos de Milo lograron abrir el zipper de su pareja que abrió los ojos sorprendidos mientras apretaba la mandíbula para tratar de controlarse.

—Camus ¿Estás bien? Estás rojo y... —Mu le tocó el brazo y notó el sudor helado— no, no creo que estés del todo bien.

—N... No, no te preocupes, Mu ¡Mmm...~! Unos minutos no me matarán. —Camus trató de sonreír pero no podía evitar fruncir el entrecejo y morderse el labio inferior mientras sentía los dedos de su amante moverse por su entrepierna. —Estaré bien.

Milo sonrió —Si quieres nos vamos, cielo. —Su rostro demostraba inocencia mientras su mano y sus dedos jugueteaban con el glande de Camus que sobresalía entre su ropa.

—Guarda lo que tengas que guardar y terminemos esto en casa, ¿vale, cielo? —Respondió Camus que no sabía cómo es que caminaría con esa erección entre sus piernas, pero ansiaba irse y hacer que Milo pagara por todo ese jugueteo.

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