8.- Felación.
*Todos los capítulos incluyen lemon o lime, pero éste incluye un vistazo a la religión muy superficial, no es mi intención ofender ni pienso que las personas religiosas actúen de la forma presentada en el fic, (aunque si así fuera ¿Qué?) En fin, no está pesado.
Camus rezaba sus oraciones matutinas, de rodillas, frente al oratorio que tenía en su habitación, sus manos permanecían juntas, sus ojos cerrados su frente gacha y su mente concentrada en los agradecimientos y peticiones que alzaba a su dios.
Milo entró y lo observó, como cada mañana se preguntó ¿Por qué eran amigos? Camus era tan religioso que si nos fuera por ese cuerpo y esos ojos, ese pelo ese culo, seguro pasaría inadvertido, estaba buenísimo y por religioso que fuera, seguía usando esos jeans que se ajustan en su trasero y sus piernas y esas camisas de manga corta que dejaban ver sus brazos trabajados, Camus tenia un cuerpo de infarto y le sacaba provecho.
Era muy religioso y sin embargo lo había defendido, hacia un par de años Milo había sido sacado a patadas del clóset, por así decirlo, se había enamorado de un chico de su colegio al que se había confesado y como acto de burla, el chico no se limitó a rechazarlo, sino que le dijo a todos que era un "asqueroso marica" no sólo había quedado devastado por el rechazo sino avergonzado por todas las burlas y señalamientos hasta que él, Camus, le habló y lo defendió frente a su grupo de amigos sin tener necesidad y sin conocerse previamente.
Desde entonces, Milo, más fuerte físicamente le había defendido de golpes y Camus, más fuerte en lo emocional le había ayudado a superar las burlas y a su crush.
Camus era la prueba de que las personas religiosas no eran las taradas que todo el mundo pensaba, él creía en un dios de amor, comprensión y perdón, que no lo juzgaba y lo amaba sin importar sus preferencias, aunque a veces jodía conque intentará salir con una niña.
Las oraciones terminaron y Milo cerró la puerta con seguro.
—¿Sabes si mamá y mi papá ya se fueron?
Cabe destacar que Camus también era hijo único de un matrimonio que trabajaba todo el día.
—Se fueron hace rato. —Respondió Milo con una sonrisa torcida. —Iban saliendo cuando llegué.
—En ese caso, es hora de tus oraciones. —Apuntó el francés sonriendo, mientras se sacaba el cinturón —Ven aquí.
Milo se arrodilló ante Camus, mismo que se sujetó del oratorio con las piernas abiertas, mientras el primero abría el pantalón y sacaba el miembro del segundo, un poco flácido aún.
Se golpeó la cara con la hombría mirando los ojos del que permanecía de pie frente a él, mismo que le sonrió de forma torcida ¿Donde había quedado el Pacífico y casto adolescente que hace minutos hacia sus oraciones? Milo escupió su el miembro y frotó con sus mano tratando de darle firmeza, lo alzó y pasó su lengua desde los testículos hasta el glande, Camus no contuvo el gemido.
El de cabellera azul dejó el miembro sobre su frente para meter en su boca los testículos, el turquesa tuvo que aferrarse con más fuerza del oratorio.
Succionaba con fuerza sin tocarlo con los dientes, pasaba su lengua deleitándose en los gemidos mientras succionaba excitado, su lengua recorrió la extensión del tronco hasta llegar al glande, donde se separó para observar los gestos de Camus, mismo que lo miró desde arriba con reproche, Milo entendió y gustoso pasó su lengua por el glande dando ligeras chupadas como si de una paleta se tratara el francés se mordía los labios pero respiraba tan fuerte que parecían suspiros, Milo era cada vez mejor con su boca, chupaba su hombría con fuerza y a la vez con cuidado de no lastimarlo.
Camus formó una cola con los cabellos de Milo, que sujetó con sus manos, solo para obligar a su amante a abrir la garganta y entrar completamente en él. Milo tuvo que sujetarse de las nalgas del que lo sometía, dejando que impusiera el ritmo, la erección entraba y salía sin dejar ver el glande, provocando obcenos sonidos ya que las bolas de Camus golpeaban el mentón del un año menor. Camus en cambio, a este punto, ya gemía sin reparos, total, estaban solos en la casa.
Cuando sintió que se iba a correr lo liberó, pero éste, terco, siguió chupando hasta beberse buena parte del semen que el miembro de su amante soltaba, parte de esto fue a escurrirse por la comisura de sus labios, Camus salió de su boca y se arrodilló junto a su amante, pasó la lengua por los hilos de su propia semilla hasta besar los labios del otro con ansia.
—¿Ya desayunaste? —fue lo único que Milo dijo al separarse de Camus, se levantó y tomo un pañuelo de papel de la cajita que siempre estaba en la mesa de noche del dueño del cuarto, con la que se limpió los rastros de semen de la boca.
—Acabas de tomarte una buena dosis de la mejor leche. —El gesto de Camus fue indescifrable pero excitante para Milo —¿Todavía quieres más?
—Si sigues con esa actitud, Camus, un día te voy a follar.
Sin un deje de miedo, incluso con mirada retadora, el mayor sonrió levantándose también y preguntándose, ¿como se sentiría tener toda la potencia de su amigo en otra parte de su cuerpo? De todos modos, su dios era un dios de perdón, un pecado a su lista diaria no estaría tan mal, de hecho, estaría fenomenal.
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