5.- Masturbación al pasivo.
Ambos habían pasado un largo camino para lograr su cometido, ya todo estaba listo y lo único que faltaba para dar comienzo era que la doctora les diera los resultados.
–Bien, después de leer los resultados, vemos que aunque ambos son aptos, el conteo de esperma del señor Levents es mayor. –La mujer los vio a través de sus anteojos con seriedad, Camus tragó grueso mientras Milo sonrió.
–Muy bien –comentó Milo tomando la mano de su pareja– Significa que mi hijo llevará los genes de Camus, eso significa que será un hermoso francesito o francesita, ¿no estas emocionado, amor?
–Claro –Camus se sonrojó y asintió con una mueca similar a una sonrisa– Pero entonces, tu hermana será la madre sustituta y también será griego, amor, al final tendrá genes de ambos.
La pareja sonreía aunque Milo se veía mucho más entusiasmado, la doctora continuó con actitud profesional –Claro, señor Levents, necesito que vaya a la toma de muestra, de ese modo podremos empezar lo antes posible con la inseminación de la señorita Sikiadis.
–Claro, doctora, con su permiso, vamos Milo.
– ¿Guardaron los días de abstinencia como lo habíamos hablado? –Preguntó la doctora con seriedad.
–Así es, doctora, ambos lo hicimos –Camus dirigió una mirada recriminatoria a Milo– Aunque fue un problema a veces.
El aludido sonrió rascándose la nuca –Si, doc., ni Camus ni yo tuvimos ¿Cómo fue que lo indicó? –Puso una mano en su mentón en actitud pensativa –"Contacto ni eyaculaciones en los cinco días anteriores a este.
–Bien, en ese caso, pasen a la sala.
Milo siguió a su pareja con total tranquilidad mientras Camus estaba nervioso, al final, el joven de cabellos azules le esperó en una salita mientras Camus pasaba a una sala privada con una vasito de plástico con tapa hermética, diez minutos después Milo empezó a preocuparse, así que pidió permiso para entrar a la sala con Camus, permiso que le fue concedido, al entrar, lo que vio fue a su pareja con el pantalón puesto y más manos en la cabeza en pose desesperada.
–Cariño, ¿estás bien? – Milo se acercó a su pareja con cautela, el lugar era bastante confortable, había una música suave, luz tenue, una pantalla no tan grande, revistas, en fin, todo para conseguir una muestra adecuada –¿Qué te sucede, Camus? ¿Te estás arrepintiendo? Mi hermana me llamó, la están preparando para practicar la inseminación hoy.
–Tengo miedo, Milo, esto es... tan... no puedo tener una erección y no quiero que mi hijo sea producto de porno, además, todo es porno hetero, mujeres desnudas, lesbianas, Milo, esto no me gusta –La mirada de Camus era casi suplicante, miraba a su alrededor como horrorizado –Esto no está bien, amor, sacame de aquí.
El moreno sonrió, entendía ahora a lo que Camus se refería –La doctora no dijo cómo es que tenías que entregar esa muestra– le dijo sonriendo con voz ronca y sensual, lo empujó en el sofá, dejándolo acostado.
Sus labios se encontraron con los de su precioso amante, que, sin solar el vasito, enredó sus brazos en el cuello de su pareja, al fin empezaba a sentir que podría obtener esa muestra, Milo se apoderó del níveo cuello de Camus con sus labios, mordisqueando, mientras sus manos abrían el pantalón estorboso de Camus.
–Odio ser quien rompa el momento –interrumpió el griego– la doc. dijo que te lavaras las manos y yo no lo he hecho.
Camus sonrió y dejó ir a su pareja, ambos eran muy aseados, pero sabía que Milo se refería a que sería él quien tomara "la muestra" lo dejó ir a un sanitario que había en la misma sala, mientras se quitó la ropa, sabía que el tiempo era importante y que seguramente su cuñada estaba lista y ovulando, no quería retrasar hasta el otro mes el proceso, esperaba que ese mismo día el proceso fuera exitoso, aunque sabía de las pocas posibilidades.
Cuando Milo regresó, tenía las manos un poco húmedas, se arrodilló ante Camus que seguía sentado y sin ropa en el sofá, Milo se había quitado su camisa, sabía que su amante adoraba verlo sin camisa, Camus alzó el cuello y Milo volvió a besarlo, sus manos se pasaron por la piel de blanca de su Camus, mismo que soltó suspiros, los labios del griego bajaron por los hombros y el torso mientras Camus enredaba sus dedos en las largas hebras azuladas de su pareja, esposo, amante, mejor amigo, su maldita vida entera.
–Te amo, Camus, eres hermoso.
Al llegar al vientre, Milo habría querido devorar esa leve erección que Camus empezaba a mostrar con las piernas abiertas en torno a él, pero no sabía si su saliva bajaría la calidad de la muestra, no preguntó, por lo que decidió estimular otra parte sensible del cuerpo de su amante. Milo jaló las caderas de Levents para meter su dedo índice en el aro de carne rosado que tenia de frente, aquello provocó que el cuerpo estimulado reaccionara de la forma deseada, la erección del joven de cabellos turquesa quedaba en su punto más alto mientras su dueño gemía el nombre de su amante. Milo lo levantó para cambiarlo de posición y lo puso de piel y lo agachó para que sujetara del respaldo del sofá, sabía que no podía permitirse hacer cualquier cosa que contaminara la muestra, pero deseaba convertir aquella toma de muestra en algo más, una entrega mutua.
–Toma el vaso de muestra y preparate, mon chéri, ma vie... –Susurró en el oído de su francés.
–Adoro cuando me hablas en francés, mon amour... –Camus se sujetó con una mano del sofá y con la otra sostuvo el vasito.
Mientras, el amante griego sujetó la cintura de Camus con un brazo mientras con la mano libre se dedicó a estimular la erección de su amante, frotando con suavidad a veces y luego con más fuerza, mientras enterraba los dientes en el lóbulo de la oreja estimulando, a sabiendas de lo sensible que era su amante en esa zona del cuerpo. Masturbó con cariño y con cuidado mientras Camus se deshacía en gemidos de aprobación deseando lo que Milo escondía en sus pantalones, agradeciendo las palabras de amor que le regalaban.
Finalmente en medio de espasmos de placer terminó corriéndose, con apenas la coherencia suficiente para colocar el vaso y tomar una muestra mayor a la suficiente para lo que se requería, Milo la tomó de sus manos y la cerró, aún cansado y adolorido por la erección en sus pantalones, se lavó las manos y fue a entregar la muestra, mientras su pareja se quedaba descansando después de tan fenomenal "toma de muestra".
Unos minutos después, Milo regresó y tomó a Camus ayudándolo a levantarse, lo jaló de las caderas y para besarle esos labios tan dulces y que tanto amaba, no iban a tener un hijo de forma convencional, pero si sería producto del gran amor que sentía uno por el otro.
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