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4.- Chupón


Últimamente se me está haciendo complicado escribir, una mudanza, volver a casa con la familia, trabajar, en fin, días pesados, por eso no he continuado mi fic "Sikiadis" (Un MiloxCamus si tienes chance, denle una vuelta) pero en cuanto me acomode seguiré con el reto y con ese fanfic, también planeo retomar trabajos pendientes en otras plataformas.

La palabra esta vez me causo confusión, no sabia si se refería realmente a un chupón y no tenia idea de que hacer, se lo deje a mi musa y esto salió, espero que alguien lo disfrute.

L. W.

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Shion era un ser de luz, lleno de amor y paciencia que trataba a los pequeños santos con todo el cariño del mundo, cualquiera diría que tenía preferencia por su pupilo lemuriano pero no, él trataba a todos con el mismo cariño y respeto... A todos menos a Milo, heredero de Escorpio.

Ese mocoso revoltoso que se la pasaba molestando al heredero de Acuario, el pequeño y misterioso Camus, siempre tan callado, dulce y educado.

— ¡Qué dejes el cabello de tu compañero!

—Pero maestro, usted dijo.

—Qué no se vale jalar el cabello, Milo suéltalo ¡Ahora! —entrecerró sus ojos amenazador, haciendo que el pequeño empujara a su compañero y lo hiciera caer.

—Está bien, patriarca, estamos entrenando —Defendió Camus.

—Ya lo oyó, estamos entrenando, Camus debe ser más rudo, es demasiado delicado.

—Gracias por preocuparte, Milo.

Shion no podía entender cómo es que el pequeño heredero de la onceava casa perdonaba todas sus trampas y travesuras al pequeño heredero de la octava casa.

Camus guardaba un pequeño secreto, en un cordón colgaba un viejo chupón en su cuello, aquel chuponcillo se lo había dado su madre su madre, en lugar de mordedera tenía una agarradera de oro y gotas de diamante, el chupete estaba limpio y vacío, Camus se lo había quedado como recuerdo de su casa. Siempre lo mantenía bajo su ropa, pero ese día Milo, su dolor de cabeza personal entró a sus aposentos privados por mero gusto y para molestarle.

Camus se estaba bañando, por lo que no lo vio entrar, el pequeño heredero de Escorpio observó el lugar mientras gritaba preguntando por su dueño, pero el objeto brillante llamó su atención, el chupón de oro de Camus, aquello objeto brilló ante los ojos de Milo, no por el valor, pues el pequeño era muy joven para saberlo, sino por la belleza.

Milo jugaba con el chupón cuando Camus salió de la regadera.

—Deja eso, Milo.

—Es muy bonito.

— ¿Lo quieres? Si dejas de tratarme como basura te lo regalaré. —Dijo sin más, Milo sintió en ese momento un deje de culpa, asintió, más por culpa que por quedarse con el objeto del que, con algo de nostalgia, pero sin arrepentimientos, Camus se despidió.

Años más tarde.

El santo de escorpio había dejado agotado al santo de acuario en una sesión de sexo, más duro que romántico, pero bastante delicioso, Camus estaba agotado pero feliz, le encantaba cuando su hombre se ponía serio y adoraba cada embestida, aunque al día siguiente no pudiera levantarse, acuario tuvo la necesidad de buscar una píldora para el dolor, pues aunque fuera un caballero de oro, su armadura y su rango no lo protegían de las llamas que provocaba escorpio en la cama.

Al abrir el cajoncillo, lo que vio lo dejó sin aliento, aquel viejo objeto que creyó que Milo había perdido estaba ahí, brillante y valioso, ni siquiera lucía empolvado, era una cosilla curiosa producto de su infancia, el viejo chupón.

—Milo — Suspiró —Aun lo tienes.

—Claro, tú me diste un chupón hace años —Jaló las caderas de su amante para posicionarlo encima de su cuerpo— Déjame regalarte muchos chupetones para ti sólito. —Succionó la piel del cuello de Camus, quien, olvidando el dolor se dejó hacer, dejando caer su cuerpo sobre el de su amante. Siempre perdonaría esas pequeñas rudezas de escorpio, lo amaba, después de todo.

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