1.- Abrazo
El sexo era genial, Camus no podía negarlo, él enredaba sus piernas en las caderas de Milo mientras éste arremetía contra ese punto en su interior que lo hacía retorcerse, sus caderas se movían arriba y abajo, saliva salía de la comisura de su boca por no poder controlar la excitación, los gemidos eran tan fuerte que sólo sería necesario que alguien pasara por el salón de guerra para alcanzar a escucharlos, con poca claridad.
Estaba por terminar, lo sabía, Camus también terminaría, apretó el anillo de carne que atrapaba la erección de su amante para instarlo a correrse y así lo hizo pero no dejo de embestir hasta que Camus también obtuvo su maravilloso orgasmo.
Ambos cayeron rendidos con las respiraciones agitadas, Milo cerró los ojos antes de suspirar. —Genial, como siempre —Dijo, se sentó en la orilla de la cama buscando con la vista sus pantalones— te veo en los entrenamientos.
Camus se sentó en la cama, cubriendo su cuerpo con la sabana, su torso estaba lleno de marcas y chupetones, sus pezones estaban rojos e hinchados, sus labios también estaban hinchados, podía sentir el semen de su amante salir de su cuerpo, pasada la adrenalina y el placer sentía los estragos de entregar su cuerpo y el vacío de no poder recibir ni tan siquiera un abrazo, un simple abrazo.
¿Pero quien era él para pedir semejante cosa, para desearla? Su pecho latía insatisfecho, el trato cuando habían empezado era ese, solo sexo sin besos, ni abrazos, no pasar la noche con el otro, pero Camus hacia mucho había roto el trato, estaba enamorado, profundamente enamorado del Santo de Escorpio, deseaba tanto un simple abrazo.
Milo terminó de vestirse, observó a Camus, éste no lo miraba, veía sus manos que reposaban sobre sus piernas.
—Te he notado raro últimamente —comentó parado al lado de la cama arreglando un poco el desastre que era su cabello.
—Tonterías —respondió Camus, luego se acostó y se tapó con la sábana— nada que ver, te veo los entrenamientos mañana.
Tuvo que morderse el labio y guardar el suspiro, el temblor en su voz ¡temía tanto verse descubierto!
De pronto lo sintió, un calor que le hizo estremecer, a través de la sábana podía sentir el abrazo de Escorpio, su respiración se agitó, tembló en los brazos del otro.
—¿Q.. qué haces? — pregunto ya sin poder controlar el temblor en su voz, pero abrazando el brazo que rodeaba su cintura, mientras disfrutaba la nariz exhalando aire caliente en su nuca.
—Abrazo a mi pareja.
La voz de Milo sonaba relajada, aquella palabra, aquel acto, ¡como lo conmovía! —En ese caso, entra en las sábanas, ¿te quedarás está noche?
—¿Quieres que me quedé?
—Siempre lo he querido, Milo.
—Pudiste decirlo.
—Entra en la sábana y quédate ésta noche, quédate todas las noches.
Escorpio obedeció, abrazó por la espalda a Camus, quien no volteo, así le gustaba, podría estar desnudo y Milo vestido pero así estaba bien, compartir un abrazo sin fines sexuales era lo que había deseado por mucho tiempo, aquella noche el mago del agua y del hielo conoció el verdadero calor de un abrazo.
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Bien zahori28002 ¿Era lo que pedías? Es lo que yo entendí. Espero que te guste.
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