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El trato- Parte 3

Iniciaron las vacaciones de verano y no se vieron en tres meses. Julie ya había olvidado el asunto, ya que las vacaciones habían sido muy difíciles para ella. Junio había sido uno de los peores meses de su vida, pasaba horas acostada en su cama sin poder dormir y tardes jugando en el computador sin ganas de hacer nada más.

Sus padres se separaron ese verano, en términos muy poco amigables. Hace varios meses que estaban peleando, cada vez con mayor violencia, hasta que todo se volvió insostenible. Su padre se marchó de casa y no lo veía desde entonces.
Se preguntaba por qué. Podía ser que hubiera dejado a su madre, aunque le doliera muchísimo, pero ¿no volver más? ¿Abandonar por completo a su hermano y a ella? A veces, prefería quedarse sola, sentada en la cama de su habitación, a oscuras. No pensar en nadie, no hablar con nadie. No pensar en nada... sentirse como un ente indefinido que no sentía amor, ni alegría, pero tampoco sentía dolor, ni sentía tristeza.

Pero la verdad era que extrañaba a su padre terriblemente. Él era un hombre amable, divertido, lleno de energía. De esas personas que hacen chistes en la mesa, que hacen que la vida sea más liviana, menos grave. Era entrenador de un equipo de fútbol y por eso había ganado mucho dinero. Solía llevar a sus hijos a ver los partidos de su equipo y a conocer a los nuevos jugadores. Por las mañanas, despertaba a sus hijos con guerras de almohadas... En las noches, cuando ellos eran pequeños, les contaba historias de terror. No podía entender, no cabía en su cabeza, por qué los había olvidado así.
Su madre, por otro lado, era una mujer bonita, de trato suave, siempre muy educada. Se había casado con el señor Andrews a los veinte años y según ella, se habían enamorado a primera vista. De lejos, parecían una pareja ejemplar, pero Julie sabía que no era así hace mucho tiempo. Como se había casado joven y nunca tuvo la necesidad, la señora Andrews nunca había trabajado. Recién ahora, que habían pasado dos meses sin recibir ni un peso de su esposo, había pensado en buscarse un trabajo.

En medio del desayuno, el primer día de clases, la señora Andrews estaba mirando fijamente su pan con mantequilla.
-¿Crees...que deba buscar un trabajo?- preguntó, por las dudas. Julie suspiró.

- Pues si... Y también estaría bien que yo lo buscara- dijo. Su madre negó con la cabeza, abrazándola.

- Eso no es necesario... Debes prepararte para el próximo año, ingresarás a la universidad y tendrás una vida muy diferente...

Julie no dijo nada. Sin dinero, las cosas se pondrían cuesta arriba.

- Podemos sacar dinero de mi cuenta, todavía no nos moriremos de hambre, no seas tonta- dijo su madre con optimismo.

Las circunstancias del año anterior eran muy diferentes al presente. Julie ya estaba pensando que el mundo se le vendría encima. Veía a sus amigos con esa actitud indolente, como si nada malo pudiera pasarles. Lisa seguía igual que siempre, revoloteando junto con Ken, como en un cuento de hadas. Julie no deseaba estar allí, porque sabía que si notaban su tristeza, harían preguntas que no quería contestar. Por eso se iba a la biblioteca y en su silla habitual, leía. Leía poesía o literatura de ficción, porque no quería pensar en sus propias tristezas. Era mejor leer cómo una princesa sufría por un rey gnomo antes que volver a pensar en su padre. Se sentía como un disco rayado, tocando siempre la misma canción.

Brian aparecía muy seguido. Buscando libros o hablando con la bibliotecaria, había notado que Julie estaba allí sentada, completamente sola. En clases, la chica reía y charlaba con Lisa como si nada, pero si la captaba de improviso podía notar que algo estaba mal, algo era diferente.

Brian comenzó a sentarse a su lado en la biblioteca. Julie se sorprendió la primera vez, pero él no le dijo nada. La segunda vez, él le pidió un marcalibros, ella se lo prestó y siguieron cada uno en lo suyo. No hablaban, cada uno leía un libro totalmente concentrado en lo suyo. Brian prefería la ciencia ficción y la fantasía, por lo que ella había notado. Cuando ella finalizaba un libro, él ya estaba empezando el tercero, lo que era frustrante... Pero él la acompañaba y eso la hacía feliz.

Habían pasado dos meses cuando Peter, el hermano de Julie, y la señora Andrews tuvieron esa discusión. Julie no lo recordaba, pero Peter se lo informó entonces, que en la escuela se estaban alistando todos los preparativos para el viaje de curso, uno que se realizaba justo a la mitad del periodo escolar. Peter estaba ilusionado con la idea de salir del país, como había hecho el curso de Julie hace poco más de un año. Una ilusión que se vino abajo cuando en clase le informaron que las cuotas finales del viaje no estaban pagadas aún. La señora Andrews no estaba enterada de eso y no
tenían el dinero para pagar.

- Aun hay dinero en la cuenta- insistía Peter. - Sumando el dinero que estoy ganando en el trabajo a medio tiempo, podría...

- ¡No puedo retirar más dinero de la cuenta, entiende, es para la casa y para pagar las colegiaturas! El viaje... el viaje es sólo una frivolidad... Necesito que lo entiendas, Peter.

Desde su habitación, Julie escuchaba la discusión con mucha tristeza. Era una frivolidad, ciertamente, pero en ese colegio rico al que asistían, el no poder asistir al viaje de estudios era algo inexplicable. Algo que nunca había sucedido.
- ¡Claro, Julie pudo ir a su viaje, al igual que todos mis amigos y yo soy el único que no podrá hacerlo! - La voz de Peter subía y bajaba de tono, porque parecía querer controlarse pero no lo lograba.- ¡Todo esto es culpa tuya! ¡Tuya!

Julie escuchó esas palabras y fue como una bofetada. Sabia que su madre se sentiría igual, porque las peleas entre ella y el señor Andrews no habían sido su culpa y Julie lo sabía. Peter no, por lo que estaba destinando toda su estúpida rabia a su madre.

Pudo oír los pasos de Peter, mientras corría escalera arriba y luego un portazo. Su hermano se había encerrado en su habitación.

Julie bajó las escaleras y se dirigió a la cocina, donde ellos habían estado hablando. Ahora la señora Andrews estaba apoyada en la encimera de la cocina con ambas manos, como si fuera a caerse.

-¿Mamá?¿Estás bien?

Ella se secó una lágrima rápidamente y asintió.

- Está molesto, es comprensible. Yo misma... recuerdo lo feliz que estaba cuando fui a ese viaje... Tu también te divertiste mucho hace un par de años. Quisiera... quisiera que él pudiera disfrutarlo también.

Julie asintió.

- Yo puedo hablar con él, si quieres...

La señora Andrews suspiró y dijo que si con la cabeza. La muchacha subió las escaleras y tocó a la puerta de la habitación de su hermano. Pero él no le respondió.

- Peter, soy Julie.

La puerta se abrió un poco y ella la abrió. Peter volvió a echarse en su cama, donde había estado tocando la guitarra.
- Supongo que tendré que venderla- musitó, mirándola con molestia- aunque no sé quién la querría, está muy vieja...
Julie se sentó a su lado, suspirando. No sabía cómo empezar.

- No fuiste justo con mamá, Pet...

Él la miró con el entrecejo fruncido.

- Si vienes a darme un sermón...

- No, no vengo a darte un sermón, sólo quiero que entiendas. Mamá no está bien.

- Nadie está bien en esta casa. Papa se fue de aquí por eso, porque nuestra madre y nosotros nos portamos mal con él.

- Eso no es verdad.- Julie apretó las manos, apesadumbrada. Peter dejó la guitarra a un lado y resopló.

-¿ entonces cual es la verdad?

Su hermana bajó la vista. No era capaz de decírselo a Peter. Era su madre quien debía hacerlo, pero era demasiado violento como para contarlo a su hijo de catorce años. El muchacho interpretó el silencio adecuadamente.

- Supongo que fue algo demasiado terrible... Me ahorrarías muchas noches sin dormir si me contaras la verdad, así no me tendrás imaginando cosas horribles. Ya he pasado muchas noches pensando en las razones por las cuales mi papá se fue... y las razones por las cuales no ha regresado.

La hermana apretó los labios.

- Yo también me pregunto por qué no ha vuelto... Yo lo extraño mucho...- No quería ponerse a llorar, por lo que acarició la cabeza de Peter y trató de concentrarse en esos rizos oscuros, como si estuviera acariciando a un perrito. Él suspiró.

- Sé que esto del viaje es una estupidez, pero... sólo quería irme de aquí un tiempo. Distraerme.

Aquella noche, Julie no podía dormir. Imaginaba que Peter tampoco dormía. Hubiera querido poder ayudarle con lo del viaje. Al menos, embalsamar esas heridas que tenía ahora. Ella también las tenía, pero ella era mayor, podía soportarlo de mejor manera. No podía imaginar lo que hubiera sentido si su padre se hubiera marchado cuando ella tenía catorce. Lo que más quería en ese momento era ayudar a Peter. La única forma era conseguir dinero.

Al día siguiente, luego de clases, se despidió de Lisa rápidamente y se dirigió al distrito comercial. Siempre había tiendas que ponían avisos porque necesitaban vendedores... Paso la tarde recorriendo pero no encontró nada. Y donde encontró, el salario de un mes no le alcanzaría para pagar ese costoso viaje de su hermano. ¿Por que todo debía ser tan caro?

La siguiente noche, también la pasó en vela. Esa tarde, en la biblioteca, Brian había vuelto a sentarse a su lado. No le había dicho nada, pero ella comenzó a recordar esa propuesta que le había hecho el año anterior. Su opinión no había cambiado un ápice, en el sentido de que se sentía asqueada de sólo pensar en ello, pero... La siguiente tarde fue igual que la anterior. No encontró nada, al menos nada que le permitiera juntar tanto dinero en un mes...

Envió un mensaje a Brian, dejándolo en su casillero para que él lo leyera apenas saliera de clases. En ese mensaje le decía que necesitaba hablar con él. No podía esperar a que volvieran a verse en la biblioteca y no quería, por nada del mundo, que Lisa se enterara de todo el plan. Aunque sintiera que el asco la llenaba por el solo hecho de atreverse a hacer algo así, lo esperó afuera del colegio.

Brian se acercó a paso desesperantemente lento, acabando con su paciencia. Temía arrepentirse de un momento a otro, se sentía muy mal entonces... El muchacho, con su paso desgarbado, no le parecía atractivo en absoluto. Quizás era mejor así... Si, era lo mejor.

- Yo... Hola- Julie se apretó las manos con nerviosismo.- Necesito hablar contigo.

Brian asintió.

- Si, eso ya me lo escribiste. Por eso estoy aquí.

- No es necesario que seas desagradable.

La expresión en su rostro demostraba que ni se había dado cuenta de su ironía. Julie suspiró, mirando por encima del hombro de Brian, esperando que no aparecieran compañeros a husmear. Sabía que si estaba aceptando la loca propuesta del muchacho, al día siguiente todos los verían juntos, pero hasta entonces...

Brian la seguía mirando con expresión seria. La muchacha parecía muy nerviosa, no recordaba haberla visto así antes.

- Yo quería hablar... de esa propuesta que me hiciste antes de las vacaciones.

Era un brusco cambio de acontecimientos. Brian no cambió mucho de expresión, pero mientras ella hablaba, se fue formando lentamente una sonrisa.

- Sería un mes, como dijiste, sólo uno. Treinta días y apenas se acaben, vamos a dejar en claro que terminamos. No me importa si eres popular entonces o no, no voy a aceptar que me exijas más días. Y... y quiero que quede por escrito. Un contrato, eso, quiero un contrato...

Brian sonrió por fin, ampliamente. No era común verlo sonreír así y Julie lo miró con curiosidad, como cuando ves algo totalmente fuera de lugar en otra persona. Era como ver a Lisa despeinada, o a Ken siendo amable. Pero esa sonrisa podía significar muchas cosas. ¿Estaba aceptando? ¿O quizás ya había cambiado de idea y sólo se estaba riendo de ella?
- Está bien- dijo y Julie respiró más tranquila. - Pero necesito saber qué quieres a cambio de esta relación falsa. Porque no creo que lo estés haciendo como un simple favor, ¿o si?

Julie apretó los labios. Ojalá sólo lo estuviera haciendo como un favor. Hacerlo por dinero le parecía muy humillante.
- Quiero el dinero para poder pagar el viaje de estudios de mi hermano Peter.

Brian frunció el entrecejo.

-¿Y eso cuánto sería?

Julie no dijo nada. Le pasó la hoja que había tomado por la mañana, una circular que habían enviado a todos los padres del curso de Peter, donde se detallaban los gastos del viaje. Brian alzó las cejas al mirar la circular.

- Es... bastante...

- Ya... ya tenemos una parte, así que no necesito todo ese dinero, sólo... Sólo el pasaje. Eso seria suficiente ayuda.
Brian buscó el valor del pasaje y su expresión se alivió un tanto.

- Puedo pagar eso- declaró y Julie se sintió feliz y aliviada por fin. Pero claro, había muchas cosas que aclarar ahora.

- Entonces, ¿cómo hacemos esto? - preguntó. Brian dudó.

- Pues, creo que la idea de hacer un contrato está bien. Podemos establecer los derechos y deberes, y hacer las especificaciones... Ven...- Se encaminó hacia el colegio y la chica lo siguió. La mayoría de los alumnos ya se habían ido, así que se sentaron en una banca y Brian sacó un cuaderno para escribir el contrato.

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