Palabras a utilizar:

•Huella
•Abrigo
•Animal extraño
•Hecho
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Mario era un pequeño de seis años, fascinado con todo lo que le rodeaba.
Era curioso y tenía mucha energía, por lo cual a su madre le costaba un poco mantenerlo quieto en un sólo lugar.

—Amor, por favor –lo cargó para evitar que volviera a salir corriendo —tienes que terminar la cena –volvió a sentarse en el comedor con el pequeño en su regazo

—Pero quiero jugar –se quejó tratando de soltarse del agarre de su madre

—Sólo termina de comer Mario, después podrás jugar –tomó la cuchara y le dió de comer aquella sopa que él tanto aborrecía

—Iugh –escupió parte de la sopa haciendo una mueca —no quiero eso.. Sabe feo..

—Tienes que comerla.. Es bueno a para tu salud.. –comentó su madre queriendo darle otra cucharada de aquella sopa

—No, no.. Guácala –se removió entre los brazos de la mayor

—Mario, por favor.. Sólo come tu sopa.. –insistió sin dejarlo bajar de sus piernas

—Guácala, no.. No quiero..

Se bajó de las piernas de su madre y corrió unos metros hasta que fue tomado por un chico haciéndolo gritar de sorpresa.

—¿A dónde con tanta prisa? –preguntó cagando al menor en su hombro, como si de un costal de papas se tratara

—Luis, no.. No me lleves con mamá.. –se quejó golpeando la espalda de su hermano mayor con sus puños queriendo bajar —ella quiere matarme.. Puso vendeno en la sopa..

—¿Vendeno? –preguntó desconcertado mientras veía a su madre en el comedor

—Si, vendeno.. Sabe feo.. No quiero eso.. –volvió a quejarse

—No quiere la sopa de verduras –comentó su madre y suspiró frustrada, el chico bajó al pequeño dejándolo de pie sobre una de las sillas

—Se dice "veneno" –corrigió al menor con calma—y esa sopa no tiene veneno

—Pero sabe feo.. –se cruzó de brazos y frunció su ceño

—Si, puede saber feo.. Pero es necesario para que crezcas sano y fuerte.. Y te hace mucha falta, estas demasiado pequeño –revolvió su cabello haciendo reír al pequeño un poco

—¿Eso me hará fuerte? –preguntó viendo de manera indecisa aquel plato con sopa

—Si.. Eso te dará fuerza y te hará crecer grande –le aseguró sentándose a su lado mientras su madre le servía sopa a él también

—¿Así como tú? –preguntó viendo al mayor con admiración, Luis sonrió al verlo

—Más que yo, te lo aseguro –el pequeño vió el plato de sopa indeciso aún. El mayor vió a su madre y está sonrió con una expresión cansada —Vamos a hacer algo –vió de nuevo a su pequeño hermano —Si te comes la sopa, te llevaré a explorar el bosque mañana

Ante esas palabras los ojitos del menor se iluminaron y una radiante sonrisa se deslizó por sus labios.

—¿De veras? –preguntó con ilusión

—Claro que si.. –extendió su mano al menor —promesa de hermano mayor

—Hecho –exclamó tomando la mano del mayor y después lo abrazó con alegría, por fin iría al bosque..

—No creo que sea buena idea –comentó la mujer hacia el mayor una vez el menor se quedó profundamente dormido

—Estará bien –sonrió —no lo perderé de vista y no iremos muy lejos, sólo hasta la primera colina

—Aún así no creo que sea buena idea –murmuró

—Necesita ésto mamá –abrazó a la mayor —yo lo tuve con papá, él no pudo tenerlo.. Pero para eso estoy aquí

—Sólo prométeme que cuidarás de él.. Y de tí..

—Te lo juro ma –dejó un beso sobre sus cabellos y la acunó en sus brazos unos minutos.

Al día siguiente..

—Mario, ponte un abrigo. Hace frío afuera –el menor obedeció a su madre y corrió a ponerse su abrigo

—Estaremos bien mamá –insistió el chico al ver la angustia en su madre

—Por favor, si se encuentran a uno de ellos..

—No iremos lejos –le interrumpió —y ninguno de ellos llega a ésta parte del bosque, tranquila. –ella asintió no muy convencida

—Estoy listo –regresó el pequeño con alegría

El mayor lo tomó de la mano y ambos salieron de la casa. Luis cargaba un arco y flechas para defenderse si fuera necesario, Mario traía una pequeña daga que en algún momento había sido de su padre.
Ambos avanzaron por el bosque con cuidado, el menor estaba fascinado con las plantas nuevas a su vista, pues no salía mucho de la casa después de la muerte de su padre. Estaba asombrado de ver tantas flores de tantos tamaños, formas y colores. Se sorprendió de ver los imponentes árboles a su alrededor, el inmenso lago que se veía a la lejanía y los insectos que revoloteaban a su alrededor.

—Este lugar es increíble –exclamó alegre viendo a una mariposa tomando el néctar de una flor

—Si, pero también es peligroso –comentó el mayor observando alrededor, descuidando un segundo al pequeño

—¿Qué es eso?

—Mario, espera..

El pequeño corrió hasta un hueco en el suelo, basta grande. Parecía..

—Una huella.. –murmuró al verla mejor

—No corras así –le regañó el mayor y lo tomó de la mano viendo así aquella marca en el suelo

—Luis, ¿qué animal pudo hacer eso? –preguntó en bajo mientras tomaba con fuerza la mano de su hermano con fuerza pues si esa era su huella no quería ni imaginar cómo sería de enorme aquella criatura

—Tenemos que volver –sentenció el mayor y cargó a Mario para avanzar de regreso a su casa

Al dar unos pasos se dió cuenta que aquella criatura que había dejado su huella no estaba sola.
Frente a él tres de esas criaturas avanzaban hacia ellos.

Se dió prisa a esconderse tras un árbol, entre sus raíces y bajó al menor pidiéndole con un gesto que guardara silencio.

Mario no entendía que pasaba, solamente observó. Vió a las tres criaturas enormes pasar cerca de ellos.

—Qué animal tan extraño –murmuró —¿qué son?

Luis le tapó la boca y ambos vieron con nerviosismo que una de esas criaturas volteó hacia ellos

—¿Escuchaste eso? –preguntó

—¿Qué cosa Nelly? –preguntó otro de ellos volteando donde ella

—Nada, nada.. Creo que solo es mi imaginación –después de eso las tres figuras enormes siguieron avanzando

Una vez estaban lejos Luis tomó al pequeño en sus brazos y avanzó de prisa hasta su hogar.

—¿Qué era eso? –preguntó el menor en bajo cuando se detuvieron, unos metros antes de llegar a casa

—Humanos –murmuró el mayor —los seres más peligrosos que puedan existir

—Creí que los gatos eran los más peligrosos que podían existir –comentó confundido

—Los humanos acaban con todo a su paso, Mario. No les importa nada más que ellos..

—¿Son malos? ¿Todos ellos?

—La mayoría lo son –murmuró. Se detuvo y detuvo al menor antes de llegar a su casa —escúchame bien Mario.. Por el bien de mamá, será mejor que no le digamos que vimos humanos, ¿entiendes?

—Si son tan malos.. Ella debería saber que están cerca..

—Mario.. –hizo una pausa y vio hacia el pasto pensando las palabras correctas para el pequeño —si mamá se entera, se va a asustar mucho.. Y no te dejará salir a ningún lado.. Nunca más.. –el menor lo vio con atención —Primero déjame hablarlo con Ginny, ¿está bien? Los vigías sabrán que hacer

El menor asintió. Confiaba en su hermano, así que aceptó guardar silencio mientras él hablaba con los otros duendecillos al respecto.

¿Por qué los humanos volvían a acercarse a su bosque después de tantos años?

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»Aprovechando el insomnio, nuevo escrito.«