Semidesnudos
Él había dejado de abrazar almohadas desde hace ya cuatro meses atrás, ahora se dedicaba a abrazar un cuerpo caliente y perfecto.
Entre sus brazos, su vecino dormía plácidamente, después de la noche tan pensada en el bar en donde él sirve bebidas y el pelinegro iba a tomar bebidas gratis de todos los chicos que se le insinuaban. El castaño no lo sentía como un engaño, al contrario su relación era tan sencilla que en ocasiones apostaban para ver quien conseguía más números al finalizar la noche, el ganador se llevaba una felación segura al cerrar al bar.
La mayoría de los trabajadores ya conocían a Andy por todas las veces que llego de la mano junto a Oliver, dando por hecho que estaban juntos. Y sí no era eso, definitivamente habían sido los besos que se daban en la barra antes de abrir las puertas del local.
Nadie tenía problema alguno con ello, sí el gerente quería llevar a su novio, el gerente podía hacerlo.
Su cama había dejado de ser enorme, ya no era una isla perdida en medio de la soledad en su habitación. Las cosas habían cambiado y le encantaba decir que todo había sido para bien.
Comenzó a repartir besos en la nuca de su compañero, bajo hasta el punto en donde su espalda comenzaba y siguió besando su cuello, deteniéndose a morder el lóbulo de su oreja y a darle un tierno beso en la mejilla, para seguir por si cuello hasta llegar a un lado de su mandíbula. Tomándose su tiempo redirigió sus labios a los labios del mayor y con suavidad le dio un beso en la comisura de sus labios.
— Buenos días – susurro el pelinegro con voz gangosa. Inevitablemente Oliver envolvió aún más al mayor, haciendo que el contrario se acurrucara más cerca, eliminando todo espacio existente entre ellos.
— Buenos días – respondió el castaño. Al pasar de los minutos el castaño sintió la necesidad de levantarse para hacer el desayuno, así que intento levantarse, hasta que sintió una mano jalar de su brazo.
— ¿A dónde crees que vas? – pregunto el pelinegro aun con los ojos cerrados.
— A hacer el desayuno – respondió tranquilo, recibiendo una murmuro negativo.
— Cinco minutos más.
Y volvieron a caer acurrucados en medio de la cama de Oliver, con Andy aferrado al brazo del menor y al castaño abrazando todo su torso. Con sus piernas entrelazadas.
No había rayos de sol que los despertaran, pero si una terribles ganas de ir al baño.
El menor se levantó a orinar, dejando a Andy sin su calor corporal, haciendo que se despertara por el frio.
Cuando observo al menor salir del baño, le dio una mirada fulminante y a pesar de ser 10 años mayor, infantilmente Andy se envolvió con la única cobija que había.
Oliver rio al ver solamente la cara de Andy, siendo que lo demás estaba envuelto, fue de nuevo a la cama y subió al colchón desnudo. Le dio un casto beso al ojiazul y con la distracción jalo la cobija mandándola al suelo y abrazando al mayor para seguir besándolo.
(*****)
En su mano izquierda ya no había anillo alguno, hacía semanas que lo había quitado de su dedo anular. Ya no sería necesario en ningún futuro.
Y esa era la mejor parte para Oliver, ver su mano desnuda cuando Andy recargaba los codos y sobre sus manos y en estas su cabeza.
Al castaño le encantaba hacer reír al chico frente a él, amaba su risa por sobre todo los sonidos existentes y hoy estaba ahí, haciéndola de malabarista con tres huevos (aunque hace unos segundos eran cuatro) sólo para que el pelinegro riera.
A pesar del frio ambos seguían solamente en bóxer, sin ninguna otra prenda.
Andy miraba desde el banco en la plancha de la cocina hacia la estufa, más específicamente a quien cocinaba en ella.
Él mayor no podía apartar la vista ni un segundo de aquel peculiar niño, y rio internamente al llamarlo así y recordar lo mucho que el castaño odia el sobrenombre, verlo preparar el desayuno era una delicia sin igual, más que cualquier comida, Oliver era una completa adicción para Andy.
Lo supo desde el momento en que lo vio a través de la ventana, cuando se desnudó la primera vez para él, cuando llamo a su puerta con tonta excusa, cuando regreso toda la semana siguiente e incluso cuando al poco tiempo de apenas conocerse, Oliver le propuso irse a vivir con él, lo supo, de lo contrario no habría aceptado dejar a su esposo millonario.
Después del primer beso ya no había marcha atrás, seria de Oliver para siempre.
El menor cortaba ingredientes y los mezclaba con el huevo para después hacer una tortilla sobre el sartén con aceite caliente, dejando escuchar el cocinar del omelet.
No era el mejor cocinero, según sus propias expectativas, al menos no había muerto de hambre; pero para Andy, no existía comida más deliciosa que la de su pequeño chico.
No podían decir que tenían la misma rutina siempre, porque siempre había una cosa diferente. Algo que cambiaba.
Hoy por ejemplo, su tema de conversación era sobre sus vidas antes de conocerse.
Aunque por lo demás parecía el mismo día: uno que otro beso, ambos semidesnudos recorriendo todo el departamento, Oliver haciendo el desayuno.
Andy se había ofrecido a recoger la mesa, algo que el castaño no tomo como algo de importancia.
Y hasta ese instante todo había sido tranquilo. Pero al pelinegro no le gustan las rutinas y él cree en los días especiales.
Pasa por todo el pecho tatuado de Oliver sus manos calientes y lo abraza por detrás, mordiendo el lóbulo de su oreja.
En movimientos pocos sutiles Andy había terminado sentado en las piernas de Oliver y ahora tenía dentro de él dos dedos del castaño moviéndose en un vaivén mientras jadeaba y pedía por más.
Otra cosa que había cambiado en la vida de Oliver, eran sus mañanas. Dejando de despertarse temprano para salir a correr por la playa, cambiándolo por otro tipo de ejercicio más recreativo, como tener a su vecino, Andrew Biersack saltando sobre su pene, auto penetrándose una y otra vez, viéndolo gemir su nombre y besándose hasta lograr llegar al preciado orgasmo.
Sí había algo que Oliver amaba de vivir con Andy, era su cambio de rutina. Y lo hermoso que se veía al correrse sobre su estómago, ahogándose entre jadeos y suspiros.
— ¿Quieres ser mi novio? – le pregunto al mayor aún sin salir de él.
Inmediatamente Andy se enderezo para verlo directamente a los ojos y sonrió.
— Claro que sí, niño.
Lo siento, Scott_Biersack pero el final de DWAW esta decidido.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro