Drabble

La humedad en su cuello lo tenía anonadado en deseo y lujuria, podía sentir los dientes clavándose en su piel y como estos iban dejando marcas a su paso.

A pesar de los tatuajes iba a ser difícil cubrir los diversos chupetones que el menor estaba dejando en él. Marcándolo, reclamándolo como su propiedad.

Las manos escurridizas del pelinegro se metieron dentro de su camiseta, palpando con las yemas de sus dedos toda la superficie que podía.

Los besos fueron descendiendo por su cuerpo, yendo a las clavículas, sus hombros y bajando a su pecho, para llegar a sus tetillas, las cuales estaban duras y sensibles, necesitadas de atención.

Sus gemidos eran sonoros al tener la lengua del ojiazul lamiendo arduamente su pezón.

Su excitación crecía segundo a segundo y la erección bajo su ropa interior era un claro ejemplo.

Unos finos y suaves labios volvieron a atacar los suyos con besos salvajes y apasionados. Sus lenguas ocasionaban chasquidos ruidosos y ambas trataban de dominar la lujuriosa batalla.

Los labios volvieron a descender por el cuerpo del castaño, ahora sus húmedos besos iban por todo su cuerpo hasta que finalmente llegaron a la parte inferior.

Un escalofrió recorrió su columna en cuando la lengua del menor dio un lengüetazo a su miembro por encima de la ropa interior ya húmeda de líquido preseminal.

No tuvo que esperar mucho tiempo cuando sintió su bóxer deslizándose lejos de sus piernas, dejando su erección libre al fin.

Un segundo lengüetazo fue directo a la cabeza de su pene y Oliver no pudo evitar soltar un jadeo, le acompañaron otras lamidas por todo el tronco y finalmente sintió una opresión en la venosa erección.

Su mano tomo un puñado del suave y sedoso cabello negro y lo empujo más hacía abajo. Sintió golpear la garganta de su amante y soltó un gemido. Dejo de hacer presión contra su miembro sin dejar de agarrar los mechones de pelo.

Arqueo su espalda elevando sus caderas y apoyando su cabeza entre las almohadas cuando la velocidad del otro aumento considerablemente.

El chico ahuecaba las mejillas y pasaba su lengua rodeando el glande del castaño. Sykes bajo la mirada admirando el trabajo de su acompañante al mismo tiempo en que este levantaba su cabeza sin dejar de chupar el miembro del castaño. Se sostuvieron las miradas y Oliver podía jurar que los ojos azules de Andy ahora eran más obscuros, desbordando lujuria y deseo.

Oliver no quería correrse tan rápido, aún quedaba mucho tiempo para aquello.

Con el cabello negro azabache entre sus dedos enderezo la cabeza de Biersack, provocando un 'pop' cuando de la boca del menor salió su pene lubricado.

Le dio un beso fogoso en los labios y cambio de posición, dejando a Andy encerrado entre su cuerpo y el colchón para posicionarse entre sus piernas.

Rápidamente encontró la entrada del menor y por más que los instintos de Oliver le gritaran que fuera más lento, éste simplemente empezó a introducir la punta de su miembro entre las nalgas del menor.

Escuchando un glorioso gemido.

— Despierta, Oliver.

Jadeante y sudoroso, así despertó Oliver Sykes al ser sacudido por la mano de su mejor amigo.

— ¡Carajo, Sykes! ¡Te has quedado dormido de nuevo! ¡Vamos tarde! – grito el ojiazul, esperando una respuesta por parte del castaño que sólo se limitaba a mirarlo detenidamente. — Tienes razón, ¿qué clase de idiota soy? – se preguntó Andy, más para sí mismo. — Buenos días, Oli. – saludo al castaño aún desconcertado, dándole un casto beso en la mejilla, muy cerca de sus labios.

Cuando los labios chocaron contra su piel, Oliver no pudo evitar pensar "yo sé de otros lugares que puedes besar" más sin embargo se limitó a decir:

— Buenos días, Andy.

Corto pero preciso. :v