Tres
Acabaron sentados en la misma banca.
-Hace frío eh. -Lance trató de romper el hielo. Se quemó tan sólo al tocarlo.
-Es invierno. No van a hacer 25 grados. -murmuró irónico el coreano. Keith escondió su mentón en el cuello de su chaqueta. Lance bufó y desvió su mirada de él.
-¿Te ha jodido lo que te he dicho antes en clase? -Keith estuvo un rato en silencio,mirando el cielo. Lance le imitó.
Tras unos largos minutos, contestó.
-Si.
-Lo siento. No era mi intención. -murmuró el cubano, aún con sus ojos clavados en el cielo. -Es sólo que siempre vas sólo y...
-Hay gente que no tiene tantos amigos como tú. -soltó de forma borde y seca. Llego el autobús. Keith se levantó y se dirigió a la puerta. Le saludó al conductor, pagó y ticó su viaje y se apoyó donde siempre. Cerró sus ojos y encendió la lista de reproducción. Estaba cansado.
Estuvo así todo el viaje.
Hasta que llegó el final
Escuchó su voz de nuevo.
-Oye. - Keith le miró con una expresión borde. -A las 3 y media. En la cafetería.
-No voy a ir a la cafetería. -respondió rápidamente.
-Bueno, donde sea.
-Detrás del gimnasio. - se arrepintió de decirle donde se escondía, pero bueno, si Lance era tan tonto como parecía no volvería a aparecer por ese lugar.
-A las 3 y media.
-Que si que si. - Keith volvió a casa y se tiró sobre la cama nada más llegar.
Llamó a Shiro por teléfono.
-¿Si?
-Mañana no me guardes hojas. No voy a clase.
-¿Qué dices, que ocurre?
-Nada. No quiero ir. -Shiro bufó por la otra línea.
-Mañana por la mañana te estoy llamando a las 5. Estas avisado.
-Iros a la mierda. - Keith colgó al mayor y dejó el móvil por ahí tirado.
No quería ir.
No quería ver a Lance.
Querría hablar con él y Keith no quería. No quería nada de nada.
5 de la mañana.
A Keith le estaba soñando el teléfono. Lo cogió entre gruñidos.
-¡Te odio, os odio a todos! -gruñó el coreano entre sonidos guturales secos y carrasposos.
-Buenos días. Te espero en la entrada. -y colgó. Keith miró el móvil con asco y lo lanzó por ahí.
Entre palabras malsonantes se duchó, se lavó los dientes y se vistió.
Se abrigó bien y se dirigió a la parada del bus. Ni una señal del cubano. Pero lo bueno tarda en llegar.
Por bueno me refiero a dolor de cabeza para Keith.
Subió al bus una vez abrió la puerta y empezó su rutina.
Se apoyó en su rincón de siempre y esperó empezar el viaje.
Otra vez el conductor esperando a Lance.
Lance corriendo y peleando contra la fatiga.
Entró tras darle las gracias al conductor y se puso delante de él. Lance sonrió de forma dulce. Keith no podía resistirse a la sonrisa dulce de Lance. Le sonrió de vuelta y se apoyó cara a la cristalera.
Así todo el viaje. Sintiendo la mirada de Lance y sus sonrisas, ahora maliciosas.
Esas no le hacían gracia.
Salió de allí y sintió la mano del cubano sobre su hombro.
-Buenos días. -murmuró.
- Que te jodan. -respondió el coreano.
-3 y media. - Keith gruñó en un sonido gutural. Mierda. Se acordaba.
Y el día paso rápido.
Llegó la hora de antes de la comida.
Se sentó en su sitio y sacó sus libros.
A solas, claro. Lance entró y se sentó con Hunk. Ambos se miraron. Ambos intercambiaron una mirada. Keith una seca e impotente. Lance una dulce, tal vez hasta atrevida.
Tras una larga media hora un papel aterrizó en su mesa. Lo abrió y leyó lo que ponía.
-3 y media <3
Keith miró al cubano. Era él. Como que le miraba de reojo con una tierna sonrisa. Keith cogió el papel, y mirándole hizo una bola con él.
3 y media.
Ya eran las 3 y media. Hizo tiempo guardando los libros. Vió a Lance salir con Hunk y su amiga.
Soltó un suspiro y cogió su mochila. Salió a toda prisa y se dirigió al gimnasio, evitando la cafetería, pasillos peligrosos y un largo etcétera.
Llegó de una sola pieza. Se sentó en las escaleras de maderas y se puso los cascos.
Miró el césped.
¿Por qué tantas ganas por parte de Lance por hablarle tanto?
¿Por qué ahora? ¿Por qué no antes de aquel polvo en Halloween? No entendía nada. No entendía nada y le estaba poniendo nervioso la música. Se quitó los cascos y los guardo en su mochila. Enredó sus dedos en su cabello y parte de su frente.
- Que puta mierda...
-Veo que eres puntual. - esa puta voz. Keith murmuró un suave joder. -¿Aquí pasas las comidas?
-No. -dijo cogiendo su mochila y poniéndose en pie.
-Espera espera. -el coreano frenó en seco. -Quería hablar contigo.
-No gracias. -el chico volvió a girarse.
-Recuerdo lo de Halloween. - Keith gruñó en voz baja. Apretó su puño. -Me acuerdo de lo del baño. Ya sabes.
-Genial. Pues olvídate de eso ya. Fue un error. -Lance le cogió de la muñeca.
-Quiero hablar en serio. - Keith le miró unos segundos. Recorrió con sus ojos cada centímetro de su cara. De su puta perfecta cara. Musitó un suave joder y se sentó en las escaleras de nuevo.
-Hazlo rápido. - Keith buscó algo en su mochila. Sacó algo similar a un caramelo o un chicle y se lo metió en la boca. La caja estaba vacia, por lo que la dejo sutilmente bajo las escaleras. Un poco cerdo el chico.
-Vale. -Lance se sentó. -A ver... - se rascó la nuca. -Lo de Halloween. -miró al chico. Keith no le miraba.
-Fue un error.
-Si. Bueno. -suspiró y dejó de mirar al chico. -Sinceramente... yo no lo pase mal. -Keith no respondía. -Estuvo bien, ¿no?
-Si, no... no lo se. Te digo que fue un error. -Lance chasqueó su lengua y rodó sus ojos.
-¡Para ya de decir eso! -Lance le dió un empujón en el brazo que hizo que el coreano de sobresaltara. Comenzó a toser.
-¡Que me atraganto, gilipollas!
-Perdón. -dijo riendo. Lance sintió la necesidad de tener un chicle entre sus dientes. -Lo que quiero decir es... -su móvil empezó a sonar. -Joder. -cogió el móvil y respondió la llamada. Se puso de pie y acercó su móvil a su oído tras descolgarlo. -Que.
-¿Donde estás? Que se enfría la pizza. Habías dicho 5 minutos. Van a ser 15.
-Voy Pidge, voy. No tardó. -colgó y se giró.
Ya no había nadie en las escaleras. Keith dejó pegado su chicle en el escalón antes de irse.
-Habérmelo dado. -murmuró el chico.
Keith salió de allí y empezó a correr por los pasillos. Que no le viera, que no le viera por favor.
Llegó a la zona de las residencias.
Sacó sus llaves y entró en el piso de Shiro. Soltó una bocanada de aire y dejó resbalar su espalda por la puerta.
-Me cago en mi vida... -murmuró el coreano. Dejó la mochila en la entrada y se metió al salón. Y se encontró con Adam. -Uy, perdón...
-Hola Keith. No te preocupes. Estamos aquí los dos.
-Cocina Keith. -dijo el mayor desde el lugar mencionado. Keith esbozó una sonrisa un tanto tímida y se fue a la cocina. -Que haces aquí. Son las cuatro de la tarde.
-Lance ha hablado conmigo.
-¿Y?
-Me ha dicho que lo que pasó en Halloween le gustó. -Keith frenó todas sus acciones.
Ah si, Shiro sabía lo de Halloween. Keith le llamó a las tantas son motivo aparente, y al día siguiente tuvo que dar explicaciones.
-¿Que qué?
-Que se acuerda. Se acuerda Shiro. Yo ya no se que hacer. Pensaba que también estaba borracho. -pasó su mano por su cabeza. Se estaba agobiando. -Que se tiró a un tío. A mi. Al ratito de la Universidad. ¡Que se acuerda! -el chico se sentó en la silla y enterró su cabeza entre sus brazos. -Yo me quiero morir.
-Exagerado. Tal vez le gustas. - Keith levantó su rostro con una expresión que negaba totalmente lo confirmado por el contrario.
-Eh... no. No le gusto.
Keith acabó comiendo con los dos mayores. Eran como sus hermanos. Sus hermanos mayores. Sus únicos amigos en toda la Universidad.
Keith estaba sólo. Se peleó varias veces con varios chicos y... acabó cogiendo una mala reputación. Nadie se planteaba hablarle o simplemente tener un gesto amable. Nada. Sólo pedir los sitios que su mochila ocupaba en clase.
Terminó el día en el piso de Shiro y Adam, estudiando en la habitación que les sobraba. Keith sabía por qué esa habitación sobraba.
Eran las 8.
A casa a cenar y dormirse pronto.
-Adiós. -tras despedirse volvió a tomar camino para ir a la parada.
Y mierda. El autobús pasaba el aquel momento. Hasta 10 minutos más tarde no pasaba otro. Y todo si iba bien y el autobús que venía después era el de la ruta correcta.
Iba a iniciar una carrera, pero divisó una figura que ya conocía: Lance. Sus pies frenaron. Tragó saliva, y con temor en el cuerpo y vergüenza, esperó a que el bus arrancase.
Y arrancó.
Keith llegó a casa a las 8 y veinte.
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