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# 3. El Primer Paso

¡" Dicen que el primer paso es el más difícil", y si se trata de salir corriendo de una relación tóxica aún más.!

Una semana después:

Una semana después, el amanecer se filtra a través de mi ventana, la lluvia danza suave sobre la tierra, empapando el pequeño jardín. La música, como un susurro, me invita a volver a la cama, pero la realidad me llama con voz firme. Organizo mi maleta, seleccionando solo lo esencial.

El camión de mudanza se lleva todo de la casa, depositándolo en el refugio temporal de una amiga llamada Diana, a quien conocí en la universidad. Entre las prendas y los recuerdos, una melodía persiste en mi mente, girando como hojas en el viento. Cada tristeza, cada anhelo, la plasmo en dibujos y letras, como si así pudiera liberar mi alma. La incertidumbre se mezcla con la nostalgia, y el amor se esconde entre las sombras. ¿Qué nos espera al otro lado? ¿Qué secretos guardan las paredes vacías?

Ya está amaneciendo, la lluvia cae suavemente sobre la tierra, mojando el pequeño jardín a través de mi ventana, coloqué un poco de música suave que induce a tomar nuevamente la cama y caer en un sueño profundo. Pero debo seguir, levantarme y enfrentar la dura realidad.

Mientras estoy organizando la maleta, trato de llevar poca ropa y escogí sólo lo necesario. Ya el camión de mudanza está sacando todo de la casa para dejar guardado en casa de una amiga que conocí en la Universidad llamada Diana. Tengo una melodía en mi cabeza que revoletea a cada instante. Cada vez que siento tristeza en mi corazón me siento a dibujar o escribir canciones, como una forma de desahogar mis penas.

Guayabo de medianoche

Si me tocará elegir
Para volver a estar contigo
Pediría tener alas
Y regresar al olvido

Pero estando aquí presente
Cada recuerdo vivido
Se que nunca me miraste
Con ojos de amor sentido.

Corre lágrimas; no detenga
El dolor de su partida
Corre y así limpié
Las penas y las heridas

Porque es muy fácil decir
Un clavo saca otro clavo
Cuando sólo el corazón
Sabe lo que es un Guayabo

Guayabo de medianoche
Que marchita mi pensar
Que estará haciendo mi vida
Al otro lado del mar

Hay Guayabo terco y duro
Conmigo vas a acabar
Mientras busco la manera de dejarte en algún Bar.

El primer paso hacia la libertad es siempre el más difícil, pero también el más valiente

Tomé el autobús rumbo a casa, solo con una maleta repleta de heridas profundas. Caminé y decidí sentarme en la parte de atrás, muy cerca de la ventanilla. De esta forma, observaría mejor el paisaje y coloqué mis lentes oscuros para disfrazar las ojeras en mis ojos. Son 10 horas de camino hasta mi pueblo natal; mamá no sabe que voy a casa, será una sorpresa que ella no espera. No era para nada fácil dejar todos tus proyectos y sueños atrás. Dolía, pero no porque él hubiera hecho las cosas mal; dolía porque, aunque sabía que iba a pasar en algún momento, tenía la esperanza de que Paul había cambiado. "Lo que empieza mal termina mal", eran palabras que mi madre siempre repetía. Y yo tenía mucha culpa por las decisiones que tomé sin pensar en las consecuencias. Creo que fue el miedo a quedarme sola. Pero la soledad era parte de mi vida, aun estando con Paul sentía un gran vacío.

Miro por la ventanilla la brisa fresca acaricia dulcemente mi cara y hace bailar mi larga cabellera color negro, observé el cielo y se torna gris, indicios de que va a llover. Comienzan a caer gotas de agua que golpean fuerte el vidrio de la ventana. Una forma de recordar cómo me golpea el recuerdo de cada palabra que me dijo:

(¡Si ella cambiará su forma de vivir la vida, me quedaría con ella !)

¿Cómo pudo hacer una comparación así... acaso he sido lo peor que ha conocido?, no sé por qué, pero, sentí que me odiaba. Pero en éste precisó momento no se quién odia más él o yo.

Además, no podía dejar de pensar en las palabras de Merry, ¿Cómo alguien a quién le brindas una amistad es capaz de hacerte daño y sin ningún remordimiento; creo que la vida la golpeó tan fuerte que su corazón se volvió piedra? Es, en esta parte de la vida, que buscamos justificarlos como:

¡Sólo están locos...no saben lo que hacen!

Una simple manera de excusarlos para que nos duela menos.

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-Top Top Top

Yo: - Voy... ¿Quién es?

Lina: _ Soy yo, Lina.

Yo: _ Voy Lina, espera, estoy en el baño duchándome.

Lina: Ok... Espero. Me senté en el piso justo en el porche de su casa y esperé unos minutos. En eso abrió la puerta, tenía sobre su cabeza un paño para secar su cabello.

Yo: _Pasa Lina, ponte cómoda, ya te atiendo. La miré a los ojos fijamente con unas ganas muy grandes de caerle a golpes, pero no pude. ¡"No soy como ella"! Pensé.

Me miró y sus palabras fueron:

¿Qué te pasa Lina, Que tienes por qué me miras así... estabas llorando lo veo en tus ojos?

Estaba asustada y a la vez preocupada, o si solo fingía, lo hacía muy bien.

Lina: _ ¿Desde cuándo sales con él?

Yo: _" ¿De qué hablas"?

Lina: _ ¿Desde cuándo Paul y tú se divierten engañándome?

Yo: _ ¿De dónde sacaste esa locura... estás loca?, yo jamás saldría con él, ¡jamás, te lo puedo jurar!

Lina: _ ¡Responde... solo responde ¿desde cuándo?

Mientras sus ojos dejan asomar una lágrima que corre por su rostro y deja correr con ella, el color negro del delineador de ojos. Sacó una servilleta de su cartera para limpiar su cara.

Yo: _ ¿Cómo lo sabes... ¿Quién te lo dijo?

Lina: _ ¡Paul!, él me contó todo. Miro hacia la calle, no podía mirar a Linda a los ojos y le dijo casi sin poder hablar.

Yo: _ Está bien... ¡Sí eso es lo que quieres, te contaré todo! Pasa y siéntate. (le dijo)

Lina: _ No. Estoy bien aquí.

Ella tomó una silla del comedor y la sacó para sentarse justo frente a mí. Mis padres se separaron cuando solo tenía 10 años y mi hermana mayor 12, nos tocó mudarnos varias veces de casa en casa, ya que no teníamos donde vivir, papá era alcohólico y maltrataba a mamá de tal manera que tocó salir huyendo de casa. El hermano de mamá nos ofreció quedarnos en su casa, él vivía solo, no tenía pareja. Mamá, mi hermana y yo llegamos a su casa y nos atendió muy bien; propuso a mamá que trabajara y él nos cuidaba. Pero, justo ahí comenzamos a vivir nuestro propio dolor. Mi tío comenzó a abusar y maltratarnos y lo más triste es que, mamá jamás nos creyó.

Al cumplirla 17 y yo 15 años nos escapamos de la casa a vivir con unas amigas. Esas amigas nos conducen a buscar trabajo para poder comer y ayudar a pagar el alquiler. Y es así como, comencé a trabajar como una dama de compañía de aquellos hombres con dinero. Ellos nos llamaban y nosotras los esperábamos listas para pasar la noche con ellos a cambio de dinero. Era la forma más fácil de ganar dinero. Mi hermana conoció un chico y se enamoró profundamente de él. Al poco tiempo se fueron a vivir juntos y quedó embarazada. Llegó la hora del parto y nos fuimos al hospital, todo se complicó y toco practicar una cesárea. Todo salió bien eso decían los médicos que la atendieron, pero, en solo horas comenzó a sangrar e hicieron lo que pudieron, pero no se pudo parar el sangrado y ella murió. "Una mala praxis médica" (dijo en voz baja). (Se levantó y buscó una hermosa foto de su hermana, mientras sus ojos brillan y a la vez llora en silencio), me pasó la foto, sus manos temblaban recordar ese momento la provocó ansiedad.

L: _A partir de ahí, me quedé. Completamente sola, había perdido lo más importante para mí, mi única amiga verdadera.

Odie el mundo, a los hombres y a todo aquel que veía feliz, mientras yo estaba partida en mil pedazos. Sola sin ninguna compañía real para desahogar mi dolor. Llegué aquí, y quise hacer algo diferente por mí. Me inscribí en la Universidad para prepararme, ya era hora de cambiar y hacer las cosas diferentes. Pero un día, apareció Paul en mi vida. Estaba en una parada, me dirigía a clases ya era tarde y el gustosamente se detuvo en su coche y me ofreció llevarme. Yo tenía prisa y no dude ni un instante en decirle que sí. Y a partir de ese día me esperaba en la parada a la misma hora.

Le dije: ¿Te he visto antes en algún lugar?

Él me respondió: ¡Sí, somos vecinos! Todas las mañanas cuando él salía al trabajo, yo salía casi desnuda en ropa interior y limpiaba el porche de la casa; de esta forma lo motivaba e incitaba sexualmente a llamarme o escribirme todo el día. Seguidamente, días después nos escribimos vía texto y nos pusimos de acuerdo para vernos en un hotel. Llegué primero y lo esperé en la habitación.

Esa noche pasó lo que no tenía que pasar... Pero pasó y aunque los dos sabíamos que estaba mal, no importó, hicimos el amor casi toda la noche. Al terminar, él fue al baño y comenzó a vomitar. (Creo que sintió remordimiento). Y justo al amanecer salimos de aquel hotel, él me llevó hasta la parada. Me entregó un poco de dinero que yo no le pedí. Y se marchó a su trabajo.

(Se levantó nuevamente y tomó un pequeño vaso de vidrio, sostuvo una botella de Ron que estaba media vacía, sirvió un trago de licor seco y lo tomó se un solo sorbo, mientras encendió un cigarrillo). Se paró frente a la ventana que daba justo hacia mi casa y continuó.

L: _Días después, saliste a comprar telas para tus vestidos y Paul llegó temprano a casa... no te encontró. Te vi salir y decidí llegar hasta tu casa, toqué y me recibió él. Me hizo pasar y de inmediato en medio de besos y caricias me llevó hasta tu cuarto, sin antes desnudarme en la sala; y en tu cama hicimos el amor como nunca.

El simple hecho de ser un amor prohibido hacía que sintiera más placer y ganas de estar con él. Es una locura, pero ser la amante provoca mayor placer. Al terminar me sentí sucia por lo que acababa de hacer.

¡No te pediré perdón porque no lo merezco! Así comenzó toda esta locura, me acerqué a ti para despistar lo que pasaba entre nosotros... Y cada vez que veía lo bien que vivías y que nada te faltaba, sentía rabia y envidia por ti.

¿Por qué tú si podías tenerlo todo, mientras a mí me había tocado vivir bajo el maltrato toda la vida?, ¿yo también tenía derecho a ser feliz

Más adelante, quería ponerle fin a todo eso, te fui conociendo y supe que no te merecía algo así, ¡eras una mujer demasiado buena para Paul! Él era un cobarde e inmaduro. No podía dormir pensando en lo que te hacíamos.

Pero él esperaba a que te durmieras y, entonces, se levantaba de la cama y tocaba mi ventana. Yo abría. No podía controlarme cuando lo tenía frente a mí y, al abrir la puerta, tomaba mi cuerpo completamente y solo subía mi falda y me hacía el amor. Lo hacía en cualquier parte, incluso pegado a la puerta de la sala, y luego salía corriendo como un ladrón, antes de que te despertaras y te dieras cuenta. Estabas tan cansada de atenderlo, de mantener todo en orden para agradarle a él, que te olvidaste de ti.

Mientras dormías, él tenía otra vida a mi lado. Comencé a pedirle dinero para mis gastos personales y no dudaba en darme todo lo que le pedía. Ropa, zapatos y accesorios... Todo. Hasta que le pedí un coche nuevo, pero él se negó.

Le amenacé con decirle toda la verdad si no me compraba un coche. Se enfadó mucho y tuvimos una discusión muy fuerte. Fue en ese momento cuando dejó de llamarme.

Esa fue la razón por la que te dije la verdad. Si él no lo hacía, lo haría yo.

Yo lloré mientras ella me contaba esa larga y dura historia de su vida. Miré nuevamente el retrato de su hermana, que tenía unos hermosos ojos azules.

L: Pero... ¿Lo amas?, le pregunté.

M: —¡No! ¡Jamás he amado a nadie! Solo lo utilicé. Necesitaba dinero para mi graduación y gastos personales. Él es uno más del montón con los que me acuesto y sigo acostándome. Aunque no te voy a negar que haciendo el amor es uno de los mejores que he conocido:

«El tamaño hace la diferencia».

(Murmuró entre una leve risa algo sarcástica).

M: «Un pasado como el mío no es fácil de olvidar, no es soplar y hacer botellas». Lo siento, Linda, pero él no te merece.

Al escucharla comprendí que, lo que me había pasado no significaba nada en comparación con la vida de Merry, ella tenía heridas que aún sangraba, que tendría que nacer de nuevo para cambiar de actitud.

Estaba molesta consigo misma y se equivocaba al creer que le hacía daño a los demás, cuando en realidad se lo hacía a sí misma. Comprendí que su comportamiento era el reflejo de que su vida hacía tiempo que iba mal, y que su problema era interno.

Sentí pena por Paul, que había querido dejarme por una chica dedicada a la vida fácil. Creo que, al final de toda esta historia, ella me hizo un gran favor.

Me levanté del suelo, cogí la pequeña maleta y, de la cartera, saqué, como siempre, unas monedas y le dije:

—Toma... Creo que necesitarás para pagar el transporte a la universidad.

Extendió su mano y las tomó.

Así salí caminando, dejando todo un presente que se convertirá en pasado. Y con una sonrisa en la cara, la satisfacción de haberme enfrentado ya a mi primer miedo.

Me detuve un momento y le dije: «Olvidé decirte algo... pide perdón, pero no a mí... a Dios».

Y ella me respondió:

«Dios no perdería el tiempo conmigo... ¡Solo hazte un favor... ¡Se feliz!

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Mientras reposaba la cabeza hacia atrás en el asiento para relajar el cuello, recordé exactamente el día que salí a comprar telas: ella tenía razón, ¡se habían revolcado en mi cama!

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Al llegar de compras a casa, me acosté en la cama a descansar y, al poner las manos a un lado de la orilla, sentí algo denso y blanco que mojó mi mano. Inmediatamente me senté a mirar: ¿Qué es esto?

Lo olfateé y, por su olor, supe que se trataba de un poco de semen esparcido por la cama.

—Dios, ¿Cómo ha llegado esto aquí? Sabía que era de Paul, no había nadie más en casa. Dudé por unos momentos: «Paul no creo sea capaz de traer una mujer a casa... si anda con alguien, no le cuesta pagar un motel. No, ¡no pienses en eso, Linda! (Hablaba sola)».

Lo esperé hasta la noche. Llegó y lo primero que hice fue preguntarle por qué había semen en nuestra cama, no habíamos hecho el amor en días.

Pero él en ningún momento negó que había sido él, solo dijo:

(Paul: «Llegué temprano a casa y encendí la televisión, estaba pasando una película de esas que te excitan, y de repente me masturbé un poco. ¡Fue solo eso, amor... quería hacerte el amor, pero no te encontré!» — (La abraza).

«¡», grité, alejándome de él. —¡No puedo creer que hagas cosas así en nuestra cama!

Paul parecía confundido y un poco herido por mi reacción. «Lo siento, Linda —dijo—, no pretendía ofenderte. Pero no puedo ayudarte si no quieres hacerlo tú».

Estaba un poco molesta conmigo misma por haberlo confrontado de esa manera, pero no podía evitarlo. Había estado intentando no pensar en él durante tanto tiempo y, en medio de una discusión sobre el sexo, estaba claro que no había logrado esconder mis sentimientos.

Me senté en el sofá y apoyé la cabeza en las manos, tratando de controlar mi respiración. «Por favor —continué más despacio—, no hables de esto otra vez. No estoy lista para eso ahora».

Paul asintió y se sentó a mi lado, poniendo una mano sobre mi hombro. «Lo siento», repitió. «No debería haber sido tan grosero».

Nos quedamos sentados en silencio durante un rato, cada uno absorto en sus propios pensamientos. Yo sabía que tenía que hablar con él sobre esto, pero no sabía cómo. De alguna forma, necesitaba encontrar una manera de poner fin a aquello antes de que la situación se volviera más confusa.

Finalmente, dije: «Paul, tienes razón. No debería haberte confrontado de esa manera. Lo siento».

Me volví para mirarlo a los ojos y vi un destello de esperanza en ellos. «Creo que deberíamos hablar sobre esto», dije. «Necesitamos resolver esto antes de que todo se ponga peor».

Paul asintió con la cabeza y nos sentamos cara a cara en el sofá.

—Sí —dijo—, tenemos que hablar. Necesito saber si puedo hacer algo para mejorar las cosas entre nosotros».

Sus palabras me conmovieron. Había estado pensando en él desde aquella noche en que habíamos terminado y, a pesar de todo lo que había pasado, aún sentía algo por él. Pero no estaba segura.

«Paul», dije, tomando una decisión, «creo que deberíamos darle una oportunidad a esta relación. Pero solo si prometes que nunca volverás a hacer algo así de nuevo. Yo también tengo que hacer algunas cosas para mejorar».

Paul asintió con la cabeza y me sonrió.

—Gracias, Lina —dijo. «Estoy listo para hacer lo que sea para mejorar las cosas entre los dos».

A partir de ese momento, empezamos a trabajar juntos para reparar nuestra relación. Comenzamos a hablar más y a tomarnos el tiempo para entender los sentimientos del otro. A medida que pasaban los días, nuestras relaciones mejoraron y nuestras decisiones sobre el sexo se volvieron más abiertas y honestas.

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Sé que suena a tontería y estupidez por mi parte, pero le creía. Paul, ¡jamás te voy a perdonar eso, jamás! (Pensaba mientras lloraba, aguantando las ganas de gritar para que nadie se diera cuenta).

El autobús se detuvo, limpié nuevamente mis ojos y bajé. Observé una farmacia y compré una prueba de embarazo. Tenía cuatro semanas de retraso y, con los últimos acontecimientos, había olvidado hacerla. Me dirigí al baño y apliqué la prueba, que dio el resultado en solo unos minutos. Ese era su regalo de aniversario. —Pensó— ¡Creía que estaba embarazada! —Negativo.

Sentí paz por un momento, una extraña felicidad y agradecimiento por el resultado negativo. Compré algo de beber y continuamos el camino hacia casa.

Tomé un libro que llevaba en la cartera y que estaba titulado:

«Cuando hacerlo bien no basta».

Abrí sus primeras páginas para leer. Recordé a la hermana de Merry y cómo se sintió al perderla.

No creo que se pueda comparar con lo que siento ahora.

¡Solo me hizo un favor!

Pasé la siguiente página y ahí estaba apuntado un número de teléfono:

«JEREMÍAS»

0004242246789...

Y una nota al final:

«Sonríe, amiga, que la vida es una sola. T. Q. M.

L: _ ¿Cómo ha llegado este número de teléfono aquí?

El conductor indica una segunda parada. El autobús parece que ha tenido un accidente y tendremos que esperar. Observé por la ventana una hermosa vista al atardecer. Bajé para contemplarlo.

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