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Cap. 20

Mientras tanto, en el circo, Amelia está alimentando a Cebra con pescado. -Ten chica, es salmón, tu favorito. –dice dándole una vendeja con la comida, ella crió a Cebra desde que era pequeña y son amigas por eso deja que esté fuera de su jaula por un momento.

-Kea te cae bien ¿No? –Murmura mientras acaricia su cabeza, Cebra termina su pescado y toma agua también –Sí, es molesto, irritante y... y... muy tierno. –suspira sentándose en el suelo agrazando sus piernas, su tigre mascota se acerca a ella y se acuesta a su lado.

-Cuando saltaste sobre él pensé que te lo ibas a comer. Después estabas jugando. –Habla mientras la acaricia, en ese momento Cebra se levanta y comienza a gruñir – ¿Qué pasa?

-Hola Amelia. –saluda Lean, entonces el feroz tigre se acerca hacia él para atacarlo.

-No Cebra, cálmate, me conoces. –dice él retrocediendo.

-¿Qué tienes Lean? –pregunta Rafa acercándose a su amigo pero no se da cuenta de que un tigre está a punto de devorarlo.

-¡Cuidado! –Lean se aparta del camino y Cebra termina saltando sobre Rafa, lo sujeta en el suelo teniendo sus patas sobre el pecho del muchacho.

-No, suéltalo. –le ordena Amelia.

-No, está bien. Solo está jugando. –Interrumpe Rafa quitándose de encima al animal –Mira. –él saca una bola de estambre y la arroja hacia la jaula, Cebra la sigue y juega con ella cuando Amelia cierra la puerta con candado.

-Perdona. –Se disculpa ella -Soy Amelia.

-Hola, soy Rafael, mejor amigo de Lean. –se presenta inclinándose como un caballero, en ese momento su miradas se conectaron, ambos sienten una sensación extraña como si estuvieran conectados.

-Eh... no sabía que Lean tenía un amigo, d-digo... -habla ella un tanto nerviosa.

-Él vino a verme actuar en el circo. –interrumpe Lean, él no lo nota pero está muy cerca de la jaula de Cebra entonces lo ataca una vez más –Ella me odia. –dice entre asustado y molesto alejándose más del tigre.

-Yo... los dejo solos. –dice Rafa alejándose.

-Ah, lo del circo... -habla Amelia jugando con su cabello –Ya no habrá más circo.

-¿Qué? ¿Cómo es eso?

-Hoy George soltó a Cebra en el acto y las personas del público demandaron al circo. –le explica mientras juega con sus manos.

-Ese idiota ¿Y qué va a pasar con todos? –pregunta Lean entre serio y enojado.

-George terminó preso, los animales irán al zoológico y nosotros tendremos que buscar trabajo aquí.

-Entiendo. –Murmura pensativo –Tenemos que buscar un lugar dónde quedarnos.

-Ehh... -balbucea ella acachando la mirada –Sobre eso... ya tengo un lugar dónde quedarme. –comenta Amelia.

-¿Ah sí?

-Sí, en la casa de Kea. –murmura.

-¡¿Qué?! –Lean se sorprende pero más se molesta -¡¿Con ese maldito?!

-No lo llames así. –Amelia sale en defensa de Kearrents.

-No te entiendo, hace unos días él era la peor persona del mundo para ti. –dice tratando de tragarse todo su odio pero no funciona mucho.

-Él cambió. –ella hace una pausa y abraza a Lean –Perdona... por todo. –murmura escondiendo su rostro en el pecho del muchacho, trata de decir que solo serán amigos y nada más.

-Está bien Amelia. –interrumpe él separándose –Pero no me busques si vuelven a lastimarte ¿Está claro? –Lean es agresivo con ella pero solo porque está lastimado, Amelia retrocede un poco intimidada y asiente tragando saliva. Una vez todo dicho él voltea y se aleja sin mirar atrás.

La joven trapecista siente un profundo sentimiento de culpa, pero todo es para que ninguno sufra, en ese momento unas lágrimas caen de sus ojos marrones un tanto enrojecidos. Mientras camina con destino al departamento de Kea, ella intenta controlarse y respira hondo pero no funciona para nada.

-Tranquila. –dice Rafa estado frente a ella apoyado de espaldas sobre una pared –Solo hiciste lo que tenías que hacer.

-¿Escuchaste todo? –pregunta disgustada.

-Sí pero no te preocupes por nada, soy una tumba. –jura asintiendo y mirándola a los ojos.

-Sí... -murmura limpiando su rostro. Él nota que es una noche muy oscura y alguien puede atacarla.

-¿Quieres que te acompañe? –le pregunta.

-Eh, sí. Vamos. –acepta sonriendo. En el camino Rafa le va preguntando cosas a Amelia, él quiere saber todo sobre ella ¿Por qué? Quien lo sabe.

-¿Cuántos años tienes?

-Eh... 16 casi 17. –Responde -¿Y tú?

-Tengo cientos de años. –Él sonríe mientras se rasca la cabeza –Las cirugías plásticas y el botox que me hice me hacen parecer un pendejo ¿No?

-Jaja... -ella ríe a carcajadas hasta lagrimear pero de alegría –No es cierto. –dice sonriendo.

-No, pero sí tengo cientos de años. –agrega serio.

-¿Qué?

-No te hagas, yo sé que tú sabes sobre ese asunto de los ángeles y que tu ex novio es uno. –le explica yendo directo al asunto.

-¿Cómo sabes eso? ¿También eres un ángel? –pregunta deteniéndose de repente.

- Si... eh... no. –contesta como haciendo memoria -Antes lo era, ahora soy un exiliado. –confiesa sinceramente.

-¿Qué es eso? –Amelia reanuda la marcha estando muy interesada en el tema.

-Es algo fácil de entender, si haces algo malo te meten una patada en el trasero, echándote del cielo, tan fuerte que hasta ahora me sigue doliendo ¿Captas? – se lo explica con toda la onda del mundo y poniendo algo de humor a lo trágico.

-Pero... ¿Qué los ángeles no son buenos?

-Todos creen eso... -murmura Rafa y levanta un poco su remera dejando al descubierto su espalda –Esto es lo que queda de mis alas. –le enseña las cicatrices que, al ser el primer ángel desterrado, no pueden desaparecer.

-Te las cortaron. –susurra un tanto impresionada, entonces él asiente bajando su ropa.

-Pero está bien, aquí es mejor que el cielo. –dice él volviendo a sonreír. Rafa tiene una actitud muy positiva que, en algunas ocasiones como estas, es irracional. Después él vuelve con su cuestionario -¿Tienes padre?

-Sí, que yo sepa no soy huérfana. –Amelia se encoje de hombros.

-Entiendo. –susurra pensativo.

-Bueno, ya llegamos. –Dice ella al ver que están enfrente del edificio donde vive Kea y su familia –Gracias por acompañarme ¿Quieres pasar? –le pregunta ella siendo amable.

-¿Pasar al departamento de esas personas y conocer a ese Kearrents que todos los ángeles consideran un fenómeno y monstruo? –contesta arqueando una ceja. -Eh... -ella no sabe que decir entonces Rafa sonríe –Sería genial.

Él acepta muy emocionado y entra al edificio después de ella, Amelia golpea la puerta y los recibe Ricky –Hola. –saluda él dejándolos pasar.

-Traje un amigo. –dice ella refiriéndose a Rafael.

-Hola, soy Rafa ¿Andas en skate? –pregunta al ver la patineta sobre el sofá.

-Sí y Kea es el mejor de todos. –contesta quitando la skate para que ambos tomen asiento.

-Yo práctico algo parecido pero en el agua, el surf. –Menciona un tanto engreído –Prácticamente soy un pez. –bromea riendo.

-¿Surf? Nunca lo he practicado. –dice pensativo.

-Amelia estaba ocupado por eso no... -Interrumpe Kea saliendo de la cocina y se detiene al ver una cara nueva –Hola. –saluda haciendo un ligero movimiento con su mano.

Rafa se pone de pie y se acerca a él en silencio, camina a su alrededor mirándolo de arriba abajo –A ver. –Murmura inspeccionándolo –Dos ojos y una boca, orejas, un par de brazos y piernas, no tiene cola. ¡Qué estafa! –dice decepcionado cruzándose de brazos.

-¿Eh? –nadie entiende nada.

-Es que TODOS dijeron que eres un monstruo, un engendro, pero eres igual que cualquier ángel o humano. –le explica Rafa. Las miradas se cruzaron, Kea mira a Amelia, Ricky a su hermano y viceversa.

-Espera ¿Quién eres tú? –le pregunta Kea serio.

-Soy Rafa.

-No ¿Qué eres?

-Un Rafa. –Contesta bromeando entonces cambia rápidamente –Soy un exiliado. –dice con una voz macabra.

-¿Un qué? –pregunta Ricky curiosos.

-Escucha. –Kearrents se pone serio y le habla claramente apuntándolo con el dedo índice –Hace poco, uno de ustedes intentó cortarme las alas y si piensas hacer lo mismo yo...

-Como amigo de Leandro, debería romperte la cara. –lo interrumpe Rafael desafiándolo con la mirada pero entonces agacha la cabeza –Pero como protector de Amelia no haré nada, ella te aprecia mucho. –dice tomando asiento otra vez.

-Espera, ¿Eres amigo de Lean? –pregunta Kea aclarando su mente.

-Sí.

-¿Y cómo es eso que eres mi "Protector"? –interrumpe Amelia seria frunciendo el ceño.

-Lo soy ahora. –es lo único que contesta.

-No, no puedes ser su ángel guardián, tú ya no eres uno. –habla Kearrents serio mientras niega.

-Dije protector ¿Entendido? –aclara una vez más.

-¿Cuál es la diferencia?

-No importa, soy su protector y es todo. –alza la voz pero después se tranquiliza, este tipo es un poco bipolar.

-Okey, tranquilo Kea, todo está bien. Rafa me acompañó hasta aquí y solo quiere protegerme. –Habla Amelia serena subiendo y bajando los hombros –Ven conmigo. -él extiende su mano hacia ella, la muchacha asiente y la estrecha ayudándola a levantarse, el angelito lleva a Amelia a la cocina y conversan en voz baja.

-No confío en él. –murmura Kea serio mirándola a los ojos. Ella sonríe enternecida tomando su rostro con ambas manos.

-Te preocupas por mí ¿No?

-Claro que sí Lía porque yo te... -se escapa de su boca, ella lo mira sorprendida esperando que lo diga, él también lo está pero no consigue continuar –Perdona. –se disculpa agachando la mirada.

-No importa. –dice Amelia copiando su acción, ambos que quedan en silencio por un momento hasta se le ocurre algo al ángel.

-Vamos afuera. –propone él sonriendo tomándola de la mano, Kearrents piensa que aunque no puede decirle lo que siente a Amelia, mejor dicho, lo que comienza a sentir de nuevo por ella, tal vez se lo pueda enseñar.

La chica asiente sin saber el destino pero eso es lo menos que le importa, adora estar con Kea, aunque sea solo por un momento, además ella nunca dejó de amarlo. Cuando caminan hacia la puerta Rafa los detiene preguntando -¿Adónde van? –él se encuentra recostado muy cómodamente en el sofá de la sala.

-Saldremos un rato. –responde Amelia sonriente.

-¿Por qué preguntas? –habla Kea frunciendo el ceño.

-Es de noche y hay cada desgraciado capaz de hacer daño. –Contesta y da una pausa -¡Cuídala, ¿Oíste?! –ordena con una voz firme entonces Kea guarda silencio hasta que asiente y ambos salen cerrando la puerta.

-¿Por qué te preocupa Amelia? –se le ocurre preguntar a Ricky mientras hace su tarea.

-Es mi deber. –Contesta tapando su rostro con su gorra –Ah y 6x6 es 36. –dice sabiendo que el niño hizo mal una multiplicación. Ricky asiente y corrige el error.

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