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4. Frustración

Disfruten el capítulo.

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Pocas veces se ha sentido desafortunada en la vida, aunque de un tiempo para adelante se le estaba haciendo costumbre rodearse de este tipo de situaciones. No es que Mario le cayera mal, pero dada la relación que había con su hermana, no era a la primera persona que quisiera ver en el día.

Además, por mucho que se repitiera a si misma que ya todo había sido olvidado, se sentía aún muy presente. Todo y todos le recordaban al momento que supo la verdad, una verdad que se guardó quemandole como cincel caliente sobre la piel y que ardió hasta ya no poder más.

¿Porqué le había mentido? ¿Era necesario hacer todo eso... para vengarse? Seguía sin comprenderlo y deseaba que le explicarán, no con excusas sino con la verdad. Una verdad que aclamó durante los meses que siguió con Silvana y esperó hasta comprender, que no obtendría nada si seguía manteniéndose callada.

¿Habrá sabido Mario todo desde un inicio? ¡Oh, peor aún!, ¿Lo habrán planeado juntos?

La simple idea de que ese par de hermanos lo tuvieran planeado desde el comienzo, fue suficiente para que frunciera el ceño y se preparara para salir. Así lo haría, de no ser por sus estúpidos pies que no la obedecieron y en su lugar avanzó hasta estar de frente a su aún cuñado, Mario Kofmant.

Suspiró con resignación.

Él, como todo un caballero, se levantó a saludarla y remover el asiento para que pudiera sentarse.

Dejó que se tranquilizara, de alguna forma descifró en su mirada la frustración que había en su mente. Comprendió que tanto ella como su hermana sufrían por igual.

Necesitaban hablar, gritarse, llorar, sacar todo y decirse lo mucho que sufrían una sin la otra.

Porque al final, el perdón era lo único que podía salvar sus heridos corazones.

...

—Aquí tienes tu jugo, Reni —sonrió la chica.

Renata había elegido un mal día para ir a ese restaurante, por infortuna conocía a la camarera. En alguna ocasión la chica quizó coquetearle y la rubia con el aire encandilado accedió a seguirle la corriente. No habiendo pasado sólo de eso.

—Oye linda —siguió hablando—, me quedé esperando tu llamada para salir por esa copa que me prometiste.

—Ah... —los colores se le fueron al rostro al verse envuelta en esa situación—. Sí creo que perdí el número.

—¡Oh! Si ese era el problema... —anotó rápidamente su teléfono en una hojita y se lo extendió sin importar que tenía a Mario enfrenté observando con sutileza la situación.

—Okay, eh... en otra ocasión será, si nos permites.

—Claro preciosa —acto seguido, dió un leve rose en el hombro de la rubia sin que Mario lo notara.

Una vez lejos de su radio visual dejo salir un enorme suspiro de cansancio hasta volver a la realidad de que su cuñado había presenciado esa escena.

—Vaya, al parecer te has divertido un poco —mencionó Mario. Bebió de su té y dejó mostrar una leve sonrisa divertida.

—Mario yo... —quizó hablar.

—Descuida Renata, no tienes porque darme explicaciones de lo que haces con tu vida. Aunque... francamente me sorprende un poco como se están dando las cosas entre tú y mi hermana. Es una pena, ustedes hacian una hermosa pareja.

—Creo que sabes porque de este distanciamiento —contrataco, quería que le dijera que él también había sido cómplice de sus mentiras.

—Si, lo sé —observó su taza—. Lo sé todo y al igual que tú, me sentí molesto y decepcionado de las decisiones que tomó Silvana, créeme —se sorprendió, no era la respuesta que esperaba—. Mi hermana, por mucho tiempo sostuvo una coraza casi irrompible para proteger sus sentimientos, las dudas y desconfianza fue lo que reinaba en su corazón hasta el día de hoy. El resentimiento por nuestra madre la cegó durante años y fue alimentado aún más, por un amor no correspondido —dijó con tristeza—. Todo lo que tenía en la cabeza y que la impulsó a llegar hasta donde se encuentra hoy día, fue su espíritu de venganza, sin importar el daño que causara.

—No tenía derecho de pisotear mis sentimientos, usandome para conseguir lo que quería —habló con enojo.

—No, no tenía el derecho. Pero puedo decirte que ella a dejado atrás esa faceta negativa —la rubia quizó intervenir pero Mario la interrumpió—. Y no intento excusarla de lo que hizo —tomó la mano de su aún cuñada—. Sólo quiero que sepas, que no hay día en que Silvana no lamente haberte metido en esto. Pero... —la observó fijamente— ahora comprendo algo.

—¿Qué cosa?

—Sino hubiera sido por eso, no te hubiera conocido, mi hermana seguiría pensando en vengarse y su vida fuera más miserable de lo que ahora es, sin tí —acaricio el nudillo de sus manos—. Tú fuiste su salvación y... te estaré eternamente agradecido por eso.

—... —No supo que decir.

—Piénsa bien las cosas ¿De verdad quieres divorciarte de ella? ¿Su amor no merece una segunda oportunidad? —dicho lo último se levantó. Dejó un billete sobre la mesa, despidiéndose con un beso en la frente de la rubia, quién aún se encontraba abstraída por todo. Dejó pasar unos minutos, inmersa en su propia lucha interna.

—Necesito una cerveza -se tocó la cabeza con frustración.

***

[Vienna -- Austria]

Era increíble como las cosas por si solas se ponían a su favor, sin necesidad de intervenir o hacer algo.

Después de un tiempo, pensó que no pasaría aquello que tanto soño, y aunque no representaba ni el 80% de lo que se imaginó, fue reconfortante al menos tener esa pequeña satisfacción que logró plasmar en su sonrisa.

...

Haber ganado la licitación no se comparaba en nada con la dicha de ver el rostro de su madre completamente desencajada y lleno de furia trás la derrota de su incompetente marido.

Luego de que el jurado del parlamento deliberara su decisión y se inclinara a favor del proyecto de Industrias Kofmant, fue suficiente para que la Señora Deltho por así decirlo, saliera de la sala de honor maldiciendo a diestra y siniestra, sintiéndose humillada al perder contra esa niña. Sí, había nacido de su vientre, tenían la misma sangre, pero nunca la consideró parte de ella, como su hija. Ni siquiera al otro niño vaya a saber donde se hallaba o que había sido de él.

—No me imagine que la veríamos aquí, Sil —susurró Mónica al lado de su prima, tras reconocer a la señora Silvina una vez verla salir de la sala.

—Ni yo.

—Estas... eh ¿Bien?

—Si, sólo me tomó por sorpresa, es todo.

Mónica dejó el tema ahí. Luego de la pequeña celebración que se hizo al concluir el evento, notó a Silvana más decaída de lo que intentaba aparentar. En muchos lapsos de tiempo la observaba mirando a la nada, pensativa sin decir ni una sola palabra. Pensó que se trataba a lo aburrido que era todo pues no había nadie con quién bailar, ¡Pero vamos! que eso a Silvana no le interesaba.

Cayó en cuenta de que era algo más profundo que aquello.

Entraron al hotel y una vez llegar a las habitaciones espero a que la pelinegra se sentara para hablarle.

—Prima de verdad lo siento, no pensé que ella fuera a aparecer en esa reunión —habló sintiéndose responsable. Tenía parte de la culpa al ser quien insistió en continuar el proyecto a sabiendas del motivo por el que su prima había tomado la decisión de no continuar.

—Descuida, conocía los riesgos de seguir con esto —se levantó del sofá—. Sólo... dame unos minutos a solas. Por favor.

Mónica no quería hacerlo pero obedeció, salió de la habitación. Ya en la soledad del cuarto, Silvana no aguanto más y dejó salir las lágrimas que tenía guardadas durante muchos años de sufrimiento.

Había imaginado que cuando enfrentará a su madre, sería la Silvana que había creado para protegerse. La fría de sentimientos, la egocéntrica, la mujer que no sentía culpa por pasar encima de los demás porque la única que importaba era ella.

Pero ya no deseaba ser así.

...

Quería dar todo para que su familia no se hubiera convertido en nada, y siguieran juntos como lo que fueron, hasta el día en que todo se fue a la basura. Echaba de menos a su padre; las veces que se sentaba con ella a contarle historias mientras le preparaba la merienda, cuando la cargaba sobre su espalda dándole vueltas sintiendo que volaba, o cuando salía a hurtadillas de la casa para ir a su taller a verlo trabajar.

Habían sido buenos tiempos.

Pero ¿Y su madre?

¿De verdad, nunca la quizó? ¿Fue tanta la aberración por su persona para no querer a una niña de 6 años? No lo entendía y francamente ya no importaba ahora. Lo echo, echo estaba y ni aunque viniera ahora a pedir perdón por su desprecio y abandono no sabría responder a ello.

Dejaría su frío pasado en donde siempre debía estar, en el pasado. Ahora tenía otras metas y deseos que quería completar.

Y una de nombre Renata, estaba en su lista de prioridades.

Era momento de dejar el lloriqueo y tomar cartas en el asunto.

...

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Cada una está viviendo sus tiempos de sanación, Silvana a tenido una transición muy positiva en su vida, era algo que necesita tener para seguir adelante.

Ahora Renata es quien se encuentra en una encrucijada, tiene sus motivos para actuar de esa forma (más adelante lo verán)

Hsjkdkirbnkfmd.... No sé que más decir.

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Nos leemos luego.

😉😉😉

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