3. Reaparición
Disfruten el capítulo 😍 y comenten. 😈
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—Piénsalo bien, rechazar la licitación a estas alturas cuando estamos a un paso de ganarla —expresó Mónica mientras esperaban el desayuno, reconocía que no afectaría como tal el abandonarla, pero perderían muchos beneficios.
Además, sería una buena forma de darse a conocer y atraer clientes nuevos.
—Mira quien habla, la que en un principio no creía en mi propuesta —reclinó su cuerpo en el sofá.
—Lo sé, lo sé... e hiciste bien continuando tú proyecto, la empresa se encuentra en su mejor momento gracias a los trabajos que hemos realizado. No en balde te convertiste en presidenta, tienes la misma visión de crecimiento de tu padre.
—Él era todo un visionario, sólo necesito el apoyo de su pareja.
—Sé que tenías un propósito inicial sobre, tú sabes, la venganza, pero ahora que declinaste a ello podemos aprovechar para sacarle fruto a tu trabajo.
Se tomó un tiempo para pensar, Mónica estaba en lo cierto al aprovechar el proyecto de Vienna, si era verdad que tenía la visión de su padre sabía que una oportunidad como esa no podía desaprovecharse.
—Tienes razón, soy mejor que eso. No dejaré que mi sueño se trunque, por un resentimiento del pasado. Hablaré con Javier para que reprograme mi vuelo. —Buscó su celular del bolsillo.
—Ya lo hice Silvanis —dijó orgullosa.
—Porque no me sorprende —arqueó la ceja.
—Viajaremos pasado mañana.
—¿Viajaremos?
—Claro, necesitas apoyo moral, una amiga y también... tiene mucho no voy a Austria. Me muero por comprar ropa.
Suspiró resignada. —Esta bien, vamos.
—¿A dónde van sin mí? —mencionó Mario quién entraba al comedor. Era de día, aquella noche las chicas habían decidido quedarse siendo algo tarde para volver.
Además Silvana no se iría sin haber hablado con su hermano.
—Hola prima —se acercó a saludar—. Sil... —Ella sólo asintió. A lo que Mario respondió con una lluvia de cosquillas que sabía bien hacia sonreír a su hermana.
—Puedes dejar de jugar, estamos desayunando. —la pelinegra se acomodó la chaqueta. —Y no creas que se me ah olvidado una conversación.
—Calma, mejor cuéntenme ¿A donde se van?
—Iremos a Vienna, por negocios, bueno en realidad sólo Silvana, yo iré de compras. -la pelinegra rodó los ojos. —¿Quieres venir?
Mario lo pensó un poco, podría ser divertido salir de viaje pero dado su salud no podía exponerse tanto, entonces tuvo que denegarse.
—Al menos deberíamos salir a la playa, Mario te cargas un aspecto de Gasparín, que asustas —completó Mónica saboreando su fruta.
Después del desayuno, permanecieron un tiempo en el jardín principal, mientras Mónica hablaba con su asistente, la pelinegra aprovechó la privacidad para caminar con su hermano.
—Hacia tiempo no venía a la mansión.
—Si, aunque no lo creas todos los empleados te extrañan.
—Okay...
—Por supuesto, a la chica berrinchuda que todo el tiempo estaba molesta y haciendo órdenes a diestra y siniestra...
—Eres un tonto —golpeó su brazo.
—Pero me da gusto que te estés tomando las cosas con más tranquilidad. Quiero decir, ya piensas antes de actuar.
—Creo que en eso tienes razón —suspiró nostálgica—. No me ha sido sencillo, pero estoy tratando de poner lo mejor de mí.
—Así parece Sil.
—Y ¿Cómo vas con... Ren? ¿Has arreglado algo con ella?
Ambos se sentaron en el tronco de un árbol.
—No, creo que... después de todo esto fue definitivo. Es lo mejor.
—¿Lo mejor para quién? —arqueó la ceja—. Mujer, Renata es lo mejor que te ha pasado en la vida y la vas a dejar ir así, sin dar la lucha.
—Es que no quiero hacerla...
—No me vengas con que no quieres hacerle daño. Hermana, más daño le estás haciendo al permanecer alejada de ella sin darle esperanzas de recuperarla.
—...
—Lo único que te pido es que medites mejor lo que deseas, porque será una pena que en algunos años tú estés lamentandote al no haber luchado por recuperarla y alguien más se haya ganado su corazón.
—Eso no suced...
—Oh, mi querida hermana. Eso sí sucederá, créeme. Sino haces algo ya, la puedes perder y está vez, para siempre.
Silvana suspiró con tristeza, necesitaba hacer muchas cosas en su vida y sentía que está se le iba cada vez más sino la tenía a ella, a su complemento de vida.
—Búscala Sil, y arregla las cosas.
—Después de que regrese de Vienna, la buscaré —habló con decisión.
—Mucha suerte.
Quería seguir hablando con Mario pero fueron interrumpidos por la voz de su prima. Ambas mujeres necesitaban irse a la empresa ya que tenían algunos asuntos que necesitaban de su presencia.
Silvana se despidió de su hermano aún con la duda interna de que algo le ocurría. Ya habría tiempo para indagar, más por ahora le concedía el beneficio de la duda y si su hermano se acercaba y le contaba, ella lo apoyaría, fuera lo que sea.
...
Días después
...
—Tienes todo listo, Silvana. -preguntaba por décima vez a su prima.
—Si, deja de preocuparte.
—Vamos, Silvana que acaso ¿No estás nerviosa? Por fin anunciarán a la empresa ganadora. Debes al menos fingir que te preocupa perder.
—Sabes que ese no es mi estilo. Tengo confianza en mí trabajo y se perfectamente que ganaremos.
—Okay, primita. Pero de ser así, regresando saldremos a festejar ¿Te parece?
—No me van las fiestas, sólo asistía por Renata, porque su presencia era todo lo que necesitaba para olvidarme de mi alrededor.
—Aww... ¡Qué romántica! —sonrió embelesada—. Pero es necesario que aprendas a socializar no solo en el mundo de los negocios. ¡Ya, vamos regresando!
Suspiró resignada. —Esta bien, pero solo será por esta vez, no te acostumbres.
—No lo haré.
Arribaron a Austria cerca de las 7 de la mañana. Tenían el tiempo exacto para ir al hotel, cambiarse y presentarse en el parlamento para el veredicto final sobre quién cubriría la licitación.
Todo estaba listo para tan importante evento. Ambas mujeres engalanadas con pulcros trajes las hacia ver cómo verdaderas diosas amazonas. Y no es que les gustara llamar la atención, el simple hecho de su presencia dejaba un rastro de belleza y finura a la vista de todos.
Después de un largo ajetreo de papeles finales, el jurado se reunió en privado para definir la empresa ganadora. Ahora muchos de los invitados se encontraban esperando en el jardín mientras adentro se discutía la propuesta ganadora.
Silvana hablaba con algunos organizadores. Luego de un rato dejó a un lado la charla y caminó un poco más lejos de los presentes mientras esperaba a Mónica volver del baño, tanteaba sin sentido su celular sin prestar atención a su alrededor, inmersa en su lucha de si sería buena idea llamar o no, a su rubia.
De pronto, como si una especie de sensación turbulenta se apoderará de su ser, dejó de hacer aquello cuando escuchó una voz peculiar, posó la vista a las personas que se encontraban platicando a escasos metros de ella.
La mujer cuyo rostro reflejaba los años vividos, dejó de prestar atención a los vejestorios con los que se encontraba su marido platicando. Sentía la mirada de alguien y quizó indagar un poco. Se disculpó con los presentes y prosiguió a separarse con la escusa de ir al tocador.
...
Fue como si un golpe de recuerdos le cayera a la cabeza. De la nada, ya no se sentía agusto de estar ahí, quería irse a como fuera lugar. Detestó haber accedido con Mónica para terminar aquel concurso, sabía que ese momento llegaría, solo que cuando lo imaginó, sería la antigua Silvana quien la vería de frente, una mujer cargada de ira, rencor y sobre todo venganza. Ya no quedaba nada de ella, más sin en cambio, un remolino de emociones brotaban desde la boca del estómago.
Se reconocieron de inmediato, el parecido era único. Juventud y Madurez chocaron en ese torbellino del que nadie estaba enterado más que ellas mismas.
—Silvana... —habló la mujer divertida por aquel encuentro.
—Tú —apenas audible pero lo suficientemente agudo para ser escuchado—. Madre.
***
—¿Renata está bien si te dejo en el departamento sola? Sé que prometí quedarme, pero mis padres quieren que vaya con ellos.
—No te preocupes amiga, te mereces un descanso de mí —sonrió divertida, aquello no le hizo gracia a Ana quién la veía preocupada—. Estaré bien. Sólo será un fin de semana. Vete tranquila.
—Oye, ¿Por qué no aprovechas en ir a tus entrenamientos? Estoy segura que todas te echan de menos.
—mmm... probablemente, pero no tengo ganas. Además a estas alturas yo pienso que ya me habrán dejado en la banca.
—No digas eso —se sintió incómoda—. Okay, confío en que te cuidarás —le dió un beso en la mejilla.
Aquello fue algo redundante para Renata y continuó acostada en la cama. Por más que quizo seguir durmiendo, ya no pudo hacerlo. Se levantó de mala gana y fue directo a la cocina para tomar algo de jugo. Tanteó un rato el celular, se distrajo viendo las fotos que alguien subió por la fiesta de ayer. Había sido toda una locura. Pero de pronto, cayó a la realidad que se encontraba sola.
Vestida con una muda limpia, salió rumbo al centro de la ciudad, al menos para buscar algún lugar donde pudiera comer, era tarde y su estómago pedía a gritos alimento.
Cuando entró al establecimiento deseo no haber estado ahí. Se vería mal si salía a toda prisa una vez que ya estaba ahí, después de todo, Mario ya la había visto y la saludaba con gentileza desde la mesa en la que se encontraba.
***
La primera reacción que tuvo Silvana al ver a su madre frente a ella, después de todos estos años. Fue saltar a su cuello y enterrarle las uñas.
Había sido un milagro que sólo fuera un pensamiento absurdo, pero lo suficientemente peligroso para sacar a relucir sus instintos que deseaba ya no tener más.
Por otro lado, para Silvina fue una sorpresa encontrar a esa pequeña niña que dejó atrás convertida ahora en una mujer, a su viva imagen de cuando era más joven.
¿Quién diría que sería idéntica a mí, cuando joven? —pensó la adulta.
Los años no pasaron en balde, después de haber abandonado a su exmarido, permaneció con Carlo por un buen tiempo hasta por fin hacerse de un matrimonio formal con él. A diferencia de Mario en aquel entonces, Carlo si le dió todo lo que deseaba. Ella, sabia y astuta, supo utilizar bien sus cartas de seducción para que Carlo no se separara de ella hasta el fin de su muerte.
—Pero ¿A quién tenemos aquí? La hija pródiga... —se burló sarcástica.
—Ahorrese el sarcasmo, usted no es nadie para mí.
—¡Oh, tienes razón! Ya deje atrás esa familia de pobretones. Aunque mírate ahora, convertida en una mujer de negocios. ¡Vaya! Si hubiera permanecido con ustedes, tal vez estaría gozando las delicias de ese poder.
—Sí usted se hubiera quedado, yo me hubiera ido con mi hermano.
Sonrió divertida. —Vamos, no fue tan malo. Además, al menos pudimos ver que tu padre no fue un bueno para nada, eh hizo de su "tallersito" un imperio.
—Él se esforzó, hasta el último día de su vida.
—¡Uh, Si! Me enteré de la tragedia. ¿Qué te puedo decir? Es una lastima, pero la vida sigue. ¿No lo crees?
—... —apretó las manos conteniendo su furia.
—Supongo que vienes a ver cómo mi marido se lleva este proyecto, ¿No es así? —sonrió engreída.
Aquello fue estúpidamente divertido para Silvana, esa mujer podría ser la esposa de Deltho pero no sabía la dimensión de su trabajo y de todo el conocimiento de los negocios como ella, y en respuesta, quizó seguirle el juego.
—Por supuesto, deseo con todas las ganas ver quién será derrotado —infló el pecho, eh hizo ver a la adulta más pequeña de lo que ya era—. Y créame... —se acercó para susurrarle al oído-, no seré yo.
—Veo que aprendiste bien de los golpes hijita, te has vuelto muy fuerte. Me gusta. Tal vez algún día te busque para... hacer las pases.
Silvana rió sarcástica. —Creame que esta será la primera y última vez que nos veamos —frunció el ceño—. Necesitará pasar algo extraordinariamente malo, para que yo recurra a tí.
Sin decir más, la pelinegra se alejó del jardín para refugiarse en alguno de los corredores.
—Pues que así sea, Silvana —susurró.
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Apareció la innombrable, que horror.
Pobre Silvana, al menos dijo que intentará acercarse de nuevo a Renata.
Estén al pendiente y COMENTEN ¿Qué les pareció o qué creen que suceda?
Nos leemos luego.
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