12. Una vida a tú lado
Y… como recordar es vivir. Aquí les dejo su continuación.
Disfrútenlo 😉
_________________________
Para Renata, la tarde anterior había sido esplendorosa, que decir de la noche, excepcional.
El cuerpo aún seguía doliendole producto de una ardiente y deliciosa sesión de sexo que concluyó hasta altas horas de la madrugada.
¿Quién lo pensaría? Jamás en la vida se hubiera imaginado que tendría intimidad con Silvana en su oficina.
Los colores se le iban al rostro tan sólo el recordarlo:
"…
La pelinegra, en medio de su desesperación, dejó caer algunos papeles y objetos del escritorio.
Ya vería después cómo ordenarlos.
—¿Qué estás haciendo? —preguntó la rubia divertida al notar el desastre de oficina en que se estaba convirtiendo todo.
—No te preocupes —tomó a Renata de las caderas para que se sentará sobre la mesa, cuando lo hizo una especie de escalofríos recorrió su cuerpo al sentir el frío de la superficie bajo de ella—, me encargaré de eso después.
Terminó de quitarle la falda que aún traía encima, exponiendo al fin su desnudez por completo.
Estaba que se moría, de lo buena que se veía.
Se acercó con desesperó al cuerpo de su rubia pero
no contaba con que ella la detuviera, dejándola confundida.
—Ni creas que me dejarás con las ganas a mí —se bajo de la mesa y en su lugar empujó a Silvana para que tomará su lugar—. Te dije que se haría como yo dijera, cariño.
—¡Amor! No me hagas esto —máscullo con desesperó.
—Era mi fantasía. ¿Lo recuerdas? —besó sus labios arrancándole suspiros por su salvajismo—. En su lugar dejaré que tú… —susurró algo a su oído sacándole un gemido involuntario por tan excelente propuesta.
—Esta bien. Se hará como digas —completó con absoluta felicidad.
…
Una vez haber desvestido a su novia, subió a hurtadillas al escritorio donde retomó con desesperación sus besos.
Adoraba saborear su piel canela, tocar cada parte de ella. No sé cansaba de acariciar y con sutiles toques delinear los tatuajes que cubrían su brazo y parte del abdomen. Era hermosa.
—¡Dios, me vuelves loca cuando te veo así! —expresó con total deseo. Silvana sonrió, expusó su cuello señalando con eso que ahí quería ser besada, le encantaba cuando la rubia le mordía y oír muy de cerca su respiración.
No le negó esa dicha, permaneció un rato así, llenándola de besos y excitandola con cada roce.
Le fascinaba torturar a la pelinegra, sabía siempre en lo que se metía cuando Silvana arremetía con intensidad y aún así, no dejaba de hacerlo.
Tomó ambos pechos y los sacudió como si de globos de agua se tratarán, atrapó uno con la boca y succionó con firme intensidad.
—Muerde… —alcanzó a escuchar la rubia. Así lo hizo por un largo rato, pellizcaba sus pezones con los labios y soltaba cuando oía un quejido de placer.
No podía esperar más. Colocó las caderas en medio de sus piernas separadas detectando la entrepierna de su novia escurrir de humedad. Comenzó a moverse de arriba a abajo hasta sentir los primeros espasmos de Silvana.
La ponía a tope escucharla respirar agitada, ver cada una de sus gestos cuando intentaba retener un gemido entre labios u observar su pecho meciéndose con soltura.
—¡Joder! No aguanto, Amor… — gritaba la pelinegra, al sentir los movimientos de Renata aumentar. Era tanta la fricción infundida que un devastador orgasmo amenazaba por invadir.
Y estaba por conseguirlo—. ¡Ah…! —se escuchó en medio de la oficina cuando la pelinegra soltó el aire del pecho mientras se retorcía de placer.
Ambas estaban envueltas en sudor, Renata se acostó a un lado, un poco incómoda por el frío del mueble pero eso no importaba porque había conseguido complacer a su novia.
—Te amo —expresó Silvana una vez retomar la cordura en su respiración—. Te amo tanto. Y no me canso de repetirlo.
—Yo te amo con locura, Amor.
Abrazó con fuerza a la rubia para que volviera a subir en su cuerpo y besar de vuelta sus labios.
—Mi turno… —completó la pelinegra.
…"
Y con esos pensamientos, decidió seguir durmiendo pues aún era muy temprano. Abrazó a Silvana por la espalda cerrando los ojos hasta conseguir caer en sueño con tan atrevidos y hermosos recuerdos.
***
La pelinegra no recordaba cuando había sido la última vez en que llegó a sentirse tan viva.
Se despertó como si fuera la primera vez que lo hacía. Y al hacerlo, su cuerpo experimentó una especie de inyección de adrenalina que la dejaba en un estado de absoluta felicidad.
La noche anterior, había sido de completa locura. Después de meses sin sentir las caricias de su rubia, por fin podía hacerlo sin ninguna culpa, sin mentiras que la detuvieran. Se sentía completa.
Estaba acostada al lado suyo, sonrió al ver sus brazos envolver su cintura. Ambas sin ningúna prenda encima.
Podía sentír el calor de su cuerpo de cerca y la calma de su respiración mientras dormía.
Se giró de frente a ella, evitando que está despertara, dejó un beso en su frente y abrazó con ternura sintiendo sus pechos aprisionarse entre sí.
Sin duda, la mejor parte de la noche fue hacerle el amor mientras ambas estaban en la bañera.
"…
Había sido tan difícil discimular entre sus empleados el fuego que corría entre ambas cuando bajaron a recepción para ir a casa y continuar con la tarde tan excitante que tenían.
Condujó tan a prisa que sería normal haberse ganado algunas infracciones de tránsito, pero no importaba tanto si quería llegar a su destino y seguir su momento de pasión.
Avanzaron entre besos hasta el baño privado que estaba en su dormitorio, era su turno de continuar lo que dejó inconcluso en la oficina y que causó leves enojos a la rubia por dejarla en ese estado de excitación.
...
La bañera estaba lista, después de tanta espera, por fin se entregarían al deseo implorado, toda la noche hasta donde sus cuerpos soportaran.
Se desnudaron mutuamente. Sus sonrisas cómplices, le daban el plús al atardecer que se filtraba por el enorme muro de cristal.
La rubia había dejado atrás la pena al tener a un costado la imponente vista de la ciudad, ahora le parecía al igual que a Silvana, excitante. Aún así, era uno de los edificios más altos de la ciudad y poco se podría hacer ante la inquietud de observarles.
El agua sobre su piel dejaba a relucir la brillantes de sus cuerpos. Estaban empapadas y no precisamente de agua. Poco a poco se iban relajando al sentir la humedad invadirles en cada espacio de su piel.
La pelinegra fue la primera en reaccionar, se acercó con sensualidad hasta su novia quién no pudo hacer mucho al verse acorralada en una esquina de la bañera, se dejó llevar cuando sintió las hábiles manos de Silvana inmiscuirse entre sus piernas mientras la besaba con vehemencia.
Una rápida convulsión de orgasmo agitó el cuerpo de Renata, aquello dejó orgullosa a la otra quién no reparo en seguir complaciendola.
Pidió que la rubia se sentará en la orilla de la tina y una vez haberse acomodado con total cuidado, se colocó en medio de sus piernas blancas, donde no tardó ni un segundo en retomar su labor de placer, lamiendo todo el interior de su centro que pedía ser atendido.
Pronto, Silvana volvía a escuchar la agitada respiración en respuesta a sus interrupciones en su clítoris. Chupó y mordió con frenesí hasta sentir como la rubia se retorcía hacía delante mientras que con una mano intentaba pegar el rostro de Silvana más a su intimidad.
—¡Ah…! Silvanaa —un segundo orgasmo amenazaba llegar.
—Dí mi nombre —susurró con erotismo a la rubia.
—Sil… vana… —apenas alcanzo a decirle cuando el máximo placer invadió a Renata, por poco perdía el equilibrio estando en la orilla de la bañera, apenas se pudo sostener del mármol a su costado.
Con la delicadeza de una pluma, la pelinegra abrazó el cuerpo de su novia para volver a meterla al agua. Dejó que descansará un poco y en su lugar tomó la esponja para limpiar su espalda de porcelana mientras dejaba a su paso sutiles besos y le susurraba al oído cuanto la amaba.
Estarían entretenidas por muchas horas más.
…"
Dejó salir un suspiro. Esa mañana representaba el brillo de un nuevo comienzo, estaba más que obvio que pondría todo de su parte para hacer feliz a la mujer que más amaba en su vida.
No sé cansaba de repetir lo afortunada que era al tener a Renata en su vida, lo que trascendió en sus vidas, las lágrimas, alegrías, todo lo valía porque ahora podría decir que se había entregado en cuerpo y alma.
Y agradecía a la vida por eso.
Escuchó un suspiró de la rubia, con el daba por enterada que había despertado también.
—Hola —susurró Renata adormecida, observándola.
—Hola —respondió la pelinegra regocijada.
—¿Cuánto dormimos?
—mmm… tal vez unas tres horas.
—¡Dios! Estoy muy cansada.
—Fue una noche muy larga, hicimos el amor hasta que no pudimos más.
—Siento que me duelen las caderas.
Una risita asomó en el rostro de Silvana y se acercó para besarle los labios.
—¿Ya te dije lo hermosa que te vez, hoy?
—Si, amor. Toda la madrugada.
—Pues quiero repetirlo. Te vez tan hermosa, cariño —acarició su mejilla—. Ahora que todo vuelve a estar bien entre nosotras, deseo seguir recordándote lo mucho que te amo. No quiero pasar ni un día más, alejada de tí. Me hiciste tanta falta todo este tiempo.
—Quiero estar así contigo también, aunque ya no estemos casadas.
Refiriéndose a que hace unas semanas se había liberado el juicio y oficialmente volvían a estar libres.
—No me importa eso —completó Silvana—. Sólo es un papel. Estamos aquí, juntas. Jurándonos amor hasta el final de nuestros días. Eso es suficiente para mí, junto al futuro que deseo a tú lado.
—¿Estas completamente segura?
—Jamás estuve tan segura de algo como lo que te profeso.
—...
—Tú… ¿Aceptarías compartir tú vida conmigo?
Un silencio estremeció la habitación, Silvana había vivido tantas cosas en los últimos años: se enamoró donde creyó que jamás encontraría el amor, aprendió a dejar atrás el pasado, el rencor por las personas que nunca supieron darle cariño, y a creer en la belleza de sus sentimientos para expresarlos a la gente indicada.
Sí, había sido un camino largo. No era ingenua, sabía que no todo iba a ser color de rosa, que habrían momentos donde no se soportaran, conflictos de ideales, entre muchas cosas más, pero entendía que esa era la magia de una relación. El saber reconocer un error y enmendarlo, el proteger y cuidar a su pareja, porque al final del día sólo se tendrían a ellas mismas y eso era lo que más importaba.
—Nunca más quiero alejarme de tí —sentenció Renata—. Deseo pasar esta y todas las vidas que tengamos, contigo.
—Te amo —susurró conmovida.
—Tambien te amo, mi vida.
No hubo descripción para el sentimiento que se selló en sus corazones.
_________________________
Buenoooooo… este fue un capítulo especial para todas mis lectoras (es) que se quedaron con ganas de leer más de su tan esperada reconciliación.
Espero no haber defraudado.
Comenten, den LIKE y Compartan
Nos leemos luego.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro