20 | esperar lo inesperado
XX. TO EXPECT THE UNEXPECTED
Desde Navidad, las cosas con George se habían vuelto algo más complicadas de lo que a Allison le gustaría. Se habían besado en un par de ocasiones más, cuando encontraban tiempo a solas, pero Allison seguía sin saber si estaba bien o mal.
Era el primer día de clases después de las vacaciones, y Allison había pasado la comida hablando con los gemelos y con Lee. Pero Fred y Lee se habían ido, así que George y ella caminaban a solas por los pasillos, hasta que se cruzaron con Cho.
—Ally —la llamó ella—. ¿Podemos hablar?
—Claro...
Allison se giró hacia George, pidiéndole con la mirada que las dejara a solas. Sabía que querría hablarle del beso con Harry, o de los suyos, y se suponía que George no sabía de ninguno de los besos.
—Nos vemos luego —se despidió él.
Sin darle tiempo a reaccionar, George le plantó a Allison un beso en la boca y se marchó por el corredor sin mirar atrás. Descolocada, Allison se quedó mirando el lugar por donde se había ido.
—¿Tú también has visto eso?
—Sí. No sabía que habíais vuelto juntos.
—No hemos... Es igual. —Allison suspiró y se giró hacia Cho. Ya hablaría con George más tarde—. ¿Qué ocurre?
Cho desvió la mirada antes de responder, visiblemente avergonzada.
—Lo de Harry... Yo no planeé besarle, Ally. Quería preguntarle algo sobre Cedric y... estaba muy cerca y yo... no sé qué es lo que pasa conmigo.
Se mordió el labio con fuerza y se retorció los dedos de las manos.
—¿Te gusta Harry? —cuestionó Allison, sin dar más rodeos.
Cho negó con la cabeza.
—Antes pensaba que me gustabas tú, pero yo a ti no y, bueno, intenté pensar en Harry. Pero me sentía culpable porque Cedric está... está muerto y no debería andar besando a todo el mundo solo porque esté enfadada y confundida.
Después de soltar todo eso de carrerilla, se llevó una mano a los ojos para limpiarse unas lágrimas que habían empezado a salir. Allison no sabía qué decir, porque estaba claro que Cho no estaba bien y necesitaba ayuda. Así que se acercó para abrazarla y dejó que apoyara la cabeza en su hombro.
—No te sientas culpable, Cho. A Cedric no le hubiera importado que pasaras página. Pero tal vez deberías olvidarte de los Potter por ahora, tenemos demasiados problemas —reconoció Allison, dándole unas palmaditas en la espalda—. Te aseguro que algún día encontrarás a alguien, no te metas prisa.
Esa noche, Allison se encontraba en la biblioteca con Ron y Hermione, haciendo los deberes del día. Harry, que había tenido su primera lección de Oclumancia con Snape, se reunió con ellos cuando estaban terminando los de Defensa Contra las Artes Oscuras.
—¿Cómo te ha ido? —le preguntó Hermione en un susurro.
La cara de Harry reflejaba que la respuesta no era buena, y la cicatriz de su frente se notaba a sobremanera.
—¿Estás bien? —se preocupó Allison—. ¿Tengo que enfrentarme a Snape? Me encantaría hacerlo.
—No tienes que enfrentarte a nadie, estoy bien —respondió Harry con impaciencia. Pero hizo un gesto de dolor y perdió toda credibilidad—. Escuchad, acabo de darme cuenta de una cosa...
Harry procedió a contarles todo lo que había pasado en la sesión. Que había visto la puerta, la misma que aparecía en sus sueños. Era la puerta del Departamento de Misterios del Ministerio.
—¿Estás diciendo..., estás insinuando... —empezó a decir Ron, en susurros— que el arma... eso que busca Quien Tú Sabes... está en el Ministerio de Magia?
—En el Departamento de Misterios, sí, estoy convencido —confirmó Harry en voz baja—. Vi esa puerta cuando Allison y yo fuimos a la vista, y estoy seguro de que es la misma que tu padre estaba vigilando cuando lo mordió la serpiente.
Hermione suspiró lentamente.
—Claro.
—Claro ¿qué? —inquirió Ron, alterado.
—Piensa un poco, Ron... Sturgis Podmore intentaba entrar por una puerta del Ministerio de la Magia... ¡Debía de ser esa, no puede tratarse de una coincidencia!
—Pero Sturgis está de nuestro lado —objetó Allison.
—Sí, es un poco raro...
—¿Vosotros sabéis algo de lo que hay en el Departamento de Misterios? —preguntó Harry—. Porque Maddy y Remus siempre nos han dicho que nadie sabe lo que hacen los inefables ahí.
—Ni idea —respondió Ron—. Pero me parece un lugar extraño para guardar un arma.
—No, no tiene nada de extraño. Al revés: tiene mucho sentido —lo contradijo Hermione—. Debe de ser algo muy secreto que ha estado creando el Ministerio... ¿Seguro que te encuentras bien, Harry?
Él acababa de frotarse con fuerza la frente.
—Sí, estoy bien... —Bajó las manos—. Aunque estoy un poco... No me gusta mucho la Oclumancia.
—Cualquiera se sentiría débil si acabaran de atacar su mente un montón de veces seguidas —opinó Hermione, comprensiva—. Mira, volvamos a la Sala Común, allí estaremos más cómodos.
Pero en la Sala Común no hicieron mucho, porque los gemelos estaban armando alboroto con sus nuevos sombreros acéfalos, los cuales hacían invisible la cabeza de quien los llevara. Aquello se trataba de magia muy avanzada, incluso Hermione lo reconoció mientras trataban de concentrarse en los deberes.
Harry se marchó con la excusa de que quería dormir ya, y Allison no quería hacer tarea si su hermano no iba a hacerla. Así que se levantó para recoger y, de repente, sintió que alguien le ponía algo sobre la cabeza. Era George, que acababa de colocarle el sombrero acéfalo.
—¿Funciona? ¿Soy invisible? —preguntó emocionada Allison.
—¿Quién habla? Yo no veo a nadie —comentó alegremente Fred, y un grupo de alumnos aplaudieron, encantados.
* * *
El martes fue un día movido. Durante el desayuno, El Profeta le llegó a Hermione con una noticia terrible: una fuga masiva de Azkaban. Habían escapado diez mortífagos.
Y eso no fue lo único, también había fallecido un trabajador del Ministerio que estaba ingresado en San Mungo, estrangulado por un Lazo del Diablo. Se veía que la señora Strout, la jefa de la sala donde se encontraba —la misma donde Maddy trabajaba—, no se había dado cuenta de que no era una planta normal y corriente.
Hermione desapareció sin darles explicaciones antes de ir a Encantamientos, y cuando se cruzaron con Hagrid les dijo que le habían puesto en periodo de prueba.
A la hora de la comida, Allison y Harry buscaron a Liz para contarle las noticias, aunque ella ya se había enterado. Le escribieron a Maddy para preguntarle sobre la señora Strout, porque habían leído que la habían despedido del hospital.
Esa misma tarde tuvieron la primera reunión del ED del año. La fuga masiva de mortífagos había conseguido que todos tuvieran aún más ganas de practicar defensa.
Cuando Allison llegó a la Sala Común, sus tres amigos ya estaban haciendo deberes, así que bajó su mochila y se colocó con ellos. Había salido hablando con Cho, porque sabía que seguía encontrándose mal y no quería que ningún rencor quedase entre las dos.
—¿De qué habéis hablado Cho y tú? —preguntó Harry, con un muy mal fingido desinterés.
—Pues de ti no, desde luego —se burló Allison. Era mentira, justamente habían hablado de él—. No te preocupes, fue tu primer beso, seguro que acabas mejorando...
—¿Quién te dice que haya sido el primero? —replicó Harry, escondiendo su cara detrás del libro de Encantamientos.
Los tres se le quedaron mirando. ¿Se estaba quedando con ellos o lo había dicho en serio?
—¿Algo que confesar, Harriet? —dijo Allison, agarrando el libro para ver la cara de su hermano.
—No.
Hermione ahogó un gritito y se llevó las manos a la boca, porque sabía que estaba mintiendo. Ron dejó a un lado el pergamino en el que estaba escribiendo y se inclinó sobre el asiento.
—Desembucha, Harry —le ordenó con una sonrisa.
—No hay nada que decir.
Tras unos largos dos minutos insistiéndole, en los que casi todos los alumnos que quedaban ya se habían ido a los dormitorios, Harry cedió.
—Besé a alguien en verano.
Allison saltó sobre el sofá donde Harry estaba y agitó con ímpetu su brazo. Él se había puesto totalmente rojo, muerto de vergüenza.
—¡Harry James Potter, eres un desgraciado! ¡Todo el día quejándote y luego resulta que te dabas el lote con...! ¿Con quién? ¡No me digas que fue Megan, porque sabes que era la novia de Keith!
—No fue Megan, deja en paz a mi brazo.
Hermione y Ron, quienes solo habían oído hablar de pasada de esos dos, no entendieron muy bien por qué Allison se había puesto así.
—Bueno, pues dime quién fue. ¿Conociste alguna chica en la fiesta de Murray? ¿O estabas muy ocupado vomitando?
Harry le dedicó una mirada de odio a su hermana, y Ron soltó una carcajada al recordar la historia que Allison le había contado.
—No sé de qué te ríes, Ron. Tú también vomitaste después de beber whisky de fuego en Cabeza de Puerco —le regañó Hermione—. Y Allison lo hizo después.
—Yo solo vomité porque Ron lo hizo. Sabéis que soy vomitadora empática.
—No dejáis a Harry hablar —protestó Ron, mirando a su mejor amigo—. Dilo de una vez, Hermione y yo ni siquiera sabremos quién será.
Harry se tomó su tiempo para responder, mientras el resto le miraba con impaciencia. Hasta que murmuró algo incomprensible.
—Harry —dijo Allison en tono de advertencia.
—Campbell.
El grito de Allison fue tan fuerte que el par de alumnos de segundo que se disponían a subir la escalera de los chicos —eran los últimos que quedaban— se sobresaltaron y salieron corriendo, cerrando la puerta detrás de ellos.
—¡No puedo creerlo! ¡Qué guardado te lo tenías! Quiero saberlo todo ahora mismo, Harry, no te cortes un pelo.
—Espera, espera, ¿Campbell no era un chico? —preguntó Ron.
—Se ve que le he acabado pegando la bisexualidad —contestó Allison, sonriendo y abrazando a su hermano.
Al final, consiguieron sonsacarle un par de cosas antes de que subiera a su habitación con Ron. Les contó que se habían besado en la fiesta de Murray, porque se habían quedado solos y a Harry, que iba algo borracho, le habían traicionado sus instintos. Y después de eso se habían vuelto a besar, porque mientras Allison se iba con Gilbert, Harry hacía lo propio con Campbell.
—Por eso dejó de molestarte tanto quedar con ellos, maldito aguafiestas. Te voy a guardar esta.
* * *
Eliza se acercó al día siguiente con una carta de Maddy en la mano, y se quedó todo el desayuno con ellos en la mesa de Gryffindor. Allison sospechaba que seguía enfadada con Cameron, y que no debía de querer estar cerca de él.
Queridos Liz, Harry y Allison:
Veo que las noticias vuelan cuando les interesa. En fin, es cierto todo, lamento comunicarlo. Respecto a la señora Strout, no os preocupéis por ella, estaba a punto de jubilarse de todas formas, ayer mismo hablé con ella.
Mirándolo por el lado positivo... me han nombrado jefa de la sala Janus Thickey. Todavía no voy a entrar a trabajar, como es obvio, pero en verano volveré a la carga mucho más fuerte, cuando se acabe la baja.
P.D: Hablé con Dumbledore, podréis venir un par de días cuando nazca el bebé, no pasa nada si os saltáis clase. ¡Finales de marzo, no lo olvidéis!
Os quiere,
Maddison Black
—Me alegro de que la hayan nombrado jefa, realmente se lo merece —opinó Harry, sonriente—. Aunque me siento mal por la señora Strout, siempre ha sido muy simpática con nosotros...
—Ya, pero lo importante es que mamá está feliz. Y que faltan menos de tres meses para que nazca el bebé, ¡qué ilusión! —dijo Liz, aferrando la carta.
La alegría no le duró mucho más, porque a los diez minutos vio cómo Cameron se acercaba a ellos.
—Lizzy, no puedes huir siempre que te pida hablar —murmuró Cameron, tan bajo que solo le escucharon Lizzy y Allison, pues Harry conversaba con Ron y Hermione.
—Déjame en paz, Cameron —replicó la pelinegra, volviéndole la cara con dignidad—. Me da igual lo que quieras decirme ahora.
—Estás siendo injusta...
No pudo acabar la frase porque Eliza resopló y, cogiendo tres galletas, se levantó y se marchó del Gran Comedor.
—¿Se puede saber qué le has hecho?
Pero Cameron no respondió a Allison, solo se metió las manos en los bolsillos y caminó con la cabeza gacha a la mesa de Ravenclaw.
Tuvieron que pasar unos días hasta la llegada del fin de semana, y con él algo de tiempo para poder pensar con claridad. Habían tenido entrenamiento de quidditch el día anterior, viernes, y Angelina les había metido mucha caña. Resultaba que jugar como golpeadora cansaba más de lo que parecía, pues tener que sujetar el bate durante tanto tiempo subido en una escoba no era nada relajado.
Y, con la excusa de preguntarle algo sobre tácticas de golpeador, Allison fue a hablarle a George. Lee era el único que se encontraba en la habitación en ese momento, pero no tardó en salir y dejarlos solos mientras George le hablaba de la forma correcta de golpear la bludger.
—George, no he venido para esto —admitió Allison al cabo de unos minutos, y el chico se calló al instante.
—¿Y para qué has venido? —preguntó, alzando las cejas.
—El otro día me besaste en frente de Cho. ¿A qué vino eso?
George frunció el ceño e hizo memoria. Al final pareció acordarse.
—No pensé que te importara, mucha gente nos había visto besarnos antes.
—Claro, porque antes salíamos juntos, y ahora no —le recordó Allison. Comenzaba a cansarle el tener que repetírselo—. Ni siquiera yo sé qué es lo que está pasando, si aun encima se entera todo el colegio...
—Vale, tranquila. No te volveré a besar delante de nadie. Ahora, por ejemplo, no habría problema, ¿no?
Observó a Allison con una sonrisa pícara y ella suspiró, rendida, porque era imposible mantener una conversación con George sin que bromease o acabaran liándose.
—Sabes que no vamos a volver juntos, ¿verdad? —dijo Allison cuando George se acercó a ella, posando las manos sobre sus hombros.
—Lo sé.
Cualquiera lo diría. Si lo supiera, no me estaría mirando de esa forma.
—A la mierda —murmuró Allison, antes de sacarse la camiseta y empujar un poco a George, en dirección al colchón.
* * *
Todas las semanas tenían una reunión del ED, y cada sesión el ánimo y el entusiasmo de todos aumentaba. Sin duda, al menos la mayoría habían logrado grandes progresos durante el mes de enero. Harry parecía muy contento con ello, y casi no le prestaba atención al hecho de que no había vuelto a hablar con Cho sobre el beso.
Allison esperaba que la cosa quedara ahí y nunca se enterase de que ellas también se habían besado. Ni quería estropear la felicidad de Harry, ni quería que le chillase hasta que se quedara sorda.
Durante los entrenamientos de quidditch también había hecho ciertos avances. Tenía la ventaja de que contaba con la ayuda de George, porque obviamente había seguido viéndolo durante ese tiempo. Y no solo se habían besado —y otras cosas que habían hecho que Hermione le diera una charla cuando se lo contó—, sino que también hablaban como antes.
Era como haber recuperado a George como amigo. Solo que era un amigo al que veía desnudo de vez en cuando.
El caso era que Allison no lo hacía mal como golpeadora, y eso tranquilizaba a Angelina en cierta medida. Porque, últimamente, la capitana siempre estaba al borde del ataque de ansiedad. Tenía sus razones, como que Andrew Kirke no se concentraba en golpear a la bludger porque se pasaba el rato viendo a Allison volar.
Entre tanto, había llegado febrero, y con él la perspectiva de ir a Hogsmeade por San Valentín. La cual quedó aplastada por Angelina cuando les dijo que ese día tendrían entrenamiento.
—¿Seguro que no puedo intentar convencer a Angelina para que aplace el entrenamiento? —dijo George un día a principios de febrero.
Se habían medio escondido en la entrada de un aula para darse el lote sin que les interrumpieran. Pero George había mencionado San Valentín y Allison había tenido que decirle sobre el entrenamiento.
De todas formas, no creía que fuera una buena idea tener una cita con su ex novio, al que besaba casi todos los días. Aunque Allison no entendía ya el concepto de buena idea.
—Déjalo estar, George.
Él suspiró y estiró el cuello hacia arriba. Debió de ver algo, porque frunció el ceño y se asomó por el pasillo, unos segundos antes de que un chico apareciera por ahí. Era Roger Davies, un Ravenclaw de la edad de George, probablemente uno de los más populares y apuestos de la escuela.
Lo que quería era invitar a Allison a una cita por San Valentín. Ella enseguida se lo negó, principalmente porque no iba a poder y, también, porque ya tenía suficiente con George.
Entonces fue cuando Roger preguntó si estaban saliendo juntos, con repentina preocupación, y ellos lo negaron. Habría estado bien de haber quedado ahí, pero, como Allison parecía estar soltera, se volvió más insistente.
—Oye, Davies, ya te he dicho que no. Parecías dispuesto a irte cuando pensabas que salíamos. ¿Qué pasa, que solo respetas que te diga que no si tengo novio?
—No seas tonta...
—Tío, pírate —le dijo George.
Cómo no, él le hizo caso. Se fue.
—Esto es increíble —dijo Allison en voz baja—. Solo se ha ido porque se lo has dicho tú, le ha dado igual que yo no quisiera. De verdad que no entiendo cómo funcionan los cerebros de los chicos.
—A veces podemos ser un poco idiotas —admitió George.
—No hace falta que lo jures.
si George y Allison no saben a dónde van no esperéis que lo sepa yo :)
en otras noticias Harry es obviamente mi rey bisexual porque es canon like?? quien diga que no, miente
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