Capítulo 1
ESPAÑA, 2006
BELLA INTUÍA que su Alfa, se encontraba más tenso que de costumbre, la abrazaba con mas ímpetu por las noches, por las noches la escuchaba decir entre murmullo: demasiada muertes, intoxicación alimenticia, estupidez humana... Eran palabras sueltas que inquietaban el sueño de su compañera. Maxam no decía nada al respecto, Leona parecía no tener conocimiento de esos murmullos ni siquiera acerca de ello.
Cada vez que podía relajarla, lo hacía sin falta. Necesitaba darle paz, parecía darselo en cuanto ella estuviera consciente pero entre sueños era una batalla perdida. Las ojeras cada vez eran más visibles, las sonrisas parecían prefabricadas, algo malo estaba pasando con ella y no le gustaba el sabor amargo que envolvía su estómago por ello.
—Bien. Se acabó.
Un día ya no pudo aguantarlo. Necesitaba con urgencia que su Leona dejara el silencio a un lado. Necesitaba la verdad detrás de su insomnio.
Leongina la miró con los ojos celestes dilatados en sorpresa.
—¿Qué cosa?—preguntó tratando de disimular que aquello parecía haberla sacado de onda.
—Tienes cada vez más pesadillas. Todo el día te la pasas de reunión en reunión con el Alfa Saint, Leah me dijo que casi no comes. ¿Hasta cuando debo de esperar para que confies y te liberes de esa carga en mi?—pregunta Bella totalmente molesta.
—Maxam está perfecto. Estoy regular. No es nada para qué preocuparse, mi luna —intenta persuadir con una caricia a la mejilla con su mano derecha, pero Bella se lo aleja con un golpe, negando molesta.
—¡No! No me toques, no si vas a seguir mintiendome en la cara. Hemos venido a España según tus palabras: para que esté segura, mientras te organizas para una misión. —estalla molesta la castaña mientras sus manos parecen arañar la tela de la cama.
La albina se le queda viendo.
—Mi pequeña, no es un tema que la incumba directamente. Son temas que debemos solucionar como él elegido. —comenta con suavidad Maxam haciéndose presente con aquellos ojos dorados, dejando atras los celestinos de Leongina.
—Quiero ayudar, no me causa ninguna gracia como las pesadillas están afectando tu vida. —expresa histérica y preocupada Bella.
—Lamentamos preocuparla, pequeña Luna. Pero no podemos decirlo o iríamos en contra de ley universal de hechos futuros. —contesta Maxam.
—Bien, si no pueden decirme aquello, al menos déjenme consolarlos. —suplicó con tristeza al verlos tan preocupados y serios.
«Yo no tengo drama en contartelo. Es otra la dramática»expresa irónico.
—No necesito... más regaños. No estoy con ganas de recibirlos, cada vez que escucho un regaño de los que se suponen que son mis seres queridos yo siento que...—empezó a decir Leona, pero sus labios tiemblan en una sonrisa carente de gracia— me deprimo más.
—¿Por... Porqué te deprimes?—pregunta Bella, en susurro preocupante, hablandole cautelosa.
—Porque solo viven diciendo eso. No se toman el tiempo de decirme algo como: ¿Cómo te sientes al respecto? ¿Quieres un abrazo?, No... Ellos solo dicen: Leo no seas infantil, tómalo enserio. Leo esto, Leo aquello. Como si no fuera suficiente cuanto ahogo mis sentimientos para hacer frente ante cada situación que llevo acabo como Alfa. —expresa molesta, mostrando sus dientes afilados al recordar la conversación más reciente con Billy Black— Me empieza a cansar esto de ser un tempano de hielo, soy humana...
«En esta vida somos humanos, pero nos siguen tratando como monstruos...» explica Maxam.
—No estoy a favor de como te tratan. Siempre trato que Luca o Yiara eviten decirte algo. Supe que hay temas que son difíciles de conversarlo contigo...—dice Bella en colación a lo dicho.
«No son temas difíciles. Somos temperamentales y apáticos porque quienes tocan el tema solo nos atacan con lo que debemos hacer, pero no preguntan nunca: ¿Cómo podemos ayudar o aligerar el peso?»vuelve a aclarar Maxam.
—¿Han tratado de decírselos?—pregunta Bella ceñuda y molesta.
—Ya para que... Si solo lo verán como una excusa a mis problemas —contesta Leongina dejando caer la cabeza a la almohada cansada de retener sus lágrimas. Molesta de sentirse tan débil al exponer lo que muchos no ven.
Bella se acuesta a su lado, mirándola, pudiendo notar como las lágrimas caían silenciosamente por aquellos ojos cerrados, como si el sufrimiento fuera a ser muy pesado que hasta los párpados.
—Leona, guardarlo todo te va a matar algún día... No esta bien, hacerlo...—susurra mientras acerca su mano para limpiar las lágrimas, que encuentra tan frías al punto que pronto se sentían como hielos en forma de gotas caer al colchón de la cama.
—Por mucho que quiera expresarme. Esto... Solo me nace contigo o con Fénix, el resto solo me ven como su salvación. No como un humano, me ven como una Diosa menor, como Yin, como el elegido... Nunca como una nieta, nunca como una hermana, nunca como amiga... Siempre por ese rango frívolo al que nací para servir a modo de castigo por mis errores pasados...—explica Leongina mientras abre sus ojos, y estos se ven por unos instantes tan opacos, tan carentes de vida— Siempre me recuerdan por los errores que he cometido o porque debo ser, pero... Solo tú, ves lo que otros no. Lo sé y es lo que más corrompe mi alma, no deberías siquiera ver lo contaminado y tóxico que es mundo a través de mi... Deberías ser libre, yo no merezco serlo.
—¿Porqué dices no merecerlo?—pregunta Bella, con una molestia causando acidez a su estomago tembloroso. Resguardando las ganas de contrariarla.
—Porque no cumplí con mi única misión, ser quien controle el Yin en el mundo humano y sobrenatural. Porque no cumplí la promesa de proteger a Elias cuando era pequeño, porque se enamoró de alguien que no debía amar, y porque murió porque nuestro amor era imposible de concebir... —empezó a exponer cada uno de sus errores con una amargura helada que se instalaba en la habitación— Los Dioses mayores veían nuestro amor como una desgracia, una mujer de muchos siglos de existencia con un niño humano y mortal, un amor ilegal.
Bella al escuchar aquello no pudo evitar sentir asco. Ser consciente de lo mal que sonaba y era, la dejaba del lado lógico y moral. Del lado que no quería estar, quería apoyar a su amada.
—Yo acepté amarlo, sabiendo que mi destino era dejar atrás mi cuerpo terrenal. Acepté que dejaría de existir y sería reemplazada pronto... Pero no vi el castigo que ya habrían cobrado los dioses en mi contra, lo mataron... Mataron una criatura inocente por mi culpa... Y no podía vivir con esa culpa. —expresó mirándola tan ida y dolida— Maxam llegó tarde a conocerme... Mi destino era amar a Yang... Pero... Me crucé con mi niño... Y ya no pude amar a otra criatura...
«Llegué tarde, y un día se suicidó frente a mis ojos. El dolor fue tanto que el grito que salió de mis labios, abrió un hoyo negro en el mundo. Todo se venía abajo, el equilibrio se venía abajo... Ella y yo, debíamos ser uno mismo. Una pareja y el equilibrio del mundo. Pero todo estaba tan mal, que la Diosa Luna tuvo que intervenir para salvar nuestras misiones por los que fuimos creados. El mundo no podía existir sin nosotros, pequeña Luna»intervino Maxam al sentir el dolor teñir la voz de la albina.
—Pero ahora están juntos... ¿Porqué sigues con esa carga? Ves todos los días a Elay, inclusive hasta es feliz. —comenta Bella con un nudo en la garganta, los sentimientos de Leona eran demasiados pesados que empezaba a temblar con escalofríos.
—Duerme ya, Bells... Ya no quiero responder eso —expresó Leongina, silenciando sus labios con su dedo encima de ellos.
«Pero... Siento que aún no te has liberado aún, no hemos...»pensó Bella.
«Hay cosas que es mejor vivir en la ignorancia Isabella.»contestó Yin.
«Pero ...»se rehusaba en dejar de charlarlo, sentía que podía aguantar más, aguantar el peso de esta carga.
Sin embargo, el sueño había hecho caer rendida a Leongina, y solo Maxam se encontraba presente.
«Te amo mucho, mi pequeña Luna. Espero pueda dormir bien...»deseó Maxam para Bella.
«Maxam... ¿Porque siento que su respuesta oculta mucho lo que en verdad siente?»piensa preguntona Bella, incapaz de calmar su inquietud.
«Porque a veces es mejor no saber lo que puede herir sin marcha atrás»contesta Maxam«Ahora, vente aquí, dormiremos abrazados hoy. Para evitar pesadillas en ti»
Bella aceptó resignada.
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