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26 | Don't Leave Me

No me dejes

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Despedidas
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PENULTIMO CAPITULO

Una vez que bajaron de la nave, Steve entró en pánico, sabía un poco del plan pero él seguía siendo humano y la cobardía podía ganarle un par de veces; Stella solo se acercó a él para acariciar su brazo en un intento de calmarle.

—'Ella, hasta yo siento que esto es estúpido.— comentó cuando una ventisca demasiado fría adorno aquel grotesco lugar.— y mira que yo  suelo ser muy estúpido...

—¿Confías en mí?.— el rubio asintió, ella sonrió ante aquella respuesta.— entonces no debes preocuparte.

—Hay demasiado silencio.— le dijo Douxie a Merlín, ambos varones se habían adelantado unos pasos así en caso de ser una trampa ambos reaccionarían pronto y protegerían a los demás. 

Stella miró aquel lugar a detalle, era pura roca a su alrededor además de estar oscuro. Agradeció el hecho de que no se pareciera en nada a la guarida que Gunmar tuvo en las Tierras Oscuras, no necesitaba de más traumas que nublaran su juicio.

Mientras caminaba, la hija de Amelia Le Fay fue envuelta en una brisa demasiado fría capaz de congelarla; fue empujada entre quejidos de dolor y sobrepasó a los varones.

—¡Stella!.— gritó Steve preocupado, eso les tomó por sorpresa.

La hicieron caer de rodillas ante Skrael, quien su ventisca fría y brusca había sido con lo que la atrajo hacia él, Stella no soltó ningún quejido contra él no se mostraría débil, sin embargo sus rodillas débiles contra las rocas no habían sido la sensación más linda del mundo.

—Vaya, pero si es la princesa Miracle...— comenzó a hablar aquel miembro de la Orden Arcana con superioridad.— creí que seguiríamos jugando al gato y al ratón.— se burló con emoción.— ¿Tienes frío?

A pesar de portar el suéter negro de Douxie, aquella prenda no evitó que sus manos, juntas contra su pecho, tuviera el color blanquecino celeste y estuviesen casi como una roca; sus mejillas tenían una mínima capa de congelamiento y estaban excesivamente rojas al igual que su nariz, y los labios de la misma, secos y algo partidos, tenían un pequeño color morado.

Sin embargo, no se quejó ni mucho menos habló.

Maldita sea, vamos 'Ella, si Ana pudo tú también

—Sabes que puedes evitar todo esto, ¿Cierto?.— preguntó con una sonrisa, había visto la posición de defensa que los demás adquirieron por maltratar a la hija de Amelia Le Fay.

—¿Co-com-cómo?.— tiritó de frío, Skrael no pudo evitar soltar una carcajada de superioridad.

—Te lo diré de forma sencilla para que lo entiendas.— avisó tomando con fuerza la barbilla de ella, helando más a la joven que no dejaba de temblar.— nos entregas a Nari, te unes a nosotros y tus amigos serán recompensados.

La joven se soltó del brusco agarre, mirando hacia los demás; Steve fue el único que quiso vomitar al ver el congelado aspecto de Stella, sin duda la chica era fuerte, su calma era digna de admirar y el rubio de armadura envidiaba aquello.
Claire le dio una mirada de seguridad, ambas estaban juntas desde siempre, si una cae la otra la levanta. Sencillo.

—¿Y si no quiero?.— preguntó parándose, volvió a dolerle las rodillas casi congeladas. Se levantó encarando a Skrael con una sonrisa más superior a la de él.— ¿Te recuerdo quien reina más en este mundo? Porque sin ésta nave, y tus amigos... No eres nada.— le murmuró con desprecio, ni siquiera sabía si eso era cierto, el punto era entrar en su mente y confundirlo tanto como a ella se le antojara.

Jamás esperó que aquel ser frío y distante no se atreviera a verle a lod ojos, derrotado.

—Nos das lo que quiero o tus amigos sufrirán una muerte lenta y dolorosa.— anunció Bellroc apareciendo junto al gran Caballero Verde.

Agradeció la presencia que Bellroc daba, su energía demasiado caliente como la lava logró descongelarle las manos y que volviera a su temperatura normal.

—Si se inicia una guerra aquí, no le favorecerá a nadie.— intervino Merlín poniéndose en frente de Nari para protegerla.— lo que queremos es una tregua.

La joven tragó saliva con nervios al ver al Caballero Verde acercarse a ellos, pero con la vista solo sobre ella. Recordó perfectamente que él la había amenazado con pasarle su espada sobre su cuello en aquel alocado y peligroso primer encuentro.

—Continúa, Douxie.— pidió Stella sin mostrarle ninguna emoción al Caballero.

—Buenas madrugadas, creadores de la maldad.— salido Hisirdoux Casperan con la galantería que siempre traspasaba sus venas.— lo que queremos es lo siguiente...— empezó a explicar.— un trueque... Uno de ustedes, por uno de nosotros.— explicó tomando a Nari del brazo y colocándola al lado de la chica de mirada zafiro.

—¿Nuestra pieza faltante a cambio de su Troll mestizo?.— preguntó con interés Bellroc.

—¿No es obvio?.— le respondió Stella cruzada de brazos.— es lo único bueno que tienen, que es importante y que me pertenece.— advirtió de forma seria y una mirada capaz de darte las peores pesadillas.

Steve tapó su boca para no reírse de manera escandalosa ante la descarada Stella.

—Interesante...— murmuró Skrael.— pero, ¿Qué ganan ustedes?.

Stella tuvo que morderse la lengua ante la tonta pregunta que estaban haciendo, ¿Que no acababa de decir que el Troll era importante para ella?

—Verá...— el de mechones azules se adelantó a responder, había visto a la de cabello carmesí hacer sus manos puños, así que debía apresurarse.— yo se lo podría explicar, pero se requiere de tiempo ya que es muy aburrida y larga.— dijo elevando la mirada.

Claire apresurate

Era más sencillo que Claire se infiltrara a la nave, el punto era que tanto Stella como Nari debían ser vistas por ellos.

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Claire Nuñez parecía desesperada, no encontraba a Jim y debía apresurarse para no ser descubierta y que el perfecto plan de Douxie no se arruinara.
Masajeó su frente con molestia, aquello comenzaba a estresarle, el juego del gato y el ratón parecía una rutina terrible; corrió nuevamente por un pasillo que se mostraba infinito, hasta que un lamento le llamó la atención.

Se detuvo al ver una enorme figura oculta en la oscuridad con cadenas en sus extremidades. Estaba lamentándose.

—Jim.— celebró con emoción.

Con detalle lo miró, hasta ahora había comprendido el porqué su hermana de portales había reaccionado de aquella manera, ahora su amigo y compañero de clases se mostraba más alto y robusto, con una mirada arrepentida. Juraba que en un momento de furia, la mirada de él se tornaría oscura y tenebrosa.

No había ni un rastro de humanidad en él.

—Jim, vengo a sacarte de aquí.— avisó creando un portal lo suficientemente enorme para él.

Jim Lake negó, ocultandose más en la sombras.

—Ven, no me tengas miedo.— le animó, haciendo que este comenzara a caminar por la confianza que le era proporcionada.— 'Ella estará feliz de verte...

Aquel nombre le hizo regresar a donde estaba escondido, sorprendiendo a Claire, pues esperaba que el nombre de Stella fuera lo suficientemente útil con él. Vamos, ambos se derretían en amor por el otro.

¿Qué tienes, Jim?

—Stella tenerme miedo.— soltó de pronto, ocultandose de la mirada de la castaña.— Yo lo vi, ella tuvo miedo.

Claire recordó aquel trance en el que Stella estuvo sumergida cuando Jim tomó la decisión de sacrificarse.

—En eso están a mano.— le dijo ella con una sonrisa, recordando los viejos tiempos donde ambos adolescentes comenzaban a pasar más tiempo juntos y el tiempo en el que Stella apenas y soltaba verdades de su pasado.— te recuerdo que tú le tuviste miedo cuando ella usó sus poderes y destruyó un árbol. Ella se sintió mal porque le tuviste miedo, ahora pasó lo mismo... Son tal para cual.

Él solo le escuchaba.

—Por favor.— suplicó.— Stella te ama...

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—¡Maldito miserable!.— exclamó Stella cuando cayó de cara al hielo que cubría el suelo.

Steve Palchuck gritaba al no tener el control de su dirección y equilibrio, cayendo sobre la joven. Esta se quejó de dolor ante el peso del rubio con la armadura puesta.

Skrael solo se rió de ellos.

Todo salió mal, Archie quien se hacía pasar por Nari tuvo el terrible accidente de soltar una bola de pelos de su interior, arruinando la ilusión que tenían. Eso no fue para nada del agrado de los 3 presentes, por lo que una nueva batalla se presenció.

—Steve... levantate.— suplicó la de mirada zafiro, ya ni siquiera sentía la mejilla izquierda por mantenerla apoyada sobre el hielo.— me duelen las costillas.

Maldita sea, sus ganas de rascar su brazo habían vuelto y el aire amenaza con irse para siempre de ella.

¿Qué es este ataque?

Su cuerpo le amenazaba de ir en su contra y no tenía tiempo para lidiar con este; nunca ha tenido el tiempo para lidiar con su cuerpo y mucho menos la pubertad.

—Ya casi, ya casi...

Tuvo que empujar a Steve y tirarse contra las rocas para lanzar un ataque contra Bellroc, este casi lograba dispararle a Douxie justo en la frente.

—Mugrosa, agradece que te necesitamos si no ya estuvieras muerta.— le dijo con enojo a la fémina.

—Tú deberías agradecer que Jim falló y te quitó la vista no el cuello.— se puso de pie con torpeza.

Comenzó a rascar su brazo al ver que Douxie era amenazado por el Caballero Verde.

Calma Stella, solo salvalo

Obedeciendo a su cerebro en vez de sus piernas, corrió a socorrer al de mechones azules. Estaba aterrada, aquellas sensaciones nuevas le ponían los nervios de punta y podía jurar que la volvían torpe.

¿Qué me pasa?

Detuvo todo en ella cuando sintió un líquido caliente recorrer lentamente se brazo derecho, donde se rascaba con insistencia.

Estaba sangrando y eso era algo nuevo en ella.

Si estaba nerviosa por lo que se provocó en ella misma, casi sufre un colapso cuando los ojos sin vida de Arturo Pendragón la miraban fijamente.

—No puede ser.— susurró al ver a su familiar de piel blanquecina, casi verdosa, estar vivo frente a ella y dispuesto a someterla para que siguiera las órdenes de la Orden Arcana.

Un sonido fijo atrapó a sus oídos, su vista se nubló y si no fuera porque Claiee llegó a tiempo, ella hubiera caído con fuerza al suelo. La castaña la sacudía intentando hacer que volviera en sí.
Stella sintió el mismo líquido recorrer de la nariz hacia la comisura de su boca, no supo en qué momento dejó de respirar por verlo, pero ahora su cuerpo le pasaba factura por no permitir que el oxígeno llegase hacia su cerebro.
Tuvo que limpiarse con el dorso de su mano la sangre que su nariz derramó.

¿En qué momento apareció Jim?

Todo pasaba lento ante sus ojos, de pronto había abandonado los brazos de Claire y era sorda a las palabras de Merlín. Se acercó a Jim que tenía prisionero a Douxie, Arturo Pendragón se interpuso en su camino, evitando cualquier contacto con él.

Arturo sabía que la debilidad del Cazatroles era Stella.

Todo daba vueltas ahora.

—Stella necesito que reacciones y me mires...— pidió Douxie con poco aire circulando en él.— estaré bien ¿Si? Nada de esto es tu culpa... Debes superar tu ataque...

Ella solo lo miró.

—No sé qué magia oscura estén usando, pero con los niños no se metan.— amenazó Merlín atacando a la Orden Arcana.

Logró encadenar a la Orden Arcana, pero no al Caballero. Y eso lo pagaría caro.

Stella logró respirar nuevamente, aunque no le había durado mucho por todo lo que acontecía a su alrededor.

Como si le estuvieran arrancando un trozo de su piel a carne viva y con una furia intensa, se dejó de caer de rodillas justo donde la peor escena que pudo presenciar sucedió.

Arturo Pendragón había clavado su espada en el estómago de su padre, Merlín; para luego ser desechado por la ventana de aquella guarida, dejando un débil cuerpo sufrir una caída libre.

No, no, no. NO

¡NO!.— exclamó echa una furia andante, no se fijó que Douxie estaba en las mismas. Ella solo le importaba algo y alguien.

Sus ojos se iluminaron y no precisamente a causa de las lágrimas amargas que derramaban sus ojos; su poder sería arremetido contra Arturo Pendragón quien tuvo la osadía de atacar a su padre. El único familiar humano que le quedaba en ese tiempo.

Ni siquiera reparó en ver la cara de sufrimiento del Caballero traidor cuando ella le dio más de dos puñetazos rápidos y con el odio más profundo contra la cara del mismo. Mucho menos miró donde cayó su contrincante cuando lo lanzó lejos dd una patada.

Corrió hacia la ventana quebrada, e importandole poco las heridas que sufrió por unas cortadas semi profundas se lanzó en caída libre para proteger a su padre.

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Ya no importaba lo que le hizo a Jim, ya no importaba el estúpido hechizo que le borró la memoria; el amor paternal que le tenía a aquel mago no iba a desaparecer, jamás.

Estana tirada en el suelo, soltando maldiciones y derramando las más pesadas lágrimas que jamás se había atrevido a soltar. Hoy sí se estaba desahogando.

—Deben ser fuertes... Hijos míos.— pidió con una débil sonrisa.

Ser fuerte, ser fuerte. ¿Cuántas veces no le dijeron lo mismo?
Douxie abrazaba a Stella, él también soltaba lágrimas, después de atacar a los demás y asegurar la protección de sus amigos, él también se lanzó para salvar a Merlín.

—¡Papá no te atrevas a dejarme de nuevo!.— suplicaba Stella.— no puedes... no debes... juraste vivir para siempre estar a mi lado... ¡Lo juraste!.— reclamaba a gritos, desgarrando su garganta.— ¡Me enseñaste que siempre debía cumplir mis juramentos!.— limpió las lágrimas que bloqueaban su vista.— tú tampoco puedes dejarme...

Perder a Jim y a su padre en menos de 5 horas fue un nuevo récord y un nuevo ataque para la joven de 917 años.

—P-puedo arreglarlo.— hablaba Douxie más para él mismo que para los demás.— siempre arreglo los desastres, pu-uedo arreglarlo.— volvió a decir viendo su brazalete donde estaban sus hechizos.

Merlín puso una mano sobre la muñeca de Douxie, impidiendo cualquier acción.

—Déjame arreglarlo.— suplicó.

Merlín negó y ambos jóvenes supieron lo que sucedería

—'Ella, hija mía... No podré morir en paz sin tu perdón... Douxie y tú son como mis hijos, y yo solo quise lo mejor para ti...— murmuró el hombre de forma débil, acariciando el rostro lastimado de su pequeña pelirroja.

—Papá no vas a mor.-

—Stella, es hora.— dijo cerrando sus ojos.— estoy muy orgulloso de ustedes, Doux... gracias por no cuidarla de lejos... Los amo.

Dejó escapar su último aliento de vida, dejando devastada a Stella.

—¡Papá!.— gritó sacudiendo el cuerpo de Merlín, comenzó a reír con nervios.— vamos, estoy segura que este es uno de tus juegos donde fingías tu muerte y yo te salvaba, ¿Lo recuerdas?.— su vista se nubló a causa de más lágrimas.— ¿Papá...?

—'Ella, se ha ido.— susurró Douxie alejándola del cuerpo sin vida de Merlín. La abrazó con fuerza cuando la joven comenzó a pelear por liberarse.

—¡No!.— dijo queriendo correr a despertar a su padre.— ¡Él no puede dejarme también!.— explicó sin dejar de pelear.— ¡ÉL TAMBIÉN JURÓ NO DEJARME!

La cabeza de la joven estallaba en dolor y rabia, no le quedó más remedio que alejarse un poco mientras el dolor de cabeza aumentaba sus lágrimas y los pulmones buscaban aire. Su mente era cubierta por una luz verde brillante.

¿Qué era aquello?, ¿Colapso nervioso?, ¿Ataque de ansiedad?, ¿Taquicardia?

No era nada común en los humanos.

—¿¡Stella reacciona!?.— Claire Nuñez le llamaba a lo lejos.

Esta se alejó más y sintió su mundo derrumbarse lentamente cuando varias escenas pasaban en su mente de forma rápida y sin dejarle procesar nada.

Desapareció de la vista de ellos tras gritar de dolor.

Ya que, sin Merlín presente... Cualquier hechizo que este hubiese hecho en pequeña escala ya no existiría.

Stella había recuperado su memoria.

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